Quería asfixiarlo salvajemente con sus propias manos. Ahogarlo lentamente, así... así...—¡Rose! ¿Qué te hizo ese pobre ramo de flores?—¡Jooooder qué susto! —se sobresaltó ella viendo entrar a su madre y tras ella un muy limpio y oloroso Karim que intentaba contener la risa por todos los medios.—Ya pon las flores en agua antes de termines de matarlas, y ve a cambiarte que en un rato vamos a tener una clase privada de cocina italiana con Karim.—No me jodas... —murmuró ella entre dientes mientras su madre dejaba el salón y solo entonces sintió el calor del árabe contra su espalda.—Solo porque no me dejas...—¡Muy graciosito, Karim!—No, graciosa eres tú desquitándote con las pobres flores —sonrió él—. ¿Sabes? Yo nunca he sido masoquista pero si a ti te va la asfixia erótica, pues yo me apunto para la experimentación.—¡Ooooo jo jo jo jo! ¡No te pases de la raya, bonito! Que el hecho de que no haya dado guerra hasta ahora no significa que no tenga la intención —gruñó ella—. ¿Crees qu
Rose apartó suavemente un mechón de su cabello para ver el rostro suave de Karim. Era todavía más sexy mientras dormía, incluso parecía un niño bueno... ¡Nada más lejos de la realidad!Apoyó el codo en la almohada y la barbilla en el puño mientras con su otra mano delineaba la línea de su mandíbula. Tenía una barba tupida y suave de un par de días, unos labios carnosos y lindos, y una propensión especial a meter la nariz entre sus pechos incluso dormido."Cómo me gustaría que me padre se apareciera por esa puerta y viera este espectáculo", pensó porque Karim parecía un pulpo a su alrededor, agarrándola por todos lados. "Pues mejor no porque posiblemente me acuse de corromper al distinguido invitado", rezongó mentalmente antes de cerrar los ojos y tratar de dormir.Lo consiguió bien entrada la madrugada, así que para cuando amaneció estaba rendida y él despertó para quedarse viendo su cuerpecito despatarrado."Hasta babea bonito la condenada, lástima que no sea por mí... ¡pero ya será!
Rose se sentó en la cama con una sonrisa mientras veía a los cachorros. Dos mastines italianos de unos seis meses, evidentemente no preparados para el entrenamiento porque no traían cortadas las orejas ni las colas, ¡así que les castigarían las pantorrillas a toda la familia como venganza! Eran juguetones, alborotadores y parecían dos pequeños osos regordetes.—Ya sabía yo que no eras tan dura. —Lo escuchó decir desde la puerta y levantó una ceja desafiante en su dirección.—Pues no, no soy tan dura porque ellos son unos amores precioso. ¿Verdad cosita linda, quieres un besito? ¿Sí, y tú también? —Por un instante Karim la miró como si quisiera ser uno de esos cachorros para que ella lo abrazara—. ¿Esta fue idea tuya?—Cien por ciento —respondió él.—Me encantan —sonrió Rose saliendo de la cama y acercándose a él despacio—, pero esto no significa nada, ni por asomo.—¡Qué terca eres! —rezongó él y la respuesta fue una carcajada traviesa.—¡Qué bueno que me vas conociendo! —le dijo ante
Estaba serio y adusto mientras trabajaba en la cocina. Rose jugaba afuera con los cachorros y Karim había regresado muy silencioso de su salida. Lo vio envolver todo en un contenedor de cristal antes de ponerlo en la nevera y detenerse luego frente a aquella botella de vino, mirándola como si realmente no supiera qué otra cosa hacer.—Si no te conociera diría que algo te preocupa —murmuró Rose apoyándose en el marco de la ventana mientras los cachorros jugaban a su alrededor.Karim apretó los labios en un gesto de resignación y vertió un poco de vino en una copa antes de acercársela.—No me conoces, princesita.—Por eso no me caso contigo.Karim la miró a los ojos por un segundo y asintió.—Por eso no te casas conmigo...—Oye... ¿qué está pasando? —preguntó la muchacha viendo que echaba el resto del vino al lavaplatos después de beber solo un poco—. Karim ¿estás bien?Él respiró despacio, intentando encontrar el punto medio entre no mentirle y no asustarla, pero realmente era muy difí
El pecho de Rose subía y bajaba contra el suyo, al compás de una respiración pesada y llena de deseo. Las chispas ya estaban allí, ardiendo tanto como se podía mientras Karim intentaba pensar antes de hacer una estupidez, pero vamos... pensar no era lo de ellos cuando estaban juntos. —¿Hay alguien más aquí? —preguntó Karim y Rose guardó silencio por un minuto. Los dos sabían que estaba pensando en qué contestarle y de esa respuesta dependería todo. Podía decirle que había empleados cuidando los establos de noche y él le habría creído porque finalmente aquella no era su casa. O podía decirle la verdad sabiendo lo que pasaría después. Y de Rose Moe se podía decir cualquier cosa ¡menos que era una mentirosa! —No hay nadie —susurró—. Nadie se queda aquí de noch... Ni siquiera pudo terminar la oración porque la boca de Karim se estrelló contra la suya en un beso tórrido y desesperado. Era imposible disimular el deseo que sentía por ella, la necesidad de abrazarla, de besarla, de sentir
A Karim le tomó una fracción de segundo lanzarse de aquella cama, con el corazón acelerado y mirando a Rose, que parecía a punto de echarse a llorar en su pijama de animalitos. —¿Qué tienes, nena, qué te sientes? Háblame... —le pidió mientras rodeaba su cara con las manos, desesperado. La respuesta de la muchacha fue levantar la playera del pijama y Karim vio que su vientre estaba lleno de ronchas rojas que se iban oscureciendo. —Me pica mucho... —jadeó ella asustada— ...y no empieza ahí... Karim pasó saliva y asintió. —OK, nena, tranquila, déjame ver dónde empieza, ¿sí? ¿Sí me dejas ver? Rose asintió y él metió el índice entre el elástico del pantalón del pijama y su piel y estiró la tela para ver que las manchas rojas bajaban hasta su pubis. En un segundo se hizo una idea bastante clara de dónde empezaban y respiró profundo. —No le puedo enseñar esto a mi mamá, Karim, me muero de la pena... —No pasa nada, ya lo vamos a arreglar, nena ¿si? Dame solo un minuto —susurró él dán
—A lo mejor el asado de ayer no le cayó muy bien... —fue la única justificación que pudo esgrimir Karim cuando a la mañana siguiente ella se negó a bajar a desayunar.—Bueno, muchacho, ya te sabes la ley de esta casa: si lo rompes, lo arreglas —le advirtió el señor Moe y Karim se levantó de inmediato.—Claro, ahora mismo voy a verla... a ver si quiere comer algo.Suspiró pesadamente esperando que no se hubiera puesto mal de nuevo, pero cuando entró se la encontró remoloneando en la cama con los dos cachorros.—¿Me quieres matar del corazón? —rezongó él dejando a un lado la bandeja de desayuno que le había llevado.—A largo plazo es una buena opción —sonrió ella y lo más gracioso del caso fue ver a aquel árabe derretirse porque ella había dicho: largo plazo.Miró hacia la puerta con disimulo y se inclinó para robarle un beso diminuto.—¿Me trajiste desayuno, de verdad? —le preguntó ella toda coqueta y él asintió.—Tu papá me recordó la ley de la casa, creí mejor que asumieran que te ha
Karim apretó los puños con impotencia. ¿Qué iba a decirle exactamente? ¿Soy un príncipe que se reúsa a serlo y lo mismo me persiguen los que me quieren que los que no me quieren? ¡Pues muy bonita forma de empezar una relación!Estaba desesperado buscando las palabras correctas cuando de repente su teléfono comenzó a sonar con insistencia. Lo sacó de inmediato y allí estaba la llamada de Faith.—¿Faith? ¿Qué pasó? —preguntó poniendo el teléfono en altavoz para que Rose pudiera escucharla."Necesito que le avises a Mitch que ya tiene que estar listo el avión, y que vengas a buscarme a la oficina de Charlie".—¿A la oficina de Charlie? ¿Por qué? —preguntó Karim sin comprender."Bueno... porque alguien tiene que cargarlo".Karim puso los ojos en blanco por un segundo y suspiró.—Bien, ya voy para allá.Rose se dio la vuelta con incomodidad y taconeó lejos de él.—Yo voy a buscar a Mitch, los vemos aquí mismo —gruñó y Karim respiró profundo porque odiaba que ella estuviera enojada.No podí