La entrada del verano ya comenzaba a transformar la ciudad en un inmenso horno. A parte del aumento de las temperaturas, los grandes edificios metálicos y las escasas zonas verdes, provocaban un asfixiante efecto de culo de botella que impedían sentir la más mínima brisa de aire fresco.
Lucas se despertó bañado en sudor y mareado a causa de la deshidratación que su cuerpo estaba experimentando. Como pudo y sin hacer esfuerzos con su brazo izquierdo, aún escayolado tras más de un mes de regreso a casa, se incorporó y se dirigió a la ducha. Pensativo y en silencio, recordó la causa y origen de sus heridas. Aunque intentaba no pensar en ello para no verse más afectado mentalmente, esas experiencias en el que estás al borde de la muerte no son fáciles de olvidar, y el joven Lucas lo sabía.
Tras meter el brazo en una bolsa de plástico para evitar que se moj
Dos individuos caminaban entre las sombras de aquél oculto callejón. Su objetivo era entrar en un pequeño bar de mala muerte donde esperaban poder resolver de una vez por todas sus dudas.Baltazar Ivanov, un hombre frío cuyo único objetivo es ganar dinero mientras el resto del mundo teme su nombre, arrogante y muy inteligente, nunca había estado en una situación similar donde su inteligencia quedaba a la altura de un simple crio.—Jefe, Selena puede que esté ahí simplemente para beber, ¿Estás seguro que vas a disparar una vez la localices? —Edyl se encontraba incómodo ante la idea de que ocurriese semejante acto, pues indicaría que Baltazar realmente estaba enojado y podría pagar con él esa rabia.—Dime Edyl, ¿Alguna vez pensaste en traicionarme? Tal vez te resultara más sencillo qué seguir mis órdenes.—¡Claro que no!. Jamás pensaría algo así. Llevo muchos años a su lado y jamás le di razones para dudar.—Tampoco me las había dado ella, y ahora estoy aquí personalmente para descubri
El despacho de Aquél hombre se sentía tan frío cómo el interior más profundo de una cueva, la tensión acumulada y el miedo de no poder cumplir su papel perfectamente estaban logrando poner a Lucas en un estado casi al borde del colapso, sin embargo, con todas su fuerzas, mantenía la compostura.Observaba cómo el café recién servido sobre su escritorio humeaba en su taza, y sentía la fría y analítica mirada de Baltazar, perforando y escudriñando cada rasgo, cada movimiento y cada reacción de “su hijo”.—Bien, ¿Hay algo de lo que quieras hablar? —preguntó el hombre al otro lado del escritorio, apoyando su brazo sobre su lujoso y caro sillón de cuero negro.—No realmente. No entiendo por qué dudas de mí así… Desde que llegué no te he sentido como un padre, casi parece que te molesta que esté aquí. —Hizo una pequeña pausa para asegurarse de seguir controlando su voz—. Sabes que no recuerdo apenas nada de mí pasado, ¿Tienes idea de lo duro que es eso? No creo siquiera que lo sepas, y sin e
Lucas no había podido dormir en toda la noche debido al estrés, nervios y temor que no podía dejar de sentir desde la conversación con Baltazar. En su interior sentía que algo no iba bien, qué todo podría acabar siendo una tragedia.Debía encontrarse con Selena, no sabía dónde, ni cuando. Tampoco sabía cómo iba a llegar a la conclusión de que no es una traidora, pues estaba seguro que no iría solo. «Bueno ella no es tonta, me dirá cualquier cosa, diré que la creo y se arreglará» pensaba para intentar darse ánimos pues los necesitaba más que nunca.Se incorporó de la cama con cierto esfuerzo, el dolor de su costado y brazo se había intensificado más durante esas últimas horas posiblemente a causa de tanta presión.El reloj sobre su lujosa mesa de noche marcaban las seis y media de la mañana, y ya no iba a hacer más esfuerzos por dormir por lo que caminó somnoliento y a paso lento hacia la ducha con la esperanza de despejar su mente. No era capaz de sacarse la idea de que Baltazar sabí
Tras haber recuperado la compostura y disculparse por lo acontecido a los presentes, le tocó pagar la copa de Selena. El camarero lo alcanzó cuando se disponía a irse y comenzó a reclamarle que eran unos ladrones. Éste, para evitar otra escena, se dirigió al interior del bar sacando la tarjeta que le habían entregado esa mañana.Una vez dentro, junto a la barra y tras abonar la deuda, el camarero que había servido la bebida, y posteriormente le había detenido al querer marcharse, le entregó un pequeño sobre que guardaba tras la barra.—Esa joven me dijo que vendrías, y que te diera esto una vez pagaras. Me dijo que probablemente tras vuestro encuentro te irías rápidamente así que estuve atento. Disculpa los modales, pero parecía una misión policial o algo así y me metí en el papel, y tampoco iba a dejar que se fueran sin pagar.Se golpeó el pecho cómo si hubiera realizado una acción heroica digna de los libros de historia.—Gracias, desde luego resultaste muy convincente.Guardó el so
El canto de unos pájaros en el jardín de la mansión despertó a Lucas, que desorientado giró la cabeza en busca del reloj encima de su mesa de noche. Mientras intentaba recordar en qué día vivía, y si era de día o de noche, vio que marcaba las diez y media de la noche.Recordó entonces qué debía explorar la mansión en busca de un ordenador qué pudiera utilizar para comenzar a poner sus conocimientos al uso de la misión.Se levantó de la cama, y sabiendo que necesitaba esperar al menos hasta la madrugada, decidió ir al comedor, ya que no había comido nada en todo el día.Tras darse de nuevo una ducha para sacar todo el sudor que su cuerpo había acumulado en sus horas de sueño, esconder el pendrive y los discos tras un cuadro de algún pintor famoso de la época dorada del arte, que descansaba encima de la cama y tras vestirse como pudo con unos vaqueros y una camisa de cuadros, bajó directamente sin detenerse, deseando hincarle el diente a cualquier cosa qué estuviera bien guisada.Entrar
El sonido de un disparo amenazaba ser el final de Lucas. éste, cerrando los ojos, solo se arrepentía de una cosa; no haber disfrutado de la vida. Su forma de ser le prohibió vivir realmente libre, nunca se enamoró, ni tuvo amigos. En el fondo de su corazón, lo comprendió. Quería ser una persona distinta, dejar de lado sus miedos y sus traumas. Enterrar su otro yo y ser capaz de avanzar abriendo su mundo hacía más personas, pero le sería imposible pues iba a morir… Ese era el final.«Game over, Lucas» se dijo firmando sus últimas palabras con la muerte… Pero no la suya.Al abrir los ojos confundido, tras un disparo que no le dio a él, vio al italiano caer, y a su espalda, el agente Jake Arrow con una chaqueta azul del FBI había disparado a aquél hombre.—Siento la tardanza, joven —Le entregó una cálida sonrisa mientras de acercaba a él y le ayudaba a ponerse en pie.—¿Qué estás haciendo aquí? —Lucas exhausto y sin apenas poder tenerse en pie después de la macabra experiencia, se apoyó
El jet privado de Baltazar Ivanov acababa de aterrizar en la pista cuando la luz de los primeros rayos de sol comenzaba a bañar sutilmente el horizonte.De su interior, Edyl, Ivanov y alrededor de veinte hombres armados bajaban. Baltazar buscaba con la mirada a su hijo. Estaba furioso, pues habían tocado una vez más a su familia, y habían dado un golpe muy duro contra su reputación. Sabía que el ataque de los italianos podría dar valor a otros enemigos y, de unirse, podría ser su caída.Tras mirar lentamente, tan solo vio a un hombre bajito y rollizo corriendo hacia él. Los hombres armados le apuntaron con intención de matar, pero un gesto con la mano de Baltazar les hizo bajar las armas.—¡Señor, tenemos problemas! —gritaba Harry Cains mientras llegaba hacia él—. Ese maldito agente del FBI nos acorraló aquí, y Félix huyó pero le persiguió.—¿Cómo has podido dejar que pasara? —replicó furioso.El abogado se dio la vuelta, mostrando sus manos esposadas—Me esposó y se llevó mi coche.
Unas horas antesNo quedaría más que una hora de noche cuando Lucas llegó al sitio que Selena le había indicado; un minúsculo almacén muy cerca de una zona de fábricas. No mediría más de unos treinta metros cuadrados, y multitud de cajas polvorientas reposaban en estanterías de aluminio y por el suelo, sin apenas espacio para moverse.Las cajas tenían el tamaño y la dureza suficiente para usarlas como asiento temporal, por lo que ocupó una en el centro, vigilando celosamente la puerta sin saber realmente qué hacía ahí, o qué debía pasar ahora.No se atrevió a encender la luz para no ser visto por algún vigilante de la zona o por curiosos que por una u otra razón pasaran por delante de su escondite, por lo que su única fuente de ésta venía de una farola a unos metros de su escondite. No era la mejor iluminación, pero al menos no estaba sumido en una oscuridad total.Allí sentado, con sus brazos apoyados sobre sus rodillas y sin dejar de mirar la puerta, pensó en todo lo que había pasad