—No se encuentra —contestó Jake. —¿Para qué la buscas?Aitor ladeó los labios, sintió infinita ternura por el niño, se inclinó para estar a la misma altura de su hijo, percibió como el pulso se le aceleraba. —Solo quiero conversar con ella —mencionó con voz suave sin dejar de mirarlo. —¿Cómo te llamas? El pequeño se reflejó en los ojos de su papá. —Yo no te conozco, mi mamá siempre me dice que no hable con desconocidos, y tú eres eso para mí. «¡Un desconocido!» Aquellas tiernas palabras se incrustaron como puñales en el corazón de Aitor, le dolió hasta el alma, tragó la saliva. —Yo me llamo Aitor, y podemos ser amigos, claro si tú lo deseas. El pequeño volvió a contemplar con atención. —Mi nombre es Jake Hamilton. Aitor inclinó su cabeza, la respiración se le acortó, recordó como repudió a su propio hijo, era lógico que solo tuviera el apellido de Aby. —Tienes un nombre muy bonito —carraspeó. Y de pronto el taconeo de unos zapatos de mujer golpeando la baldosa captó
Aitor tragó la saliva, observó a los ojos a Aby. No había calidez en la mirada de ella, solo seriedad y actitud defensiva. Él se dio cuenta de que su desconfianza fue la que enterró a la inocente y pura de corazón Abigaíl, y ese era el mayor verdugo de todos. —Aby, no quiero separarte del niño. Cálmate. Solamente deseo estar cerca de mi hijo —expresó con voz pausada. —Esto no puede ser. ¡Aléjate de Jake! ¡Ve a esperar al que está en el vientre de Kendra, ese es el hijo que tanto anhelas! ¡Ese es tu heredero, y ella la única mujer en la que crees! —resopló agitada. —No digas estupideces Aby, ahora te creo y estoy seguro de que Jake es mi hijo. Discúlpame por no confiar antes. —La miró con una expresión de arrepentimiento. Aby solamente negó con la cabeza. —Es demasiado tarde. Si las disculpas funcionan, ¿para qué sirven las leyes? —cuestionó con cinismo. —La ley me ayudará a conseguir a mi hijo, no puedes detener esto Aby. Aby sintió un estremecimiento, inhaló profundo. —P
Entre tanto Kendra y su madre ya habían planeado todo un show, para manipular una vez más a Aitor y dejar a Aby como culpable. —No contesta el teléfono —rebatió Fresia iracunda caminando de un lado a otro por la habitación del hospital. —¿Crees que haya ido a verla? —cuestionó sintiendo un temblor en el cuerpo—, si Aby le cuenta sobre ese mocoso, nos va a descubrir, sabrá que ella no mintió, y no se va a casar conmigo, no podemos permitirlo mamá. —Claro que no, pero lo que más me preocupa es que Robert la busque, y hablen, recuerda que cambió el testamento, nuestros planes de quedarnos con la fortuna de ese anciano y la de Aitor se vendrían abajo, no lo podemos permitir, debes embarazarte, ya. —Aitor ni me toca, y no creas que no lo he intentado, pero le soy indiferente, llega y se acuesta a mi lado, se duerme y ya. —Pues debemos encontrar la manera, si no es con él, será con otro, pero tienes que hacerlo ya, no podemos seguir fingiendo. —O quizás…—Elevó una ceja—, tengo ot
A Aby no le sorprendió que se hubiera enterado de dónde estaba el hospital por Camila, siempre había sabido que él haría todo lo posible por recuperar a su hijo, sin dejar nada al azarElla elevó su mirada acuosa, intentó mantener la calma, secándose las lágrimas y evitando que él captara su lado vulnerable. Lo observó a los ojos con alarma, pasó la saliva con dificultad. —Me pidieron salir, le están realizando varios exámenes. —La voz se le entrecortó. —Quizás es una infección, es común en los niños —murmuró él, se sentó a su lado, sintiendo una agitación en el pecho. Él miró por el rabillo del ojo, el rostro de su exmujer, la forma en que probablemente esperaba solitaria y triste, cada vez que su hijo enfermaba. Aitor sobó su rostro, sintió deseos de abrazarla y darle consuelo, pero no se atrevió. Entonces un médico salió del área de emergencia, se aproximó enseguida a Aby. —Jake tiene un cuadro de apendicitis, debemos operarlo de inmediato. Aby como si fuera un resorte
Luego de que ambos se despidieron del niño, los dos se hallaban sentados en la sala de espera, impacientes y angustiados. —¿Comiste algo? —preguntó Aitor a Aby, pues sí habían llegado desde temprano, lo más seguro era que ella estuviera sin alimentos. Aby apretó sus labios, negó. —No tengo hambre, solo quiero que ya se acabe la cirugía y poder estar con mi hijo…—sollozó. Aitor frunció el ceño, la agarró con suavidad por la barbilla, la miró a los ojos. —Y si no te cuidas y te enfermas, no podrás atenderlo, voy a ir a la cafetería, te traeré de comer y no aceptaré que no lo hagas. ¿Entendiste? Aby se reflejó en la azulada mirada de él, suspiró, antiguos recuerdos vinieron a su mente: (***) —¿Qué haces aquí? —cuestionó Aby siendo niña, tenía en ese entonces ocho años, y Aitor ya era un adolescente—, si te descubren te van a castigar a ti también —susurró ella. —No importa si me castigan, supe que tu papá te mandó a dormir sin cenar, ¿qué pasó? —le preguntó con calidez.
—Señor Roig, un placer conocerlo en persona, le garantizo que, en manos de Aby, su boda será el evento del año —declaró—, ella es la mejor en su trabajo, por eso la designé, caso contrario no la habría enviado, no nos agrada separarnos. —Con eso, Piero volvió a mirar a Abigaíl con afecto.Aitor bufó, sentía que la sangre hervía en sus venas, su mirada oscureció. —¿Viven juntos?—Sí —contestó Piero. —No —respondió Aby. Los dos hablaron a la vez, y esa contradicción se le hizo bastante sospechosa a Aitor. —¿Sí o no? —preguntó fingiendo con toda seriedad, pero sonrió en su interior, sintiendo un instante de alivio, ya que encontró en esa vacilación de ambos, la posibilidad de que su ex esposa siga amándolo, pero mienta y así demostrar que él ya no le interesaba. —Quisimos decir que no vivimos juntos, pero hay ocasiones que Piero se queda en mi apartamento. ¿Cierto cariño? — Aby pregunto, mientras desesperadamente guiñó un ojo a su jefe. Aitor se percató de este detalle y sus s
Piero a pesar de que la petición de Aby de hacerse pasar por su novio, lo sorprendió, decidió seguir adelante para ayudarla, sabía que ese hombre: Aitor Roig, no les iba a quitar el ojo de encima, sobre todo porque anhelaba estar cerca de Jake. Mientras Aitor de camino a casa de su prometida, no se sentía tranquilo, los recuerdos no lo dejaban en paz, le acribillaban la mente, pero más la presencia de Piero, entonces aparcó el auto frente a la entrada de la mansión Hamilton, y antes de bajar susurró: —No dejaré que ese hombre me vaya a robar a Abigaíl —apretó sus puños, inhaló una gran bocanada de aire.Cuando entró una de las empleadas le avisó que su novia se encontraba en la recámara. Entonces él subió las escaleras, estar frente a Kendra, fingiendo ser el novio perfecto le causaba repulsión, pero debía fingir, y así proteger a Aby de un nuevo ataque.Cuando estuvo en el pasillo miró la puerta de la vieja habitación de Aby, nunca desde el día que ella se fue, se atrevió a volver
Aitor desvió la mirada, se aclaró la garganta. —No puedo, tu tío hace un momento discutió conmigo, si me quedo pondrá el grito en el cielo, ya falta poco para que estemos juntos en nuestra casa, y nadie nos interrumpa —susurró—, más bien descansa, estas discusiones no le hacen bien al bebé. —Tienes razón Aitor. —Se alzó en la punta de los pies, lo besó, él a regañadientes correspondió con rapidez, se despidió, salió al pasillo, y de la mansión, enseguida fue a donde su joyero de confianza, y pidió que arreglaran la cadena, como era de esperarse solicitó que lo hicieran a la brevedad, luego fue a una tienda de juguetes, necesitaba comprar un regalo para Jake, no iba a desistir de visitarlo. ****Al día siguiente Aby ni siquiera había ido al hotel a cambiarse de ropa, estaba mal anochada, tenía ojeras bajo los ojos.—Ve a descansar un poco, yo me quedo con Jake —insistió Piero. Aby negó con la cabeza. —No quiero moverme ni un solo instante de su lado. —Te vas a enfermar y Jake te