Rose se sentó en la cama con una sonrisa mientras veía a los cachorros. Dos mastines italianos de unos seis meses, evidentemente no preparados para el entrenamiento porque no traían cortadas las orejas ni las colas, ¡así que les castigarían las pantorrillas a toda la familia como venganza! Eran juguetones, alborotadores y parecían dos pequeños osos regordetes.—Ya sabía yo que no eras tan dura. —Lo escuchó decir desde la puerta y levantó una ceja desafiante en su dirección.—Pues no, no soy tan dura porque ellos son unos amores precioso. ¿Verdad cosita linda, quieres un besito? ¿Sí, y tú también? —Por un instante Karim la miró como si quisiera ser uno de esos cachorros para que ella lo abrazara—. ¿Esta fue idea tuya?—Cien por ciento —respondió él.—Me encantan —sonrió Rose saliendo de la cama y acercándose a él despacio—, pero esto no significa nada, ni por asomo.—¡Qué terca eres! —rezongó él y la respuesta fue una carcajada traviesa.—¡Qué bueno que me vas conociendo! —le dijo ante
Estaba serio y adusto mientras trabajaba en la cocina. Rose jugaba afuera con los cachorros y Karim había regresado muy silencioso de su salida. Lo vio envolver todo en un contenedor de cristal antes de ponerlo en la nevera y detenerse luego frente a aquella botella de vino, mirándola como si realmente no supiera qué otra cosa hacer.—Si no te conociera diría que algo te preocupa —murmuró Rose apoyándose en el marco de la ventana mientras los cachorros jugaban a su alrededor.Karim apretó los labios en un gesto de resignación y vertió un poco de vino en una copa antes de acercársela.—No me conoces, princesita.—Por eso no me caso contigo.Karim la miró a los ojos por un segundo y asintió.—Por eso no te casas conmigo...—Oye... ¿qué está pasando? —preguntó la muchacha viendo que echaba el resto del vino al lavaplatos después de beber solo un poco—. Karim ¿estás bien?Él respiró despacio, intentando encontrar el punto medio entre no mentirle y no asustarla, pero realmente era muy difí
El pecho de Rose subía y bajaba contra el suyo, al compás de una respiración pesada y llena de deseo. Las chispas ya estaban allí, ardiendo tanto como se podía mientras Karim intentaba pensar antes de hacer una estupidez, pero vamos... pensar no era lo de ellos cuando estaban juntos. —¿Hay alguien más aquí? —preguntó Karim y Rose guardó silencio por un minuto. Los dos sabían que estaba pensando en qué contestarle y de esa respuesta dependería todo. Podía decirle que había empleados cuidando los establos de noche y él le habría creído porque finalmente aquella no era su casa. O podía decirle la verdad sabiendo lo que pasaría después. Y de Rose Moe se podía decir cualquier cosa ¡menos que era una mentirosa! —No hay nadie —susurró—. Nadie se queda aquí de noch... Ni siquiera pudo terminar la oración porque la boca de Karim se estrelló contra la suya en un beso tórrido y desesperado. Era imposible disimular el deseo que sentía por ella, la necesidad de abrazarla, de besarla, de sentir
A Karim le tomó una fracción de segundo lanzarse de aquella cama, con el corazón acelerado y mirando a Rose, que parecía a punto de echarse a llorar en su pijama de animalitos. —¿Qué tienes, nena, qué te sientes? Háblame... —le pidió mientras rodeaba su cara con las manos, desesperado. La respuesta de la muchacha fue levantar la playera del pijama y Karim vio que su vientre estaba lleno de ronchas rojas que se iban oscureciendo. —Me pica mucho... —jadeó ella asustada— ...y no empieza ahí... Karim pasó saliva y asintió. —OK, nena, tranquila, déjame ver dónde empieza, ¿sí? ¿Sí me dejas ver? Rose asintió y él metió el índice entre el elástico del pantalón del pijama y su piel y estiró la tela para ver que las manchas rojas bajaban hasta su pubis. En un segundo se hizo una idea bastante clara de dónde empezaban y respiró profundo. —No le puedo enseñar esto a mi mamá, Karim, me muero de la pena... —No pasa nada, ya lo vamos a arreglar, nena ¿si? Dame solo un minuto —susurró él dán
—A lo mejor el asado de ayer no le cayó muy bien... —fue la única justificación que pudo esgrimir Karim cuando a la mañana siguiente ella se negó a bajar a desayunar.—Bueno, muchacho, ya te sabes la ley de esta casa: si lo rompes, lo arreglas —le advirtió el señor Moe y Karim se levantó de inmediato.—Claro, ahora mismo voy a verla... a ver si quiere comer algo.Suspiró pesadamente esperando que no se hubiera puesto mal de nuevo, pero cuando entró se la encontró remoloneando en la cama con los dos cachorros.—¿Me quieres matar del corazón? —rezongó él dejando a un lado la bandeja de desayuno que le había llevado.—A largo plazo es una buena opción —sonrió ella y lo más gracioso del caso fue ver a aquel árabe derretirse porque ella había dicho: largo plazo.Miró hacia la puerta con disimulo y se inclinó para robarle un beso diminuto.—¿Me trajiste desayuno, de verdad? —le preguntó ella toda coqueta y él asintió.—Tu papá me recordó la ley de la casa, creí mejor que asumieran que te ha
Karim apretó los puños con impotencia. ¿Qué iba a decirle exactamente? ¿Soy un príncipe que se reúsa a serlo y lo mismo me persiguen los que me quieren que los que no me quieren? ¡Pues muy bonita forma de empezar una relación!Estaba desesperado buscando las palabras correctas cuando de repente su teléfono comenzó a sonar con insistencia. Lo sacó de inmediato y allí estaba la llamada de Faith.—¿Faith? ¿Qué pasó? —preguntó poniendo el teléfono en altavoz para que Rose pudiera escucharla."Necesito que le avises a Mitch que ya tiene que estar listo el avión, y que vengas a buscarme a la oficina de Charlie".—¿A la oficina de Charlie? ¿Por qué? —preguntó Karim sin comprender."Bueno... porque alguien tiene que cargarlo".Karim puso los ojos en blanco por un segundo y suspiró.—Bien, ya voy para allá.Rose se dio la vuelta con incomodidad y taconeó lejos de él.—Yo voy a buscar a Mitch, los vemos aquí mismo —gruñó y Karim respiró profundo porque odiaba que ella estuviera enojada.No podí
Karim respiró profundo mientras veía a Rose despedir a los invitados en nombre de Faith y de Charlie al final del evento. Se moría por acercarse a ella, pero siguiendo las instrucciones de su futuro suegro de no atosigarla, decidió no molestarla más esa noche, y por mucho que le doliera reconocerlo, la verdad fue que ella no lo miró ni siquiera con el rabillo del ojo ni una sola vez.Sobra decir que no durmió esa noche. Todo lo que hacía era pensar en ella y en el hecho de que era lo suficientemente mujercita como para mandarlo al demonio y no perseguirlo después. Así que Christopher Moe tenía razón, Rose no era de corazón blando y a pesar de su edad era muy capaz de ser consecuente de sus decisiones, así que era el momento de Karim Rossi de decidir si la quería o no como su pareja, porque ya estaba visto que solo una noche no era suficiente para unirlos.A la mañana siguiente esperó a que ella bajara a desayunar para despedirse de toda la familia, y no la vio hacer ni un solo gesto c
Era extraño, porque sin dudas habían comenzado aquella historia por el extremo opuesto, pero estar sentados uno frente al otro en aquel pequeño restaurante significaba todo.A Rose le gustaba la comida italiana y a él le gustaba Rose, así que no podían estar más de acuerdo en lo que querían.—Realmente soy árabe —declaró Karim antes de empujar hacia ella la segunda copa de vino de la sobremesa y Rose se quedó mirándolo con curiosidad—. Nací en Italia por cuestiones muy desafortunadas para mi madre que no voy a contarte porque... bueno porque ese sí es su secreto; pero mi sangre es totalmente árabe.Rose contuvo el aliento porque le estaba compartiendo mucho más de lo que había esperado en su primera cita. Esa era para la película favorita y esas tonterías, pero parecía que entre ellos dos todo era siempre serio.—¿Entonces tu apellido...? ¿Lo de Rossi...?—De mi padre adoptivo, se casó con mi madre cuando yo tenía unos cuatro o cinco años, no recuerdo, pero de él viene mi apellido y é