FUEGO SALVAJE. CAPÍTULO 40. Un hombre y un juramentoSolo pasaron unos pocos minutos desde que la camioneta de Naiara subió por el camino hacia El Mirador, hasta que Samuel se subió en aquel camión al lado de Sergio y aceleraron hacia la zona que les habían asignado.El incendio se propagaba terriblemente rápido, y aunque todos estaban haciendo hasta lo imposible por contenerlo, Samuel sabía que aquella era una carrera desesperada contra el tiempo.El humo se elevaba hasta las nubes en una feroz columna que se iba oscureciendo a medida que el fuego devoraba los campos. Esperaban contenerlo en alguna zona con arbustos bajos, pero la época había estado tan seca que era muy fácil que las pequeñas chispas o cenizas lo propagaran sin mucho esfuerzo.—¡Esto es un maldito desastre! —gruñía el jefe de la estación mientras daba órdenes a diestra y siniestra. Y aquella hora a nadie se le ocurrió preguntar cómo demonios se había iniciado el fuego, lo único que necesitaban era pararlo. Luego ya s
CAPÍTULO 41. ¡¿Qué bombero…?!Samuel trató con todas sus fuerzas de abrir los ojos. El cuerpo le dolía demasiado y la cabeza peor; pero había algo en él, como un sexto sentido que lo hacía intentar levantarse a pesar de todo, como si presintiera el peligro que corría a pesar de la inconsciencia.Para cuando por fin logró enfocarse un poco, los oídos le pitaban terriblemente y sabía que eso era por la explosión. Samuel no tenía claridad para pensar en nada como un atentado, menos tratándose del señor Miguel, pero en casos como aquel no era raro que algún tanque de gas de la cocina estallara.Se puso de pie tambaleándose, pero volvió a caerse. Trató de evaluar cada parte de su cuerpo y se sentó intentando mirarse, pero por suerte no vio sangre por ningún lado. En aquel momento lo más peligroso que sentía era lo aturdido que estaba, pero el calor a su alrededor le decía que no tenía tiempo para ocuparse de eso.Se arrastró hasta el señor Miguel, que estaba inconsciente, y comprobó que a
CAPÍTULO 42. Un sobrevivienteNaiara sentía que el corazón se le iba a salir del pecho de lo fuerte que latía. Tenía tanto miedo que no era capaz ni de imaginar que el bombero del que estaban hablando, el seguía atrapado, se tratara de Samuel. Pero por un lado tenía su monumental mala suerte, y por el otro aquel presentimiento de que algo no estaba bien.A un lado y al otro de la carretera podía ver gente, unos habían estacionado para hablar y otros para dejar paso a los bomberos o ambulancias que seguían pasando de un lado al otro. A la muchacha no le tomó mucho averiguar dónde era que seguían trabajando y aunque había varios obstáculos bloqueando la carretera, no demoró nada en rodearlos para poder seguir.Las patrullas de policía estaban a punto de hacerla regresar en los retenes finales, así que ni se molestó en discutir con ellos. Detuvo la camioneta a un costado de la carretera para seguir corriendo hacia adentro, hasta que en medio de toda aquella gente logró ver a alguien cono
CAPÍTULO 43. Sentimientos más fuertesHabían pasado meses sí, pero no era el tiempo lo que determinaba el amor. Muchas personas, por desgracia, a veces tenían que pasar situaciones trágicas y desesperadas para que entendieran cuánto amaban a alguien.Naiara no estaba lejos de ser ese tipo de persona, porque después de lo que le había pasado con Justin, realmente no había creído que pudiera sentir aquello tan pronto, pero la verdad era que cualquier sentimiento que tuviera por Samuel parecía ser cien, mil, un millón de veces más fuerte de lo que jamás había sentido por nadie más en su vida.Por suerte las sirenas de las ambulancias eran tan altas que podían escucharse en la distancia, y la gente había salido de la carretera para dejar pasar a los vehículos de emergencia.Naiara pisó el acelerador siguiéndolos hasta el hospital más cercano, para encontrarse con que Sergio estaba fuera de la sala de Urgencias con expresión inquieta.—¿Qué le pasó? ¿Dónde está? —demandó desesperada y él t
CAPÍTULO 44. Una pregunta peligrosaSu teléfono estaba en silencio, y Naiara solo lo alcanzó un par de veces para avisar que estaba bien, que estaba en el pueblo ayudando en lo que podía, y eso solo para que su abuelo se quedara tranquilo.—Por favor, Joaquín, estoy en el hospital con Samuel. No le digas nada al abuelo, solo... solo tranquilízalo ¿sí?En cierta medida tenía suerte de que Joaquín siempre estuviera dispuesto a ayudarla, pero en aquel momento lo único que podía tranquilizar su corazón era ver que Samuel abriera los ojos.Y quizás porque sentía que ella estaba allí, o quizás era porque Sergio tenía razón y él era un sobreviviente natural, pero antes de que anocheciera ese día por fin Naiara vio cómo iba despertando poco a poco.Verlo y lanzarse hacia la puerta fue exactamente la misma reacción, y Naiara gritó por una enfermera, haciéndose a un lado mientras el equipo médico venía a revisarlo.El alivio la inundó por completo cuando el médico dio el visto bueno para retira
CAPÍTULO 45. Una amenazaSamuel apretó los labios dentro de la mascarilla, pero su mirada era tan gélida que Francisco no se sorprendió de que su respuesta fuera totalmente diferente y en forma de amenaza.—Si llego a descubrir que tú ocasionaste esto, papá, te juro que… —gruñó pero el gesto de impotencia de su padre lo interrumpió.—¡Ni te molestes en amenazarme, Samuel, que yo no tuve nada que ver con esto! —le espetó.—¡El fuego comenzó muy cerca de tus tierras, no lo niegues! —lo acusó Samuel—. Y nadie más en este pueblo tiene tanto interés en que el nuevo proyecto de El Mirador fracase.—¡Para empezar son “nuestras tierras”, porque un tercio de esa finca también es tuyo! —lo corrigió Francisco—. Y para seguir soy lo bastante viejo como para saber que el viento puede cambiar de dirección en cualquier momento y entonces las tierras que habrían ardido con cultivo y casa incluida serían las nuestras. ¡No soy tan idiota como para iniciar un incendio tan cerca de mi propiedad!Samuel a
CAPÍTULO 46. Un mal presentimientoY Samuel no se equivocaba. Dios sabía que desde hacía demasiados años, desde que había abierto los ojos con respecto a su padre, no había vuelto a equivocarse con respecto a sus intenciones.Así que al día siguiente cuando Naiara regresó para quedarse con él, se encontró con que ya le habían dado el alta y Samuel estaba desesperado por regresarse a casa. Solo se tomó un instante para pasar a ver al señor Miguel y asegurarse de que sus hijos ya estuvieran con él.Naiara no pudo evitar las lágrimas al presenciar una de las escenas más hermosas de su vida, mientras el pobre anciano le agradecía a Samuel por haberlo salvado, y luego ella lo llevó a casa, sin importarle quién pudiera verla entrar.Una semana entera le dieron de licencia a Samuel para que se recuperara, una semana en la que procuró pasar tanto tiempo como podía con Naiara y aunque trataba de no ser demasiado evidente, la verdad era que le preguntaba por todo lo que estaban haciendo en El M
CAPÍTULO 47. Un contrato incumplidoEra apretada, dulce y demandante al mismo tiempo.Los dedos de Samuel salían de ella empapados y entraban para llevarla un poquito más cerca del cielo, pero aun así no era suficiente. Aquella cosquilla que se extendía por su cuerpo era insoportable, y Naiara solo quería más, más de él, hasta que sus pensamientos se perdieran por completo en aquella sensación perfecta que era tenerlo pegado a su cuerpo.Tembló mientras sentía su boca recorriendo su hombro, sus dientes mordiéndola en medio de aquella respiración sensual y desesperada, y sus caderas se movieron hacia adelante inconscientemente, buscándolo.Sintió la erección de Samuel rozando contra su intimidad y un gemido perfecto se escapó de su boca. Esa mano que subía hasta su cuello le provocaba un placer tan inusual y delicioso que lo único que quería era terminar.—¿Esto es lo que quieres, nena? Tienes que decírmelo —gruñó él mientras sentía aquel latigazo de deseo recorriéndolo, porque el simp