Era más que evidente que el profesor Duncan estaba aturdido y confuso, porque no esperaba que el Rector en persona se presentara en su clase.—¿Se... señor Rector? ¿Qué hace aquí?—Pues respondiendo a su invitación, obviamente —replicó el hombre—. Hacía mucho que no venía a una clase de estas pero siempre me ha llamad mucho la atención la construcción de escenarios. ¡Yo mismo aporté a algunos cuando estuve haciendo pasantías en Nueva York!El salón estaba mudo, Duncan parecía golpeado por un rayo y el Rector tenía una sonrisa emocionada.—B... bueno... es que yo no... yo precisamente no fui...—Hola, buenos días, con permiso —se escuchó tras ellos y los dos echaron a un lado para dejar entrar a un Karim muy cargado.—Buen día joven —saludó el Rector.—Señor Rector, buen día... perdón... proyecto pasando...—¿Lo ayudo? —se ofreció el hombre amablemente y Karim le puso en los brazos dos piezas de la maqueta.—Se lo agradezco mucho, va en aquel rincón, por favor, junto a la señorita Moe
Rose tenía una mirada como para derribar un avión en pleno vuelo. Frente a ella la mujer parecía satisfecha y determinada, y si su padre no la había enseñado a leer mal a las personas, sabía que estaba frente a una persona con muy poco sentido común.—¿Dónde está Karim? —repitió con gelidez.—Donde debe estar, en una reunión importante.—¿Una reunión...? —Rose no pudo evitar aquel gesto de contrariedad.¿Por qué ella no lo sabía? ¿Por qué Karim no le había hablado de esa reunión? Podía entender que quizás no quisiera preocuparla o involucrarla, pero él no era así.Sin embargo aquella expresión que denotaba su ignorancia sobre aquel hecho, solo hizo que la mujer frente a ella se envalentonara más.—Una reunión que decidirá el resto de su vida y si pasa lo que quede de ella como un hombre multimillonario o como un patán olvidado —sentenció y Rose sintió que la sangre le ardía en las venas.—Karim no necesita ser multimillonario para no ser un hombre olvidado, querida. Su ego no necesita
Solo bastó con que empujara la puerta de aquel departamento para saber que todo estaba absurdamente mal. Una sensación de inquietud se apoderó de ella y trató de dar media vuelta y huir por donde había venido, pero ya no fue capaz. Un par de hombres que entraban tras ella le cerraban el paso y Rose ni siquiera fue capaz de ver a los otros dos que ya había dentro del departamento. Echó a correr en dirección a la habitación, intentando encerrarse, el pánico se apoderó de ella de un segundo a otro y todo lo que podía intentar era salir de ahí. Pero antes de que pudiera alcanzar la entrada, otro cuerpo chocó contra ella, enviándola al suelo. Antes de ser capaz de levantarse ya cuatro manos intentaban someterla, pero aunque no era rival en fuerza, su determinación era otra cosa. Pateo todo alrededor, derribando muebles y adornos, porque ella no era de las que caían sin luchar. Mordió, rasguñó, gritó y peleó tanto como pudo, hasta que una sonora bofetada la hizo quedarse quieta. —No creas
Nunca, ni en sus mejores sueños ni en sus peores pesadillas, Karim había esperado que su corazón se detuviera de aquella manera al ver su departamento medio destrozado. Eso solo podía significar que Rose había peleado, que había peleado duro pero que no había sido suficiente y se la habían llevado. El dispositivo GPS sobre su chimenea, con aquel punto parpadeante que se movía a toda velocidad solo era una demostración de poder, de que se la estaban llevando a Arabia y que si la quería de regreso tendría que ir a buscarla allá. Apretó los puños pero no corrió. A aquella hora correr ya no servía de nada. en lugar de eso caminó con paso firme hacia la habitación y abrió la caja fuerte que tenía en uno de los muebles. Sacó solo dos cosas: su pasaporte y un teléfono que casi nunca usaba, pero sabía que apenas lo marcara le responderían."¿Karim? ¿Qué pasó?", escuchó la voz de su mejor amigo exactamente dos segundos después.—¿Estás en Calabria? —preguntó él mientras se dirigía a la puerta
La carcajada le sonó a Rose como una patada en el estómago, pero no tuvo más remedio que encajarla. Había algunas mantas en el suelo así que ahí mismo se sentó. Respiró profundo intentando secarse las lágrimas, pero la verdad era que apenas tenía con qué llorar. Sus labios estaban resecos y hacía muchas horas que no bebía agua.Alcanzó la vasija para ir por agua al oasis, pero antes abrió su bolsa a ver si tenía algún labial que la ayudara. No tenía mucho en la bolsa. Un cuaderno, su cartera de maquillaje con sus medicamentos para la alergia y aquel estúpido condón que Karim le había dejado de recuerdo. Tenía una botella vacía de jugo que había comprado, unas cajitas de mentas que siempre llevaba encima, lápices y plumas, y un paquete de toallas húmedas sin usar.No era mucho y no servía para nada, pero era todo lo que tenía.Sabía que Karim iría a buscarla tarde o temprano, el problema era que si realmente era el heredero al trono, entonces eso significaba que él quedaría atrapado en
Karim no se había equivocado, apenas aterrizaron en Riad ya había una escolta lista para él y sus acompañantes, pero aunque revisaron el avión de arriba abajo, no pudieron encontrar a nadie más que a él y a Massimo. Una caravana de autos de lujo los estaba esperando ya y poco después los conducían hasta una enorme mansión en las afueras de la capital.—Para estar peleando por la justicia, estos tipos no se ven muy indefensos —murmuró Massimo—, ¡ni pobres!—Para que veas, que la maldit@ avaricia se puede disfrazar de cualquier cosa, especialmente de Lucha por la justicia —replicó Karim con molestia y salió del auto apenas abrieron la puerta para él.Un hombre de unos setenta años se acercó a él, haciendo una reverencia antes de presentarse.—Su Majestad, yo soy...—Yassir, jefe de la tribu Banu Udhrah —lo interrumpió Karim y el viejo pareció hincharse de orgullo por el simple hecho de que él se supiera su nombre.Lo que no sabía era que Karim había usado aquel vuelo para aprenderse los
Pasaba apenas de las tres de la madrugada cuando el líder de las Doce Tribus escuchó aquel revuelo fuera de su tienda, y de repente lo que había era luces y movimiento por todos lados.Nadie le pidió permiso, nadie le explicó lo que pasaba, solo supo que dos hombres entraron apurados para decirle unas breves palabras:—¡Su Majestad está aquí afuera!—¿Quéeee...?Ibrahim no estaba acostumbrado a aquella falta de respeto, mucho menos a que alguien revolucionara su campamento en medio de la madrugada.Se levantó furioso, pero tuvo que fingir aquella sonrisa porque después de todo de eso se trataba la diplomacia, aunque fuera con su propia familia.Salió de la tienda lo más arreglado que pudo y vio las luces de las antorchas encendidas alrededor. Sus ojos vagaron buscando a Jalil y cuando lo vio a pocos metros caminó hacia él.—Asegúrate de que la mujer no se acerque, ¡ve!Jalil se escabulló entre la gente mientras Ibrahim se acercaba a los dos hombres parados a cinco o seis metros de su
—No está aquí.La respuesta era simple y sencilla, sin embargo el cerebro de Karim no parecía capaz de procesarla.—¿No está? ¿Cómo que no está? ¿La buscaron bien? ¿Cómo es que no est...?—Karim, cálmate —le dijo Haliya con tono firme porque era evidente que estaba perdiendo la cabeza—. La buscamos, pero no está aquí. Además los escuché hablar, Rose se fue.Karim arrugó el ceño más confundido todavía. Sabía que la muchacha hablaba perfectamente el idioma, pero tenía que haberse confundido.—No, no es posible que la dejaran ir... tienes que haberte confundido, Hell, no pueden estar hablando de ella —murmuró mesándose los cabellos.—Se robó el caballo del jefe.—¡Entonces sí fue ella! ¿Qué escuchaste?—Los escuché decir que no la encontraban por ningún lado, y que también desapareció Faris, el caballo de Ibrahim, es el animal más fuerte y veloz de la tribu, y teóricamente no permite que nadie más lo monte —replicó Haliya—. Ellos creen que ella se robó el caballo y escapó después de que