NINA
La loba se encontraba tumbada sobre una fría superficie de madera pero ese hecho no le importaba lo más mínimo pues su piel desnuda ardía en esos instantes y el gélido contacto hasta resultaba un contraste agradable para su cuerpo febril.
Nina tenía una tela que la ataba de pies y manos, y éstas últimas, se encontraban por encima de su cabeza inmovilizándola por completo. Para rematar la presentación, una gruesa y oscura venda cubría sus ojos obstaculizando su visión.
La respetada loba de Montigraus esperaba a su amante con ansia y con el pulso acelerado. En verdad, no le gustaba ni un ápice estar fuera de control, pero en esta ocasión, y sobre todo con la persona que iba a torturarla, no le preocupaba dejarse llevar. Tenía plena confianza en él y también sabía a ciencia cierta que no iba a humillarla ni a reírse, únicamente la estaba llevando fuera de su zona de confort para que así gozara de una nueva experiencia.
Y mientras la beta aguardaba p
NINA Su mirada ansiosa se posa sobre el reflejo que el espejo de su habitación ofrecía y la beta de la manada de Montigraus inspecciona una última vez su aspecto físico con detenimiento asegurándose de que todo el conjunto encajase. Al final, Nina había optado por un vestido negro corto y ajustado que marcaba su figura, unas botas altas también negras que le llegaban casi hasta las rodillas, un toque de maquillaje muy sutil que resaltaba sus ojos oscuros, como los del alfa, y el pelo suelto y liso que le llegaba un poco más abajo de los hombros. Casi siempre lo llevaba recogido en una cola para que no estorbase, y verse así, era toda una novedad. Ella no era ni por asomo tan alta como su hermano, ¡por suerte!, pero sí lo suficientemente alta como para intimidar a unos cuantos lobos con baja autoestima. No obstante, el omega también era un tipo bastante grande, el segundo por detrás del alfa, y por eso no debía preocuparse mucho por llevar talones en esa ocasi
NINA Al entrar en la sala principal, el picante olor a sexo impacta contra sus rostros y ambos licántropos se paran un segundo repasando la escena que transcurrían enfrente de sus ojos. El club en verdad no era nada del otro mundo, varias mesas con pequeños sofás para dos o tres personas se esparcían por los laterales formando un círculo inexacto, y en el centro, una especie de escenario con una enorme cama baja ocupaba todo la superficie. Por lo que podían entender, parecía que una pareja ya había acabado con su espectáculo y otra estaba por empezar. Los dos altos cargos de Montigraus localizan a su objetivo sentado en la barra y caminando muy despacio para que los vean bien, se dirigen hacia la mesa número quince, aquella que les habían asignado. En esta ocasión, todos los ojos de la sala se posan en ellos pues tal como les mandaba su rol, tenían que soltar su aura de poder cosa que hacían de maravilla pues la costumbre era difícil de suprimir.
NOAH Por fin, ya con Nina entre sus brazos, el omega de Montigraus respira con tranquilidad y se impregna de ese embriagador y delicioso aroma que desprendía la beta mientras el alivio recorre todo su cuerpo. La estrecha todo lo fuerte que puede contra él queriendo fundir su ser contra el de ella para así empezar a memorizar todos sus encantos. Lo había deseado tanto, ¡tantísimo! Tenerla a su lado era lo único que ocupaba su mente y creía volverse un chiflado sin remedio cada vez que la encontraba y ella le negaba su atención. A su compañera de vida le había costado mucho más tiempo de lo esperado pero al fin, ¡al fin había despertado! Noah quería gritar de alegría pero ese, quizás, no fuera el mejor momento. —Amara… —le llama la loba de Nina con sus ojos ámbar soltando destellos dorados, signo inequívoco de su pureza de sangre y mirada que llevaba anhelando sentir sobre él como agua de mayo—. Más besos… más… —le pide con deseo apretándose y restregán
NOAH Y por eso, siguiendo la recomendación de la doctora Chris, Noah había montado ese poco sutil y escandaloso numerito en el coche. Y aunque había hecho enfadar bastante a Nina y podía advertir su desconcierto y confusión por su inhabitual comportamiento, sabía también que ella le deseaba desde entonces. El omega había conseguido plantar con éxito la semilla del hambre. No podía olvidar la cara que ella puso al ver su pene erecto e hinchado por primera vez, lo fascinada, excitada y sorprendida que parecía y las ganas que tenía de probarlo, como si su traicionera mente imaginara tenerle dentro. Su delicioso olor no podía engañarle, quería tener sexo con él. Nunca hubiera esperado esa fuerte reacción por su parte pues Nina casi era la encarnación de la discreción, pero había sido maravilloso tener su atención de ese modo aún sabiendo que estaba jugando sucio. Día tras día, veía con dolor su lucha y su desconcierto por esos sentimientos que germinaban
NINA Los fascinantes ojos de Noah se transforman en un páramo del más bello violeta y Nina, aún presa en su consciencia profunda, no puede evitar temblar como la hoja de un árbol a punto de desprenderse de su tallo por la intensidad de sus palabras. Estaba perdida entre el pánico, la sorpresa y el deseo. La forma en que Noah le hablaba, la miraba y la tocaba, la tenían completamente fuera de su elemento. Esa parte de él le era completamente desconocida. Ambos siempre habían sido muy reservados con todo el tema sentimental, de amoríos y sexual, pero allí estaban, pasando de un extremo al otro. —Estar listas para ti, Amara —responde la loba de Nina separando sus piernas lascivamente para él. La beta quería muy seriamente asesinar a su otra mitad. Desde que había despertado le había resultado imposible volver al mando y la loba sólo hacía que obrar a su gusto. Se moría de vergüenza por lo desvergonzada y desinhibida que se estaba mostrando ante él.
NOAH El omega termina de saborear la exquisita sangre de su compañera de vida, y aún abrazándola fuerte para no perder ni su calor ni su aroma, retira sus dientes par lamer la segunda mordedura de la noche y disminuir la molestia. Se toma todo el tiempo del mundo en pasar por la herida mientras aprovecha también para besar su cuello y acariciar sus muslos. Por fin su cuerpo volvía a la anhelada quietud, al sosiego y al descanso. La aflicción y el apremio que llevaban marcando el ritmo de sus últimos días se había desvanecido con sus caricias como si nunca hubieran existido. Y aunque su pene seguía duro como una roca, sus testículos habían conseguido descargar con éxito quitando parte del peso que iba arrastrando. Sabía que Nina era la única capaz de devolverle el equilibrio. Sólo ella era podía obrar tal milagro. —Mnhm… —la oye gimotear mientras la beta sigue ocupada reclamándole a su vez. Desde el momento en que se había desnudado y tumbado s
NINA(La mañana siguiente)La beta de Montigraus abre los ojos despacio empezando así a despertar de su sueño. Casi sin advertirlo, un suspiro traicionero escapa de sus labios mientras perezosamente se remueve en la cama y es entonces cuando las siente, las numerosas mordidas de Noah que decoraban ahora todo su cuerpo y que la marcaban legítimamente como reclamada.Un calor curioso acude a su estómago y sus mejillas se colorean sin ella poder evitarlo. Tomando un poco la sábana para cubrir su torso porque se hallaba bien desnuda, Nina se incorpora y mira por encima del hombro a su compañero de vida quien dormía plácidamente a su lado. La tenue luz de la habitación creaba un montón de sutiles sombras sobre su piel y su rostro y su elegido se veía fantástico. O mejor dicho, se veía aún más fantástico que de costumbre. Sabía que una de las c
NOAH—Sólo será un momento, cambiarme de ropa y salir —murmura el omega mientras aparca en la puerta de su casa para un cambio de vestimenta exprés pues aún iba con el traje negro de ayer noche.Por suerte, su progenitora se hallaba desde primera hora en la pastelería horneando así que no esperaba encontrar a nadie y sería un visto y no visto.—De acuerdo —responde Nina quien asiente levemente con la cabeza y vuelve a abrir y cerrar las manos distraídamente.Ella no se había pronunciado todavía pero Noah la conocía de sobras como para no advertir que estaba un poco nerviosa.—Le gustas mucho —le dice a su compañera de vida en voz suave y serena.—¿Qué? —cuestiona la beta girando su cabeza rápidamente para enfocar esos preciosos y penetrantes ojos del más puro ónice sobre su ros