— Déjame al menos sacar a mi hijo de aquí — imploró, con lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos —. Él no tiene nada que ver con esto.La expresión de Julieta se suavizó apenas un poco, y durante un momento, pareció considerar la petición. Sin embargo, la rabia pronto volvió a oscurecer sus facciones.— No hay tiempo para eso — dijo con frialdad —. Todo esto tiene que acabar ahora.En ese instante, la puerta de la habitación se abrió abruptamente. Santiago entró, alarmado por las voces, pero al mismo tiempo, debía informarle a Jazmín que ya todo estaba preparado para mañana. La escena que encontró lo dejó congelado por un segundo antes de que su instinto de protección se activara.— ¡Alto! — gritó, sacando su arma y apuntando a Julieta.El caos estalló en un segundo. Julieta giró su arma hacia Santiago, y Jazmín aprovechó el momento de distracción. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia Julieta, tratando de desarmarla. Se enzarzaron en una lucha desesperada, el arma se disparó,
Leandro, desde su cama, trató de moverse, pero su cuerpo aún no respondía completamente. Sus ojos, sin embargo, reflejaban una nueva lucidez. La conexión entre él y Jazmín, un lazo que ni siquiera la muerte pudo romper, lo había despertado.Un médico se acercó a Leandro, sorprendido por el milagroso despertar.— Señor, ¿puede oírme? — preguntó con voz firme, tratando de evaluar su estado.Leandro asintió lentamente, sus ojos aún fijos en la figura inmóvil de su esposa en el suelo.— Jazmín — murmuró con esfuerzo, su voz apenas un susurro.El médico intercambió una mirada rápida con sus colegas antes de volver a concentrarse en Leandro.— Lo llevaremos a cuidados intensivos — dijo —. Necesita atención médica urgente.Mientras tanto, otro equipo se ocupaba de Julieta, cuyo cuerpo yacía en el suelo con la marca de la bala que Santiago había disparado. La escena era caótica, llena de dolor y pérdida.Santiago se levantó lentamente, todavía aturdido por los eventos que acababan de desarrol
Leandro estaba sentado en el sillón de la habitación, observando a su esposa Jazmín con detenimiento. Ella estaba perdida en sus pensamientos, su mirada fija en algún punto indeterminado de la pared. Había algo en su expresión que le llamaba la atención, una mezcla de tristeza y determinación que no había visto antes. El silencio en la habitación era casi palpable, roto solo por el suave tic-tac del reloj en la pared.De repente, Jazmín levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Leandro. Con una voz apenas perceptible, le susurró:— ¿Recuerdas que te hablé de que yo había vuelto de la muerte?Leandro asintió lentamente, su corazón comenzando a latir con más fuerza. Había escuchado esas palabras antes, pero siempre las había tomado como una metáfora, una forma de expresar lo difícil que había sido el accidente que casi le cuesta la vida a Jazmín. Pero ahora, viendo la intensidad en sus ojos, comenzó a preguntarse si había algo más detrás de esas palabras.O sea, si la escuch
Santiago, un hombre de confianza y con años de experiencia, asintió con seriedad.— No se preocupe, señor. Haré todo lo necesario para asegurar la mansión.Finalmente, Leandro y Jazmín sabían que necesitaban ayuda. Reunieron a Santiago, su escolta, y a Daniel, el mejor amigo de Leandro, en la sala de estar.— Gracias por venir tan rápido — comenzó Leandro, mirando a sus amigos —. Hay algo muy importante que debemos contarles.Jazmín tomó la mano de Leandro, buscando su apoyo antes de hablar.— Julieta está viva — dijo con firmeza —. Y debemos encontrarla.La reacción de Santiago y Daniel fue de asombro total. Daniel, quien había sido un pilar de apoyo para Leandro durante todos estos años, fue el primero en romper el silencio.— ¿Cómo es posible? Pensábamos que había fallecido…— Santiago, sé que te pedí que te encargues personalmente de esto, pero Julieta es más importante y necesitamos encontrarla — dijo Leandro, miró a su esposa dándole la palabra.— Quisiéramos darle más explicació
El aeropuerto estaba lleno de gente apresurada, cada uno inmerso en sus propios asuntos. Sin embargo, cuando Julieta apareció, la atmósfera pareció cambiar. Con una elegancia impecable, su presencia no pasó desapercibida. Los hombres no podían evitar mirarla, admirando su porte y belleza, mientras que las mujeres la observaban con una mezcla de envidia y admiración. Julieta caminaba con seguridad, consciente del impacto que causaba a su alrededor.Vestida con un traje de diseñador que acentuaba su figura esbelta y con un par de gafas de sol que añadían un toque de misterio, Julieta avanzaba hacia la salida del aeropuerto. Cada paso que daba era una declaración de su determinación y su deseo de venganza.En su mente, solo había un objetivo: Leandro. No era simplemente por venganza, aunque ese era el pretexto que usaba para justificar sus acciones. Era una obsesión, un deseo profundo e incontrolable de poseer al magnate que había elegido a Jazmín en lugar de a ella. El odio que sentía po
Jazmín sonrió y se levantó nuevamente.— Bien, Juliet, sígueme. Te mostraré tu nuevo espacio de trabajo y te presentaré al equipo.Mientras caminaban por los pasillos de la empresa, Julieta no podía evitar observar cada detalle. Cada paso que daba la acercaba más a su objetivo. Aunque la presencia de Leandro y Jazmín juntos la incomodaba, sabía que debía ser paciente. Su plan requería tiempo y precisión.Llegaron a una oficina espaciosa y bien iluminada, justo al lado de la de Jazmín.— Este será tu espacio, Juliet. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ayudarte a adaptarte.Julieta asintió y se sentó en su nueva silla, observando el entorno con aparente satisfacción.— Es perfecto, señora Jazmín. Muchas gracias.Pasaron las siguientes horas presentando a Julieta al equipo y explicándole sus responsabilidades. Jazmín notó que Julieta parecía competente y atenta, pero había algo en su mirada que no podía identificar del todo. Sin embargo, decidió no darle demasiada
Durante el almuerzo, Jazmín y Leandro se sentaron en su habitual mesa junto a la ventana, disfrutando de la vista del jardín. Jazmín estaba nerviosa, sabía que debía compartir la noticia del embarazo con Leandro, pero también sentía una inquietud que no podía ignorar. Finalmente, decidió que era el momento adecuado.— Leandro — empezó, tomando un sorbo de su agua —, hay algo importante que necesito contarte.Leandro levantó la vista de su plato y la miró con curiosidad.— ¿Qué ocurre, amor?Jazmín respiró hondo antes de hablar.— Hoy me hice una prueba de embarazo y salió positiva — respondió, conteniendo su respiración.Leandro la miró sorprendido, y luego una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. La idea de ser padres nuevamente lo llenaba de ilusión.— ¡Eso es increíble, Jazmín! Vamos a ser padres de nuevo — manifestó —. Serás madre por segunda vez.Sin embargo, Jazmín no parecía compartir su entusiasmo. Leandro notó su expresión seria y la miró con preocupación.— ¿Qué pasa, bell
El trayecto al hospital se hizo eterno. Al llegar, Santiago la ayudó a bajar del coche y corrieron hacia la entrada de urgencias. Una enfermera los detuvo en la puerta, pero al ver la desesperación en los ojos de Jazmín, rápidamente la guio hacia la sala de espera.— Espere aquí, señora Belmont. El doctor vendrá a hablar con usted en un momento — dijo la enfermera con voz suave.Jazmín asintió, aunque apenas escuchó las palabras. Se hundió en una silla, sus manos temblando mientras intentaba controlar su respiración. Santiago se quedó a su lado, su presencia calmante, aunque silenciosa.Daniel llegó al hospital con el corazón en un puño. Había recibido la noticia del accidente de Leandro y había dejado todo para estar allí con su mejor amigo y su familia. Al entrar, vio a Santiago, quien estaba esperando en el pasillo, y se acercó rápidamente.— ¿Qué ha pasado, Santiago? — preguntó con voz urgente.Santiago suspiró, sabiendo que tendría que repetir la dolorosa historia.— Leandro tuvo