—Sabes que no puedo quedarme de brazos cruzados, ¡es mi hijo! —exclamó Alan con desesperación—. ¡No entiendo cómo se le ocurrió ir a Bulgaria a meterse en la boca del lobo!El primer instinto de grey fue llevar una mano a su vientre y sostenerlo con fuerza, y agradeció que su hermana estuviera demasiado concentrada en escuchar la conversación y no mirarla.—Bueno, hermano, hay algo en lo que te estás equivocando —sonrió Kainn—. Michael no fue a meterse en la boca del lobo, Michael ES el lobo.Pero mientras Kainn intentaban calmar a Alan, Faith tocaba el hombro de su hermana en una clara señal de que era hora de irse. Se despegaron de la puerta trasera del despacho donde habían estado escuchando toda la conversación, y se apresuraron a alejarse por uno de los corredores hasta estar tranquilas y alejadas en una de sus habitaciones.—¡No puedo creer que no me haya dicho que se iba! —gruñó Grace con impotencia porque sólo podía imaginar escenarios terribles.Mitch le había jurado que no v
Les llevaba demasiadas horas de ventaja, Grace lo sabía. Cuando se trataba de alguien con la resolución de Mitch cualquier tiempo, así fueran minutos, eran demasiados porque sabía que Mitch no perdería ni uno antes de ir a hacer lo que tenía que hacer.Y no se equivocaba.Apenas el avión aterrizó en Bulgaria, Mitch miró aquel teléfono con todas las llamadas perdidas de Grace y supo que ella ya sabía lo que estaba pasando, así que tenía que resolver todo lo más pronto posible antes de que se le ocurriera seguirlo, porque estaba convencido de que aquello sería un baño de sangre.—Pero muchacho… ¿Qué es lo que está pasando? —le preguntó Stefan cuando se dio cuenta de que la mayoría de los hombres del clan se estaban movilizando.—Tengo un lugar al que ir y no puedo hacerlo solo —replicó Mitch mientras por primera vez en tres años él mismo abría la puerta blindada de aquel sótano donde había mandado a guardar todas las armas.—¡No puedes hacer esto, Michael! ¡No puedes empezar una guerra
Mitch quería creer que todo aquello era algún tipo de artilugio de su hermano para destruirlo de alguna manera, incluso había admitido que esa era la razón por la que se había acercado a Jana. Pero en aquel momento, al menos en aquel instante, no tenía frente a él a un secuestrador.O tenía a un sociópata que se merecía un Óscar por su actuación, o tenía a un hombre que estaba aun más desesperado que él, porque para Kristoff saber que Jana estaba amarrada a una silla en algún lugar, significaba que la tenía alguien que quería lastimarla incluso más de lo que él lo había hecho.—¡Creí que se había ido! —volvió a exclamar y Mitch vio como sus ojos se llenaban de lágrimas—. ¡No tienes idea de la bestia que soy, y no tienes idea de lo que le he hecho en los últimos meses, me merezco que pongas la maldit@ pistola en mi cabeza y aprietas el gatillo y ni siquiera mires atrás cuando te largues! ¡Pero te juro por todo lo que no he sido en mi vida que yo no la tengo, que no está conmigo…! —Las
La sala de reuniones de la catedral era más fría de lo que Mitch había esperado. Enormes ventanales acristalados, la luz opaca de las velas, y una larga mesa en la que ya estaban sentadas ocho personas: Los otros clanes que habían logrado sobrevivir a la invasión de Kristoff. Se notaba que lo odiaba, pero mayor aún era la sorpresa de verlo llegar junto a su medio hermano, al que le había declarado la guerra desde hacía años.Fue extraño verlos presentarse del mismo lado, justo con todos sus hombres detrás, y el nerviosismo llenó aquella habitación.No habían pasado ni diez minutos cuando Nhora Vantchev entraba también, y su gesto pasaba a ser feroz al ver que Michael Dragonov seguía vivo.Los hermanos habían tenido poco tiempo para trazar un plan pero se notaba que cada uno tenía la imaginación más perversa que el otro, porque bastó que se miraran para que pusieran sus ideas en marcha.—¿Qué diablos significa esto? —espetó Nhora con rabia—. ¡Para lo único que has servido en tu vida
Podía parecer una locura que alguien fuera capaz de hacerle eso a su propia madre, pero la realidad era que esa era la misma mujer que acababa de ordenarle a Kristoff que matara a su medio hermano.Esa no era la clase de mafia que habían construido las grandes organizaciones.Y esa no era el tipo de familia en el que ninguno de ellos había crecido, porque no había nada más cierto que lo más importante para cada una de las personas que estaban en aquella sala, excepto para Nhora y Kristoff, era la familia.—Dime dónde está y yo me aseguraré de que tu sufrimiento sea poco —siseó Kristoff y Nhora lo miró con odio, con uno que se había encargado de ocultar muy bien desde que era un niño.A la gente no le gustaba ver las cosas en verdad como eran, pero lo cierto era que Nhora había crecido en un mundo de hombres, usada como una moneda de cambio, y había querido a Kristoff única y exclusivamente por el poder que representaba tenerlo, el mismo que había sentido amenazado por el simple hecho
Mitch sintió que su corazón palpitaba furiosamente cuando se dio cuenta de que había un auto frente a aquella casa, y pudo reconocer perfectamente el coche en el que se había subido su medio hermano.Todos se apresuraron a bajar y Mitch se giró hacia Grace.—No salgas de aquí, muñequita.—Pero Mitch…—No sé lo que nos vamos a encontrar ahí adentro y no quiero que lo veas ¿me entiendes? Quédate aquí, por favor —le suplicó dándole un beso rápido y tanto él como sus hombres corrieron hacia el interior de aquella casa.No se escuchaba ni un solo murmullo, todo estaba tan silencioso que a Mitch se le aceleró la sangre en las venas esperando lo peor.Revisaron la casa apresurados y finalmente alguien gritó desde la escalera del sótano.Michael ni siquiera podía recordar cómo llegó hasta allá, cómo bajó aquellos peldaños, o lo que sintió en el mismo momento en que vio a su hermana tirada en el suelo de aquel lugar.La escena era simplemente aterradora. Lo mismo ella que Kristoff yacían en aq
Mitch sintió que el corazón le latía con fuerza, y se tocó instintivamente el cinturón, pero después de encontrar a Jana, no cargaba ya ningún arma encima.—Lazar —Lo reconoció.—Así es. Lazar Vantchev… Lo único que queda de un clan que murió esta noche junto con mi nieto.—Eso no fue mi culpa y mucho menos su culpa —murmuró Mitch señalando a Grace mientras daba un paso tentativo en su dirección.—Eso ya no importa —aseguró Lazar con un suspiro—. En el clan Vrabche no tenemos por norma dejar afrentas hechas a nuestro paso. No puedo llegar a ti, pero no me iré sin vengar a mi familia…—¡Espera! —le gritó Mitch viendo la resolución retratada en su rostro—. ¡No lo hagas, por favor, no lo hagas! ¡Todo es culpa mía así que dispárame a mí! ¡Toma esa pistola y ponla en mi cabeza!Grace lloraba desconsoladamente y su cuerpo temblaba como jamás lo había hecho antes.—Mitch no...—¡Dispárame a mí! —le gritó Mitch—. ¡Yo fui el que asesinó a Nhora, yo fui el que asesinó a Kristoff! ¡Dispárame a m
Estaba ahogándose.Mitch estaba ahogándose en un mar de dolor mientras las horas pasaban inexorablemente. Ni siquiera podía empezar a imaginarse una vida en la que Grace no estuviera. Era como si sus peores pesadillas, -incluso peores que el momento en que Sandor Dragonov había ordenado que tatuaran su cabeza cuando era solo un niño-, se reunieron todas para atormentarlo.La operación, por desgracia, fue larga y penosa tanto para Grace como para los cirujanos. Y afuera, en cierto momento, Mitch dejó de escuchar a la gente, dejó de hablar, dejó de percibir que el mundo seguía girando a su alrededor, y se sentó en aquellas sillas, simplemente esperando, rezando para que la pesadilla terminara y alguien saliera a decirle que todo era mentira.Seis horas demoraron en salir. Ya había amanecido hacía rato cuando por fin el médico que los había recibido al llegar se detuvo frente a ellos y Mitch caminó hacia él como un autómata.—Dígame que está viva —fue su única pregunta y el médico puso u