La tarde se nos fue en un abrir y cerrar de ojos. Estaba disfrutando tanto del momento que estábamos compartiendo juntos que, cuando llegamos al hotel, me di cuenta de todo lo que me había hecho comprar y no había tenido espacio ni para negarme. No tuve más opción que mirarlo con una sonrisa divertida en los labios en lo que él alegaba que me dejara consentir y no discutiera más.Dejé todo sobre la cama y alisté el vestido y los tacones rojos para la cena. Sentía que esa noche sería especial, y qué mejor que usar ese vestido que de solo mirarlo me reventaba el corazón al recordar ese delirante beso que me dio en el probador.Y claro, ese otro que le siguió. Aunque un poco tímido y recatado de mi parte, fui capaz de dárselo y sorprendernos a los dos.No tenía mucho tiempo porque la hora de la cena estaba próxima a dejarnos fuera de alguna reserva que nos obligaba a ser puntuales.Me metí al baño y me di una ducha refrescante, luego, con esa misma ansiedad y calma, salí para al fin pone
Vivir. Eso era lo que estaba haciendo y en mi cabeza no había ningún otro pensamiento que no fuera disfrutar cada segundo que pasaba y vivía.En mi corazón no había espacio para sentir miedos, inseguridades o cualquier otro mal sentimiento que me hiciera esconder o huir de las bonitas experiencias que estaba teniendo junto a Bruno. Todo lo que hacía por mí era lo que en el fondo un día soñé y hasta ese momento estaba viviendo, siendo una mujer libre y sin temores. Quizá era un poco tarde para muchos, pero al fin me sentía feliz y que podía lograrlo todo en la vida… especialmente, que era amada y aceptada.Estos días han sido maravillosos. Había reído como nunca y había disfrutado con cada pequeña cosa que iba sucediendo. La emoción palpitaba en mi pecho, abriendo paso a las ilusiones con cada día que iba pasando. Esperaba el mañana con ansias locas de seguir ilusionándome con esta nueva vida que pintaba ser mágica y enamorándome cada segundo de un hombre que, aunque impaciente había e
Me sentía muy nerviosa, pensando que todos en casa iban a decirme algo en cuanto vieran mi nuevo aspecto, después de todo, era normal que reaccionaran si me había escondido tras una máscara por muchísimo tiempo, ocultando todas esas quemaduras que me hacían ver como un monstruo y me recordaban el infierno que había vivido.Pero toda preocupación se desvaneció en el mismo instante que llegamos y nos recibieron con abrazos y emoción, como si todos esos meses que estuvimos por fuera hubiésemos estado de vacaciones, como si hacía mucho no nos hubieran visto y al fin estuviéramos de regreso. Como cuando el soldado regresaba a casa luego de una larga misión.No hubo ningún tipo de comentario que me hiciera sentir incómoda; todo lo contrario, en lugar de eso, me abrazaron y preguntaron cómo había sido el viaje.Aún así, pude ver el brillo de felicidad en la mirada de mi madre. Todo junto a una sonrisa y unas lágrimas que no supo esconder. Se veía feliz mientras me apretaba contra su pecho, y
—Tenemos algo importante que decirles —interrumpí, sintiendo que Bruno me apretaba las manos con fuerza.—¿De qué se trata, hija?Miré al hombre que estaba detrás de mí, mirándome con sorpresa, como si dedujera que lo que iba a decirles a todos era nuestra relación. Le sonreí y afirmé el agarre de nuestras manos, segura de compartir con mi familia lo nuestro.No había razón o motivo para dilatar la noticia o mantenernos ocultos del mundo, no era como que nuestra relación fuese prohibida o mal vista. En ese instante quería que todos supieran de lo nuestro, que ese hombre guapo y todo un caballero había logrado traspasar mis barreras y llegar a mi corazón, que había derribado todos los muros que había forjado de acero con su paciencia y amor. Quería compartir con ellos mi felicidad y emoción, una que hasta ahora iniciaba y no sabía si seguiría siendo así, pero que en ese momento me sacaba más sonrisas que nunca.—Bruno y yo estamos juntos, en una relación —solté sin rodeos, dejándolos a
Mi rutina se volvió completamente diferente, tanto, que ni siquiera me detuve a extrañar ni a pensar en la que tenía hacía unos meses. Ya no me quedaba encerrada en mi habitación, observando una ventana y preguntándome por qué había vivido tantas desgracias. Ya no lloraba día y noche y no discutía con mi madre. De hecho, ya no renegaba por estar viva y tener que ver un nuevo día llegar. Ya no me maldecía en el espejo ni deseaba estar muerta.Mis días ahora estaban llenos de diferentes colores, haciéndome ver un mundo diferente, un mundo que siempre estuvo ante mis ojos, pero que me negaba a ver. Estaba viviendo, disfrutando, riendo, siendo feliz con las personas que me acompañaban; lo que se suponía siempre debí hacer, pero que no hice porque me enfrasqué en un dolor que me consumió el alma en su totalidad.Retomé las terapias con la Dra. Collins y empecé a asistir a los encuentros grupales con Amanda, Nick y mi madre. También le tomé la palabra a mi hermano y acepté el trabajo que me
—¿Cuándo se está preparado para dar el siguiente paso en una relación? —solté de repente, silenciando a Sheyla y Amanda ipso facto—. Ya saben a lo que me refiero...—Bueno, creo que no hay tal preparación para seguir al pie de la letra. Cuando te sientas lista y estés segura de dar ese paso, las cosas simplemente se darán —respondió Amanda—. No tienes que sentirte presionada, eso solo lo decides tú cuando estés lista.—Ama tiene razón, es una decisión personal e intima que solo tú puedes tomar. Si te sientes lista en dar el paso... Hazlo, pero siempre ten presente que lo quieres hacer por ti misma, porque crees que ya es hora de dar ese paso tan importante, porque Bruno es ese hombre al que le entregarías todo.Asentí, guardando silencio por breves instantes. Lista me he sentido desde hace mucho, quizá desde que empezamos a salir y su primer beso encendió a más no poder mi piel, pero cuando las cosas se ponían muy candentes sentía un enorme miedo cada que la oportunidad se presentaba.
Me mantuve quieta donde estaba, sintiendo que la tierra bajo mis pies se movía, que las manos me sudaban en exceso y que el corazón me martillaba con mucha fuerza. La ansiedad me carcomía con cada segundo que transcurría, pero lo que más me tenía al borde del colapso era el silencio en el que se había sumido Bruno desde que salí de la habitación.No era que me arrepintiera de la ropa que usaba o me sintiera incómoda o insegura con ella puesta, pero sí debí pedirle a Sheyla que no eligiera prendas tan… reveladoras. El vestido negro que había elegido tenía un escote en V que resaltaba mis atributos, ajustándose en mi cintura y terminando en prenses hasta el medio de mis muslos. De hecho, la falda era bastante corta y me sentía algo expuesta, pero me había contemplado por muchos minutos en el espejo y me había gustado como me quedaba el vestido.No sabía cómo romper ese silencio tan denso que se había formado entre los dos. Bruno no dejaba de mirarme de arriba abajo y con una fijeza que
Llegamos a la cabaña en cuestión de minutos, pasando de la risa a una descontrolada pasión que nos sumergió en un mar de emociones y sensaciones que crecían y se arremolinaban en nuestro interior con demasiada fuerza.Bruno me acorraló en la misma puerta, sujetando mi cabello y mi nuca con sus grandes manos mientras su boca exploraba la mía con una ansiedad que dejaba ver hasta entonces, dejando en claro lo mucho que me deseaba, como si no existiera nada que lo hiciera contenerse.Me besaba como si no hubiera un mañana, rozando su lengua con la mía de una manera que me tenía encandilada a más no poder. Mi cuerpo se amoldaba al suyo, como si fuéramos dos piezas de rompecabezas que empataban a la perfección. Sentía que flotaba, y no era para menos, si esos besos estaban siendo verdaderamente alucinantes.El beso subió de intensidad en cuestión de segundos, nublando cada uno de mis sentidos y, logrando así, que todo dejara de existir a mi alrededor. El calor que emitía su cuerpo era pode