CAPITULO 1: UNA BODA FRIA

CAPITULO 1: UNA BODA FRIA

Una hora antes…

―¡¿Porque tengo que casarme con esa mujer?!

―Por qué obtendrás todo. Si quieres remplazarme y tener el poder será mejor que te presentes en esa iglesia.

Enzo D’Luca no dijo nada más y salió de la oficina y casi al instante un vaso impacto con fuerza en la pared.

―¡Maldit@ sea!

―Jefe, ¿está bien?

―Consígueme toda la información de esa mujer ―ordenó Máximo.

Aun si la ira lo dominaba por completo y no deseaba ser controlado. Su tío supo cómo doblegarlo. Desde que perdió a su padre, se ha estado preparando para ese día, pero ahora lo obliga a casarse con una extraña como condición.

Y el no acepta órdenes de nadie.

―Jefe, estuve investigando por mi cuenta y no hay nada. Su tío ni siquiera dio un nombre. Es como buscar un fantasma.

Máximo apretó los labios con fuerza y se dejó caer en su silla.

—Señor… es hora de irse —informó Piero otro de sus subordinados.

—¿Qué pasa si no voy a la iglesia? — preguntó a sabiendas, su tono guardaba ira e impotencia.

—Su tio siempre tiene una manera — respondió el hombre, viendo como su jefe tomaba su chaqueta y caminaba hacia la puerta el, lo siguió.

—¿Dónde está ella? — el tono de Maximo era despreocupado, como si hiciera la pregunta al azar y casualmente.

— No lo sé. Supongo que en la iglesia.

Cuando Máximo paso por la oficina del presidente, sus pasos se detuvieron involuntariamente miro la que era oficina de su padre y apretó los labios. Sabia que no tenia opcion, tenia que casarse con esa mujer si queria el control total de las empresas y la organizacion.

A toda velocidad, un Aston Martin cruzo las concurridas calles, seguido de un Ferrari igualmente negro. El auto deportivo se detuvo en la entrada de la iglesia. La puerta se abrió y un hombre alto y atractivo salió de él. Frente al resplandor del sol, su cabello negro brillaba, dándola un aura elegante y noble como la de un rey.

—¡Bueno… llego el novio! — exclamo Alonso con diversion, otro de los guardaespaldas.

Máximo se acercó con una cara fría, lo miró un segundo y luego camino directamente hacia el altar, ella no estaba allí. Pero se dijo que no tenía ninguna razón para estarlo, con suerte habia huido de la boda. Los ignoró a todos  y fue directamente al salón de padrinos, camino al único sofá, arrojo la chaqueta en el respaldo de este y luego se arrojó en él, arrancando la corbata alrededor de su cuello con irritación.

Casi inmediatamente otro hombre entró en la habitación y se apresuró hacia Máximo, y le susurro algo al oído. Aunque todos no pudieron escuchar lo que dijo, al mirar su cara de disgusto pudieron adivinar que debía ser algo malo.

Todos conocen al hombre que se había acercado era, Tomas. La persona de mayor confianza de Enzo D’Luca, el tio de Maximo.

—¿Qué se propone el anciano con todo esto? — pregunto uno de los hombres.

—No lo sé. Pero Máximo no está muy contento con este acuerdo, la única razón por la que acepto esta tontería es porque le permitirá hacerse del control total de la organización y la empresa.

—Es un precio que tiene que pagar. Pidámosle a la virgen María que aunque sea no sea fea —dijo otro con diversion.

Con especulaciones y dudas, la boda comenzó. En salón de la iglesia había una cierta cantidad de personas, el lado de la novia estaba vacío, solo había un bondadoso anciano sentado en primera fila del lado del novio.

Sonó la marcha nupcial y el maestro de ceremonia anuncio el inicio de la boda.

Máximo se paró en el altar y miro hacia la puerta de la iglesia. No había ninguna expresión en su cara, era como si la boda no tuviera nada que ver con él.

La novia caminó lentamente por el pasillo el vestido de novia blanco y el ramo de rosas complemento su belleza. Aunque su rostro estaba cubierto con un velo, se podía apreciar levemente su delicadeza, el vestido envolvía su cuerpo exquisito, resaltando su piel delicada y nívea.

—¡Vaya, la esposa del jefe es hermosa! —dijo uno de los guardaespaldas.

Ellos solo podian mirar desde afuera, su deber era cuidar la entrada de la iglesia.

Máximo miró a la mujer que caminaba hacia él y su expresión se volvió más indiferente. No entendía por qué ella accedió a la petición de su tío y prometió casarse con un extraño al que nunca había conocido.

«Como mujer,¿No quieren todas casarse con el amor de su vida? ¿Elegir a quien amar y vivir a su lado para toda la vida? ¿Porque aceptaste? O tal vez el arreglo de mi tío era exactamente lo que querías, ¿no? Después de todo, no todos pueden entrar a la familia D’ Luca»

Cuando estaba pensando en esto, ella ya estaba parada frente a él. Volvió en sí y sus ojos se posaron en la mujer que estaba a su lado.

— Por favor, levanta el velo de la novia — dijo el sacerdote.

No dudo, tal vez también quería ver cuál era el rostro que había debajo del velo. Pero ella nunca lo miró, con los ojos bajos, él podía ver sus largas pestañas, nariz griega y labios rosados. Su piel se veía cristalina, aterciopelada.

Sin ninguna imperfección.

Sin duda era hermosa, muy hermosa.

No tenía adornos adicionales en su cuerpo, solo un collar alrededor de su cuello que era muy llamativo, y él supo que tenía mucho valor de un vistazo. Supuso que su tío estaba dispuesto a gastar mucho dinero, con tal de conseguir sus propósitos.

Mientras tanto, Thalia se mantuvo callada, como si todo lo que sucedía a su alrededor no tuviera nada que ver con ella. No pudo evitar creer, que quizás su juicio estaba equivocado, que quizás ella no estaba dispuesta y también se vio obligada, igual que él.

El sacerdote ya había comenzado a leer el discurso sobre el matrimonio y él respondió las dos palabras.

—Sí, acepto — sin embargo, no habia expresión alguna en su rostro.

Pero Maximo se dijo a sí mismo que solo era una boda, que esto no afectaría su vida y no causaría ninguna influencia en ella. Él seguia siendo Máximo D’ Luca.

La mujer a su lado también pronuncio la misma frase.

—Acepto.

Cuando el sacerdote le entregó el anillo, observó que ella lo tomaba de forma obediente y extendió su delicada mano para tomar la de él. Estaba molesto, pero, a pesar de todo, dejó que ella pusiera el anillo en su dedo y luego él hizo lo mismo.

—Ahora, puedes besar a la novia.

Finalmente, llego la última parte y los poco presentes miraban expectantes. Era a todas luces una boda carente de sentido, vacía y sin amor. 

Máximo miro a la mujer frente a él durante unos segundos, y sin saber porque, la tomo de los hombros y bajo su cabeza lentamente, para luego presionar sus labios con los de ella. Le resultó obvio que ella no quería esto, porque el pudo sentir su insatisfacción y su rigidez.

Cuando todos estaban emocionados, el sacerdote exclamo solemne.

— ¡Los declaro marido y mujer!

Hubo algunos aplausos de los guardaespaldas que se detuvieron abruptamente cuando alguien gritó sorprendido al ver a la mujer aparecer de repente en la iglesia.

—¡Rebeca!

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