(...)
— ¿Estás loca?, Has perdido la cordura acaso, mujer — contesto Josh ante la descabellada idea de Sarah.
— ¿Loca?, ¿me llamas a mi loca cuando eres tú quién mantiene este lugar como una pocilga? ¡Por Merlín! ¿No caes acaso en cuenta que los rumores se empiezan a hacer más? Debemos mantener una identidad en bajo, no siempre sobreviviremos de la fortuna que aún tienes.
— ¿Y tu plan es hacer de esto un orfanato?
— Solo piénsalo ¿sí? — dijo Sarah esta vez moviéndose con rapidez hasta quedar al lado de Josh.
Con dedos ágiles ella acaricia el torso de su esposo.
— Sabes muy bien que mi mayor deseo es ser madre... y al no poder pues con algo me he de tener que conformar ¡es lo justo!
Josh la mira con sus grandes ojos oscuros y fieros.
— No te estoy pidiendo que
Una mañana soleada daba la bienvenida al primer día del mes de mayo. Llena de una brisa primaveral que acariciaba a todo ser vivo que caminaba por aquellos parajes. El olor de las gardenias era exquisito y las aves se dejaban ver entre los matorrales del jardín con sus tiernas figuras en vivos colores.Ese jardín era casi como estar en el mismísimo Edén.Entre aquella flora estaba Sarah Lussac, la habitante más joven de la gran casa. La hija favorita del dueño de casa y algunas veces el dolor de cabeza de una madre un poco neurótica.La joven tenía su mirada clavada en un libro; sentada en una banca sonriendo e imaginando cómo sería estar dentro de uno de esos fantásticos cuentos, llenos de aventuras y cosas a la imaginación.Su madre siempre decía que esos libros solo servían para llenar de tonterías la cabeza de las se
— Se rumorea, o más bien no… ¡Se afirma!, que ha llegado otro marqués a esta ciudad— dijo Erick — Desde Alemania, pero no se sabe con qué fin ha llegado aquí a Londres.— ¿Alemania?— preguntó Sarah a la vez que abrió un poco sus orbes azulados que tiene por ojos. Mismos que hacen bastante juego en su cara blanca de nariz respingada y boca pequeña.— Sí. Según dicen, llegó solo, sin familia ni nada.— Que raro. Un hombre a estas alturas que llegue solo, ¿es joven o viejo?— Según mi madre, aparenta tal vez no más de treinta.La curiosidad empezó a crecer dentro de Sarah y en Erick también se podía decir lo mismo.— ¿Se le conoce acaso el nombre? — preguntó ella.— Marqués de Wettsel. Seg&uac
Sarah sintió que toda su piel se erizó al sentir la respiración del príncipe Todd en su cuello, algo que era bastante raro. Erick no dejaba de ver con extrañeza al príncipe, no le gustaba para nada como iba con Sarah, puesto a que como hombre podía notar en aquella mirada verdosa no había muy buenas intenciones.Al llegar al majestuoso palacio los sirvientes de inmediato se pusieron en marcha. La reina salió a recibir al príncipe. La mujer estaba que se moría de los nervios al saber que el carruaje real donde iba su hijo había sido robado y no se sabía nada de él.El príncipe habló con su madre y le narró todo lo sucedido, también le manifestó que quería darles un agradecimiento a esos dos personajes que había parados al lado de los caballos con miradas esquivas. La reina estuvo más que de acuerdo.
Sarah se despidió de Erick y después llevó a Niebla hasta los establos. Luego a su paso entró a la gran casa llevando consigo a Wilkins entre sus brazos, intentando subir a toda prisa la larga escalinata hacia los pisos superiores.— ¿Qué traes ahí Sarah? — preguntó Lady Lussac, la madre de Sarah apareciendo en la parte baja.— Emmm nada…— primero tenía que hablar con su padre, así que no podía mostrar aun el gato a su madre.Sarah intenta esconder al pequeño gato, pero el animal travieso salta y cae al suelo. Lady Lussac de inmediato se alarma, nunca ha sido una amante de los animales, les tiene un completo fastidio y horror.— ¡Un gato!, ¡Un asqueroso gato!, ¿Por qué tienes ese animal Sarah? — pregunta ella con aterramiento.— Es mío, m
— Bueno… ¿Puedes explicarme que hacemos en el puerto Erick? — preguntó Sarah mientras esquivaba hombres mugrientos y mujeres de toda clase.Una sonrisa torcida de Erick basto para responder la pregunta de Sarah que de inmediato lo vio con ojos grandes.— Oye no… — dijo ella bastante bajo.— Vamos, solo cúbreme, no me tardaré. Prometo gastarte un trago si es eso lo que quieres.— Sabes que no tengo permitido hacer esto.— Te vas a casar ¿bien?, a lo menos mujer goza tu soltería, sabes bien que al final ya tendrás una vida para seguir reglas, por ahora mandalas al carajo. Seguramente Adelia te tratara muy bien, soy uno de sus mejores clientes.— Ya veo porque — rueda los ojos.Ambos siguen caminando hasta llegar a uno de los famosos burdeles de Londre
Erick tenía su mirada verdosa clavada en Sarah y un deseo crecía dentro de él; ese deseo que solo lo llevaba a observar las curvas de su buena amiga de toda la vida. No entendía bien si era obra del alto grado de alcohol de las bebidas, pero no sabía por qué antes no había pensado en ello.En su lugar Sarah hablaba entretenidamente con algunos hombres, estos reían con ella y le observaban el atractivo que tenía esa muchacha ebria en un lugar como esos. A pesar de que había algunos hombres de manos largas que querían tocar a la chica, estos fueron frenados por otro que se veía rudo, diciendo a toda voz: ¡Dejen de ser majaderos! Por culpa de ustedes es que no nos visitan mujeres tan preciosas como esta.Erick se empezó a desesperar, un gran deseo se apoderó de él, al punto de querer hacer esa mujer suya, no reaccionaba bien a sus impulsos y
— Sarah… — Erick ni siquiera sabía como proceder al ver a Sarah en dicho estado — Yo… lo siento.— ¡Con un lo siento nada de esto se va a arreglar! — dijo entre lágrimas — ¿Qué es lo que hemos hecho?, ¿Qué he hecho yo?, No tiene arreglo, le he faltado a lord Wettsel. Como le veré a la cara si ahora ya no soy digna para ser una esposa.Sarah siguió llorando y Erick solo le acarició la espalda desnuda sabiendo que ella no tenía la culpa de nada de eso. Para una mujer era primordial guardarse para el que fuera su esposo, y ahora él, con el ron en la cabeza había arrebatado eso a Sarah.— Tiene arreglo Sarah… No todo está perdido — dijo Erick pensando en la única salida viable para ese caso. Era su culpa y tenía que arreglar el honor de Sarah. No p
— Buenas tardes, lord Wettsel — saludo Parker al hombre que había sentado tras el escritorio, de cabellos negros que cubrían parte de su cara.— A qué debo su inesperada visita… Parker ¿Es correcto?, ¿Acaso le ha sucedido algo a mi futura esposa?— De ella exactamente venía a hablar…, No, de salud se encuentra muy bien — comenta Parker — Seré claro y se lo diré con todo el respeto que usted merece. Mi hermana ya no será casada con usted, digamos que Lord Kensington, gran amigo de la familia el día de ayer ha pedido su mano, dado que a ambos se les ve muy enamorados…— ¡QUÉ VIENES A DECIR! ¡Y en mi propia casa! — dice Josh poniéndose de pie y apoyando sus manos con fuerza innecesaria sobre el escritorio de madera.Parker mira realmente espantado e