Noa sabía que Alex quería comprarle un billete de avión. Después de todo, ella había hecho todo por él, para ocultar el divorcio a los abuelos. Por lo tanto, le parecía muy razonable que Alex le pagara el billete.

Alex tomó su CURP y procedió a los trámites de comprar el billete de avión. Cuando terminó, empezó a contemplar la foto de Noa en el carnet aprovechando la oportunidad. Se dio cuenta de que su CURP debería haber sido renovado recientemente. La chica en la foto era muy joven y dinámica, con una sonrisa brillante y dulce. En sus ojos se reflejaba una luz, como la luz del sol naciente.

Alex se quedó absorto. De repente, la pregunta de Noa lo devolvió a la realidad:

—¿Está todo listo?

Alex no le dijo nada. Solo bloqueó la pantalla de móvil y le devolvió la CURP.

Luego, los dos se quedaron en silencio, como si el aire en el coche estuviera congelado.

El asistente Fernando, que se sentaba en el asiento del copiloto, no se atrevía a romper la tensión. Sin embargo, como asistente del