“La señora del clan”Nhora quería que la tierra se abriera bajo los pies de Jana y se la tragara. ¡Maldit@ desgraciada! ¿Cómo se atrevía a aceptar aquel título? ¡Uno que solo le correspondía a ella!Se levantó del suelo como pudo y la mirada furiosa de Jana fue advertencia más que suficiente. Quizás no pudiera expresarse bien, pero Dios sabía que Kris la había enseñado perfectamente cómo golpear, y al menos entre la gente en la que estaba, golpear también era una forma muy efectiva de expresión.—¡Fuera! —Y ni siquiera tuvo tiempo de sentirse aliviada porque finalmente parecía que las palabras que necesitaba estaban llegando a su boca—. ¡Fuera! —rugió y Chenko le hizo una señal a sus hombres para que los invitaran a ella y a la media docena de matones que la seguían a alargarse de aquel hospital.Jana respiró pesadamente mientras guardaba la pistola y trataba de encajar lo que acababa de hacer. ¡Había sido ella! ¡La culpable de todo era aquella mujer! Y cada vez que descubría algo así
Kris sintió que se ahogaba mientras preguntaba por ella una y otra vez. ¿Si no había ido al hospital y no estaba esperándolo en casa, entonces dónde...?“Dios no me hagas esto”, suplicó mentalmente mientras sus ojos se humedecían porque sabía que no podría soportar que ella lo hubiera abandonado, aún cuando tenía todo el derecho a hacerlo.Sin embargo, el ama de llaves le hizo un gesto para que hiciera silencio y lo siguiera, guiándolo hasta una habitación que ya conocía muy bien. A Kris le volvió el alma al cuerpo cuando la vio allí, acurrucada entre todos los edredones y rendida de sueño.—No ha dormido bien en estos días por estar cuidándolo en el hospital —le dijo Genevive—. Solo hizo falta que le diera un poquito de té y cayó rendida.A él se le encogió el corazón al verla así. Estaba acostumbrado a ocuparse de sí mismo. Estaba acostumbrado a ser quien se encargara de los demás, pero darse cuenta de todo lo que ella era capaz de hacer por él lo hacía sentir aún peor por la forma
Estaba aterrada. No había otra forma de decirlo. Tirar de la manija de aquella puerta y sentir que no podía abrirla era como volver a desatar los peores demonios. Otra vez encerrada, otra vez sin libertad para hacer lo que quería, otra vez la ansiedad, y el miedo y la impotencia de no ser dueña de su destino.Golpeó desesperadamente la puerta y el grito que salió de su boca hizo eco en toda la habitación.—¡Kris! ¡Kris! ¡Kriiiiiiiiis...!Su pecho subía y bajaba con violencia, su respiración era entrecortada y las lágrimas inundaban sus ojos; y por alguna razón que no fue capaz de comprender, cuando aquella puerta se abrió y Kris se asomó a ella, la primera reacción de Jana fue echarse a sus brazos.Sintió ese abrazo poderoso y en aquel momento a Kris le importó muy poco el dolor que todavía sentía. Le llenó la cara de besos y le estrechó con fuerza, susurrando en su oído.—Calma, calma, todo está bien... Lo siento por cerrar la puerta.La muchacha se separó solo un poco para mirarlo y
Era un beso tórrido, desesperado, imposible de evitar. Jana sintió el calor del aliento de Kris desprendiéndose de su boca y bajando por su cuello mientras tiraba de su camisa para presionarlo más cerca de su cuerpo.Él estaba en el cielo, uno que ni siquiera había imaginado hasta que sintió las manos de Jana vagando debajo de su camisa y bajando hasta la bragueta de su pantalón.—Amor... ¿estás segura de esto? —preguntó nervioso y la verdad era que Jana no estaba segura de nada, solo que en su interior había aquella necesidad mezclada con miedo que ya no se le salía de la piel.De su boca solo salió un gemido bajo y Kris la devoró como si fuera un hombre hambriento.Su toque fue suave, pero su intensidad envió un escalofrío a través de su cuerpo e hizo que su corazón diera un vuelco.La lengua de Kris la exploraba, disparando todos sus instintos con un deseo que la hizo jadear de placer. Sus manos se movieron lentamente sobre su cuerpo, acariciándola con una intensidad delicada que h
DOS MESES DESPUÉSEra extraña la forma en que el tiempo pasaba, como si no existiera, como si nada fuera realmente importante más que estar allí.El invierno se hacía insoportablemente crudo, pero Kris lo compensaba con aquellos brazos que de alguna manera siempre lograban estar a su alrededor.Para Jana hablar cada vez era menos difícil, Kris le traía un terapeuta a casa y en la noche se arrebujaban delante de cualquiera de las chimeneas y solo se quedaban allí juntos, mientras Jana sucumbía a aquel cansancio que cada vez era mayor.No habían sabido nada de Nhora en dos meses. Era como si la tierra se la hubiera tragado, pero Kris estaba alerta en todo momento, porque sabía que el odio de su madre no terminaría con tanta facilidad.Las cosas con Jana mejoraban poco a poco, aunque realmente ninguno de los dos entendía completamente lo que sucedía entre ellos y jamás hablaban de lo que había pasado al llegar a Bulgaria.Él mantenía sus reuniones del clan fuera de la mansión y la verdad
El aire frío de la mañana hacía que Jana sintiera pequeñas punzadas en su piel, pero el dolor real venía de otro lado, venía de saber que una vez más habían caído en una trampa terrible; y posiblemente Kris no pudiera darse cuenta de todo aquello hasta que ya fuera demasiado tarde.Aun así, en aquel instante, era incapaz de moverse. La supuesta nueva cocinera de la casa la había encañonado sin siquiera darle tiempo a comprender lo que estaba pasando.Su única opción había sido subirse a aquella camioneta mientras la mujer se acomodaba en el asiento trasero, y conducir fuera de la mansión. Ni siquiera sabía a dónde iban porque no conocía nada alrededor, pero atravesaron toda la ciudad y fueron por una estrecha carretera del otro lado.Jana contuvo el aliento al ver la soledad alrededor, y después de atravesar aquel bosque de pinos, llegaron a una pequeña casa abandonada. Ni siquiera necesitaba preguntar de quién demonios era, porque la misma mujer estaba en la puerta, esperándolas.—Nh
Era más que evidente, Kris estaba atravesando por el peor momento de su vida y ni siquiera aquel maldito inhalador podías sacarlo de la crisis.Sentía que no podía respirar, sentía que el mundo se le estaba cayendo encima y no le importaba que beber como un condenado solo lo pusiera peor de su enfermedad.Ella se había ido. Jana se había ido, lo había dejado. La única persona que había creído que lo amaría incondicionalmente, exactamente como él la amaba, lo había dejado también.Pero ¿por tenía que creer que ella era diferente? ¿Por qué tenía que creer que una buena persona como ella tenía que quedarse con alguien como él? Eso solo pasaba en los malditos cuentos de hadas, y aun así las princesas rara vez se quedaban con los ogros.—Llevo mucho tiempo esperando el momento en que pudiera verte —murmuró Nhora y Kris se dio la vuelta para mirarla con rabia—. Aunque debo reconocerlo, no esperaba que tu casa no tuviera nada de seguridad. ¿Esta es la forma en que yo te crie? ¿Qué demonios e
El tiempo era pesado y agotador para él. Las botellas se sucedían hasta que el bar estuvo casi vacío y solo entonces se dirigió a otro ser humano, únicamente para decirle a Chenko que fuera a comprar más alcohol.Era un desastre, era un completo desastre y había hecho que todos en la casa se marcharan porque allí ya no había nada que proteger. Si Jana no estaba, entonces nada le importaba. Escuchó el estruendo fuera de la casa, y ni siquiera se movió. No le importaba si habían tirado la reja o una granada de mano, simplemente no se movió.—¡¿Dónde está el maldito dueño de la casa?! —rugió su hermano atravesando la puerta principal de la mansión y la pobre Genevive, que era la única otra persona que quedaba, señaló al final del pasillo con un dedo tembloroso.—El señor Kri… Kristoff está en el de… despacho —susurró aterrada y Mitch siguió de largo mientras la mujer desaparecía en las sombras de la propiedad.Pateó aquella puerta y desenfundó la pistola, listo para hacerle siete agujer