Josh estaba parado frente un gran ventanal. Sonreía orgulloso de que su plan saliera victorioso.
¡Cómo había tenido toda la razón!
El niñito se amedrentaría y saldría huyendo.
Vio como una mujer joven de caperuza azul llego hasta la parte delantera de su mansión. Ella bajó de la yegua y luego acarició la crin rubia del animal, luego la dejo atada ágilmente de una de las estacas que estaban al costado del lugar.
Ella se encaminó hasta la puerta y Josh hizo mentalmente una cuenta regresiva para saber cuándo James vendría anunciando su llegada.
Tres golpes sonaron en a puerta.
— Pase — dijo Josh.
James entró intentando buscar en la penumbra donde estaba el marqués de Wettsel. Ese despacho siempre era oscuro como la noche, con su gran ventana cubierta por una espesa cor
Y así fue como aquella boda sin nombre de Dios se llevó a cabo. Los invitados fueron pocos, solo familia de la novia y James por parte de Josh. No fue mucho la fiesta, solo una pequeña reunión en casa del conde Lussac.Erick había sido ajeno a aquella boda, no tuvo el valor suficiente como para dar la cara a la familia Lussac. Era como una burla y tal vez lo creían un poco hombre por haber dejado a Sarah. Pero bueno, a lo menos por dentro podía tener la certeza de que había hecho lo mejor y aunque estuviese lejos, eso garantizaba la seguridad de su tan apreciada amiga.Para la famosa noche de bodas, Sarah estaba bastante nerviosa.¿Qué se suponía que le tocaba hacer?Además de que la habitación en la que estaba no era para nada bella; era oscura, fría y con bastante olor a humedad.La vela que tenía a un lado de repente se apag
27 de Julio de 1845Los cánticos con voces angelicales eran cada vez más altos y llenos de pesar, un triste réquiem a una simple alma que quedará en espera a ser juzgada por el poder divino. Un día muy lúgubre para la familia Lussac.Siete años han pasado ya desde aquella noche Londinense en donde Sarah abandonó una vida común para convertirse al igual que su esposo, en seres moradores de las sombras.Toda una dama, de eso ya tenía pintas, una mujer madura que se abanicaba sentada en la soledad de la sala donde su padre yacía muerto dentro de un féretro. Buen hombre que había sido y muerto por culpa de una viruela mal cuidada.Ya la mayoría del velorio había sido en el día y muchos de los asistentes se preguntaban por qué su hija menor no había venido y solo se dignó a aparecer en la noche junto a su esposo. E
Un carraspeo por parte de Anabela llamó la atención de Erick, sí que se veía con cara de una mujerzuela aquella francesa mientras miraba al recién llegado.— Bienvenido sea a mi casa — dijo Anabela de forma hipócrita.Sarah rodó los ojos al saber las intenciones que ya tenía esa mujer.— Me imagino que usted debe ser la esposa de Parker — dijo Erick formal refiriéndose a Anabela.— No se equivoca — Erick se acerca y besa la mano con cortesía de aquella mujerLuego volvió a mirar a Sarah y se acercó a ella, fue como si intentara comprobar que en verdad era Sarah... La esposa de aquel hombre al que aún le guarda cierto temor ¿estaría el aquí con ella?— Mi más sentido pésame por esta gran pérdida — dijo Erick mientras miraba el féretro donde yací
La noche ya estaba con toda en esta ciudad y era las únicas veces en donde Sarah y Josh podían salir como si fueran gente normal.Cuando llegaron hasta su mansión, Sarah fue la primera en bajar del carruaje, entró a la mansión y con gran velocidad llegó hasta su habitación. Hace rato que quería hacer eso... dejar de aguantar y llorar oculta en la penumbra de su habitación.Lloro sola tirada en el rincón que hay entre su tocador y la pared mohosa. Loro dejando salir todos los alaridos que tenía dentro, dejando que las gotas de sangre cayeran sobre sus manos blancas y macharan todo a su paso.Se sentía mal, primero la muerte de su padre, segundo, saber que todos pueden tener una familia y tener... Hijos, lo que ella en su eternidad no podrá hacer. Nunca tendrá el placer de sentir una criatura en su vientre de la cual toda su vida dependerá de
— Estas cosas nunca me han gustado — dice él mirando con detalle uno de los broches que Sarah se había quitado del cabello.— A ti nunca te gusta nada, así que o molestes, Josh — dijo Sarah aun sin entender por qué siempre Josh se empeñaba en ayudarla a desvestirse, ella podía sola — Sabes que me puedo desvestir sola, ¿verdad?— Eso lo sé... Pero es solo que me gusta desvestirte.— Aléjate — dijo ella haciendo a un lado a Josh y pasando con el camisón en la mano. Solo estaba en ropa interior y siguió de largo hasta llegar al pie de la cama.Josh solo enarcó las cejas mientras veía como Sarah lentamente se vestía.— Tengo hambre — dijo Josh sobándose el estómago. Luego pasó por el lado de Sarah y le arrebató el camisón de las manos.&m
— Muévete — dijo Sarah empujando a Josh con su pie. Este solo se burló y tomó entre sus manos el pie frío de ella.— Este también es mi lugar, Sarah — dijo él burlándose y empezando a acariciar el pie de Sarah. Lentamente empezó a ascender sus caricias hasta llegar a la pierna blanca de ella.— Tu habitación es al otro lado, Josh — dijo Sarah mientras tomaba entre sus manos el rostro pálido de Josh y lo miraba directamente a sus ojos oscuros — Así que te quiero fuera de mi habitación. Tú tienes hambre, así que ve y busca tu cena.— Ramera — dijo Josh quitando su rostro de entre las manos de Sarah y ella se burló.— Hijo de puta— contestó ella, sabiendo que como estaba Josh podría provocarlo... Todos estos años algo si había aprendido: había
(...)No, no y no, eso no lo podía permitir, ¿tener visitas en ese pésimo lugar que hacía de su hogar? Nunca.Seria por ello que ahora Sarah caminaba de aquí para allá con aquella hoja de papel en la mano.No hace mucho había llegado un telegrama por parte de Erick, diciendo que estaría encantado junto a su familia de visitarla si era posible. El lugar era un asco y Sarah era consciente de ello, no era apto para tener alguna visita y menos la de Erick y con unJosh vagando por ahí... todo se podía salir de control.— Saldré a hacer una visita, Josh — anuncio Sarah entrando al despacho de Josh.Este gruño al verla entrar sin ni siquiera tocar. Que atrevimientos se empezaba a tomar esa mujer en verdad.— Primero se toca, ¿no? O ya se te está olvidando los modales que tú misma madre te enseño.— Cierra la b
— ¿Puedes hacerme un favor?, Tendrás paga — dijo Sarah mirando al pequeño Alaric.— Si puedo...— Oh claro que sí. Es solo llevar esta carta a la mansión de Lord Kensington, ¿Sabes dónde queda, cielo? — el niño asiente — Muy bien. Te daré la paga de una vez porque confió en que lo harás, ¿sí?— Lo haré mi lady — dijo refiriéndose con respeto a la mujer de grandes ojos azules y sonrisa rojiza.Sarah asintió y de un pequeño bolso que cargaba alrededor de su cintura sacó tres peniques para luego entregarlos al niño. Alaric los tomó y al rozar su pequeña y tibia mano con la fría mano de Sarah sintió como un escalofrío le recorrió la mano.— Está muy fría... — dijo el niño con bastante imprudencia, cos