Las armas se levantaron en aquel momento de ambas partes, pero a Kris no le importaba nada de eso. Sus ojos estaban concentrados en aquellas coordenadas que tenía Mitch en las manos y que él no lograba ver. Pero hizo un gesto para que sus hombres bajaran las armas y luego se dirigió hacia sus autos sin decir otra palabra.Sabía muy bien que no iban a demorar ni un solo instante en ir a buscar a Jana, así que le ordenó a Chenko regresar a la mansión mientras él seguía de cerca a su hermano. Podía pelear con él por la ubicación de Jana, pero le había prometido a la muchacha que no lo lastimaría de ninguna manera.Muy pronto tomaron una carretera hacia las afueras de la ciudad y a Kris no le fue difícil identificar la propiedad segura del clan Vrabche a la que se dirigían.Conocía muy bien cada uno de los atajos que lo llevarían hasta la primera casa que había comprado su abuelo; así que su auto derrapó sobre tierra suave y se internó por atajos en un bosque de altos pinos. Aceleró a fon
Tres semanas después.Jana había regresado a Inglaterra con la familia, pero por más que le habían insistido, había preferido quedarse en una pequeña casa de renta en una de las zonas rurales cercanas a Londres. Necesitaba tranquilidad, necesitaba pensar, y sobre todo necesitaba soledad para procesar aquel dolor y todo lo que vendría más adelante.Ni siquiera era capaz de expresar exactamente lo que sentía, solo esa ausencia demasiado grande, y ese miedo demasiado atroz.Las cosas en Bulgaria no habían quedado en la mejor posición. Con la muerte el patriarca Lazar, de Nhora y de Kris, el clan Vrabche se quedaba a la deriva, a riesgo de que los señores del resto de las familias se pelearan por su dirección. Jana sabía lo que un heredero del apellido Dragonov o Vrabche podía representar, y no estaba dispuesta permitir que su hijo quedara en medio es una guerra, no cuando había experimentado de primera mano lo que ese tipo de guerra le había hecho su padre.Así que tres semanas después
UN MES DESPUÉSKris abrió los ojos. Los abrió despacio en aquella habitación llena de luz, y todo lo que escuchó de fondo fueron gritos de voces conocidas, y los pasos incesantes de los médicos.Veinticuatro horas después todavía estaba aturdido y adolorido, aunque ya le habían sacado todos aquellos tubos de la boca y un doctor había asegurado que estaría bien.El dolor que sentía en el cuerpo ya no era punzante, pero sí era seco y extenso, como si una parte de él se hubiera convertido en piedra sólida y estuviera tratando de romperla cada vez que se movía.El mundo seguía siendo un lugar demasiado oscuro a pesar de toda la luz que entraba por la ventana, hasta que ya no pudo seguir evadiendo la realidad a su alrededor.—¿Dónde estamos? —preguntó y Chenko se apresuró a acercarse a su cama.—Estamos en una clínica en Suiza. Ha pasado un tiempo —murmuró el hombre con un tono de tristeza y Kris apretó los labios intentando que los ojos no se le llenaran de lágrimas.—¿Cuánto tiempo?—Cas
—¡Muchacho, por fin estás bien! ¡No puedo creerlo! —exclamó Stefan acercándose a su cama y en lugar de responder con la agresividad que realmente sentía, Kris recordó muy bien que una de las mejores cosas que le había enseñado su madre era a tragarse cada uno de sus sentimientos y mentir.—El que no puede creerlo soy yo —respondió estrechando con fuerza la mano de Stefan, y sacrificándose por la situación incluso se dejó abrazar y palmear la espalda—. Chenko me dijo que tú me salvaste, y honestamente no lo entiendo... No entiendo por qué hiciste algo así.—Porque eres un Dragonov, muchacho, sigues siendo el nieto de Brima y de Lazar, y aunque tuviste muchos desacuerdos con tu abuelo… la realidad es que sigues siendo el heredero de los dos clanes más fuertes de Bulgaria; Dios me castigaría si no te hubiera ayudado, y tu abuelo se habría retorcido en su tumba sabiendo que te deje morir después de lo que te hicieron.Kris pasó saliva y mil pensamientos se cruzaron en su cabeza después de
Mitch se quedó petrificado en la puerta de la oficina, pero sabía que a menos que quisiera una desagradable escena frente a todos sus empleados, lo único que podía hacer era entrar, cerrar la puerta y pasarle el seguro. —¡Estás vivo…! —murmuró con una expresión de incredulidad—. ¿Cómo es que estás vivo…? —Porque Jana no me quiso matar —respondió Kris con naturalidad—. Porque créeme, si hubiera querido yo estaría bien muerto. Por la mente de Mitch pasaron en un segundo aquellas palabras de su hermana: “Juraba que había apuntado bien... Pero no estaba tratando de matarlo...” Entonces era cierto. —Pero Stefan me dijo que habías muerto —murmuró Mitch contrariado. —¡Ah, Stefan, mi traidor favorito! —exclamó Kris—. Creo que yo sentado aquí soy literalmente la prueba viviente de que Stefan te mintió. Mitch apretó los puños con una mueca mientras negaba. —¡Eso no puede ser…! ¿Por qué iba a…? —pero por más que no quisiera creerlo, ya Mitch había estado sospechando desde hacía tiempo que
La tensión podía cortarse en el ambiente, porque cuando Kristoff Dragonov hacía una afirmación como aquella, era porque algo muy jodido estaba a punto de pasar.—¡¿Qué diablos pasa contigo?! —gruñó Mitch acercándose a él y mirándolo a los ojos.—Justo lo que acabo de decirte, ya no me voy a esconder más, y no voy a pelear contigo, así que vine a decirte justo lo que voy a hacer, y si quieres impedírmelo… bueno, para eso te traje la pistola —sentenció su hermano y Mitch no dudó ni un solo segundo en alcanzarla y ponérsela contra el pecho.—¡Por Dios dime que no viniste a hacer la estupidez de decirme que vas a buscar a mi hermana! —rugió Mitch.—Pues eso es exactamente lo que vine a decirte —replicó Kris encogiéndose de hombros.—¡Tú tienes que estar como una puta cabra! ¡¿De verdad crees que voy a dejar que te acerques a ella después de todo lo que le hiciste?! —gruñó entre dientes—. ¡De verdad prefiero matarte!—¿Nadie te lo ha dicho? Jana puede hacer eso bastante bien ella solita si
DOS SEMANAS DESPUÉSJana salió a la pequeña terraza y respiró profundamente el aire fresco de la tarde. Se sentía aturdida y abrumada, pero la verdad era que le echaba la culpa a las siestas y el embarazo. Tenía una excelente ginecóloga que le aseguraba en cada consulta que todo estaba bien, pero Jana sabía que en el fondo todo aquel cansancio solo era culpa y melancolía.Se había obligado a ser fuerte por su hijo, y porque no olvidaba lo que le había prometido a Kris: que cuando él no estuviera sería una mujer capaz de sobrevivir... sin embargo era imposible que dejara de pensar en todo lo que había pasado.Nhora le había dicho que si Kris entraba por aquella puerta era porque había matado a su hermano, pero luego Mitch había llegado sano y salvo. También le había dicho que Kris no quería a su hijo... le había mostrado aquella grabación, la misma que probablemente estaba entre los archivos de aquel celular que no se había atrevido a tocar en meses y que descansaba en el fondo de su c
“¿Estás segura de que quieres hacer esto?”, se preguntó y luego se encogió de hombros antes de responderse: “Sí, muy segura”.Se bajó del jeep con mucho cuidado y puso aquel ladrillo sobre el acelerador, mordiéndose los labios con mucha concentración mientras apuntaba bien el auto hacia aquel poste de luz donde estaba el transformador principal que lanzaba corriente hacia la hacienda de su vecino.El coche a toda velocidad no se desvió y no solo tumbó el poste, sino que arrancó cableado y el transformador explotó sonoramente echando chispas por todos lados hasta que se hizo un silencio absoluto en los cables de tensión.—¡Ay dios! ¡Tengo que apurarme! —murmuró para sí misma mientras sacaba el coche de allí y lo escondía cerca.Luego azuzó estratégicamente a sus tres lindas vacas nuevas para que pastaran alrededor del poste y se largó de allí en el mayor sigilo.Pasó la mañana, pasó la tarde, y apenas se estaba despertando de su siesta de antojos cuando la señora Clara tocó a la puerta