— Estas cosas nunca me han gustado — dice él mirando con detalle uno de los broches que Sarah se había quitado del cabello.
— A ti nunca te gusta nada, así que o molestes, Josh — dijo Sarah aun sin entender por qué siempre Josh se empeñaba en ayudarla a desvestirse, ella podía sola — Sabes que me puedo desvestir sola, ¿verdad?
— Eso lo sé... Pero es solo que me gusta desvestirte.
— Aléjate — dijo ella haciendo a un lado a Josh y pasando con el camisón en la mano. Solo estaba en ropa interior y siguió de largo hasta llegar al pie de la cama.
Josh solo enarcó las cejas mientras veía como Sarah lentamente se vestía.
— Tengo hambre — dijo Josh sobándose el estómago. Luego pasó por el lado de Sarah y le arrebató el camisón de las manos.
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— Muévete — dijo Sarah empujando a Josh con su pie. Este solo se burló y tomó entre sus manos el pie frío de ella.— Este también es mi lugar, Sarah — dijo él burlándose y empezando a acariciar el pie de Sarah. Lentamente empezó a ascender sus caricias hasta llegar a la pierna blanca de ella.— Tu habitación es al otro lado, Josh — dijo Sarah mientras tomaba entre sus manos el rostro pálido de Josh y lo miraba directamente a sus ojos oscuros — Así que te quiero fuera de mi habitación. Tú tienes hambre, así que ve y busca tu cena.— Ramera — dijo Josh quitando su rostro de entre las manos de Sarah y ella se burló.— Hijo de puta— contestó ella, sabiendo que como estaba Josh podría provocarlo... Todos estos años algo si había aprendido: había
(...)No, no y no, eso no lo podía permitir, ¿tener visitas en ese pésimo lugar que hacía de su hogar? Nunca.Seria por ello que ahora Sarah caminaba de aquí para allá con aquella hoja de papel en la mano.No hace mucho había llegado un telegrama por parte de Erick, diciendo que estaría encantado junto a su familia de visitarla si era posible. El lugar era un asco y Sarah era consciente de ello, no era apto para tener alguna visita y menos la de Erick y con unJosh vagando por ahí... todo se podía salir de control.— Saldré a hacer una visita, Josh — anuncio Sarah entrando al despacho de Josh.Este gruño al verla entrar sin ni siquiera tocar. Que atrevimientos se empezaba a tomar esa mujer en verdad.— Primero se toca, ¿no? O ya se te está olvidando los modales que tú misma madre te enseño.— Cierra la b
— ¿Puedes hacerme un favor?, Tendrás paga — dijo Sarah mirando al pequeño Alaric.— Si puedo...— Oh claro que sí. Es solo llevar esta carta a la mansión de Lord Kensington, ¿Sabes dónde queda, cielo? — el niño asiente — Muy bien. Te daré la paga de una vez porque confió en que lo harás, ¿sí?— Lo haré mi lady — dijo refiriéndose con respeto a la mujer de grandes ojos azules y sonrisa rojiza.Sarah asintió y de un pequeño bolso que cargaba alrededor de su cintura sacó tres peniques para luego entregarlos al niño. Alaric los tomó y al rozar su pequeña y tibia mano con la fría mano de Sarah sintió como un escalofrío le recorrió la mano.— Está muy fría... — dijo el niño con bastante imprudencia, cos
Isabella no se iba a quedar con las ganas de saber quién era el remitente de aquella carta. El sello de color morado oscuro daba mucho que decir y el nombre de una mujer lo era de igual de forma.Marquesa de Wettsel, Sarah A.¿Por qué una mujer le escribe a su esposo?Sin medir sus acciones, Isabella abre el sobre y lee el contenido de la carta."5 de agosto de 1845Querido Lord Kensington. Escribo para informarle que he recibido su carta y lamento decirle que su visita no podrá ser realizada porque yo misma he decidido visitarlo. Espero que no sea molestia.Atte.: Sarah A."— ¿Erick iba a visitar a una mujer?, Porque ni siquiera me dijo algo — se dijo ella a sí misma mostrándose molesta.Moviendo su pesado vestido de color verde manzana llegó hasta el despacho donde Erick revisaba diferentes clases de documentos. Facturas, a
Con regularidad Sarah miraba por la ventana, viendo si llegaba el niñito con alguna respuesta desde la casa de Erick. Se puso muy atenta cuando vio al niñito llegar y como si ella fuera un rayo, apareció detrás de la puerta que abrió de forma inmediata.— Aquí está la respuesta, señora — dijo Alaric mientras estiraba la hoja de papel que le había entregado el marqués de Kensington.— Muchas gracias, cielo. Espero volverte a ver — dijo esto último sin poder evitar tocar el rostro del niñito.Él se estremeció por el toque frío de ella en su rostro. Pero eso no significo que tuviera miedo, al contrario, se sintió bien con solo ver la sonrisa que Sarah le estaba dando, tan cargada de amor y dulzura.Sarah bajo su mano y acaricio el brazo de Alaric e igualmente por la figura que él tenía noto que estaba alg
(...)— ¿Estás loca?, Has perdido la cordura acaso, mujer — contesto Josh ante la descabellada idea de Sarah.— ¿Loca?, ¿me llamas a mi loca cuando eres tú quién mantiene este lugar como una pocilga? ¡Por Merlín! ¿No caes acaso en cuenta que los rumores se empiezan a hacer más? Debemos mantener una identidad en bajo, no siempre sobreviviremos de la fortuna que aún tienes.— ¿Y tu plan es hacer de esto un orfanato?— Solo piénsalo ¿sí? — dijo Sarah esta vez moviéndose con rapidez hasta quedar al lado de Josh.Con dedos ágiles ella acaricia el torso de su esposo.— Sabes muy bien que mi mayor deseo es ser madre... y al no poder pues con algo me he de tener que conformar ¡es lo justo!Josh la mira con sus grandes ojos oscuros y fieros.— No te estoy pidiendo que
Una mañana soleada daba la bienvenida al primer día del mes de mayo. Llena de una brisa primaveral que acariciaba a todo ser vivo que caminaba por aquellos parajes. El olor de las gardenias era exquisito y las aves se dejaban ver entre los matorrales del jardín con sus tiernas figuras en vivos colores.Ese jardín era casi como estar en el mismísimo Edén.Entre aquella flora estaba Sarah Lussac, la habitante más joven de la gran casa. La hija favorita del dueño de casa y algunas veces el dolor de cabeza de una madre un poco neurótica.La joven tenía su mirada clavada en un libro; sentada en una banca sonriendo e imaginando cómo sería estar dentro de uno de esos fantásticos cuentos, llenos de aventuras y cosas a la imaginación.Su madre siempre decía que esos libros solo servían para llenar de tonterías la cabeza de las se
— Se rumorea, o más bien no… ¡Se afirma!, que ha llegado otro marqués a esta ciudad— dijo Erick — Desde Alemania, pero no se sabe con qué fin ha llegado aquí a Londres.— ¿Alemania?— preguntó Sarah a la vez que abrió un poco sus orbes azulados que tiene por ojos. Mismos que hacen bastante juego en su cara blanca de nariz respingada y boca pequeña.— Sí. Según dicen, llegó solo, sin familia ni nada.— Que raro. Un hombre a estas alturas que llegue solo, ¿es joven o viejo?— Según mi madre, aparenta tal vez no más de treinta.La curiosidad empezó a crecer dentro de Sarah y en Erick también se podía decir lo mismo.— ¿Se le conoce acaso el nombre? — preguntó ella.— Marqués de Wettsel. Seg&uac