Abigaíl sintió que la piel se le erizó, clavó sus ojos en los de su amigo, se aclaró la garganta.—Tú sabes bien que no soy mujer de escándalos, ese hombre insistió en que fuera a uno de sus eventos, puse muchos pretextos, y terminé aceptando, yo no imaginé que ese tipo se quería pasar de listo, lo lamento Piero, asumiré con mi sueldo las perdidas —murmuró. —Si no te conociera tantos años, te despediría sin contemplaciones, pero sé que no mientes, y también odio los abusivos, por eso cancelé el contrato con él —expresó con seriedad—, sin embargo, no quiero más conflictos Abigaíl, hemos trabajado duro para sacar la empresa adelante, no podemos arriesgarnos a perderla. —Si te refieres a la boda de Aitor, todo sigue en marcha, nada ha cambiado —expresó, bajó la vista, se aclaró la garganta. —¿Pasan la noche juntos, y la boda sigue? —indagó Piero.—No pasamos la noche juntos —mintió ella balbuceando. —¿Me crees pendejo Abigaíl? Todos comentan que él te rescató, salieron juntos de la f
Ambas la buscaron con los ojos y fue la propia Aby, quien, caminando con elegancia, se aproximó a ellas.La quijada de Kendra por poco fue a parar al piso de la impresión, Abigaíl con su gran belleza, captaba la atención de los invitados. Fresia abrió los labios, se quedó sin habla.«¡Eres una m@ldita, lo haces a propósito para llamar la atención de mi marido; pero no te saldrás con la tuya, hoy Aitor será solo mío» sentenció Kendra en la mente, apretando sus puños con firmeza.—Hola prima —saludó Aby dibujando en sus labios la sonrisa más hipócrita que podía mostrar. —Hola Abigaíl, que gusto verte en mi boda, pensé que no te quedarías —comentó Kendra con esa expresión de cinismo que solía hablar.—No me la perdería por nada, además yo misma la organicé —contestó sonriente—, pero no hagas perder el tiempo a tu futuro marido, debe estar impaciente —respondió Aby con ironía. Kendra la miró con absoluta seriedad. —Así es, Aitor ha esperado por esta boda con impaciencia, seremos muy fe
—¡Todo es tu culpa Aitor Roig! —gritó enfurecido el anciano Hamilton se acercó a su yerno con profunda seriedad—, tú debiste investigar esto desde un principio, y no dejar pasar cinco años —bramó lo apuntó con el dedo índice.—¿Y por qué no lo hiciste tú? ¡Tú eres el padre de Aby! ¡Tú la juzgaste al igual que yo y los demás, pero ella era tu hija, debiste creerle, apoyarla! —rugió embravecido Aitor. El anciano lo miró con una expresión sombría, apretó sus puños. —Voy a destruir tu empresa, te lo juro —advirtió rugiendo agitado—, y en cuanto a ustedes…Cuando volteó para encarar a Kendra y su madre, ambas mujeres habían desaparecido, aprovechándose de la discusión entre Aitor y Robert. Aitor las buscó con la mirada, corrió a la salida principal de la iglesia, notó a lo lejos que un taxi se alejaba. —¡MIerd@! —gruñó—, no puede ser, no deben escapar, Kendra debe pagar —aseguró, y subió a su auto para seguirlas, pero había perdido tiempo muy valioso, cuando tomó la carretera, ese taxi
Aitor llegó a su apartamento, con la mirada llena de tristeza, ni siquiera había tenido tiempo de despedirse de Jake, sentía una opresión en el pecho. Al entrar resopló al ver a su madre dentro. —Te dije que no quería hablar contigo. —No puedes seguirme ignorando Aitor, soy tu madre —rebatió ella, habló en voz alta. —¿Qué pasó con Abigaíl? ¿Te reconcíliate con ella?—No pienso hablar de eso contigo. —La miró con atención. —¿Vas a correr donde el viejo Hamilton a hacer otro acuerdo por dinero?Viviane negó con la cabeza, se llevó la mano al pecho. —Me ofendes, me tratas como si fuera una interesada, cuando lo único que hice desde que tu padre murió, fue velar por ti, tenía que recurrir a esos medios —aseguró sin inclinar la vista—, además no hay que llegar a eso con Robert, tu hijo, su nieto, será su heredero, siempre anheló uno, un hombre en la familia que llevara el apellido de él. Aitor miró a su madre, y negó, no daba crédito a la magnitud de sus palabras, abrió y cerró sus puñ
Aitor miró con seriedad a ese hombre. —Les doy mi palabra. —No es suficiente —respondió otra persona—, iremos a la fiscalía para pedir que se le prohíba la salida del país, mientras recuperamos nuestras inversiones. —Están en su derecho —musitó Aitor, apretó los dientes, dio vuelta y entró al edificio percibiendo un nudo en el estómago, el esfuerzo de tres años se venía abajo, por el odio injustificado de Robert Hamilton. Cuando llegó a la oficina, sintió una opresión en el pecho, miró a todos sus colaboradores, algunos cabizbajos, otros con los ojos llorosos, varios ansiosos esperando que él llegará y les diera buenas noticias, pero no, la realidad era otra. —Lo lamento señores, quisiera salvar esta empresa, pero como verán la gente quiere retirar su dinero, y no podemos hacer nada para evitarlo. —¿Nos quedaremos sin empleo señor Roig? —preguntó Martha, una mujer que era madre soltera y de su sueldo sacaba adelante a su hijo. Aitor pasó la saliva con dificultad. —Sí, t
Dos días pasaron luego de aquella hecatombe, Aitor había tenido que trabajar día y noche sin descanso para regresar los fondos a sus inversionistas, se sentía agotado físicamente, y devastado por dentro. Ni siquiera había podido reunirse con Aby como lo planeó, pero tampoco podía quedarse con esa sensación de incertidumbre de no saber nada de ella, ni de Jake. Así que enseguida buscó por internet la empresa de eventos donde ella trabajaba, miró los números de teléfonos, y de inmediato marcó, eran las doce del mediodía en Boston, y las cinco de la tarde en Londres. Una joven le atendió con amabilidad, él pidió que le pesaran con Aby, mintió que, para un evento, no dio su nombre real. —Permítame ver si aún sigue en la oficina, ella suele irse a esta hora. Abigaíl siempre salía una hora antes de su empleo, requería ese tiempo para pasar por Jake en la guardería donde cuidaban a su hijo, en ese momento, se hallaba agarrando su saco y su bolso del perchero, cuando entró una llamada a
—Hola amigo Aitor —saludó Jake con emoción a su papá. —Hola, ¿cómo estás? —preguntó Aitor, lo observó con ternura. —Estoy bien, ya volví a la guardería, hoy llegaron niños nuevos —comunicó—, jugamos con los muñecos de Batman que me regalaste, todos quieren unos iguales. —Se quedó en silencio—, pero varios de mis compañeros no tienen dinero. ¿Podríamos comprarlos para todos? Aitor ladeó los labios, sentía el pecho inflado al escucharlo, y agradecía que a pesar de la distancia, Aby le permitiera disfrutar de la charla con su hijo, el corazón se le llenó de ternura al escuchar las buenas intenciones de su hijo, tan noble como Abigaíl, y como él en el pasado. —Así que estás en una guardería, debes aprender muchas cosas —expresó, lo observó sonriente—, veremos la forma de que tus amiguitos tengan esos muñecos. —Sí —respondió—, es que mamá trabaja mucho, y no tengo con quien quedarme en casa, pero el próximo año ya voy a la escuela —avisó. —¿En serio les regalarías esos muñecos a mis a
—Recuerdas nuestra primera vez, yo solo rememoro el instante que toqué a tu puerta, me abriste, te besé y amanecí a tu lado, no mentí cuando te dije que no estaba en mis cinco sentidos, pero Robert enfureció, me sacó como a un perro. Aby se mordió los labios, recordó exactamente cómo ocurrieron las cosas. —Sí, lo sé, me acusaste de haberte drogado para que te acostaras conmigo —murmuró y apretó los dientes, su respiración se escuchó agitada. Aitor inhaló profundo, se armó de valor. —Fue mi madre la que me drogó, ella planeó todo, quería que me casara contigo para salvar mi vida. —¿Qué has dicho? ¿Fue Viviane? —cuestionó exaltada. —¿Cómo lo supiste? —indagó y el tono de voz le cambió a reclamo. —La sorprendí hablando por teléfono, no tuvo tiempo de negarlo. Aby negó con la cabeza, se sintió asqueada de tanto enredo, mentiras, engaños. —Esto es demasiado Aitor, por favor no me llames. —¡Aby! —Ella colgó la llamada. —No puede ser, qué imbécil soy, no debí decirle por teléfono,