CAPÍTULO 87. El fin justifica los mediosLa respuesta era simple: por masoquista. Tenía que ser masoquista, y encima peleonera, conflictiva, y protestona, porque aunque tenía todos aquellos gritos atorados en la garganta, prefería morderse la lengua que soltarlos frente a él. Si de verdad quería que gritara ¡entonces se iba a tener que esforzar!Pero era muy difícil describirlo, de verdad era demasiado difícil, porque todo lo que había entre ellos en aquel momento era un mar de sentimientos feroces que ninguno estaba dispuesto a admitir, pero que los estaban consumiendo sin remedio.Naiara no era capaz ni siquiera de comenzar a explicar todo el placer que le recorría el cuerpo ni de dónde venía, quizás de aquella superficie áspera del portal que le rozaba los pezones, quizás de esa mano de Samuel que se cerraba sobre su cadera para sostenerla mientras la embestía, o quizás de esa otra que tiraba de su cabello para hablarle al oído.—¿Esto es lo que te gusta? Dime, renacuajo, ¿te gusta
CAPÍTULO 88. Una mujer a punto de casarseUna de las ventajas y quizás también una de las desventajas de un lugar pequeño como Villahermosa, era que todo quedaba terriblemente cerca.A Justin solo le tomó algunos minutos vestirse, y enseguida salió corriendo hacia el edificio en el juzgado donde se hacían los trámites previos al matrimonio. Naiara no le había dicho nada, pero después de todo Rafael Bravo tenía razón: si había ido a pedir los documentos correspondientes era porque ya había tomado una decisión y quizás solo estuviera esperando el momento adecuado para avisarle a él.Así que se apresuró a llegar hasta aquel edificio y se sorprendió un poco cuando la primera persona a la que vio fue al señor Félix allí de pie, acompañado por esa muchacha que ya conocía y que era amiga de Naiara. Rosy ¿no? Algo así, la verdad no importaba. La cuestión era que todos estaban allí y bastante bien vestidos teniendo en cuenta la hora que era y el ligero frío que hacía.—Hola, señor Félix, me al
CAPÍTULO 89. Siempre me he opuesto a la crueldadSi alguien hubiera tenido la decencia de dejar caer una bombita pequeñita frente a la cara de Justin Baker, quizás su reacción hubiera sido otra, sin embargo, aquella pregunta fue como un cubo de agua fría que le caía encima.—¿Cómo...? ¿Cómo que qué hago aquí, Naiara? Viniste por los trámites de la boda ¿no? A hacer la documentación correspondiente y…—¿Y tú cómo sabes eso?No estaba muy segura de por qué, pero de repente algo saltó en la conciencia de la muchacha, como un clic, un interruptor que de pronto se disparara mientras bajaba un par de escalones y se acercaba a su ex prometido.—Respóndeme, ¿cómo es que sabes lo que estoy haciendo aquí? ¿Me estás vigilando? —lo increpó con tono severo y los ojos del hombre frente a ella se abrieron con sorpresa, mientras intentaba a toda costa contestar con una negativa.—¡No, no, Nai, claro que no! ¿Cómo se te ocurre...? Yo solo... solo supe...—¿Por quién? —insistió Naiara mientras sentía q
CAPÍTULO 90. Una mujer de palabraLa respuesta era sí, claro, por supuesto.Samuel alcanzó la mano de Naiara y la guio hacia el interior del Juzgado mientras allá abajo, al pie de la escalinata, Justin se quedaba mudo, tratando de encajar el golpe porque lo último que había esperado aquella mañana al despertarse era que Naiara fuera a casarse con otro ese mismo día.Rafael se había equivocado, se había equivocado de forma tajante al pensar que los mismos sentimientos pesaban en Naiara como antes, se había equivocado al creer que se dejaría manipular, o que el agradecimiento sería suficiente para llevarla a un lugar donde evidentemente ya no quería estar. Y ya no quería estar con él y ese era un hecho. Pero por desgracia no cambiaba que Justin sí quería estar con ella.—¡Maldición, maldición, maldición! —gritó desesperado mientras subía él también las escaleras de aquel lugar, sin embargo la verdad la que en una boda civil nadie le iba a preguntar si se oponía, porque la única opinión
CAPÍTULO 91. Una sospecha terribleLa besó. La besó con pasión, desesperación, amor y todo lo que seguía. Aunque también había un último objetivo que era silenciarla, porque a lo mejor Naiara no se estaba dando cuenta, pero con lo ofuscada que estaba era capaz de soltar cualquier barbaridad frente al abuelo, y aquello del “servicio” daba pie a muchísimas interpretaciones... ¡todas perversas!Su lengua se hundió en su boca con suavidad, atrayéndola hacia su cuerpo con ese gesto suave de posesión que la había vuelto loca desde el primer día, y no se molestó en mantener los ojos abiertos porque sabía que eso era imposible. Sus manos se cruzaron detrás del cuello de Samuel y respondió a aquel beso porque de verdad quería hacerlo, sin imaginar que a solo unos pocos metros de ellos, Justin golpeaba la pared más cercana con un gesto de absoluta impotencia.Pero antes de que pudiera terminar de volverse loco e intervenir, la figura apresurada de Rafael Bravo, que llegaba mirando en todas dire
CAPÍTULO 92. Según la leyenda...—Dime la verdad. ¿Sí preparaste algo para la luna de miel o eso te lo vas a lanzar como un improvisado? —preguntó Sergio llevándose a Samuel aparte en aquella pequeña comida en que se habían reunido los amigos más íntimos para “no celebrar” boda que “nadie quería”.—Bueno... Honestamente no me preparé ni para la boda, ¿qué se supone que haga después de esto? —murmuró Samuel medio cohibido—. ¿Les digo a todos “buenas noches” y me llevo a Naiara a la habitación o qué?—Pues si quieres que el abuelo te saque una escopeta, sí, ¡justo eso es lo que tienes que hacer! —exclamó Sergio palmeándolo en el pecho.—¡Muchas gracias por tu ayuda, tarado! —rezongó Samuel entornando los ojos y dejando escapar un largo suspiro de preocupación—. Lo ideal sería una luna de miel, pero en este momento, como están las cosas, lo último que deberíamos hacer es alejarnos del abuelo Félix, así que supongo que tendremos que posponerlo un tiempo.—O quizás... —replicó su amigo, pe
Y la verdad era más fácil decirlo que hacerlo, porque sin importar lo gracioso que se viera Samuel andando de rodillas desde la sala hasta la habitación de Naiara, en pleno escándalo lleno de ánimos del abuelo, como si aquello fuera una carrera de larga distancia, no hubo forma de la muchacha le abriera la puerta del cuarto.—¡Medidas desesperadas! —sentenció el abuelo—. ¡Por la ventana será!Y esas fueron sus últimas palabras antes de irse a dormir.Samuel, que por supuesto ya era más respetuoso con todo el asunto de la supersticiones, le dio la vuelta a la casa y se coló por la ventana de Naiara, permitiéndole solo tres protestas antes de cubrir su boca con la suya, apretarla contra una pared, y robarle todos aquellos condenados besos que decía ella que no quería darle.Sabía que estaban en medio de un desastre, pero aquel era el suyo, el de los dos, juntos. Y mientras estuvieran juntos no había absolutamente nada que no pudieran resolver.Por supuesto que los besos se calentaron y
CAPÍTULO 94. La dueña de El Mirador—¿Qué le hiciste?El tono de Nadia era exageradamente agresivo para una mujer embarazada, aunque si era honesta, Naiara debía reconocer que jamás había escuchado un timbre distinto en las palabras de su hermana, al menos no cuando se trataba de ella.Siempre llena de sarcasmo, siempre llena de envidia, siempre manipulando, y eso por desgracia no se le pasaría con un embarazo, porque Nadia simplemente era eso: un mal corazón criado por dos personas que ni siquiera lo tenían.—¿De qué estás hablando? —espetó Naiara encarándola, porque ya no estaba dispuesta a permitir que Nadia la mangoneara.—¡Todo esto es tu culpa! ¡Todo esto es tu maldit@ culpa, porque la única razón, la única, por la que Justin vino hasta acá fue por ti!—Pues entonces no debiste hablar frente a él sobre lo que estaba sucediendo aquí, porque yo no fui la que lo llamé, él vino por sus propios pies, y créeme cuando te digo que no fue precisamente bienvenido.Pero ni antes ni ahora,