La sala de espera del hospital estaba en completo silencio, Milo no de baja de mover sus piernas mientras las enfermeras mantenían a Natasha en una tina de baño llena de hielo. Milo había intentado bajarle la temperatura, le había quitado la ropa hasta dejarla en ropa interior para tenerla en la tina pero después de media hora no había funcionado y había decidido traerla al hospital.
Se estaba perdiendo los juegos del inicio del campamento y realmente quería estar ahí pero sabía que pasarían a Natasha a alguna habitación en algún momento y quería estar ahí para ella.
Cuando era más joven había estado enfermo por un tiempo y conocía a la perfección la horrible sensación de estar en una habitación de hospital solo.
—Espera,Milo, esta muy adentro. Duele—susurró antes de gemir.—¿Te estoy lastimado?—Nunca un hombre me había…¡Ah!—gimió.—Estás volviéndome loco, vuelve a gemir y nos van a descubrir —susurró él, enterrando los dedos en su cabello.—¿Puedes sacarlo por un momento?—preguntó ella con las mejillas totalmente encendidas.—Para ser tu primera vez no te estás portando muy mal—dijo él antes de verla.—¿Puedes sacarlo?— preguntó en un pequeño susurro.—¿En verdad?— preguntó Milo un poco ansioso.—¡No es tan grande!—¡Lo es para mi!— se defendió, manteniendo su respiración agitada.—nunca habían metido eso en mi…—di
21El día de San Valentin habia llegado y con el habia llegado todos los sentimientos que podían existir dentro de ella.El lugar olía delicioso gracias a las rosas rojas que adornaban el lugar. Había globos de los colores temáticos y mesas decoradas con largos manteles de color rojo. Era la primera vez que veía eso y le ponía nerviosa ver a tantas personas reunidas en ese lugar. Todos tenían regalos perfectos y el regalo que ella había preparado para él era algo completamente insignificante en valor monetario.Estaba agotada. Había pasado toda la noche hablando con Milo sobre sus vidas, se había abierto emocionalmente con él como nunca lo había hecho con una persona y él la había escuchado sin quejarse, burlarse y cuestionarla. Tenía que admitirlo. Hablar toda la noche con él mientras comían nieve había sido la mejo
22Milo estaba celoso, tan celoso que no podía evitar que sus emociones se vieran reflejadas en su rostro. Era el último día en el campamento y estaba molesto por no haber quedado en el equipo de Natasha, quería pasar el día junto a ella y ahora no podría hacerlo. Tenía que mantener la compostura, no podía hacer una maldita escena de celos y mucho menos podía actuar de mala manera frente a sus empleados. Simplemente tenía que tragarse todos sus malos sentimientos. A diferencia de Milo, a Natasha le temblaban las manos de los nervios y de la cascada de pánico que tenía dentro de ella.El día era hermoso pero ella no lo veía de esa manera, la única manera en la que se sentía segura era a su lado y él no iba a poder estar con ella. O al menos durante cinco horas que durarían los juegos. Milo había planeado unas actividades para el ú
23La llama de la fogata bailaba al ritmo del aire que corría entre los árboles del bosque. Juliet sacudía su cabeza de un lado a otro al ritmo de la música de la guitarra. Natasha la observó quemar su bombón y se abrazó a ella misma mientras sostenía el palo con el que estaba quemando su bombón.—¡Contemos historias de terror!—dijo un chico que mordisqueaba un bombón quemado.—¡Yo tengo una!—dijo Juliet con una gran sonrisa.—¡Creo que Natasha debería de contar una!— dijo un hombre mayor.—¿Yo?—preguntó Natasha. Sorprendiéndose.— no conozco muchas—dijo con timidez.—¡Solo una!—dijo una mujer que parecía ser más joven que Natasha.—Bueno… cuando era niña solíamos ir a acampar a un bos
24Todos hablaban de lo mismo y a Milo le comenzaba a hartar que lo únicopara lo que abrían la boca era para hablar sobre su “Relación”. Natasha mantenía la cabeza agachada, con la mirada fija en el iPad de Milo. Su estado de salud había mejorado gracias a los medicamentos de las vitaminas que el doctor le había recetado.La situación se había vuelto un poco extraña entre ellos desde que él había mencionado las palabras “Apego emocional” y aunque él había intentado mejorar la situación, no había funcionado.—Solo ignóralos—susurró ella cuando escuchó el pequeño susurro de Milo.—Lo siento—dijo él, avergonzado de que ella lo hubiera escuchado decir tal palabra— lindo diseño— dijo, cambiando el tema.— eres una gran diseñadora.&
25La puerta frente a ellos se cerró de golpe cuando la delgada castaña huyó del lugar.—Y así es como escapa siempre—susurró Milo llevándose las manos a la cabeza.—Creo que deberías de ir tras ella.—¿Creías que no iba a hacerlo?—preguntó antes de sonreír y salir de la oficina para perseguir a Natasha.—¡Espera ahí!—gritó al verla llamar al elevador con desesperación. Natasha volteó a verlo y chilló antes de entrar al elevador pero él la alcanzó y entró al elevador justo antes que las puertas se cerraran. Sonrió ampliamente y detuvo el elevador cuando este avanzó.—Estás atrapada.—dijo acercándose a ella. Natasha se llevó las manos a la cabeza y chilló antes de pegarse a las paredes del elevador.
26Natasha se detuvo a unos cuantos metros de la puerta principal de su departamento. Se recargó en la pared del difícil viejo y respiro con fuerza antes de saborear el asqueroso olor a humedad. Su “madre” estaba parada frente a la puerta, manteniendo una mirada de asco en su rostro.—¿Qué haces aquí?—preguntó Natasha antes de acercarse a ella. Invitarla a pasar al departamento no era una opción. Si esa mujer tenía que decirle algo, se lo diría en el pasillo.—¿No es obvio?—Si fuera obvio—dijo Natasha— no te lo estaría preguntando. Habla y vete.—Mire las noticias en televisión. Veo que eres de esas mujeres que andan por ahí con bandera blanca cuando realmente son unas zorras.—¿Por qué no solo te vas?—preguntó Natasha.—Quiero dejarte bie
27Natasha tocó la puerta de la casa dos veces antes de retroceder un paso. Se mordisqueó el labio levemente y pasó la mirada nuevamente por el reloj viejo de su muñeca.—¿Llegué muy temprano?—se preguntó con nerviosismo. Volteó hacia ambos lados para ver el pasillo y suspiró antes de golpear la puerta nuevamente.—¡Juliet!—gritó.—¡Lo siento!—gritó la rubia desde el interior del departamento.—¡Dame un segundo!—Bien—susurró Natasha viendo la bandeja de comida que había preparado para ambas.—¡Mierda, soy un desastre!—gritó Juliet antes de abrir la puerta de su departamento y dejar salir por completo la aroma a quemado. Natasha se llevó la nariz de inmediato y chilló cuando la alarma de incendios se activó dentro del departamento, empapando t