Por un segundo, un solo segundo, todo el vademécum de amargas experiencias de Alan Parker explotaron en su cabeza.¿Para qué quería Mar más dinero? ¿Estaba pensando en romper el acuerdo que habían hecho?—Te estoy haciendo una pregunta, Mar —insistió—. ¡Te dije que me haría cargo de las medicinas de tu hijo! ¡¿Por qué vendiste tu cabello?!—¡Porque las medicinas no son la única responsabilidad que tengo, doctor! —exclamó ella nerviosa y miró de nuevo alrededor porque no conseguía llamarlo por su nombre, y se suponía que en pareja debían tratarse con familiaridad—. Cuando Preston me negó el adelanto, usé el dinero de la renta para pagar el tratamiento de un mes y la casera iba a echarme. ¡No puedo tener a mi hijo en la calle y... esto fue lo que apareció! Así que tomé la oportunidad.—Ah—murmuró Alan retrocediendo.De repente se le hizo demasiado obvio que la situación de Mar era mucho más difícil de lo que él pensaba. Posiblemente estaría lidiando sola con un montón de problemas finan
Mar puso las dos manos a escasos centímetros frente al pecho de Alan, haciéndolo detenerse en su camino hacia la puerta del subdirector.—¡Alan, espera! —le pidió con ansiedad—. No puedes hacer esto...—¿¡Ah no!? ¿Y Preston sí puede agredirte? —siseó él.—¡No, claro que no! Pero yo puedo defenderme sola. Soy capaz de gritar más fuerte de lo que parece —sentenció.Alan se quedó observándola por un segundo, sin conseguir descifrarla. Era evidente que se sentía mal, entonces ¿por qué no quería que la defendiera?—¿Qué fue lo que pasó? —gruñó molesto porque ni siquiera se había detenido a preguntar, no le importaba. En ese momento era un toro de lidia que solo veía la amenaza y la amenaza era Preston—. ¿Por qué te agredió?—Porque piensa que soy tu espía —respondió Mar con calma.—¡¿Cómo?!—Preston cree que entré aquí como tu espía. Cree que quieres hacer lo mismo que hacen otros directores, que al llegar a un puesto cambian la administración completa y se traen a sus propios equipos. Pie
Mar estaba en su escritorio, mirando la pantalla con expresión abstraída, cuando la asistente del subdirector entró apurada.—¡Mar! ¡Mar! —la llamó la mujer mientras se acercaba.Ella levantó la cabeza y la miró con preocupación.—¿Qué pasa, Olivia? —preguntó.—El subdirector quiere verte ahora mismo. Está... feliz, eso me da mala espina. Y encima el Jefe de Pediatría llegó gritando así que será mejor que vayas.Mar se dio cuenta entonces de que probablemente le hubieran llevado ya los análisis y que en el despacho de Preston la estaría esperando un regaño, tres humillaciones y siete amenazas. Se levantó lentamente de su asiento y echó a andar con los labios apretados.Olivia la acompañó de vuelta y se veía tan nerviosa como ella.Mar trató de permanecer calmada pero ciertamente ni siquiera había imaginado con lo que iba a encontrarse.El doctor Harris estaba allí con cara de gravemente ofendido mientras que el subdirector parecía absurdamente feliz mientras le extendía una hoja.—Señ
Wayland tenía el ceño fruncido y estaba entre incrédulo y pensativo. ¿En qué momento y quién había despedido a su asistente? No sabía, pero lo cierto era que Alan Parker sonaba determinado.—¿Estás bromeando? —gruñó Harris—. ¿Quieres que pierda tiempo haciéndote el maldito examen...?—Tú estás muy seguro de ir y abrirle la cabeza a esa niña, ¿no? ¿No eres capaz de esperarte una hora más para asegurarte de no matarla? ¿O es tu ego el que no te lo permite? —replicó Alan.El jefe de Pediatría avanzó hacia él con rabia pero Wayland alargó su brazo entre los dos para detenerlo.—Estos conflictos no son buenos para el hospital, Alan, tú mejor que nadie deberías saberlo...—Estoy seguro de que son mejores que una demanda millonaria por negligencia médica, sobre todo cuando se está advirtiendo —sentenció Alan—. Usted mejor que nadie debería saberlo, director Wayland. ¿No es así?El director tomó una larga inspiración, no tenía una forma limpia de resolver aquello sin ofender a uno de los dos,
—¿Quiere repetir eso por favor, doct... Alan? —murmuró Mar como si le acabara de decir que se quitara la ropa sobre el escritorio.—Escucha, no pensé que fuéramos a llegar a esto pero es evidente que Wayland quiere asegurarse —suspiró Alan—. Si llegan a casa y no ven nada tuyo ni de Michael van a empezar a sospechar.Mar abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera a punto de soltar una excusa pero honestamente su cerebro no la acompañaba.—No creo que eso tenga algo que ver. No todas las parejas viven juntas antes de casarse...—¿Crees que alguien se trague ese cuento? —replicó Alan—. No somos novios virginales, ¿crees que viajaría de África hasta aquí por una mujer con la que no duermo?—Parece que usted mismo se está respondiendo —siseó ella.—¡Mar!—¡Tú! Perdón, tú. Tú mismo te estás respondiendo —murmuró Mar.—Mira sé que no es lo ideal, pero creo que somos adultos civilizados y podemos sacrificar un poco de privacidad de los dos para conseguir lo que queremos. ¿Verdad?
Alan se detuvo en el umbral de la puerta. Mar estaba parada en medio de la habitación, contoneándose de un pie a otro para ver si aquel movimiento calmaba a su hijo, que se aferraba a su pecho. Escuchó la tos del niño, y aquel jadeo bajo de cuando no podía respirar bien.Mar tenía los ojos hinchados y enrojecidos de tanto intentar contener las lágrimas pero finalmente algunas se le escapaban.—No entiendo qué pasa... le di su medicina...Alan se acercó a ella acariciando arriba y abajo la espaldita de Michael para ayudarlo con la tos.—El clima está cambiando y los niños con alergia lo sienten más. Dame un minuto enseguida vuelvo.Alan bajó a uno de los cuartos que usaba de depósito. Ahí guardaba muchas cosas que le enviaban de donación, pero por más que buscó no logró encontrar ningún nebulizador. Tomó las llaves del auto y así mismo se fue a la farmacia más cercana, y si la dependienta se asombró, se aseguró de solo venderle lo que pedía y ni chistar. Con ver a aquel monumento en pi
Mar tenía que reírse, no podía hacer otra cosa.El doctor Parker, que con tanta seriedad la había al conocerla, él que era tan severo y tan distinguido... ahora no quería dormir.—¡Oye, tú eres el adulto, pon el ejemplo! —exclamó Mar, pero solo obtuvo dos cabezas que se levantaron en su dirección y un par de pucheros casi idénticos.—¡Pero no quiero dormir...! —protestó Alan.—¡Pero ya son las diez!Alan casi rezongó como si tuviera la misma edad de Michael. Mientras ella organizaba la compra, él había despejado una habitación completa para armar las vías de tren, y estaban construyendo los pueblitos y las granjas. Tenían cientos de miniaturas y Alan iba armando las casitas mientras Michael colocaba los animales.—¿Puedes ir por el nebulizador, porfa? —le preguntó en voz baja y ella subió por el aparato y la medicina.—Oye campeón. Antes de seguir con los trenes, hay que conseguir un GI Joe que defienda el territorio, ¿de acuerdo?, pero yo ya soy muy grande así que te toca a ti —le di
—Por favor... no... no me toques...No lloraba, pero había un temblor en su voz que le revolvía el estómago a Alan. No necesitaba mucho más para darse cuenta de que algo le había pasado a Mar y su corazón tocó fondo solo de imaginar de qué podía ser aquella cicatriz.Médicos sin Fronteras lo había llevado a enfrentar miles de casos complejos y tristes, así que sabía reconocer muy bien los síntomas de agresión cuando los veía. Ayudarla de la forma tradicional no era una opción, así que levantó sus manos a la altura del pecho donde ella pudiera verlas.—Mar, mira mis manos —dijo moviendo sus dedos—. Están aquí, linda, mira mis manos, ¿ves? no te voy a tocar, ¿OK? Todo está bien. Mírame... eso... Vamos a respirar despacito y desde allá me vas a decir qué te duele ¿de acuerdo? ¿Sí?Le hablaba como si tuviera la edad de Michael, pero Alan tenía habilidad para calmar a cualquier niño asustado, con ella no podía ser diferente.—Solo quiero ayudarte, linda, pero necesito que me digas cómo te