UN MES DESPUÉSKris abrió los ojos. Los abrió despacio en aquella habitación llena de luz, y todo lo que escuchó de fondo fueron gritos de voces conocidas, y los pasos incesantes de los médicos.Veinticuatro horas después todavía estaba aturdido y adolorido, aunque ya le habían sacado todos aquellos tubos de la boca y un doctor había asegurado que estaría bien.El dolor que sentía en el cuerpo ya no era punzante, pero sí era seco y extenso, como si una parte de él se hubiera convertido en piedra sólida y estuviera tratando de romperla cada vez que se movía.El mundo seguía siendo un lugar demasiado oscuro a pesar de toda la luz que entraba por la ventana, hasta que ya no pudo seguir evadiendo la realidad a su alrededor.—¿Dónde estamos? —preguntó y Chenko se apresuró a acercarse a su cama.—Estamos en una clínica en Suiza. Ha pasado un tiempo —murmuró el hombre con un tono de tristeza y Kris apretó los labios intentando que los ojos no se le llenaran de lágrimas.—¿Cuánto tiempo?—Cas
—¡Muchacho, por fin estás bien! ¡No puedo creerlo! —exclamó Stefan acercándose a su cama y en lugar de responder con la agresividad que realmente sentía, Kris recordó muy bien que una de las mejores cosas que le había enseñado su madre era a tragarse cada uno de sus sentimientos y mentir.—El que no puede creerlo soy yo —respondió estrechando con fuerza la mano de Stefan, y sacrificándose por la situación incluso se dejó abrazar y palmear la espalda—. Chenko me dijo que tú me salvaste, y honestamente no lo entiendo... No entiendo por qué hiciste algo así.—Porque eres un Dragonov, muchacho, sigues siendo el nieto de Brima y de Lazar, y aunque tuviste muchos desacuerdos con tu abuelo… la realidad es que sigues siendo el heredero de los dos clanes más fuertes de Bulgaria; Dios me castigaría si no te hubiera ayudado, y tu abuelo se habría retorcido en su tumba sabiendo que te deje morir después de lo que te hicieron.Kris pasó saliva y mil pensamientos se cruzaron en su cabeza después de
Mitch se quedó petrificado en la puerta de la oficina, pero sabía que a menos que quisiera una desagradable escena frente a todos sus empleados, lo único que podía hacer era entrar, cerrar la puerta y pasarle el seguro. —¡Estás vivo…! —murmuró con una expresión de incredulidad—. ¿Cómo es que estás vivo…? —Porque Jana no me quiso matar —respondió Kris con naturalidad—. Porque créeme, si hubiera querido yo estaría bien muerto. Por la mente de Mitch pasaron en un segundo aquellas palabras de su hermana: “Juraba que había apuntado bien... Pero no estaba tratando de matarlo...” Entonces era cierto. —Pero Stefan me dijo que habías muerto —murmuró Mitch contrariado. —¡Ah, Stefan, mi traidor favorito! —exclamó Kris—. Creo que yo sentado aquí soy literalmente la prueba viviente de que Stefan te mintió. Mitch apretó los puños con una mueca mientras negaba. —¡Eso no puede ser…! ¿Por qué iba a…? —pero por más que no quisiera creerlo, ya Mitch había estado sospechando desde hacía tiempo que
La tensión podía cortarse en el ambiente, porque cuando Kristoff Dragonov hacía una afirmación como aquella, era porque algo muy jodido estaba a punto de pasar.—¡¿Qué diablos pasa contigo?! —gruñó Mitch acercándose a él y mirándolo a los ojos.—Justo lo que acabo de decirte, ya no me voy a esconder más, y no voy a pelear contigo, así que vine a decirte justo lo que voy a hacer, y si quieres impedírmelo… bueno, para eso te traje la pistola —sentenció su hermano y Mitch no dudó ni un solo segundo en alcanzarla y ponérsela contra el pecho.—¡Por Dios dime que no viniste a hacer la estupidez de decirme que vas a buscar a mi hermana! —rugió Mitch.—Pues eso es exactamente lo que vine a decirte —replicó Kris encogiéndose de hombros.—¡Tú tienes que estar como una puta cabra! ¡¿De verdad crees que voy a dejar que te acerques a ella después de todo lo que le hiciste?! —gruñó entre dientes—. ¡De verdad prefiero matarte!—¿Nadie te lo ha dicho? Jana puede hacer eso bastante bien ella solita si
DOS SEMANAS DESPUÉSJana salió a la pequeña terraza y respiró profundamente el aire fresco de la tarde. Se sentía aturdida y abrumada, pero la verdad era que le echaba la culpa a las siestas y el embarazo. Tenía una excelente ginecóloga que le aseguraba en cada consulta que todo estaba bien, pero Jana sabía que en el fondo todo aquel cansancio solo era culpa y melancolía.Se había obligado a ser fuerte por su hijo, y porque no olvidaba lo que le había prometido a Kris: que cuando él no estuviera sería una mujer capaz de sobrevivir... sin embargo era imposible que dejara de pensar en todo lo que había pasado.Nhora le había dicho que si Kris entraba por aquella puerta era porque había matado a su hermano, pero luego Mitch había llegado sano y salvo. También le había dicho que Kris no quería a su hijo... le había mostrado aquella grabación, la misma que probablemente estaba entre los archivos de aquel celular que no se había atrevido a tocar en meses y que descansaba en el fondo de su c
“¿Estás segura de que quieres hacer esto?”, se preguntó y luego se encogió de hombros antes de responderse: “Sí, muy segura”.Se bajó del jeep con mucho cuidado y puso aquel ladrillo sobre el acelerador, mordiéndose los labios con mucha concentración mientras apuntaba bien el auto hacia aquel poste de luz donde estaba el transformador principal que lanzaba corriente hacia la hacienda de su vecino.El coche a toda velocidad no se desvió y no solo tumbó el poste, sino que arrancó cableado y el transformador explotó sonoramente echando chispas por todos lados hasta que se hizo un silencio absoluto en los cables de tensión.—¡Ay dios! ¡Tengo que apurarme! —murmuró para sí misma mientras sacaba el coche de allí y lo escondía cerca.Luego azuzó estratégicamente a sus tres lindas vacas nuevas para que pastaran alrededor del poste y se largó de allí en el mayor sigilo.Pasó la mañana, pasó la tarde, y apenas se estaba despertando de su siesta de antojos cuando la señora Clara tocó a la puerta
Había sido toda una odisea meterse en la casa nueva de Jana para poner aquellas cámaras, pero nadie podía decir que el recién estrenado señor Kris Hall no era un hombre de muchos recursos.Quizás lo más difícil para él había sido tener que esperar a que ella se marchara a la ciudad más cercana y no verse tentado a quedarse durmiendo en su cama, con la nariz enterrada en aquel olorcito de sus sábanas que tanto le gustaba…Pero al final había hecho justamente lo que había prometido: cuidarla, vigilarla, velar por ella sin que Jana lo supiera y Dios sabía que no había sido él el insistente. Por eso no había reclamado nada por el agua ni por ningún otro de los “desafortunados accidentes” que se había inventado.Era la primera en dos semanas que la veía sonreír con un poco de maldad y le encantaba. Aquel video suyo con las gallinas quedaría para la historia… aunque la mayor incertidumbre de Kris era si alguna vez serían capaces de continuar aquella historia.La verdad era que cortarle la l
—¡No me toques! —exclamó Jana tratando de alejarse de él, pero Kris estaba demasiado asustado como para quedarse quieto.Agarró el cañón de aquella arma con el mismo poco miedo de siempre y lo dirigió a su pecho mientras la miraba a los ojos.—Ya sabes dónde disparar, hazlo ahora o siéntate tranquila porque no quiero que ni tú ni nuestro bebé se lastimen —le dijo en voz baja y ella dejó escapar un gruñido de impotencia mientras retrocedía hacia la pequeña camita que había en el lugar y se sentaba, intentando encajar aquella molestia—. ¡Dime dónde te duele, amor…! O mejor no, ¡vámonos al hospital ahora mismo…!—¡Cállate de una maldit@ vez, Kris! —murmuró ella dejando el arma a un lado y secándose las lágrimas.Se sentía tan mal que apenas podía procesarlo, pero aquella punzada en su vientre era su hijo moviéndose y ella sabía que a veces pateaba en lugares que dolían.—Jana no quiero que les pase nada…—Nada va a pasarnos, solo se está moviendo —murmuró la muchacha y Kris se arrodilló