FORZADA A CASARME CON EL RIVAL DE MI EX
FORZADA A CASARME CON EL RIVAL DE MI EX
Por: Paulina W
PREFACIO.

―Señorita, ya está lista ―dijo la maquilladora.

Thalía pasó sus manos por el frente del vestido que quizás en otro momento le hubiera parecido hermoso. Hecho de encaje y delicados botones.

Era blanco, perfecto, virginal.

―Es hora de colocar el velo. ―continuo la mujer.

Sus ojos se encontraron con los suyos en el espejo.

―No puedo. ―susurró.

―Físicamente, es capaz ―dijo la mujer mientras tomaba su mano ―Son nervios de novia.

―No… ―repitió ella ―No lo amo.

―Señorita, no puede flaquear ―susurro mientras miraba al hombre de aspecto severo que vigilaba la puerta. ―No sé qué la obliga a hacer esto, pero sea lo que sea, estas personas no son simples.

Los labios color rosa de Thalía se apretaron sabiendo que tenía razón. Desde el momento en que aquel hombre le dijo que tenía que casarme con su sobrino, si quería que su tío siguiera viviendo, supo que era así.

—¿Puedes ayudar a colocarlo? ―ella le tendió el collar que estaba en su mano.

La forma del collar era un pequeño corazón, la mitad eran diamantes rosas y la otra mitad eran diamantes azules. Ella pareció dudar por un momento, luego extendió la mano y tomó el collar de mi palma y lo puso en su cuello.

A través del espejo, ella miró el corazón y recordó su promesa.

“Estaremos juntos toda la vida. Tú, eres el rosa, y yo soy el azul. Sin ti, no estoy completo”

Estas palabras se repitieron en su mente, él había desaparecido sin ninguna explicación. Durante dos meses completos, Thalía intentó descubrir su paradero, esperó recibir al menos una llamada, pero él nunca se comunicó.

«Hiciste una promesa tan importante con mucha facilidad, sabiendo que lo grabaría en mi corazón. ¡Pero me abandonaste cruelmente! Paolo, ya que no puedes cumplirla, ¿por qué molestarte en hacerla?»

Sus labios se alzaron con ironía, pensó que este día llegaría y que sería él quien la esperaría en el altar. En cambio, hoy iba a casarse con un hombre que ni siquiera conoce.

Sonó un golpe en la puerta, y un hombre irrumpió.

―Es hora de irse.

La maquilladora la miró con ojos complicados, y Thalía le devolvió la mirada rogándole en silencio que la ayudara. Pero no podía.

―Colócame el velo. ―dijo.

―Sí.

La mujer y el hombre apostado en la puerta la ayudaron a bajar del pedestal y recogieron la larga cola del vestido. Marcharon por el pasillo hasta la parte trasera de la iglesia. Y la mujer se movió para cubrir su rostro con el velo.

Thalia tomó unas cuantas respiraciones, cuando la marcha nupcial, comenzó.

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