Sarah se despidió de Erick y después llevó a Niebla hasta los establos. Luego a su paso entró a la gran casa llevando consigo a Wilkins entre sus brazos, intentando subir a toda prisa la larga escalinata hacia los pisos superiores.
— ¿Qué traes ahí Sarah? — preguntó Lady Lussac, la madre de Sarah apareciendo en la parte baja.
— Emmm nada…— primero tenía que hablar con su padre, así que no podía mostrar aun el gato a su madre.
Sarah intenta esconder al pequeño gato, pero el animal travieso salta y cae al suelo. Lady Lussac de inmediato se alarma, nunca ha sido una amante de los animales, les tiene un completo fastidio y horror.
— ¡Un gato!, ¡Un asqueroso gato!, ¿Por qué tienes ese animal Sarah? — pregunta ella con aterramiento.
— Es mío, madre — respondió Sarah con voz firme. Con una rápida maniobra recogió a Wilkins del suelo y subió hasta su habitación casi corriendo.
La habitación es un sito espacioso. Perfecta para un par de hermanas solteronas, pero allí solamente son los aposentos de Sarah. Las paredes eran azules decoradas con pinturas finas de color dorado con forma de aves y plantas de jardín. El gran armario blanco se levantaba en una esquina con imponente figura y al lado un tocador donde había un sin fin de frascos de perfumes traídos desde Francia y otro montón de cosas más.
— Sarah. Aún te estaba hablando niña — regaña Lady Lussac mientras abrió las puertas de golpe e irrumpió en los aposentos de su hija menor.
Sarah estaba acostada sobre su cama y tenía a Wilkins sobre su pecho, Lady Lussac ignoró la escena. La mujer abrió el armario para sacar un vestido azul, eso hasta que un saco con monedas que tenía Sarah sobre su tocador llamó bastante su atención.
— ¿De dónde has sacado esto Sarah? — pregunto ella mirando el montón de monedas.
— Luego te contaré madre. Aunque esperemos el periódico de mañana, de seguro te dará respuesta.
Lady Lussac corrió su mirada y se dedicó a lo que venía a hacer en un inicio con su hija.
— Arréglate y ponte presentable. Será mejor que te apures.
— ¿Y para que? — Sarah se sentó de golpe y Wilkins quedó a un lado jugando con uno de tantos cojines que hay sobre la gran cama.
Lady Lussac se acercó y tomó de las manos a su hija con ternura.
— Cariño mío. Justo ahora has llegado a una edad muy importante en tu vida y corres con mucha suerte, muchas señoritas de tu edad y estatus envidiarían la posición en la que justo ahora te encuentras.
Sarah la verdad no comprendía muy bien de que estaba hablando su madre.
— Muchas jovencitas deben buscar quien será su esposo en bailes y eso si tienen suerte, pero tu hija mía, has corrido con una de las mayores suertes — continuó.
— ¿Cuál suerte? — pregunta Sarah teniendo bastantes dudas — ¿Henry Morgan ha venido por mí? — Sarah pone una sonrisa al recordar ese hombre Galés que ha dado de qué hablar, digamos que en parte ese sería su mayor amor inalcanzable… Pero ya no vive y es una pena.
— Como preguntas eso Sarah, ¿estás fuera de tus cabales?, que andarás tú pensando en un pirata, además ya tendrás un esposo bastante digno y guapo.
Sarah abrió los ojos ante aquella mención de su madre.
— El marqués de Wettsel ha venido esta tarde a pedir tu mano, ¿No es fantástico?, Serás una marquesa hija mía. Vendrá ahora ya que se dedicará a cortejarte — pone un vestido azul celeste de corte elegante a un lado y Sarah tuerce la boca — Es hora de que te prepares.
— Mamá sabes y yo… no me llevo con esa clase de vestidos. Los odio. Y menos con el maldito corsé.
— ¡Sarah! — Lady Lussac da un golpe con el puño cerrado en el brazo de su hija, Sarah se queja, no entendía por qué su madre siempre hacia eso — ¿Una dama jamás dice esas palabras? Ahora te pondrás ese vestido y te espero abajo.
Lady Lussac se gira dándole las espaldas a Sarah.
— Ni dama que fuera… — susurra Sarah para sí misma.
Lady Lussac salió de la habitación de su hija y se fue hasta el despacho de su esposo para avisar que Sarah pronto estará más que lista. Y como no, acusar las palabras antes usadas por la jovencita.
En su habitación Sarah quedó demasiado confundida. Ya estaba comprometida y con ese nuevo marqués que no lleva ni día entero en Londres.
Es el maldito destino, eso seguro. Quien me había enviado a mí a buscar lo que no se me ha perdido.
De inmediato llamó a Claire y pidió una hoja de papel. Esta rápidamente se la dio. Era para escribirle a Lord Kensington, vaya gran noticia, ser casada sin amor.
Por una parte la curiosidad la mataba, pero por otra sentía miedo del matrimonio. No un miedo como el de Erick, sino un miedo de saber cómo sería ella de esposa de un hombre tan importante, ella a veces podía ser algo torpe y hacerle pasar pena a un esposo de rostro tan duro no sería para nada bueno. Además otra cosa muy importante, no habría amor, era solo un compromiso por influencias, título y de seguro dinero.
«Lord Kensington
¿A que no te imaginas la nueva que tengo? Aquí te escribe un tal vez una futura marquesa. Seré casada y lo más impresionante es que será con el Marqués de Wettsel. Y por mi madre he descubierto que esta tarde que salió, llegó a los dominios del Conde Lussac.
Ahora supongo que habrá boda, como sabrás nunca podría desobedecer a mis queridos padres.
Atte: Sarah Lussac»
Con un criado Sarah se dispuso a m****r la carta y luego Claire juntos a otras tres doncellas la ayudaron a vestir y arreglar. En realidad el vestido azul le sentaba de maravilla, o eso decía su dama de compañía y las doncellas, Sarah no estaba muy encantada, gracias al corsé parecía tener mas busto del que en realidad tenía.
Wilkins jugaba intentando hacer caer un listón azul. Sarah sonrió al ver al travieso gatito y lo tomó en sus manos, luego tomó el listón azul para enredarlo en el cuello de Wilkins.
— También te quieres ver guapo, ¿verdad preciosidad? — preguntó Sarah mientras intenta poner el listón a Wilkins. Pero para el travieso gato blanco, parecía que ese no era su plan, la tomaba entre sus diminutas manos y se lo llevaba a la boca.
Al final y con gran esfuerzo, Sarah logró poner el listón en el cuello de Wilkins haciendo un bonito moño.
— Precioso te ves, Wilkins — sonrió levantando el gatito y mirándolo con ternura. No podía haber cosa más pequeña y tierna que Wilkins ¿verdad?
Se oyen tres golpes suaves en la puerta.
— ¿Se puede?
Ese era Parker, su hermano mayor. Sarah animadamente le dio entrada a su hermano.
— Es hora de que bajes. Las visitas se han adelantado antes de la hora y como verás, ya están aquí
— Está bien, Parker.
Sarah tomó a Parker del brazo y este la ayudó a bajar por las escaleras. Ya que por experiencia se sabía que Sarah y los vestidos anchos igualaba a caos o rodada fija, así Erick lo menciono, rodaba como un cerdo por las gradas. De por sí los vestidos que ella usaba siempre eran sin mucho realce y en su mayoría lisos.
(...)
Josh estaba aburrido de todo lo que Lady Lussac decía «que mujer para hablar tanto» pensaba mientras estaba sentado y movía sus dedos con impaciencia sobre los brazos de la silla. Intentaba cada vez más, fingir ese porte formal que debía distinguir un marqués.
Sarah llegó hasta donde estaba su futuro esposo. Este de inmediato se colocó de pie e hizo una reverencia, luego beso la mano de Sarah.
— Es más bella en persona que como todos la describen — dijo Josh Y no lo negaba. Ella era perfecta para su plan.
— Es una placer conocerlo mi Lord — dijo Sarah con respeto y con sus mejillas bastante ruborizadas.
Ella no pudo negar que el resto de la tarde fue espléndida. El conde Lussac y su esposa estaban más que encantados, pero solo había algo que no les había gustado para nada.
«La boda será rápida. Dentro de una semana y no será en alguna catedral. Mis creencias son diferentes»
Al escuchar que el marqués decía aquellas palabras, el conde Lussac estuvo a punto de dar su brazo a torcer para este compromiso. Pero todo de repente cambio. Una mirada penetrante del marqués bastó para que el conde, su mujer y su hija callaran y aceptarán sus reglas.
— Bueno… ¿Puedes explicarme que hacemos en el puerto Erick? — preguntó Sarah mientras esquivaba hombres mugrientos y mujeres de toda clase.Una sonrisa torcida de Erick basto para responder la pregunta de Sarah que de inmediato lo vio con ojos grandes.— Oye no… — dijo ella bastante bajo.— Vamos, solo cúbreme, no me tardaré. Prometo gastarte un trago si es eso lo que quieres.— Sabes que no tengo permitido hacer esto.— Te vas a casar ¿bien?, a lo menos mujer goza tu soltería, sabes bien que al final ya tendrás una vida para seguir reglas, por ahora mandalas al carajo. Seguramente Adelia te tratara muy bien, soy uno de sus mejores clientes.— Ya veo porque — rueda los ojos.Ambos siguen caminando hasta llegar a uno de los famosos burdeles de Londre
Erick tenía su mirada verdosa clavada en Sarah y un deseo crecía dentro de él; ese deseo que solo lo llevaba a observar las curvas de su buena amiga de toda la vida. No entendía bien si era obra del alto grado de alcohol de las bebidas, pero no sabía por qué antes no había pensado en ello.En su lugar Sarah hablaba entretenidamente con algunos hombres, estos reían con ella y le observaban el atractivo que tenía esa muchacha ebria en un lugar como esos. A pesar de que había algunos hombres de manos largas que querían tocar a la chica, estos fueron frenados por otro que se veía rudo, diciendo a toda voz: ¡Dejen de ser majaderos! Por culpa de ustedes es que no nos visitan mujeres tan preciosas como esta.Erick se empezó a desesperar, un gran deseo se apoderó de él, al punto de querer hacer esa mujer suya, no reaccionaba bien a sus impulsos y
— Sarah… — Erick ni siquiera sabía como proceder al ver a Sarah en dicho estado — Yo… lo siento.— ¡Con un lo siento nada de esto se va a arreglar! — dijo entre lágrimas — ¿Qué es lo que hemos hecho?, ¿Qué he hecho yo?, No tiene arreglo, le he faltado a lord Wettsel. Como le veré a la cara si ahora ya no soy digna para ser una esposa.Sarah siguió llorando y Erick solo le acarició la espalda desnuda sabiendo que ella no tenía la culpa de nada de eso. Para una mujer era primordial guardarse para el que fuera su esposo, y ahora él, con el ron en la cabeza había arrebatado eso a Sarah.— Tiene arreglo Sarah… No todo está perdido — dijo Erick pensando en la única salida viable para ese caso. Era su culpa y tenía que arreglar el honor de Sarah. No p
— Buenas tardes, lord Wettsel — saludo Parker al hombre que había sentado tras el escritorio, de cabellos negros que cubrían parte de su cara.— A qué debo su inesperada visita… Parker ¿Es correcto?, ¿Acaso le ha sucedido algo a mi futura esposa?— De ella exactamente venía a hablar…, No, de salud se encuentra muy bien — comenta Parker — Seré claro y se lo diré con todo el respeto que usted merece. Mi hermana ya no será casada con usted, digamos que Lord Kensington, gran amigo de la familia el día de ayer ha pedido su mano, dado que a ambos se les ve muy enamorados…— ¡QUÉ VIENES A DECIR! ¡Y en mi propia casa! — dice Josh poniéndose de pie y apoyando sus manos con fuerza innecesaria sobre el escritorio de madera.Parker mira realmente espantado e
— No puedo... — dijo Erick forzosamente. — ¿Acaso piensas en la vergüenza que pasarías al cancelar ese estúpido compromiso? — preguntó Josh intentando adivinar el porqué ese estúpido niño se negaba a cumplir su mandato — Si es por ello, te daré el dinero que quieras y te largaras a España o Francia. — Usted no entiende — Erick se intentó zafar, pero fue bastante inútil — Sarah y yo debemos estar casados...su honor está en juego. — ¿De qué estás hablando, mocoso? Esta vez Josh tomó a Erick con más fuerza y lo hizo girar. Su fuerza era descomunal y ya Erick estaba un poco espantado, además de que la mirada inyectada de sangre de aquel marqués dejaba bastante por lo que temer, pero no, no lo iba a demostrar, el miedo nunca será su opción. — Su matrimonio conmigo es porque su honor está en
Sarah caminaba de un lado para otro teniendo sobre sí la vista de Claire. Estaba nerviosa ya que en ese mismo momento había venido Erick y hasta ahora no salía del despacho de su padre. Empezaba a tener un muy mal presentimiento, ya que ni siquiera la había saludado como era lo común, solo la esquivo en el pasillo y no dijo nada más.Así pasaron otros diez minutos hasta que escucho que la puerta del despacho de su padre abrirse. Rápidamente Sarah se asomó y corrió al ver a Erick quien salía con rostro serio.Este al ver que Sarah venía hacia él con cara de confusión, aceleró el paso para llegar rápido hasta la salida. — Erick — llamó Sarah de forma seria — Espera un momento, por favor — pidió a la vez que se acercó a pasos rápidos hasta donde estaba él.— Sarah &
Josh estaba parado frente un gran ventanal. Sonreía orgulloso de que su plan saliera victorioso.¡Cómo había tenido toda la razón!El niñito se amedrentaría y saldría huyendo.Vio como una mujer joven de caperuza azul llego hasta la parte delantera de su mansión. Ella bajó de la yegua y luego acarició la crin rubia del animal, luego la dejo atada ágilmente de una de las estacas que estaban al costado del lugar.Ella se encaminó hasta la puerta y Josh hizo mentalmente una cuenta regresiva para saber cuándo James vendría anunciando su llegada.Tres golpes sonaron en a puerta.— Pase — dijo Josh.James entró intentando buscar en la penumbra donde estaba el marqués de Wettsel. Ese despacho siempre era oscuro como la noche, con su gran ventana cubierta por una espesa cor
Y así fue como aquella boda sin nombre de Dios se llevó a cabo. Los invitados fueron pocos, solo familia de la novia y James por parte de Josh. No fue mucho la fiesta, solo una pequeña reunión en casa del conde Lussac.Erick había sido ajeno a aquella boda, no tuvo el valor suficiente como para dar la cara a la familia Lussac. Era como una burla y tal vez lo creían un poco hombre por haber dejado a Sarah. Pero bueno, a lo menos por dentro podía tener la certeza de que había hecho lo mejor y aunque estuviese lejos, eso garantizaba la seguridad de su tan apreciada amiga.Para la famosa noche de bodas, Sarah estaba bastante nerviosa.¿Qué se suponía que le tocaba hacer?Además de que la habitación en la que estaba no era para nada bella; era oscura, fría y con bastante olor a humedad.La vela que tenía a un lado de repente se apag