— ¿Estás bien? — preguntó Daniel, una vez llegó a la clínica junto a Jazmín —. Explícame que fue lo que pasó. — Veníamos del aeropuerto. Él tenía que retirar unos documentos de la empresa, y después…, no sé, un hombre se acercó, y luego…, sangre y papeles en el suelo — susurraba en parte, como si el shock y la rabia se unieran a su cuerpo —. Quiero saber quién fue. — ¿Y los hombres? — Jazmín lo miró confundida. — No vi a ninguno cerca nuestro — respondió. Más tarde, Daniel se retira de allí, para reunir a todos. El ambiente en la sala de reuniones estaba tenso cuando el mejor amigo y abogado de Leandro, se enfrentó al jefe de seguridad. Varios hombres se mantenían en silencio alrededor, observando la conversación con atención. — ¿Por qué diablos le dijiste a los hombres que se mantuvieran alejados de Jazmín? — preguntó Daniel, con una mirada seria. El frunció el ceño, defendiéndose. — El señor dio la orden. Dijo que quería darle espacio a Jazmín para que pudiera caminar sin esc
Roberto retrocedió instintivamente, con la jeringa aún en la mano, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una excusa creíble. — ¡Ey, cálmate! Soy el nuevo médico asignado a este caso — mintió, intentando mantener la compostura a pesar de la situación tensa. La enfermera frunció el ceño, claramente escéptica ante la respuesta del hombre. — No he recibido ninguna notificación sobre un cambio de médico — respondió, cruzando los brazos sobre el pecho en un gesto desafiante. Roberto se sentía atrapado, con la enfermera bloqueando la salida y su plan desmoronándose ante sus ojos. Trató de mantener la calma mientras pensaba en una manera de salir de esa situación comprometedora. Justo en ese momento, Jazmín regresó al pasillo y vio la escena frente a ella. Sus ojos se abrieron de par en par al reconocer a Roberto disfrazado de médico, y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho. — ¡Roberto! ¿Qué estás haciendo aquí? — exclamó Jazmín, su voz llena de sorpresa y desco
El ex de Jazmín, se sintió abrumado por la presión de la situación. Sabía que su madre tenía razón en cuanto a la amenaza que representaban Jazmín y Leandro para sus intereses, pero secuestrar a un bebé le parecía una línea que no estaba dispuesto a cruzar. — ¿Realmente crees que esto es lo correcto, mamá? ¿Crees que podríamos vivir con la culpa de hacerle daño a un niño indefenso? — preguntó, buscando desesperadamente un atisbo de comprensión en los ojos de su madre. La madre de Roberto suspiró con impaciencia, frustrada por la reticencia de su hijo. — Roberto, tienes que dejar de ser tan débil — le reprendió, su tono lleno de desdén —. Si no estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para proteger nuestra posición y nuestro futuro, entonces no eres más que un inútil. ¿Quieres vivir toda tu vida en la sombra de tu tío Leandro, o quieres reclamar lo que es legítimamente nuestro? — No es lo quiero, pero un bebé. — Recuerda que estás metido en esto, tanto como yo. Hemos acabado co
El hospital, pretendía ser un lugar seguro, pero desde que ocurrieron los hechos, fue todo lo contrario. Se convirtió en el escenario de un encuentro tenso y cargado de emociones cuando Roberto decidió enfrentarse a Jazmín para advertirle sobre las intenciones de su madre. La atmósfera estaba cargada de ansiedad y tensión cuando ambos se encontraron en un pasillo solitario, con el hombre enviando un mensaje urgente a Jazmín, pidiendo hablar con ella. La joven, sorprendida por la solicitud de su ex marido, decidió dejar su habitación en el hospital para escuchar lo que él tenía que decir. Sin embargo, ninguno de los dos esperaba lo que sucedió a continuación. Por otro lado, Roberto esperaba ansiosamente a que Jazmín apareciera, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación en su interior. Sabía que esta conversación sería difícil, pero también sabía que era necesario. Cuando finalmente vio a Jazmín acercarse por el pasillo, su corazón dio un vuelco, preparándose para lo que vend
El tintineo de las luces fluorescentes inundaba la habitación del hospital, mientras Leandro luchaba por abrir los ojos. Una oleada de dolor se extendió por su cabeza, su hombro y su costado, recordándole con brutalidad que algo terrible había sucedido. Parpadeó lentamente, tratando de enfocar la mirada en su entorno, pero todo parecía borroso y confuso.Con un gemido ahogado, intentó recordar cómo había llegado allí. Fragmentos de memoria flotaban en su mente, como piezas de un rompecabezas disperso.Una sensación de pánico lo invadió cuando se dio cuenta de que estaba solo en la habitación. Buscó desesperadamente a su alrededor, pero no encontró rastro de su esposa. El corazón le martilleaba en el pecho mientras luchaba por incorporarse, ignorando el dolor punzante que recorría su cuerpo.El tumulto fuera de la habitación le llamó la atención, agudizando su ansiedad.» ¿Dónde estaba Jazmín? ¿Por qué no estaba a su lado? «La preocupación se convirtió en una furia creciente mientras
La primera misión, es interrogar a Roberto, antes de entregarlo a las autoridades. Ya habían perdido el tiempo con eso, por un último deseo de su abuelo, pero lamentablemente, no había más solución además de involucrarlos. Entraron en la pequeña habitación, y ahí estaba Roberto, con las manos atadas, caminando de un lado a otro, como un animal enjaulado. Apenas los vio entrar, se apresuró a llegar a ellos, pero los hombres lo detuvieron. — ¿Qué sabes? — Esa fue la primera pregunta de Leandro, mientras miraba a su sobrino y en lo que se había convertido —. Entiendes que mi hijo tiene apenas horas de nacido, y puede estar en peligro. — Lo sé, pero tío… — Leandro, mi nombre es Leandro, y para ti soy señor Belmont — interrumpió. Ahora, deja de perder el tiempo, y dime todo lo que sabes. — ¿Por qué nos haces esto? — cuestionó Jazmín, intentando mantenerse fuerte. — Solo intentábamos hacerte daño a ti — confesó finalmente, mirando a su tío —, de ese modo ella estaría vulnerable y podrí
El aire en la habitación se volvió más denso cuando Jazmín pronunció esas palabras. La madre de Roberto miró el celular con sorpresa y temor, su mente trabajando a toda velocidad mientras procesaba la información. ¿Sus hijos estaban con Jazmín? ¿Cómo había ocurrido eso? — ¿Qué quieres decir con que están con tus hijos? — preguntó la madre de Roberto, su voz temblorosa con ansiedad. Jazmín mantuvo la calma, aunque por dentro sentía una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que tenía que mantener la compostura si quería llegar a un acuerdo con esta mujer. — Significa exactamente lo que dije — respondió Jazmín con firmeza. Tengo a tus hijos, sanos y salvos. Pero quiero que entiendas que no quiero hacerles daño. Solo quiero que devuelvas a mi hijo. Sabía que Jazmín era una mujer noble, que no haría daño a sus hijos. Pero, aun así, no podía evitar preocuparse por su seguridad. — ¿Y qué garantía tengo de que me devolverás a mis hijos? — preguntó la madre de Roberto con cautela.
La madre de Roberto escuchó el ruido justo cuando estaba a punto de cerrar la puerta de la casa. Era un crujido apenas perceptible, pero suficiente para alertar todos sus sentidos. El corazón le latía con fuerza mientras miraba a su alrededor, tratando de identificar el origen del sonido. Era una noche oscura, iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba entre las ramas de los árboles. La madre de Roberto sabía que no podía permitirse ser descubierta. Tomó una decisión drástica: tomaría al bebé y huiría hacia el bosquecillo cercano, donde esperaba encontrar refugio temporal. Con el bebé en brazos, la mujer salió de la casa en silencio, moviéndose con cautela para no hacer ruido. Cada chirrido de la puerta al cerrarse resonaba en sus oídos, como un eco de su decisión. El bosquecillo estaba oscuro y silencioso, lleno de sombras que se movían con el susurro del viento. Ella se adentró en él, sus pasos lentos y cautelosos mientras buscaba un lugar donde esconderse. El sonido de