Grace tenía los ojos bien abiertos porque estaba muy consciente de que aquel sería uno de los momentos más peligrosos que atravesarían en su vida, sin embargo iban con una escolta de más de cuarenta hombres perfectamente armados, porque Mitch estaba en pro de la paz, pero tampoco era idiota como para dejarse matar sin pelear.La iglesia era imponente y una comitiva de seis curas y dos obispos los estaban esperando. Al parecer el reconocimiento de las mafias búlgaras era algo normal para ellos y también preferían hacer lo posible por llevar la fiesta en paz. Entraron y fueron dejando sus armas en las máquinas detectoras de metales. Solo un grupo de diez personas, encabezados por Mitch, Grace y Brima fueron conducidos hasta la sala principal, donde tuvieron que esperar un par de minutos hasta que llegaran Kristoff y sus hombres.En medio de la sala había una mesa con dos copas, una jarra de cristal labrado, y dos pequeños platos hermosamente decorados.Pocos minutos después vieron entr
La consternación en aquella sala era mayúscula. Nadie salvo Mitch y Grace tenían idea de lo que estaba pasando, y hasta el mismo Brima miraba espantado cómo los hombres de Kristofff intentaban moverlo sin ningún resultado. El líder del clan Vrabche estaba consciente, lúcido y despierto, pero también estaba completamente paralizado del cuello para abajo, a tal punto que si sus hombres querían llevárselo era probable que tuvieran que cargar incluso con la silla.Se volvieron furiosos hacia Mitch con ademán de atacarlo, pero los obispos intervinieron de inmediato.—¡No pueden pelear aquí, está prohibido!—¿¡Pero no vio lo que le hizo!? —gritó uno de ellos.—¡No pueden pelear aquí! ¡No está muriendo! ¡No les entregaremos sus armas así que mejor se calman! —gritó el clérigo que parecía tener más autoridad.Mitch se levantó de su asiento y caminó despacio hasta el otro lado de la mesa, apoyando el trasero con todo el descaro del mundo justo a un lado de su hermano.—Voy a dejártelo claro ah
Quién dijera que la paz no podía durar, era porque no conocía la resolución que había en el carácter de Michael Parker. Las siguientes dos semanas fueron un acto de silenciosa tregua, hasta que los que solían ser negocios de la familia Dragonov y del clan Drakon, comenzaron a fluir de nuevo pero en manos muy diferentes, las manos de un inglés con el que definitivamente ni siquiera Kristoff Dragonov se atrevía a meterse, porque le llevaba toda una vida de experiencia de ventaja y más crueldad solapada de la que cualquiera podría imaginar.—¡Ruben Easton no es alguien a quien podamos desafiar ahora mismo, Kristoff! —lo reconvino Nhora cuando vio a su hijo lanzar cosas por toda la habitación fuera de sí—. Su hijo Óscar dirige ahora el clan Santamarina, y es aún más peligroso que su padre, así que considera esos negocios perdidos. ¡De esto deberías aprender que hay negociaciones que deben aceptarse a tiempo!—¿Aceptarla? ¿En serio? —rugió Kristoff—. ¿No eres tú la que se ha pasado toda l
Kristoff frunció el ceño ante aquella afirmación, porque no entendía absolutamente nada pero estaba seguro de que Michael no decía nada en vano.“De qué diablos estás hablando?”, gruñó al teléfono y Michael respiró profundo antes de responder.—Que conste que te lo advertí, hermanito. No importa dónde yo esté, te advertí que iba a alcanzarte en el mayor silencio y que las consecuencias serían peores si me atacabas. Así que aleja a tus hombres de mi maldit@ propiedad y mándalos a pagar el fuego que acaba de iniciarse en tu almacén de la calle Koroleva.Kristoff miró a la cámara con rabia y apretó el teléfono entre sus manos.“¡Tienes que ser muy idiota para amenazarme así…! ¿De verdad piensas que te voy a creer, que voy a caer en tu juego?”—Bueno, tómate un minuto para preguntarle a tu gente para que sepas que digo la verdad. Tú pregunta con calma que yo aquí te espero —sonrió Mitch y vio por las cámaras cómo Kristoff se giraba hacia su lugarteniente y empezaba a dar órdenes.Efectiv
Ningún médico tenía que decírselo para que fueran conscientes del hecho. Aquel sería el último año de Brima Dragonov y parecía que el ambiente se cargaba alrededor. Desde que Michael había asumido el control del clan, las cosas habían cambiado mucho y para bien, pero jamás se podía tener contento a todos, así que era de esperarse que la muerte del que había sido el patriarca por más de cinco décadas causara revuelo.—¿Quieres decirme lo que estás pensando? —preguntó Grace mientras salían de aquel restaurante.—Nada de lo que tengas que preocuparte, muñequita —dijo Mitch tratando de sonar apacible.—¿Estás seguro?Mitch asintió mientras le abría la puerta del auto, subió a su lado y comenzaron el viaje de regreso a la oficina.—Me encanta la parte en la que después de dos años todavía crees que puedes esconderme tus pensamientos —murmuró Grace mirando por el espejo retrovisor de su lado y achicó los ojos.Mitch suspiró antes de responderle:—Hablé con Stefan esta mañana, me dijo que Br
El protocolo fue más sencillo de lo que esperaban. Una pelea a gritos en medio de la oficina de Mitch, un portazo, y Grace recogiendo todas sus cosas para largarse del departamento que compartían desde hacía más de dos años. Por supuesto que en el trabajo nadie se atrevió a preguntarle a Mitch qué era lo que había sucedido entre ellos, pero todos sabían que se habían separado.Con la familia no fue muy diferente, y como ninguno de los dos acostumbraba a dar demasiadas explicaciones, Alan se limitó a preguntarle:—¿La cagaste?A lo que él respondió:—No.Y Kainn le preguntó a Grace:—¿Tengo que matarlo?Para obtener una simple respuesta:—Todavía no.Así que el resto de la familia tuvo buen cuidado de no echar sal en la herida y los dejaron tranquilos. Grace sabía que estaría a salvo en casa de su padre y eso le daba la libertad suficiente como para poder tener todos los ojos sobre Mitch y averiguar qué era realmente lo que estaba pasando.Él, por su parte, emprendió en completo silenc
Mitch miró fijamente a Stefan desde el otro lado de la habitación, la iglesia se había quedado completamente en silencio después de aquella escena y parecía que el Patriarca Neófito no sabía cómo continuar con la misa.Todos intentaban ocultar su molestia y su preocupación, pero Mitch se daba cuenta de que estaba ahí. A nadie se le había ocurrido que Kristoff llegara a atreverse a tanto.Finalmente, tras un largo e incómodo silencio, la misa continuó. Después de un breve discurso, terminaron con una oración por el alma de Brima y luego todos se levantaron para comenzar su marcha hacia el cementerio.Mitch caminó en silencio detrás de Stefan, mientras escuchaba los murmullos de las mujeres que se habían asustado cuando todas aquellas armas se habían desenfundado en la iglesia.El entierro ocurrió en medio de una tarde fría y un poco lluviosa, y si en aquella iglesia las cosas se hubieran puesto solo un poco más violentas, no habrían tenido nada que envidiarle a cualquier película de Ta
La mirada de Mitch se detuvo en aquel sobre durante un largo instante. Un mensajero lo había traído en la mañana y a él le había bastado un vistazo al nombre del remitente para saber que nada bueno podía venir de su medio hermano. Lo dejó a un costado de su escritorio, sin decidirse a tirarlo, porque un extraño presentimiento, de esos que le erizaban la piel de la nuca, no lo dejaba hacerlo.Finalmente, tras varios momentos de vacilación, Mitch decidió abrirlo. Echó sin ningún cuidado el contenido del sobre encima de la mesa, y durante un segundo sintió las náuseas enviando aquel regusto de vómito a su garganta, antes de inclinarse sobre la papelera más cercana y devolver íntegramente el contenido de su estómago.Bastó solo un instante para que cada gota de autocontrol en su cerebro estallara, para que aquel mal temperamento que había tenido apaciguado por años se descontrolara por completo y solo barrió todo el contenido del sobre hacia un cajón del escritorio, cerrándolo con violenc