Sarah sintió que toda su piel se erizó al sentir la respiración del príncipe Todd en su cuello, algo que era bastante raro. Erick no dejaba de ver con extrañeza al príncipe, no le gustaba para nada como iba con Sarah, puesto a que como hombre podía notar en aquella mirada verdosa no había muy buenas intenciones.
Al llegar al majestuoso palacio los sirvientes de inmediato se pusieron en marcha. La reina salió a recibir al príncipe. La mujer estaba que se moría de los nervios al saber que el carruaje real donde iba su hijo había sido robado y no se sabía nada de él.
El príncipe habló con su madre y le narró todo lo sucedido, también le manifestó que quería darles un agradecimiento a esos dos personajes que había parados al lado de los caballos con miradas esquivas. La reina estuvo más que de acuerdo.
— Muchas gracias por traer a mi hijo a casa lord Kensington, Lady Sarah — agradeció la mujer y ambos jóvenes dieron una leve reverencia.
— Nos honra haber podido ser de ayuda, majestad — habla Erick — El sol ya está en todo lo alto del firmamento, así que será mejor marcharnos ya.
— Oh no, esperen solo un momento.
La reina llama a uno de sus criados y este le entrega a ella un saco con monedas.
— Aquí tienen su recompensa.
— No hace falta, majestad — se apresura a decir Sarah, entre otras cosas sabía bien que a veces el dinero de la realeza tenía ciertos intereses encima.
— No. Les ruego que se lo lleven. Una recompensa por tan valerosa tarea.
— Mi reina, solo lo hemos hallado en el camino de regreso a casa, ni que hubiésemos peleado con los bandidos — dijo Lord Kensington y Sarah asintió demostrando que era verdad.
— Me gusta su sinceridad, así que lleven con ustedes la recompensa, cualquier pueblerino hubiese afirmado que vio la pelea.
Al final la reina los convenció y se llevaron la recompensa. Por el camino ambos se la repartieron en mitades iguales, era bastante dinero. Con eso Sarah podía llenar toda una biblioteca y pues Erick, libertino sin freno, de seguro saldría con bastantes mujeres.
Cuando seguían cabalgando de regreso a casa, atravesando el mismo camino, unos maullidos llamaron la atención de Sarah.
— Espera — dijo Sarah haciendo que Erick se detuviese — ¿Escuchas eso?
— ¿Gatos? — pregunto Erick con extrañeza.
Sarah bajó del caballo y justo entre la maleza de un campo en siembra, halló una caja de madera con ocho pequeños gatos.
— ¡Oh, pero si son las cosas más adorables! — dijo Sarah a la vez que tomaba uno de los pequeños gatitos en sus manos — ¿O me dirás que no es así Erick?
Erick se agachó a un lado y observó con curiosidad todos los gatos, a pesar de que aún lo negara y dijera que es ya todo un hombre, guardaba aún esa fascinación y curiosidad de niño, mucho más si se trataba de animales. Tomó un gato negro como la noche y lo observó.
— Que bola de pelos más fascinante — susurro Erick.
Sarah tenía al pequeño gatito blanco como la nieve en su regazo y este tiernamente jugaba con uno de los listones del moño de su vestido.
— Hay que buscarles un hogar — afirmó Sarah — Son muy lindos. Créeme nadie se resistirá a llevarse siquiera uno.
Erick solo asintió y ambos volvieron a meter los gatos en la caja.
Él fue quien se encargó de llevar la caja en su caballo guardando mucho cuidado. Cabalgaron hasta llegar nuevamente por decirlo así, a la civilización, ya que el palacio del rey y la casa del nuevo marqués estaba bastante alejadas.
— Mira allá está Lady Mauriat — dijo Sarah señalando a la encantadora mujer joven que siempre era blanco de la mirada de los hombres, lástima para ellos que ya estaba más que casada con un vizconde — ¡Lady Mauriat! — gritó Sarah.
Esta de inmediato volteo el rostro y vio a Sarah, la joven hija del conde Lussac. Sonrió y se acercó al caballo blanco donde ella estaba.
— Lady Sarah — asintió en toma de respeto, unque extrañada por la presencial de la joven señorita sobre un caballo, no es como que esa acción fuera de lo más normal — Lord Kensington. Que gusto me da verlos por estos lados, ¿a qué se debe tan inesperado llamado?
Ambos desde sus caballos saludaron con respeto a Lady Mauriat.
— Lady Mauriat, estamos buscando hogar para unos pequeños gatos que lord Kensington y yo hemos hallado en el camino abandonado, ¿Tal vez no le interesaría llevar uno?
Lady Mauriat sonrió y pensó que quien podría ser tan noble para empeñarse en dar hogar a unos gatos pequeños de los cuales ni siquiera se sabía el origen.
— Déjenme ver entonces — dijo Lady Mauriat.
Erick bajó del caballo y con cuidado bajo la caja de madera. Lady Mauriat miro los pequeños gatos que había en la caja y tomó un gato rubio con blanco bastante lindo.
— Este pequeñín está precioso ¡Le encantará a Brandon! ¿Cuánto piden por él? — preguntó Lady Mauriat mientras lo seguía analizando.
— Ni una sola libra, si gusta puede llevárselo.
— Pues así me lo llevaré. Está precioso… Oh ¿Y qué será?
— Permítame mi Lady — dijo Erick tomando al pequeño gato en sus manos y observando su sexo. Sarah en su lugar solo quería burlarse a carcajadas por dicha acción — Es hembra — dijo Erick seguro y le entregó la gata a Lady Mauriat.
En su infancia y aunque lo negara, era fanático a los animales. Como decía su madre, si por él fuera, la mansión Kensington sería una granja o zoológico de animales extraños. Incluso muy en lo profundo, Erick quería dedicarse a explorar lugares para ver la fauna que habitaba dichos lugares con fines de investigación.
— Oh es espléndido. Mi pequeña Petunia, así será. Gracias.
Y sin decir nada más, lady Mauriat se marchó llevando en brazos el pequeño gato.
Toda la tarde Lady Sarah y lord Kensington se la pasaron repartiendo gatos a familias de gran nombre, si tenían niños pequeños esos eran los primeros que lloraban y explicaban a sus padres que querían un gato. Y estos por no negarles el gusto a sus hijos, los reciben.
Al final dentro de la caja quedaron dos gatos, los mismos que en un principio ellos habían tomado.
Erick volvió a tomar el gato negro y lo observó con una ceja levantada, el gatito negro solo lo miraba con sus grandes ojos azules.
— ¿Te lo llevarás? — preguntó Sarah mientras acurrucaba el gatito blanco en su regazo.
— No lo sé, ¿Y si Pascal lo lastima?
— Pascal es un buen perro. Verás que no le hará nada. Que viva en tu habitación, de todas formas no te dará que hacer.
— Es cierto me lo llevaré y es… — mira el sexo del gato y Sarah hace lo mismo con el suyo — Es hembra… En fin. Si me llegan a preguntar dire que tengo una hembra que aguarda siempre en mi habitación — dijo con cierto toque de gracia y Sarah solo se burló mientras seguía mirando el gato blanco.
— Macho — dijo Sarah mirando al gato blanco.
— Basted. Así se llamará como la diosa gato egipcia.
— Me gusta y tú — levanta el gato blanco — Serás Wilkins.
— ¿Wilkins?
— Así es — Sarah asiente.
— Bien ¿Te dejan tener animales?
— La verdad, no. Mi madre los odia, pero haré lo necesario para que Wilkins se quede conmigo.
— De seguro a Lady Lussac le hará mucha gracia — contestó Erick con sarcasmo.
— Ya lo sé. Pero será mío, ya verás que mi padre si lo aceptara y con que él diga si, el resto se puede ir al infierno.
— Huy que mujer tan mala— responde Erick con sorna y una sonrisa boba.
Sarah se despidió de Erick y después llevó a Niebla hasta los establos. Luego a su paso entró a la gran casa llevando consigo a Wilkins entre sus brazos, intentando subir a toda prisa la larga escalinata hacia los pisos superiores.— ¿Qué traes ahí Sarah? — preguntó Lady Lussac, la madre de Sarah apareciendo en la parte baja.— Emmm nada…— primero tenía que hablar con su padre, así que no podía mostrar aun el gato a su madre.Sarah intenta esconder al pequeño gato, pero el animal travieso salta y cae al suelo. Lady Lussac de inmediato se alarma, nunca ha sido una amante de los animales, les tiene un completo fastidio y horror.— ¡Un gato!, ¡Un asqueroso gato!, ¿Por qué tienes ese animal Sarah? — pregunta ella con aterramiento.— Es mío, m
— Bueno… ¿Puedes explicarme que hacemos en el puerto Erick? — preguntó Sarah mientras esquivaba hombres mugrientos y mujeres de toda clase.Una sonrisa torcida de Erick basto para responder la pregunta de Sarah que de inmediato lo vio con ojos grandes.— Oye no… — dijo ella bastante bajo.— Vamos, solo cúbreme, no me tardaré. Prometo gastarte un trago si es eso lo que quieres.— Sabes que no tengo permitido hacer esto.— Te vas a casar ¿bien?, a lo menos mujer goza tu soltería, sabes bien que al final ya tendrás una vida para seguir reglas, por ahora mandalas al carajo. Seguramente Adelia te tratara muy bien, soy uno de sus mejores clientes.— Ya veo porque — rueda los ojos.Ambos siguen caminando hasta llegar a uno de los famosos burdeles de Londre
Erick tenía su mirada verdosa clavada en Sarah y un deseo crecía dentro de él; ese deseo que solo lo llevaba a observar las curvas de su buena amiga de toda la vida. No entendía bien si era obra del alto grado de alcohol de las bebidas, pero no sabía por qué antes no había pensado en ello.En su lugar Sarah hablaba entretenidamente con algunos hombres, estos reían con ella y le observaban el atractivo que tenía esa muchacha ebria en un lugar como esos. A pesar de que había algunos hombres de manos largas que querían tocar a la chica, estos fueron frenados por otro que se veía rudo, diciendo a toda voz: ¡Dejen de ser majaderos! Por culpa de ustedes es que no nos visitan mujeres tan preciosas como esta.Erick se empezó a desesperar, un gran deseo se apoderó de él, al punto de querer hacer esa mujer suya, no reaccionaba bien a sus impulsos y
— Sarah… — Erick ni siquiera sabía como proceder al ver a Sarah en dicho estado — Yo… lo siento.— ¡Con un lo siento nada de esto se va a arreglar! — dijo entre lágrimas — ¿Qué es lo que hemos hecho?, ¿Qué he hecho yo?, No tiene arreglo, le he faltado a lord Wettsel. Como le veré a la cara si ahora ya no soy digna para ser una esposa.Sarah siguió llorando y Erick solo le acarició la espalda desnuda sabiendo que ella no tenía la culpa de nada de eso. Para una mujer era primordial guardarse para el que fuera su esposo, y ahora él, con el ron en la cabeza había arrebatado eso a Sarah.— Tiene arreglo Sarah… No todo está perdido — dijo Erick pensando en la única salida viable para ese caso. Era su culpa y tenía que arreglar el honor de Sarah. No p
— Buenas tardes, lord Wettsel — saludo Parker al hombre que había sentado tras el escritorio, de cabellos negros que cubrían parte de su cara.— A qué debo su inesperada visita… Parker ¿Es correcto?, ¿Acaso le ha sucedido algo a mi futura esposa?— De ella exactamente venía a hablar…, No, de salud se encuentra muy bien — comenta Parker — Seré claro y se lo diré con todo el respeto que usted merece. Mi hermana ya no será casada con usted, digamos que Lord Kensington, gran amigo de la familia el día de ayer ha pedido su mano, dado que a ambos se les ve muy enamorados…— ¡QUÉ VIENES A DECIR! ¡Y en mi propia casa! — dice Josh poniéndose de pie y apoyando sus manos con fuerza innecesaria sobre el escritorio de madera.Parker mira realmente espantado e
— No puedo... — dijo Erick forzosamente. — ¿Acaso piensas en la vergüenza que pasarías al cancelar ese estúpido compromiso? — preguntó Josh intentando adivinar el porqué ese estúpido niño se negaba a cumplir su mandato — Si es por ello, te daré el dinero que quieras y te largaras a España o Francia. — Usted no entiende — Erick se intentó zafar, pero fue bastante inútil — Sarah y yo debemos estar casados...su honor está en juego. — ¿De qué estás hablando, mocoso? Esta vez Josh tomó a Erick con más fuerza y lo hizo girar. Su fuerza era descomunal y ya Erick estaba un poco espantado, además de que la mirada inyectada de sangre de aquel marqués dejaba bastante por lo que temer, pero no, no lo iba a demostrar, el miedo nunca será su opción. — Su matrimonio conmigo es porque su honor está en
Sarah caminaba de un lado para otro teniendo sobre sí la vista de Claire. Estaba nerviosa ya que en ese mismo momento había venido Erick y hasta ahora no salía del despacho de su padre. Empezaba a tener un muy mal presentimiento, ya que ni siquiera la había saludado como era lo común, solo la esquivo en el pasillo y no dijo nada más.Así pasaron otros diez minutos hasta que escucho que la puerta del despacho de su padre abrirse. Rápidamente Sarah se asomó y corrió al ver a Erick quien salía con rostro serio.Este al ver que Sarah venía hacia él con cara de confusión, aceleró el paso para llegar rápido hasta la salida. — Erick — llamó Sarah de forma seria — Espera un momento, por favor — pidió a la vez que se acercó a pasos rápidos hasta donde estaba él.— Sarah &
Josh estaba parado frente un gran ventanal. Sonreía orgulloso de que su plan saliera victorioso.¡Cómo había tenido toda la razón!El niñito se amedrentaría y saldría huyendo.Vio como una mujer joven de caperuza azul llego hasta la parte delantera de su mansión. Ella bajó de la yegua y luego acarició la crin rubia del animal, luego la dejo atada ágilmente de una de las estacas que estaban al costado del lugar.Ella se encaminó hasta la puerta y Josh hizo mentalmente una cuenta regresiva para saber cuándo James vendría anunciando su llegada.Tres golpes sonaron en a puerta.— Pase — dijo Josh.James entró intentando buscar en la penumbra donde estaba el marqués de Wettsel. Ese despacho siempre era oscuro como la noche, con su gran ventana cubierta por una espesa cor