El jet privado de Baltazar Ivanov acababa de aterrizar en la pista cuando la luz de los primeros rayos de sol comenzaba a bañar sutilmente el horizonte.De su interior, Edyl, Ivanov y alrededor de veinte hombres armados bajaban. Baltazar buscaba con la mirada a su hijo. Estaba furioso, pues habían tocado una vez más a su familia, y habían dado un golpe muy duro contra su reputación. Sabía que el ataque de los italianos podría dar valor a otros enemigos y, de unirse, podría ser su caída.Tras mirar lentamente, tan solo vio a un hombre bajito y rollizo corriendo hacia él. Los hombres armados le apuntaron con intención de matar, pero un gesto con la mano de Baltazar les hizo bajar las armas.—¡Señor, tenemos problemas! —gritaba Harry Cains mientras llegaba hacia él—. Ese maldito agente del FBI nos acorraló aquí, y Félix huyó pero le persiguió.—¿Cómo has podido dejar que pasara? —replicó furioso.El abogado se dio la vuelta, mostrando sus manos esposadas—Me esposó y se llevó mi coche.
Unas horas antesNo quedaría más que una hora de noche cuando Lucas llegó al sitio que Selena le había indicado; un minúsculo almacén muy cerca de una zona de fábricas. No mediría más de unos treinta metros cuadrados, y multitud de cajas polvorientas reposaban en estanterías de aluminio y por el suelo, sin apenas espacio para moverse.Las cajas tenían el tamaño y la dureza suficiente para usarlas como asiento temporal, por lo que ocupó una en el centro, vigilando celosamente la puerta sin saber realmente qué hacía ahí, o qué debía pasar ahora.No se atrevió a encender la luz para no ser visto por algún vigilante de la zona o por curiosos que por una u otra razón pasaran por delante de su escondite, por lo que su única fuente de ésta venía de una farola a unos metros de su escondite. No era la mejor iluminación, pero al menos no estaba sumido en una oscuridad total.Allí sentado, con sus brazos apoyados sobre sus rodillas y sin dejar de mirar la puerta, pensó en todo lo que había pasad
Jake detuvo el vehículo a una distancia prudente del motel. Entre un par de calles estrechas desde donde podía divisarlo, sabiendo que muy posiblemente estuviera rodeado de hombres de Baltazar, que debería estar muy furioso tras lo ocurrido. Temía por la integridad y salud de Selena, ese hombre podría estar haciéndole cosas inimaginables como venganza, o como desquite de ira hasta que él llegara. Sabía que Selena era inteligente, y sabía llevar a las personas a su terreno, pero en el estado actual de todo, era imprudente dar por hecho que su perspicacia los sacaría de esto.Observó durante unos minutos, no vio a nadie, aún sabiendo que estarían ahí, por lo que tomó aire y caminando, se dirigió hacia su probable muerte. Tenía miedo, no podía evitar que su corazón latiera cada vez más rápido. No quería morir, aún tenía muchas cosas que hacer en su vida y deseaba con toda su alma, que algo pasara, algo que le hiciera seguir vivo. Mirar a la muerte cara a cara, tomar esa decisión, fue e
Un sudor frío recorrió la frente de Lucas y unas fuertes palpitaciones le sacaron de sus escasos momentos de sueño. Comenzaba a jadear cada vez con más violencia, dejándole sin aire hasta el punto de sentir que moriría asfixiado. Como pudo, se levantó de la cama y se dirigió al baño en su propia habitación, abrió el grifo de la bañera y sin quitarse siquiera el pijama, se metió dentro. El agua helada le despertaba completamente, y las lágrimas que ahora caían huían camufladas entre toda el agua que despejaba tanto su estado físico, como el mental. Mientras estaba ahí abajo, oculto de todo por la cortina helada, sentía que podía desahogarse y respirar de nuevo, y volver a ponerse su máscara, esa máscara que desde hacía un tiempo debía llevar para realizar un trabajo que no acabó bien. Habían pasado dos meses desde la muerte de el agente Arrow y Selena, y aún no era capaz de ser él al cien por ciento. Cada vez que veía el rostro de Baltazar Ivanov, cada vez que veía a ese hombre al qu
Para sorpresa de Lucas, su idea de pedir directamente el teléfono sirvió mejor de lo que pensaba. Sin Selena y Jake de por medio, que eran parte de la desconfianza de Baltazar por el acercamiento que ésta tenía con su hijo, imaginó que Baltazar ya no vería peligro inminente y le diera un poco más de libertad. Lucas también estaba seguro de que su supuesto padre no dejaba nada al azar, y aunque ya pudiera confiar más en él, haría algo para asegurarse de que no le daba un mal uso al teléfono, por lo que estaba seguro de que pondrían algún programa en él, que monitorizaria sus movimientos pero ya tendría tiempo de evitarlo y eliminarlo sin dejar pistas.Lo siguiente que estaba en su lista de objetivos era conseguir el ordenador, y poder reparar con calma el programa que desde que todo comenzó, seguía sin avances.Tras unas horas de espera, sumido en el más alto de los aburrimientos, bajó a la cocina. La chica que en la mañana había visto allí, estaba sirviendo platos a los comensales que
Baltazar caminaba pensativo, seguido de Lucas. A esas horas, el centro comercial estaba abarrotado de gente, y generalmente no se expondría de esa forma sin ninguna protección. Algo le pasaba, el joven estaba seguro, pero no vio oportuno entrar en el tema de nuevo.Entraron a una tienda de telefonía, y el mafioso se acercó hasta el mostrador vacío.—Buenas tardes, quiero un teléfono para mí hijo aquí presente. Deme el más caro que tenga.El señor tras el mostrador, observaba a Lucas y Baltazar, seguramente intentando encontrarles el más mínimo parecido.—Muy bien señor, en un momento lo tiene, solo necesito la identificación del titular de la línea.Baltazar asintió y se giró hacia su hijo, a la espera de que avanzara y entregase la identificación, pero Lucas se sentía en problemas. Llevaba tiempo junto a Baltazar, pero pasaron tantas cosas que ni recordaba si disponía de uno falso con el nombre de Félix o no. Intentaba hacer memoria, saber si Jake se lo había entregado, pero no era c
Lucas estaba sentado sobre su cama, observando por milésima vez en ese día todo lo que el día anterior le había comprado Baltazar. Desde que regresaron a la mansión, no había visto de nuevo a aquél hombre, y no sabía si seguiría decaído y frágil o por el contrario, volvía a ser el mismo hombre intimidante.Con cuidado, tomó la caja del ordenador portátil y la abrió, sacando el plástico de seguridad y el aparato. Era negro, y el logo en rojo sangre de la empresa le daba un aspecto bastante moderno. Lo llevó hacia el escritorio de la habitación frente a la cama, Tras colocarlo sobre la mesa y abrirlo, le retiró la última protección que constaba de un fino papel plástico que separaba el teclado de la pantalla, lo conectó a la corriente y lo prendió.Mirando aquel encendido por primera ves, recordó su vida antes de todo eso. Recordó el levantarse cada día a la misma hora e ir a trabajar a la oficina del señor Norris. Su esfuerzo no fue valorado, pero él tampoco había hecho nada por integ
Frente a las puertas de las oficinas de la DEA, un taxi se detenía, dejando bajar de su interior a un joven mirando su reloj. Éste, marcaba que eran las doce del mediodía.Había recibido una llamada importante acerca de un conocido mafioso del cuál hasta ahora no había tenido que intervenir; Baltazar Ivanov.Por lo poco que se podía saber de ese individuo, mucha gente influyente estaba bajo sus órdenes, y era imposible por el momento saber quién. Apuntar con el dedo y desconfiar de aquellos que te rodean era la peor decisión que podían tomar, dado que sólo acabarían debilitándose, y por consiguiente, dándole más poder al enemigo.tras avanzar unos pasos, varios marines del ejército de los Estados Unidos se personaron frente a él, saludándole con la mano en la frente. Este devolvió el saludo moviendo levemente la cabeza, y ambos hombres le escoltaron hacia el interior del edificio.—Es un placer tenerlo aquí señor, es de sobra conocida su fama, señor —dijo uno de los marines, más joven