Era momento de actuar, ya había dejado pasar suficiente tiempo, no podían perder más; Zev Dawson no iba a permitir que aquello pasase. Aunque no se arrepentía de haberse mantenido en las sombras, él y sus hombres pudieron realizar una tranquila y minuciosa investigación.
La puerta se escuchó, fuertes pero tranquilos golpeteos. —Señor Dawson— Se trataba de un hombre corpulento que vestía traje oscuro; Sus manos se encontraban ocupadas, él traía consigo una carpeta negra. —Toda la información que pidió esta aquí, tanto información privada como pública—
—Muy bien, puedes retirarte—. Dawson era un hombre frió, calculador y malvado, no había nada bueno en él. Sus ordenes debían ser escuchadas al pie de la letra o el castigo podría ser severo, y él no era alguien poco severo, le gustaba y gozaba del maltrato, era y es un hombre peligroso con el cual tratar. Había hecho una buena elección el seguir los pasos de su padre, un "mafioso" de fama mundial, aunque habían muchos que no conocían de esta red ilícita, gracias al casi impensado camuflaje; Una empresa tecnológica que era valorada a una suma nada exagerada, claro, es lo que sabia el público, pero los de puerta para adentro sabían que en realidad la empresa valía miles, miles de millones.
Eran asquerosamente multimillonarios, pero la avaricia nunca terminaba. El dinero lo compra todo. El dinero te da poder. El dinero es lo único que importa. Era una ambición pura.
Zev Dawson así lo creía, nunca tendría suficiente dinero, sin embargo sabía que algun día el mismo dinero seria su perdición. Pero él trataría de ser cuidadoso, aun tenía muchos años por delante. No gesticulo, solo se encargó de leer en silenció el informe entregado recientemente, la mayoría de las cosas lo sabia y solo lo confirmó. Era momento de proceder, ya que todo parecía estar en orden.
Oprimió el intercomunicador, su secretaria fue rápida y eficaz al escuchar la orden:—Llama a Ryan y dile que lo quiero en mi oficina ahora mismo— El tono de su voz era duro, daba la sensación de que estuviese enojado todo el tiempo, no era así en algunas ocasiones y esta no estaba siendo una de esas ocasiones, todo lo contrario, se sentía de buen humor. Su plan para obtener dominio y control absoluto de la empresa de Harrison Lawrence iba a llevar a cabo. Este sería su gran logró.
Pero aun así Dawson no se permitía reír, no aun.
Ryan, subordinado de Zev Dawson hizo aparición luego de que pasase unos exactos siete minutos, él fue lo más rápido que pudo, pues sabia de las consecuencias al no obedecer las ordenes de su jefe, aunque se podía decir que Dawson era dueño de Ryan, antiguas circunstancias tenían que ver en ello.
—Señor— Ryan se mantuvo con las manos detrás y se inclinó en respeto, un leve saludo. —En que puede ayudarle señor— Su semblante era imperturbable, calculador e intimidante; Fue entrenado bien.
La carpeta se deslizó sobre la mesa, llegando hacia el limite del otro lado del escritorio —Para esto, tienes dos días para prepararte. Tus servicios serán requeridos para el lunes—. Dawson dejó ir su peso en el respaldo de su sillón de estilo colonial ingles, era su trono, nunca había dejado a nadie sentarse ahí, ni siquiera a sus miles de amantes.
La mano pálida de Ryan agarró la carpeta, abriéndola para informarse del nuevo trabajo, solo esperaba que fuera algo de corto tiempo. Él tenia un amor-odio con su estilo de vida, por un lado estaba acostumbrado a vivir su vida de esta manera, de manera ilegal y peligrosa; pero por otro lado estaba cansado, él aun era demasiado joven, podría tener una vida normal, corriente como el resto. Había más, algo mucho más profundo, algo que aun le dolía y hacia desear escapar para nunca ser encontrado por nadie, ni por Dawson, su jefe desde los cinco años. Pero podría decir que no lo odiaba, ese hombre podrido por la avaricia había sido como un padre, lo crio, le dio de comer, trabajo, lo entreno para ser mejor que le resto, le dio una vida; Una vida cruel y fría, pero al menos no lo dejo morir.
La expresión en el rostro de Ryan no cambió hasta que dio con otra hoja, leyó en casi un susurró:—Empleando guardaespaldas— La arruga en su entrecejo se visualizó un poco más cuando dio con el perfil de su próximo "jefe". —Lo siento, no entiendo— Esperaba que lo que estaba suponiendo no fuera verdad.
—El lunes serás seleccionado como guardaespaldas del único hijo de Harrison Lawrence—, Dawson se puso de pie, caminado hacia una estantería lujosa de vidrio; La abrió y agarró la única botella de whisky para luego servirse un poco en la copa que también se encontraba ahí. Le dio un corto sorbo, —Será un trabajo de un par de meses—
Algo no estaba bien, y Ryan lo sabia, pues a él no le daban este tipo de trabajos, a él no le dejaban mostrar el rostro. Sus trabajos se basaban en el anonimato completo, en trabajos sucios y desagradables. Esto, ser un guardaespaldas, no... ser una niñera de un niño rico y mimado no estaba y no encajaba en el estilo de trabajo. Era ir de un punto a otro, siendo completamente opuesto.
—Señor Dawson, lo siento pero no puede estar hablando en serio. Yo no estoy entrenado para ser niñera de niños mimados, no soy el indicado para este trabajo— Mantuvo su mirada en su jefe, no le tenia miedo, pero no le agradaba recibir reprimendas. —Solo estoy diciendo qu-
—Eres el único que puede llevar a cabo esta tarea, eres él más joven y él más eficiente. Deberías sentirte orgulloso de que te eligiera a ti para esta importante "misión"—, Dawson sonrió de manera casi burlesca, dándole otro trago a su copa. El tono se su voz seguía siendo relajada, como si estuviera teniendo una charla amistosa con un viejo colega. —Si todo sale a como lo planeado, las propiedades y bienes de las industrias Lawrence serán mías—
—Aun así...-
Dawson se planto frente a su subordinado más joven, —Aun así nada, tú harás lo que te ordene— Su sonrisa de borró, como si nunca hubiera estado ahí. Ryan no supo que más decir, ordenes eran ordenes, pero la duda en su rostro se reflejaba visiblemente. —Bien, haremos esto, aceptaras ser el guardaespaldas del hijo de Lawrence, harás un excelente trabajo de espionaje y no levantaras sospechas, a cambio te podrás ir. Daré por terminado tu trabajo a mi lado—. Si Dawson obtenía lo que quería él ya no necesitaria otras cosas más, entre esas cosas estaba Ryan, su más fiel subordinado por más de quince años, al cual había entrenado para futuras tareas importantes, y esta estaba siendo la más importante de todas.
Ryan no tenia palabra en mente por lo que ni siquiera sabia que decir, pues él nunca pensó en escucharle decir algo así a Zev Dawson, era algo casi imposible. Ryan se había hecho la idea de que trabajaría de por vida con este hombre, y que conseguiría su muerte cumpliendo sus ordenes.
Esto lo tomó por sorpresa.
—¿Tomó un silencio como una aceptación? Vamos, o me puedo arrepentir— No lo haría, lo había estado pensando por mucho tiempo.
Ryan asintió débilmente, —Tomare el labor de guardaespaldas— Se vio decidido, —Y no cometeré ningún error—
—Eso es lo que quería escuchar, ahora ve a leer toda la información de la carpeta— Volvió a su asiento —También quiero que cambies tu actitud, ellos te tienen que ver como alguien de confianza, necesitan confiar en ti como si fueras alguien más de la familia. Se parte de sus vidas, es lo que necesito—, Esta clase de palabrería saliendo la boca de Dawson no parecía ser real, pero lo estaba siendo y Ryan lo estaba escuchando muy atentamente. —Y Ryan, si fallas voy a matarte, espero que lo entiendas... Otra cosa más, no le digas a nadie de esto, no por ahora, ¿entendido?— Su mirada fue fija y sin misericordia.
El subordinado se inclinó, —Lo entiendo señor, no pienso fallarle y tampoco divulgare nada. Con su permiso—. Sus piernas cedieron un poco más cuando dejó la oficina de su jefe y cerró la puerta detrás de él. Apenas y dio unos cuantos pasos.
—¿Ocurre algo, Ryan?— Preguntó Rachel, una de las secretaria de la última planta. —No luces del todo bien—
—No es nada—, Sin más Ryan caminó hacia los ascensores, y ahora si las palabras en su mente comenzaron a surgir sin freno, dejándole ido y confundido. El primer pensamiento fue: Seré libre... un pensamiento bastante penoso viniendo de él, pero luego las dudas y contradicciones lo golpearon, él no debía confiar en alguien como Zev Dawson; Lo conocía como a la palma de su mano y lo sabia, sabia que ese hombre no era de fiar; Aunque había algo mucho o igual de curioso, él nunca le había mentido a Ryan, su relación podría ser parecida como la de un padre e hijo.
Pero lo haría, él cumpliría con su tarea sin quejas alguna y complacería a Zev Dawson. Solo tendría que soportar por un par de meses, o tal vez consiguiese lo que quería mucho antes. Era un ganar-ganar, él ya no estaría bajo las ordenes de nadie y su jefe iba a conseguir lo suyo. Nadie saldría lastimado esta vez, y esto tal vez era lo que le asustaba un poco, él podía dar golpes, buenos golpes que llevaban a la muerte, había sido entrenado para ello. El control no era algo que lo llevaba dentro suyo, aniquilaría a cualquiera ya sea sin querer o por gusto.
Genial, ¿tendría que ir a esas clases de manejo de la ira?... Aquello le sacó una sonrisa sin humor, no ese tipo de personas, sus asuntos y emociones las controlaría el mismo y sin ayuda de nadie.
...
Ryan no vivía mal, y era claro el porque, sus servicios siempre eran bien pagados, y sabia que su jefe no apretaba el bolsillo con él. Era, uh, el consentido, por así decirlo. Entonces, la puerta de su cómodo departamento fue abierta, el lugar era grande y estaba muy bien amueblado, claramente no le hacia falta nada, pero tampoco era de esos que desperdiciaban el dinero en cosas que no usaría. Su departamento tenia una sala de estar con muebles y un gran televisor; Una cocina con una alacena y heladera llena; Una habitación con una cama, un armario, un escritorio y un baño propio. Solo lo necesario, y bien, él tenia que pasar desapercibido, ser uno más del montón, no tenia que verse como lo que realmente era; Un asesino que era parte de una red ilícita de criminales.
Su camuflaje era bueno, y la mayoría de sus compañeros de trabajo hacían lo mismo, era parte del contrato.
Dejó la carpeta en el sillón, luego de una ducha lo leería por completo. Se desvistió quedando en ropa interior, lanzando la ropa sucia en el canasto que se encontraba dentro del cuarto de baño. Abrió el agua de la ducha, era un día caluroso, por lo que el agua salió fría. La dejó correr, quedándose frente al espejo que se encontraba en el lavamanos. Su mano recayó en su barbilla, necesitaba afeitarse, no lo haría hoy; También necesitaba un corte de cabello, pero otra vez, hoy no pasaría.
Era sábado, se encargaría de ello mañana por mañana. Y con respecto a los dos días de preparación que tenia, uhm.. en realidad vendría a ser uno, ya eran las siente de la noche, el sábado se había ido casi por completo. Pero no era algo que no pudiera manejar, estuvo en peores circunstancias, aunque ninguna de las anteriores se parecía a la de ahora, pues ahora al parecer no habría perdidas de vidas, y en esta ocasión ganaría dejar de ser un subordinado de una red criminal.
—Será mejor que no cometas ningún error— Le habló a su reflejo en el espejo. —Es solo cuidar de un niño mimado—. Comenzó a planificar sus próximas acciones en su cabeza, el como debería actuar o verse. Metido en ello arrastró sus piernas hacia el interior de la ducha, el agua fría chico con su piel caliente. La sensación fue buena. Sus ojos se cerraron y las gotas de agua fría cayeron placenteramente en su rostro, su cabello termino mojándose por completo. Sus pensamientos, planes, siguieron en marcha.
... La ducha fue reconfortante para su cuerpo, pero en cambio para su cerebro no lo fue, pues lo mantuvo en marcha todo ese tiempo. Con la tolla enrolada en su cintura se dirigió hacia el sillón de la sala principal, encendió el televisor y reviso la carpeta. Él sabia de la rivalidad que había entre su jefe y Harrison, pero nunca ninguno había hecho nada para perjudicar al otro, hasta ahora, o simplemente no estaba informado de ello; digamos que no era su área, él se encargaba del trabajo sucio y ya, no preguntaba alguna otra cosa que no sea importante. Solo hacia su trabajo muy "limpiamente", terminaba pisando charcos de sangre y piel, pero nunca dejó un rastro suyo, ni siquiera sospechas.
En fin, prosiguió leyendo, informándose. Una vez terminó con el perfil de Harrison, siguió con el de su único hijo; James Lawrence, un chico de veinte años, de una estatura de 1,73, de cabellos claros, castaño y de ojos... Ryan nunca le había dedicado tanto tiempo a una fotografía, fueron unos cuantos minutos en los que se quedo viendo la fotografía de aquel chico. No podía decir que era feo, el chico era hermoso. Y sus ojos de diferentes colores solo le hacían resaltar esa bonita cara de ángel; El ojo derecho era de color miel, y el izquierdo era verde. Hermoso. Pero no había más, solo era un chico más, uno parte de su trabajo.
La lectura de Ryan siguió, dando con el perfil de la esposa fallecida de Harrison, algo le llamó la atención, sus ojos no eran de colores distintos; Pensó que James Lawrence los había heredado de su madre, pero al parecer no era así. De todas formas él no era un experto en estos temas, por lo que no le dio segundos pensamientos. Y fue casi al final que se enteró de algo más, de algo que nunca antes había pensado hacer, al menos no algo que el resto hacia con normalidad.
—Debes estar jodiéndome— Sus palabras salieron sin humor, releyendo lo que estaba escrito en la hoja de papel. Ahora podía entender el porque él era perfecto para este "misión", y maldición, si tan solo su libertad no dependiera de esto él hubiera rechazado por completo esta orden, sin importar que. Pero había quedado claro, él no podía dejarlo. —¡Mierda!— La carpeta fue a parar el piso, no estaba de humor para seguir con la lectura, de todas formas ya había leído suficiente y lo más importante.
Ryan no solo seria el guardaespaldas de James Lawrence, sino que también se haría pasar por un estudiante universitario. Siendo así un trabajo de guardaespaldas de veinticuatro horas. Bien, las horas ahora no eran importante, lo que realmente importaba era el hecho de él siendo un estudiante universitario rodeado de más estudiantes con vidas aburridas y normales. ¿Realmente estaría haciendo esto?... la respuesta era obvio, si, claro que si.
Habían tantos panoramas futuros, no eran muy buenos. Suspiró cansado y molesto, dirigiéndose nuevamente hacia su habitación para vestirse, hoy no saldría a conseguir sexo de una noche ni a beber, hoy se quedaría en su departamento tragándose su amargura y la idea de ser un maldito estudiante.
Pero no fue una noche tan dura, tuvo peores, conciliar el sueño le resulto bastante fácil. Pero sus pesadillas seguían ahí, intactas como en cada noche, la costumbre era su compañera. Ya no despertaba como hace unos diez años atrás, toda esa sangre y muerte le había hecho fuerte, tan frío y algo malvado. Pero aun era joven, tan solo contaba con veinticuatro años, él estaba a tiempo de cambiar y estaba teniendo la oportunidad, pero no se metería, seria un largo y duro camino el que tendría que atravesar.
En total eran veinte hombres vestidos con trajes, y cada uno lucia serio e imperturbable, todos ellos estaban a la espera de algo, era obvio con solo mirarles. Además de que se encontraban fuera de la oficina de Harrison Lawrence. ¿Había nuevas contrataciones de seguridad?, ¿o simplemente serian nuevos empleados de la empresa?... James no estaba seguro, él no solía involucrarse en el trabajo de su padre, ni siquiera iba muy seguido a la empresa.Definitivamente no le interesaba en lo absoluto, pero si estaba entendido del funcionamiento de algunas cosas, de la parte financiera. Harrison se había encargado personalmente de enseñarle a su hijo, James, el manejo de la empresa, pues esperaba que este fuera el próximo cabecilla de las industrias Lawrence. Era como un legado a seguir, todos los hombres Lawrence habían dedicado su vida al trabajo, y aquello no cambiaria.
... —Lo siento, pero solo estoy siguiendo las ordenes del señor Lawrence, mi verdadero jefe— Ryan estaba manteniéndose en su lugar, él no estaba acostumbrado a esto, a lidiar con niños millonarios. Había querido darle un golpe ya hace unos diez minutos atrás, pero vamos, no podía cagarla en el primer día, y de hecho aun no había no empezado. Apenas h**o una corta y nada significativa presentación, pero él ya estaba bien informado, hay que recordar que había leído todo acerca de este chico y su familia. Lo conocía casi perfectamente, casi. Se percató de algo en niño, sus ojos, ambos eran del mismo color, un marrón oscuro. Fue suspicaz en sus miradas. A Jamen no le agradaba, aquello hacia las cosas mucho más fáciles. Podría tratarlo mal sin detenerse a pensar. —Eres un idiota, por supuesto que sigues sus ordenes— Había un doble sentido en sus palabras, Ryan pudo entenderle, aunque no dijo nada. —Bien, ¿Qué diablos buscas?, ¿cámaras y micró
James aun se encontraba en cama, aunque sabia que ya era de mañana, pues los rayos de sol se colaban por el ventanal medio abierto, el cual le habían dicho que mantuviese cerrado de ahora en adelante. Claramente no iba a obedecer ninguna orden que le diera el cretino en la habitación continua. Pero era demasiado temprano como para que James se pusiera de mal humor, por lo que solo dejó aquello a un lado.Mirando el reloj de mesa dio con la hora, las nueve de la mañana; Y aun tenía algunos días más para despertar a esta hora, si, definitivamente luego seria molesto. Pero bien, él fue el que insistió en retomar la universidad, podría haber hecho mucho más adelante, pero como se había remarcado adelante; James quería tener una vida normal, tener amigos y estudiar arduamente como el resto de los chicos de su edad. Simplemente no
James ya se encontraba terminado su licuado, y su atención a la pantalla plana se había trasladado a la pantalla de su celular, mandándose mensajes con su amigo. Él y Matt habían estado comunicándose desde que llegó a Londres, y su conversación de basaba en cosas simples, de James quejándose de su nuevo guardaespaldas y poniéndose al día con algunas cosas de la universidad. Él ingresaría el próximo lunes, en un unos pocos días, lo malo era que ya había perdido un mes de estudio, ingresando a mitad de año de segundo cuatrimestre de la carrera. Por suerte era alguien inteligente y de aprendizaje rápido, estaría perdido si no fuera así.Matt:—¡Mándame una foto de tu guardaespaldas! :D—, el mensaje fue enviado.James frunció el ceño
James se había mantenido muy callado los próximos días, tratando de no volver a cometer el error que ocurrio en la terraza. Él no debía mostrarse débil ante nadie, y mucho menos hacia su guardaespaldas, un don nadie. Además, hablar de temas delicados había estado muy fuera de lugar, vamos, el tipo era un completo extraño, ni siquiera con Matt había hablado tanto, nada. Era inaceptable. No volvería a cometer este gran error.Un guardaespaldas no era un amigo, estaba lejos de serlo.—Ve a traerme el almuerzo— James ordenó, aun con su mirada en su libro. Él estaba dándole la espalda a su guardaespaldas, —Rápido—. Escribió unos cuantos apuntes más en su cuaderno, no fue mucho, solo lo necesario, entonces él ya tenía el almuerzo en su mesa. —Vete— Dejando de lado el
...Al día siguiente nada cambio, a excepción de que James se encontraba mucho más molesto con su guardaespaldas y entonces se estaba desquitando con todo mundo. Había despedido al cocinero de una escandalosa manera, lanzándole el plato de comida a su ropa y diciéndole que su comida era asquerosa y que ya no soportaba comerla. También se encargo de Eleanor, la insulto de pies a cabeza y le mando a hacer todas las tareas de la casa sin ayuda. Hubo más, la televisión del living estaba siendo remplazada, pues James le había lanzado un vaso de vidrio; el espejo de su habitación y cuarto de baño tampoco se salvaron. Y por supuesto Ryan se había llevado una gran parte de la furia de James, su sopa había sido estropeada muchas veces y fue insultado de pies a cabeza.Habían sido un día de locos. James estaba fuera de control.
James se había disculpado muchas veces con Matt, por el haberle abandonado en el comedor hace tres días. Si, y Matt le había dicho que que no importaba realmente, vamos, no era nada y nadie había muerto, pero...Matt suspiró mientras miraba a su amigo, él cual le estaba diciendo:—Elige el que quieras, yo lo pagare—Ellos se encontraban en una joyería, lo cual tomó casi por sorpresa a Matt, casi porque algo así ya había pasado en anteriores ocasiones. En donde James trataba de disculparte por alguna tonta razón, como la que había ocurrido actualmente.Pero Matt ya sabia a estas alturas que no podía decir que no, pues la primera vez que le dijo que no a su amigo, este parecía tan roto y angustiado, era algo triste de ver. Nadie debería verse así de miserable, y menor por una tontería. Sonriendo, Matt selecci
... Ryan ya se encontraba sobre su cama, sus brazos cruzados debajo de su cabeza y su mirada intacta en el techo blanco. Segundos después sus párpados se cerraron, de alguna manera se sentía agotado, él había hecho cosas de un chico muy corriente y normal, a excepción de estar en una joyería. Había ido al cine y comió helado, culpa de Matt, entre otras actividades. Pero no podría decir si le pareció divertido o no, pues nunca antes las había hecho y no sabia que pensar. Recordando algo de su pasado, Ryan terminó durmiéndose, soñando con el pequeño niño de cinco años que fue adoptado por Zev luego de que sus padres fueran asesinados. Todo había pasado tan rápido, cuando se dio cuenta él estaba en lo brazos de su madre, ella estaba muerta y llena de sangre, al igual que él; Su padre estaba también a su lado, boca abajo en el piso, de su boca aun salía sangre. Era una escena que solía aparecer en sus sueños, aun atormentándol