CAPÍTULO 37. Una aventura peligrosa—Tengo que reconocerlo, jamás pensé que iba a llegar a llevarme bien con el Señor Traje y Corbata —se rio Samuel encogiéndose de hombros—. Pero parece que es un hombre derecho y yo por ti haría lo que fuera, renacuajo, incluso hacer un pacto de no agresión con él.Naiara cruzó los brazos detrás de su cuello y lo acercó para besarlo. Su lengua era coqueta y traviesa, y los labios de Samuel se abrían para ella devorándola con una necesidad que ninguno de los dos había conocido nunca. Ni siquiera podían explicarlo, era como si les faltaran manos para tocar, boca para besar, y sonidos en el mundo para dejar salir todos aquellos gemidos que tenían atorados.—Entonces si la propiedad está protegida... —susurró ella por lo bajo separándose de la boca del hombre o de lo contrario se derretiría allí mismo—. Sácame de aquí, anda.—¿Sacarte? —Samuel frunció el ceño sin comprender.—Vamos a dar un paseo, a la casa vieja —suspiró ella y lo vio morderse el labio
CAPÍTULO 38. Sin opcionesEstaba enloqueciendo. La era de verdad sentía que estaba enloqueciendo porque apenas a dos días de la primera recogida de la cosecha nadie quería comprarla. Cada vez que miraba a su abuelo podía notar su preocupación, y sobre todo aunque no dijera nada, aquella sospecha implícita de que alguien le estaba bloqueando el camino para que nada les saliera bien estaba allí.—Es ese hombre ¿verdad? —preguntó Naiara y el señor Félix se mesó los cabellos y se atusó la barba con un gesto de impotencia—. Ese tipo, Francisco Leal. Ese es el que no está dejando que nadie nos compra la cosecha para que nos arruinemos ¿no es cierto?El abuelo Félix respiró profundamente y se sentó en uno de los escalones del portal con gesto cansado.—Hija, tienes que entender una cosa, desde hace muchos años las cosechas no se han vendido precisamente bien, sabes que hasta ahora he intentado mantener la finca como fuera, y a lo mejor la gente solo me tenía lástima y por eso compraban lo qu
CAPÍTULO 39.Una trágica mentiraNaiara sintió que todo en ella comenzaba a temblar a medida que comprendía en su totalidad lo que significaba aquella columna de humo.—No, puede ser, no puede ser Rosy... ¿Cómo que un incendio…? ¿Cómo pudo pasar…?—Pasa exactamente como lo ves, amiga, -murmuró la muchacha—, por eso son todas las sirenas y la gente en la calle. Esta es una situación muy peligrosa.Naiara la miró arrugando el ceño porque desde luego que sabía que los incendios eran peligrosos, pero ¿por qué todos estaban corriendo en el pueblo? ¿Iban a ayudar?Miró hacia abajo y vio que había mucha gente cargando provisiones en sus autos y marchándose.—Nn entiendo ¿por qué se van? —preguntó la muchacha y Rosy suspiró con pesar.—Parece que empezó en la base de la montaña, la temporada de verano ha sido muy seca y la falta de lluvias y las altas temperaturas hacen que la vegetación se incendie con más facilidad.—¡Pero los bomberos saben qué hacer! ¿no? —exclamó Naiara y en ese mismo mom
FUEGO SALVAJE. CAPÍTULO 40. Un hombre y un juramentoSolo pasaron unos pocos minutos desde que la camioneta de Naiara subió por el camino hacia El Mirador, hasta que Samuel se subió en aquel camión al lado de Sergio y aceleraron hacia la zona que les habían asignado.El incendio se propagaba terriblemente rápido, y aunque todos estaban haciendo hasta lo imposible por contenerlo, Samuel sabía que aquella era una carrera desesperada contra el tiempo.El humo se elevaba hasta las nubes en una feroz columna que se iba oscureciendo a medida que el fuego devoraba los campos. Esperaban contenerlo en alguna zona con arbustos bajos, pero la época había estado tan seca que era muy fácil que las pequeñas chispas o cenizas lo propagaran sin mucho esfuerzo.—¡Esto es un maldito desastre! —gruñía el jefe de la estación mientras daba órdenes a diestra y siniestra. Y aquella hora a nadie se le ocurrió preguntar cómo demonios se había iniciado el fuego, lo único que necesitaban era pararlo. Luego ya s
CAPÍTULO 41. ¡¿Qué bombero…?!Samuel trató con todas sus fuerzas de abrir los ojos. El cuerpo le dolía demasiado y la cabeza peor; pero había algo en él, como un sexto sentido que lo hacía intentar levantarse a pesar de todo, como si presintiera el peligro que corría a pesar de la inconsciencia.Para cuando por fin logró enfocarse un poco, los oídos le pitaban terriblemente y sabía que eso era por la explosión. Samuel no tenía claridad para pensar en nada como un atentado, menos tratándose del señor Miguel, pero en casos como aquel no era raro que algún tanque de gas de la cocina estallara.Se puso de pie tambaleándose, pero volvió a caerse. Trató de evaluar cada parte de su cuerpo y se sentó intentando mirarse, pero por suerte no vio sangre por ningún lado. En aquel momento lo más peligroso que sentía era lo aturdido que estaba, pero el calor a su alrededor le decía que no tenía tiempo para ocuparse de eso.Se arrastró hasta el señor Miguel, que estaba inconsciente, y comprobó que a
CAPÍTULO 42. Un sobrevivienteNaiara sentía que el corazón se le iba a salir del pecho de lo fuerte que latía. Tenía tanto miedo que no era capaz ni de imaginar que el bombero del que estaban hablando, el seguía atrapado, se tratara de Samuel. Pero por un lado tenía su monumental mala suerte, y por el otro aquel presentimiento de que algo no estaba bien.A un lado y al otro de la carretera podía ver gente, unos habían estacionado para hablar y otros para dejar paso a los bomberos o ambulancias que seguían pasando de un lado al otro. A la muchacha no le tomó mucho averiguar dónde era que seguían trabajando y aunque había varios obstáculos bloqueando la carretera, no demoró nada en rodearlos para poder seguir.Las patrullas de policía estaban a punto de hacerla regresar en los retenes finales, así que ni se molestó en discutir con ellos. Detuvo la camioneta a un costado de la carretera para seguir corriendo hacia adentro, hasta que en medio de toda aquella gente logró ver a alguien cono
CAPÍTULO 43. Sentimientos más fuertesHabían pasado meses sí, pero no era el tiempo lo que determinaba el amor. Muchas personas, por desgracia, a veces tenían que pasar situaciones trágicas y desesperadas para que entendieran cuánto amaban a alguien.Naiara no estaba lejos de ser ese tipo de persona, porque después de lo que le había pasado con Justin, realmente no había creído que pudiera sentir aquello tan pronto, pero la verdad era que cualquier sentimiento que tuviera por Samuel parecía ser cien, mil, un millón de veces más fuerte de lo que jamás había sentido por nadie más en su vida.Por suerte las sirenas de las ambulancias eran tan altas que podían escucharse en la distancia, y la gente había salido de la carretera para dejar pasar a los vehículos de emergencia.Naiara pisó el acelerador siguiéndolos hasta el hospital más cercano, para encontrarse con que Sergio estaba fuera de la sala de Urgencias con expresión inquieta.—¿Qué le pasó? ¿Dónde está? —demandó desesperada y él t
CAPÍTULO 44. Una pregunta peligrosaSu teléfono estaba en silencio, y Naiara solo lo alcanzó un par de veces para avisar que estaba bien, que estaba en el pueblo ayudando en lo que podía, y eso solo para que su abuelo se quedara tranquilo.—Por favor, Joaquín, estoy en el hospital con Samuel. No le digas nada al abuelo, solo... solo tranquilízalo ¿sí?En cierta medida tenía suerte de que Joaquín siempre estuviera dispuesto a ayudarla, pero en aquel momento lo único que podía tranquilizar su corazón era ver que Samuel abriera los ojos.Y quizás porque sentía que ella estaba allí, o quizás era porque Sergio tenía razón y él era un sobreviviente natural, pero antes de que anocheciera ese día por fin Naiara vio cómo iba despertando poco a poco.Verlo y lanzarse hacia la puerta fue exactamente la misma reacción, y Naiara gritó por una enfermera, haciéndose a un lado mientras el equipo médico venía a revisarlo.El alivio la inundó por completo cuando el médico dio el visto bueno para retira