Hoy hay maratón. Estén atentos...
Jazmín sentía el corazón oprimido, pero sabía con certeza que debía mantenerse fuerte; sin embargo, no creía que Leandro actuara igual de paciente que ella, con lo que estaba escrito en la otra carpeta, y no tenía el derecho de ocultárselo. — Mis padres eran todo para mí, y me lo arrebataron — susurró, con los ojos hinchados y llorosos —. ¿Qué tan oscuro debe ser el corazón de una persona para atreverse a hacer eso? ¡No éramos ricos! — Lo sé, pero aun así ellos actuaron por envidia. Ellos estaban bien con conseguir el dinero de tu familia, y tarde o temprano serías tú, porque también querían a su hija con Roberto — manifestó Leandro —. Lo hicieron, de forma temporal, pero no imaginaron que ahora serías dueña de todo. Ese pequeño dinero que te pertenece por derecho, solo los ayudaría a mantenerse en una posición estable hasta que consiguieran atar a su hijo con él. — Posiblemente ahora eres tú, a quienes apuntan — susurró Jazmín —. Por eso ella quiso acercarse. — Posiblemente. Lean
El tiempo avanzaba sin pausa, llevando consigo los cambios inevitables que traía consigo. Jazmín, con su vientre abultado, ya llevaba varios meses de embarazo, y cada día que pasaba parecía que su barriga crecía un poco más. Leandro, su esposo, se había vuelto increíblemente sobreprotector con ella, mimándola y cuidándola como si fuera la cosa más preciada en el mundo. Y en cierto sentido, lo era. Aquella tarde, Jazmín se encontraba frente a su armario, observando con frustración los vestidos que tenía colgados. Ninguno parecía ajustarse correctamente a su figura cambiante, y su estado de ánimo no estaba ayudando en absoluto. Se quejaba con Leandro, quien la miraba con una sonrisa en los labios, completamente encantado por la situación. — ¿Qué pasa, belleza? — preguntó Leandro con ternura, acercándose a ella y rodeándola con sus brazos protectores —. ¿Todavía no encuentras nada que te guste? Jazmín suspiró, apartando la mirada del armario y encontrándose con los ojos amorosos de su
Leandro y Jazmín finalmente llegaron a su hogar después de una larga mañana en el centro comercial. Mientras caminaban hacia la entrada, Jazmín notó la silueta familiar de una figura esperándolos en la puerta. Cuando se acercaron, la figura se reveló como Jessica, la mejor amiga de Jazmín. — ¡Jazmín! — exclamó Jessica emocionada, corriendo hacia su amiga y envolviéndola en un cálido abrazo —. ¡Qué alegría verte! Y mira ese vientre — agregó, acariciando suavemente el abultado vientre de Jazmín —. Estás radiante. Jazmín sonrió, sintiéndose feliz de ver a su amiga. — Gracias, Jess — respondió con gratitud —. Es bueno verte también. Leandro saludó a Jessica con cortesía antes de retirarse hacia su despacho, dándole espacio a las dos amigas para ponerse al día. Se sentó frente a su escritorio y marcó el número de su mejor amigo y abogado, Daniel. — Daniel, necesito hablar contigo —dijo Leandro cuando Daniel respondió. — Buenos días para ti también — bromeó. — No estoy para tus bromas
La pregunta tomó a Erick por sorpresa, su expresión pasando de la sorpresa a la cautela. — No sé de qué estás hablando — respondió evasivamente —. No he visto a Julieta en mucho tiempo. Para Ser más específico; no la he visto desde la noche en el viñedo. Leandro frunció el ceño, desconfiando de la respuesta de Erick. — No me mientas — dijo con firmeza —. Ustedes son pareja desde… ya sabes. Sé que estás involucrado de alguna manera. Julieta ha desaparecido y necesito encontrarla. Erick se tensó ante la acusación directa de Leandro, sus ojos parpadeando nerviosamente mientras buscaba una respuesta adecuada. — Lo siento, Leandro, pero no puedo ayudarte — dijo finalmente —. Como te dije, no sé nada de Julieta, y está bastante claro, que ella no quiere nada conmigo ni yo con ella. ¿Por qué no me dices qué está pasando realmente? Leandro hizo una mueca de disgusto. — Bien que querías acercarte a mi esposa — escupió con sorna. Erick sonrió ante aquello. — Admito que es una mujer herm
Leandro apretó la mandíbula, su expresión endureciéndose mientras miraba a Julieta.— ¿Qué estás haciendo aquí, Julieta? — preguntó, su tono lleno de desconfianza.Ella se encogió de hombros con indiferencia, su mirada fija en él.— Oh, solo quería ver cómo te iba, Lean — respondió con una sonrisa burlona —Y parece que te está yendo muy bien, si es que este pequeño evento es alguna indicación.Leandro apretó los puños con furia, luchando por contener su temperamento mientras enfrentaba a su ex. Sabía que no podía permitirse perder la compostura, no cuando Jazmín y su hijo dependían de él, y estaban a poca distancia de ellos.— Deberías irte, Julieta — dijo con voz firme — No tienes nada que hacer aquí".Julieta se rió, un sonido desagradable que resonaba en el pequeño espacio.— Oh, Leandro, siempre tan protector — dijo con una sonrisa retorcida —. Conmigo nunca has sido de esta forma. ¿Nunca me amaste?— Estaba con Erick. Estaban teniendo sexo en mi departamento y en mi cama. — La mu
El sol brillaba en lo alto mientras Jazmín y Jessica caminaban juntas por el aeropuerto. Era un día brillante y despejado, pero para Jazmín, el brillo del sol no era suficiente para disipar la tristeza que sentía en su corazón. Después de unos días llenos de risas y buenos momentos, el momento de despedirse había llegado demasiado pronto.— Lo siento mucho por tener que irme tan pronto — dijo Jessica con una sonrisa apenada mientras caminaban hacia la puerta de embarque —. Ojalá pudiera quedarme más tiempo contigo, pero mi padre ya está loco por que vuelva a la empresa.Jazmín asintió con tristeza, luchando por mantener la compostura.— Lo sé, Jess. Pero entiendo que tienes que volver a casa. Siempre apreciaré el tiempo que pasamos juntas, y te extrañaré.Jessica la abrazó con fuerza, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.— Te voy a extrañar mucho más, Jaz. Pero nos veremos de nuevo pronto, lo prometo. Tengo que conocer a esa princesa.Después de un último abrazo y un intercambi
— ¿Estás bien? — preguntó Daniel, una vez llegó a la clínica junto a Jazmín —. Explícame que fue lo que pasó. — Veníamos del aeropuerto. Él tenía que retirar unos documentos de la empresa, y después…, no sé, un hombre se acercó, y luego…, sangre y papeles en el suelo — susurraba en parte, como si el shock y la rabia se unieran a su cuerpo —. Quiero saber quién fue. — ¿Y los hombres? — Jazmín lo miró confundida. — No vi a ninguno cerca nuestro — respondió. Más tarde, Daniel se retira de allí, para reunir a todos. El ambiente en la sala de reuniones estaba tenso cuando el mejor amigo y abogado de Leandro, se enfrentó al jefe de seguridad. Varios hombres se mantenían en silencio alrededor, observando la conversación con atención. — ¿Por qué diablos le dijiste a los hombres que se mantuvieran alejados de Jazmín? — preguntó Daniel, con una mirada seria. El frunció el ceño, defendiéndose. — El señor dio la orden. Dijo que quería darle espacio a Jazmín para que pudiera caminar sin esc
Roberto retrocedió instintivamente, con la jeringa aún en la mano, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una excusa creíble. — ¡Ey, cálmate! Soy el nuevo médico asignado a este caso — mintió, intentando mantener la compostura a pesar de la situación tensa. La enfermera frunció el ceño, claramente escéptica ante la respuesta del hombre. — No he recibido ninguna notificación sobre un cambio de médico — respondió, cruzando los brazos sobre el pecho en un gesto desafiante. Roberto se sentía atrapado, con la enfermera bloqueando la salida y su plan desmoronándose ante sus ojos. Trató de mantener la calma mientras pensaba en una manera de salir de esa situación comprometedora. Justo en ese momento, Jazmín regresó al pasillo y vio la escena frente a ella. Sus ojos se abrieron de par en par al reconocer a Roberto disfrazado de médico, y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho. — ¡Roberto! ¿Qué estás haciendo aquí? — exclamó Jazmín, su voz llena de sorpresa y desco