La carcajada le sonó a Rose como una patada en el estómago, pero no tuvo más remedio que encajarla. Había algunas mantas en el suelo así que ahí mismo se sentó. Respiró profundo intentando secarse las lágrimas, pero la verdad era que apenas tenía con qué llorar. Sus labios estaban resecos y hacía muchas horas que no bebía agua.Alcanzó la vasija para ir por agua al oasis, pero antes abrió su bolsa a ver si tenía algún labial que la ayudara. No tenía mucho en la bolsa. Un cuaderno, su cartera de maquillaje con sus medicamentos para la alergia y aquel estúpido condón que Karim le había dejado de recuerdo. Tenía una botella vacía de jugo que había comprado, unas cajitas de mentas que siempre llevaba encima, lápices y plumas, y un paquete de toallas húmedas sin usar.No era mucho y no servía para nada, pero era todo lo que tenía.Sabía que Karim iría a buscarla tarde o temprano, el problema era que si realmente era el heredero al trono, entonces eso significaba que él quedaría atrapado en
Karim no se había equivocado, apenas aterrizaron en Riad ya había una escolta lista para él y sus acompañantes, pero aunque revisaron el avión de arriba abajo, no pudieron encontrar a nadie más que a él y a Massimo. Una caravana de autos de lujo los estaba esperando ya y poco después los conducían hasta una enorme mansión en las afueras de la capital.—Para estar peleando por la justicia, estos tipos no se ven muy indefensos —murmuró Massimo—, ¡ni pobres!—Para que veas, que la maldit@ avaricia se puede disfrazar de cualquier cosa, especialmente de Lucha por la justicia —replicó Karim con molestia y salió del auto apenas abrieron la puerta para él.Un hombre de unos setenta años se acercó a él, haciendo una reverencia antes de presentarse.—Su Majestad, yo soy...—Yassir, jefe de la tribu Banu Udhrah —lo interrumpió Karim y el viejo pareció hincharse de orgullo por el simple hecho de que él se supiera su nombre.Lo que no sabía era que Karim había usado aquel vuelo para aprenderse los
Pasaba apenas de las tres de la madrugada cuando el líder de las Doce Tribus escuchó aquel revuelo fuera de su tienda, y de repente lo que había era luces y movimiento por todos lados.Nadie le pidió permiso, nadie le explicó lo que pasaba, solo supo que dos hombres entraron apurados para decirle unas breves palabras:—¡Su Majestad está aquí afuera!—¿Quéeee...?Ibrahim no estaba acostumbrado a aquella falta de respeto, mucho menos a que alguien revolucionara su campamento en medio de la madrugada.Se levantó furioso, pero tuvo que fingir aquella sonrisa porque después de todo de eso se trataba la diplomacia, aunque fuera con su propia familia.Salió de la tienda lo más arreglado que pudo y vio las luces de las antorchas encendidas alrededor. Sus ojos vagaron buscando a Jalil y cuando lo vio a pocos metros caminó hacia él.—Asegúrate de que la mujer no se acerque, ¡ve!Jalil se escabulló entre la gente mientras Ibrahim se acercaba a los dos hombres parados a cinco o seis metros de su
—No está aquí.La respuesta era simple y sencilla, sin embargo el cerebro de Karim no parecía capaz de procesarla.—¿No está? ¿Cómo que no está? ¿La buscaron bien? ¿Cómo es que no est...?—Karim, cálmate —le dijo Haliya con tono firme porque era evidente que estaba perdiendo la cabeza—. La buscamos, pero no está aquí. Además los escuché hablar, Rose se fue.Karim arrugó el ceño más confundido todavía. Sabía que la muchacha hablaba perfectamente el idioma, pero tenía que haberse confundido.—No, no es posible que la dejaran ir... tienes que haberte confundido, Hell, no pueden estar hablando de ella —murmuró mesándose los cabellos.—Se robó el caballo del jefe.—¡Entonces sí fue ella! ¿Qué escuchaste?—Los escuché decir que no la encontraban por ningún lado, y que también desapareció Faris, el caballo de Ibrahim, es el animal más fuerte y veloz de la tribu, y teóricamente no permite que nadie más lo monte —replicó Haliya—. Ellos creen que ella se robó el caballo y escapó después de que
Cuatro horas antes.Abdel Nhasir no era un buen hombre, pero eso no lo hacía necesariamente idiota. Lo habían enseñado a ser cruel, a poner sus intereses por encima de los de cualquier otra persona en el mundo, pero sobre todo, lo habían enseñado cómo mantener su monarquía a como diera lugar.Así que cuando abrió los ojos y la primera noticia que le dieron fue que el hijo de Amira estaba pidiendo verlo, su reacción básica no fue estallar como un desquiciado mandando a que lo mataran porque hacía años que le tenía prohibido pisar Arabia. En lugar de eso se vistió con la misma arrogancia de siempre y ordenó que todos salieran de la pequeña pero lujosa sala donde tendrían la entrevista.Para su sorpresa, Karim no tenía nada de arrogante ni de ostentoso. Le pareció que el muchacho estaba sin dormir, preocupado, y con una determinación reflejada en el semblante que no admitiría conversaciones banales.—Dame una buena razón para no ordenar tu ejecución ahora mismo —dijo Abdel con todo gélid
Todas las cabezas se volvieron hacia él apenas le escucharon decir aquello, mientras Ibrahim gritaba que esa era una burda mentira.—¡Todos saben que eres el hijo de Amira, y que ella fue la primera esposa del rey! —espetó Ibrahim, pero un segundo después alguien lo encañonaba furiosamente para que dejara de hacer escándalo.—¡Mucho cuidado en cómo te refieres a Su Majestad, Ibrahim! —le advirtió el Visir—. ¡Parece que ya tienes muchos cargos en tu contra como para añadir otro más!La sala se llenó de revuelo y Karim esperó pacientemente a que todos se callaran para extraer aquel expediente de su saco. Massimo lo había organizado perfectamente, así que no le tembló la mano cuando se lo entregó a los ancianos del parlamento.—Es cierto que mi madre fue la primera esposa de Su Majestad, pero todos saben que fue secuestrada —sentenció Karim—. Mi madre se embarazó de otro hombre durante su secuestro, esas son las pruebas de ADN que prueban que yo no tengo sangre real...—¡Esa es una menti
Bastaron pocos minutos para que todo comenzara a organizarse. Hasan era un hombre resolutivo, Karim no podía discutir eso. Durante media hora más de doscientos cincuenta barriles eran pintados y cargados y en camiones que el príncipe iba distribuyendo a esta o aquella coordenada, hasta que se aseguró de que cada punto en aquel mapa estaba cubierto. —Las distancias son de dos millas. Si es una mujer inteligente es imposible que no pueda verlos o seguir el camino después. ¿Estamos de acuerdo? —le preguntó a Karim y este asintió. —Solo espero que no se haya perdido fuera de esta área —murmuró él mirando aquel mapa con gesto desolado.—No lo hizo, te lo aseguro —lo consoló Hasan—. El desierto es engañoso pero hay cosas que no pueden ocultarse, como un caballo y su jinete en zona llana: las dunas no ofrecen protección y la primera partida peinó las dunas sin verla. Así que solo puede estar en la zona de las montañas. Solo vamos a rezar para que esté bien, este calor me preocupa.Karim as
Tenía miedo, era lógico que lo tuviera, pero aquellas palabras eran más que suficientes para darle alas a su corazón y fuerzas a su cuerpo.Le dio de comer y de beber a Faris y se comió apresurada las barras de proteína porque se estaba muriendo de hambre. Se escondió a la sombra de la montaña por un segundo y trató de comprender el mapa. Habían regado barriles como aquel por muchas muchas millas esperando que ella encontrara alguno.Logró entender que cada uno estaba a dos millas del otro, así que no había forma de perderse. Tenía que pasar dos barriles más para llegar a la tercera línea, esas eran seis millas debajo del sol de la mañana y fuera del curso de las montañas, pero no quedaba más remedio.Besó la cabeza de Faris antes de volver a subirse con toda la actitud y lo azuzó con energía porque no podían perder tiempo. Cuanto más se levantara el sol, más difícil sería continuar el camino.Abandonar las montañas era asumir el riesgo del sol, pero Rose sabía que debía hacerlo. Lleg