Grillo
Las palabras se quedan resonando en mi cabeza:
«Si alguien no tiene ni puta idea de cómo y con qué hemos vivido eres tú! No alcanzas ni a imaginarte lo que hemos pasado, lo que hemos sufrido, las carencias que hemos tenido.»
Mi cuerpo se voltea y en una sola sacudida golpeo la pared con toda mi fuerza. Los nudillos me sangran y allí junto a la puerta queda la abolladura manchada… sé que Luciana no tardará en darse cuenta de que he perdido los estribos.
Me largo de ahí, subo a mi coche que es nada menos que un BMW y me río de las ganas tan i
Luciana—¡Luciana! —Siento algo que quiere parecer un grito y salgo de mi oficina para encontrarme con un espectáculo de terror.No esperaba ver a Grillo tan pronto después de nuestra discusión de esta mañana, y si me lo encontraba no esperaba que fuera en estas condiciones.Se apoya en la pared y tiene la mirada perdida. ¡No puedo creer que esté borracho y haya venido así hasta aquí!De repente se tambalea, sus ojos se cierran…—¿Alonso?—l
GrilloEscucho las risas que vienen del salón y me levanto de golpe, porque son absolutamente hermosas y desconocidas.Jamás pensé que podía escucharlas en mi casa, pero allí están, Luciana y mi hijo bromeando en la cocina como si fuera un día normal.Me voy al baño y me doy una ducha caliente porque la necesito. Intento recordar todo lo que pasó anoche pero lo más cercano es el dolor en la frente, que debe haber sido por la caída, y el dolor en una nalga que… ¡Mierda, Luciana me vio las nalgas! ¡Doble mierda… espero que haya sido la única que me las vio o no voy a poder mirar a mi hijo a l
SantiAbro la puerta con cara de que quiero pegarle pero tiene una expresión de niño perdido que no puede con ella y así no hay quien lo regañe con propiedad.—Grillo tienes que llegar más temprano, ya voy atrasado para la escuela —protesto sin mucho ánimo.—Lo siento, Santi. Creo que no calculé bien el tiempo —se rasca la cabeza con intranquilidad. Hace eso muy seguido. ¿Tendrá piojos?—Bueno, cuando tienes niños todo tiene que hacerse con media hora de anticipación, apréndete la regla —le recalco porq
Grillo¡¡¡Chispas, fuegos artificiales, morteros, bazucas, bombas y el puto incendio forestal de los cojones más grande que haya habido!!!Quiero gritarlo pero mi hijo que es un angelito está a mi lado en el auto y no puedo darle un mal ejemplo, suficiente con lo que estoy a punto de hacerle ver.Después de media hora de sortear el tráfico, llegamos a uno de los edificios más altos de la ciudad. Me meto al estacionamiento subterráneo y Santi se sorprende cuando lo ve vacío.—¿Somos los primeros en llegar o te perdiste? —pregunta con inq
SantiEspero una pelea larga y pareja, pero de larga no tiene nada y de pareja, menos.Cuando Grillo sube al ring, envuelto en ese silencio y con esa calma, de verdad de asusto. Pensé que estaría más listo, o mejor dicho, más emocionado o… no sé. Pero definitivamente esa actitud no es la que debería tener un peleador, parece que está a punto de dormirse.Su oponente, por el contrario, ya está hasta sudando. Pensé que había pocos hombres en el mundo con la complexión de Grillo, ¡y creo que los usan a todos para esto!El ruso es una m
LucianaMe estoy riendo. Por primera vez en mucho tiempo me estoy riendo en serio. Sin pensar en Alonso, en Santiago o en nadie más que mí misma. La comida es deliciosa, el vino también y César es un amor de hombre. Esgracioso, es afable, y es extremadamente gentil, me encanta su compañía, aunque no soy ciega ante el hecho de que es bastante ligero de cascos.No es que me moleste porque no me interesa tener una relación con él, pero para pasar el rato puede ser bastante divertido. Me descalzo los zapatos porque el día ha sido largo y ya es de madrugada.—¿Entonces? —pregunta César con picardía mien
GrilloEstoy a punto de explotar de la risa con esas últimas palabras de Santi. Solecito patalea sobre mi hombro como burra de feria pero no la suelto. Si se cree que esta vez va a librarse de mí haciendo un berrinche está muy equivocada.La pongo en el asiento del copiloto y la beso. Se
Luciana—¿Estás lista?... ¡Mamá! —doy un respingo cuando me llega la voz urgente de Santi. Estoy demasiado distraída desde el día en que Grillo se quedó conmigo, o mejor dicho, me hizo un secuestro expres y terminamos durmiendo juntos por primera vez en quince años.Es lo más extraño que he hecho en mucho tiempo. Dormí como una niña y por una vez no sentí esta inquietud como de que algo me falta. Soy la mujer más terca de la tierra, pero aunque me trague mis palabras delante de Grillo, al menos ante mí misma debo reconocer que es una persona muy importante para mí.Las cosas cuan