Afuera seguían resonando los disparos, pero apenas Giulia escuchó los pasos de Hasan dejando la tienda, bufó con fastidio, se apartó un mechón del rostro y levantó la tapa de aquel arcón para salir de él.Hasan era un guerrero, pero finalmente el rey también tenía un alma noble, y eso hacía que tuviera más enemigos que si hubiera sido un déspota, tirano y dictador.Así que si él no estaba esperando ser atacado en un simple recorrido donde pretendía ayudar a su pueblo a mejorar sus condiciones de vida... Bueno, Giulia sí lo había esperado.Durante meses había escuchado cada rumor, cada descontento, cada queja de aquellos ciudadanos a los que no les bastaba con que fuera un rey noble y justo. Por eso sabía muy bien que cuanto mejor trabajo realizara, más expuesto estaría a los ataques y a la traición.Levantó el borde trasero de la carpa y se escurrió debajo, rodó sobre su cuerpo y corrió luego en silencio hacia la caravana de Malika. Por supuesto, el pobre animal estaba más que alterad
Lo único que había más recio que el cuerpo de Hasan Nhasir, era su determinación. El corazón le palpitaba más fuerte que el de un caballo de carreras mientras abrazaba a aquella mujer y aceptaba el sentido de pertenencia y de protección que tenía con ella.—Esta era una de las razones por las que no quería que vinieras —admitió acariciando su cabello mientras Giulia apoyaba una mejilla en su pecho—. Una mujer como tú no debería estar viendo masacres como esta —aseguró con tristeza y la muchacha no pudo evitar preguntarse qué pensaría él si supiera que la causante de toda aquella masacre había sido precisamente ella.—Créeme, no soy una chica débil —le advirtió Giulia—. Solo haz lo que tengas que hacer y punto.Salió detrás de él de aquella tienda y se sentó frente a una de las hogueras que ya se iban extinguiendo cerca del amanecer. Vio a Hasan dar órdenes y, por una vez, se alegró de que el rey y el estratega predominaran sobre el noble corazón del hombre.—Déjenlos aquí, que el desi
Fue un impacto, eso era innegable. Llegar a aquella aldea al día siguiente, un pequeño reguero de casitas con no más de cincuenta personas y ver las manadas de cientos de caballos alrededor era un espectáculo digno de ver.—Jamás había visto algo tan hermoso —murmuró mientras frente a ellos los niños de nueve o diez años azuzaban a las manadas para separarlas o unirlas.—Yo sí —replicó Hasan mirándola de reojo y sonriendo para sus adentros—. Esta es la aldea donde nació Malika —le contó—. La mayoría de los caballos que salen de aquí son de exhibición, son tan salvajes que no toleran la silla, pero también son los más hermosos.Giulia lo miró con picardía mientras se bajaban de la camioneta, y después de las presentaciones y la comida formal y amena con los ancianos, la muchacha se escabulló hasta la caravana de Malika.—Vamos a hacer un trato tú y yo —murmuró sacando a la yegua de su transporte—. Voy a dejarte aquí por un rato, así que ve a pasear con tus amigos, pórtate mal, no dejes
No tenía fuerzas para detenerse. Hasan había jurado hasta ese momento que era un hombre con una buena dosis de autocontrol, pero aquella mujer le despertaba tantas sensaciones que parecía simplemente que su cuerpo ardía debajo de la túnica.Su boca se encontró con la de Giulia en un beso tórrido, desesperado, tan caliente que parecía que su cuerpo se derretía contra él.Mil sentimientos encontrados se agolpaban en su pecho, pero había uno contra el que simplemente no se podía pelear y era el hecho de que la deseaba: la deseaba tanto que le dolía y Giulia jadeó de anticipación cuando él la envolvió en sus brazos y sintió aquella erección contra su vientre.—¡Maldición, he estado tratando de evitar esto! ¡Juro que he estado tratando de evitarlo! —masculló él, abriendo cada botón y cada lazo de aquel vestido hasta que cada una de aquellas prendas fueron cayendo sobre el suelo.De su pecho salía algo que a Giulia se le antojó como el ronroneo de un depredador, uno que aumentaba a medida q
Era difícil no darse cuenta de que aquella mujer no era perfecta. Era testaruda, contestona; a veces la dulzura se le iba como si fuera vapor en el desierto, y aun así seguía siendo perfecta para él. Hasan ni siquiera lograba explicarlo; quizás fueran simplemente aquellos sentimientos que no se iban. Sabía que Giulia no esperaba nada de él, y sin embargo, cada vez que la veía sumergirse en aquel proyecto, dar órdenes, pedir ayuda o resolver problemas, no podía evitar que aquellos sentimientos siguieran creciendo dentro de él. Era más que desearla; era mucho más que eso. Era buscarla con desesperación cuando nadie los veía, era arrastrarla hacia alguna solitaria carpa para poder besarla cuando sentía que ya no podía respirar sin su boca. Era colarse en la pequeña casa o en alguna tienda que hubieran puesto para ella y cubrir su boca solo para ahogar aquellos gemidos mientras le hacía el amor como un poseso cada madrugada. Giulia Rossi cada día se convertía en algo más para él, algo
Sobra decir que la rabia de Hasan Nhasir superaba por mucho a ninguna que hubiera sentido jamás, con la única excepción, quizás, de la que lo había llevado a hacer justicia contra su propio padre. La diferencia era que ahora aquella gente no solo había puesto en peligro un proyecto noble, sino a todas las personas que estaban apoyándolo, incluida Giulia.—No puedes permitir esto, Hasan. Ese tipo vino a aquí con exigencias, y según me contó Mustafá, también fueron atacados en el desierto —gruñó Karim furioso.—¿Cómo están los trabajadores? —preguntó el rey antes de responderle.—Vivos, pero bastante lastimados. Los que están mejor dice que sabotearon todo.—Y eso no es lo peor —siseó Hasan molesto—. ¡Estoy seguro de que fueron ellos los que mandaron a atacar la caravana donde íbamos, Karim! ¿¡Tienes idea de lo que pudo haber pasado!? ¡Maldición! ¡Giulia estaba conmigo! ¿¡Tienes idea de lo asustada que estaba?!Karim frunció el ceño y carraspeó.—¡Ejem…! ¿Giulia? ¿Mi hermana?—¡Sí, Kari
No había palabras, solo una certeza insoportable de que todo lo que había estado tratando de evitar hasta ese momento, absolutamente todo, estaba a punto de suceder.Una guerra. Ni siquiera su padre, a quién él consideraba un tirano, había puesto a su país al borde de algo tan terrible como una guerra.Ni siquiera se inmutó cuando Yusuf Al-Amir salió de su oficina, y su regreso al palacio fue tan silencioso que Karim llegó al punto de la desesperación y la impaciencia.—¡No puedes hacer esto! —sentenció cerrando la puerta del despacho real mientras Hasan se dejaba caer en uno de los divanes con la cabeza entre las manos—. ¡Esto es solo una absurda maniobra política para conseguir tu poder, lo sabes muy bien! ¡No puedes darle ese gusto, Hasan! ¡No puedes permitir que gente que te atacó venga a chantajearte y simplemente tomen lo que quieren de ti!—Tiene rehenes —murmuró el rey y Karim abrió mucho los ojos mientras su corazón se aceleraba.—¿Qué…? ¿De qué hablas? —espetó nervioso.—De
Hasan frunció el ceño. Sabía que aquellas palabras habían salido de su boca en más de una ocasión, pero no recordaba en qué momento las había pronunciado delante de Giulia.Ni siquiera pudo evitar que aquellas lágrimas rodaron por sus mejillas, porque no quería imaginar que la estaba lastimando, pero en el fondo sabía que aquella cosa extraña y dulce que habían tenido en las últimas semanas no podía simplemente olvidarse sin lastimar a nadie, no podía solo terminar como un imposible sin que a ninguno de los dos le doliera.—¡Lo siento tanto! ¡Lo siento, Giulia, lo siento! —susurró con el corazón destrozado porque entendía muy bien el largo camino que a partir de ese momento tenía por delante—. Pero tengo que hacer esto.—Lo sé —replicó ella—. Y sé que tendrás que hacerlo tres veces más. Sé que la ley que para otros es opcional, para ti es obligatoria. Siempre lo he sabido.—¿Entonces por qué...?¿Por qué había accedido a estar con él? ¿Por qué simplemente no lo había rechazado? ¿Por q