-Capítulo 2-

...

—Lo siento, pero solo estoy siguiendo las ordenes del señor Lawrence, mi verdadero jefe— Ryan estaba manteniéndose en su lugar, él no estaba acostumbrado a esto, a lidiar con niños millonarios. Había querido darle un golpe ya hace unos diez minutos atrás, pero vamos, no podía cagarla en el primer día, y de hecho aun no había no empezado. Apenas h**o una corta y nada significativa presentación, pero él ya estaba bien informado, hay que recordar que había leído todo acerca de este chico y su familia. Lo conocía casi perfectamente, casi. Se percató de algo en niño, sus ojos, ambos eran del mismo color, un marrón oscuro. Fue suspicaz en sus miradas.

A Jamen no le agradaba, aquello hacia las cosas mucho más fáciles. Podría tratarlo mal sin detenerse a pensar. —Eres un idiota, por supuesto que sigues sus ordenes— Había un doble sentido en sus palabras, Ryan pudo entenderle, aunque no dijo nada. —Bien, ¿Qué diablos buscas?, ¿cámaras y micrófonos?, ¿o algun asesino al acecho?— James se alejó, tener a este hombre cerca no le hacia sentir seguro, lo cual era, si, irónico ya que se suponía que era su guardaespaldas, él tenía que mantearle seguro. Se dejó caer en su cama, era una cama grande, estilo king.

—Se supone que deberias mostrarme la casa, pero entiendo que no quieras— Ryan a penas dejó las cortinas separadas. —Iré por mi cuenta—

Pensándolo, James sabia que el lograr que este hombre renunciara tardaría tiempo, por lo que... —Bien, vamos— Dejó de estar en su cama, fue rápido en salir de su habitación. En ese momento la ama de llaves se encontraba pasando con una canasta, —Ella en nuestra ama de llaves, Martha—. Era una mujer de unos cincuenta y nueve años, ella paso luego de leve inclinación de cabeza. —Hay más empleados, sirvientes que se encargan del aseo de la casa. Estarás con ellos, así que ya los conocerás— Siguieron caminando, casi del otro lado de la casa dieron con una puerta, —Esta es la habitación que suele usar de vez en cuando mi padre, o mejor dicho nunca, solo no le gusta quedarse aquí por mucho tiempo—. James no dijo más, terminaría con la voz rota si seguía. Solo extrañaba a su viejo padre.

Ryan pudo percibir algo raro el tono bajo que la voz del chico, pero no era nada nuevo, supuso que se trataba de la típica historia de un padre ausente. No estaba equivocado. Sus piernas volvieron a moverse, siguiendo al chico por toda la casa. Sorprendentemente el chico se portó mejor de lo esperado, fue algo serio. Para cuando el recorrido de reconocimiento terminó, Ryan fue presentado al resto de los empleados. Todo fue muy formal y normal.

—Uhm... Señor Ryan— Le llamó una de las mucamas.

—Por favor, solo llámame por mi nombre—, Ryan no era nada viejo para ser llamado señor, y podía decir que incluso era más joven que aquella mujer. Tampoco le agrada ser llamado así.

—Claro señ- Ryan— La mucama sonrió apenada.

—Asqueroso— James interrumpió con el bufido, él no era malo, ni tan bueno. Su crianza era la culpable. Su padre... Negando preguntó:—¿Cuántos años tienes?— Su voz fue nuevamente tosca.

—Veintidós— Si, Ryan lo sabia, parecía tener más de veinticuatro años, había sido una mala idea no afeitarse, simplemente no había tenido el tiempo suficiente; siquiera y pudo cortarse el cabello.

James frunció en ceño, mirando a su al parecer muy joven guardaespaldas de pies a cabeza. No dijo nada, no se le ocurrio nada. Solo mantuvo su mirada en el rostro del chico, tratando de ver si lo que decía era verdad y en realidad tenia esa edad. Pero tal vez su escaneo duró demasiado tiempo.

—¿Terminaste?— Ryan preguntó, porque él ya lo había hecho, o algo así.

Frunciendo un poco más su entrecejo, James dejó de mirar y se percató de que solo eran ellos dos en medio del living. —Ya te mostré la casa, ahora ve a hacer otra cosa—. James se alejó, pero no estaba escapando... tal vez un poco, pero fue culpa de su incomodidad. Quedarse inmóvil mirando perdido el rostro de otro hombre fue, uh, fue tonto de su parte.

La apenada mucama volvió a hacer aparición, ella aun no le había comunicado un mensaje de del dueño de la casa, —Disculpe, el Sr. Lawrence me dijo que le dijera que usted estará ocupando la habitación de al lado de la del joven James—. Eleanor, ella se llama:—Eleanor, mucho gusto— Pues aun no se había presentado con Ryan, era la que faltaba.

—Gracias, Eleanor— Ryan no perdió el tiempo con la mucama, él ya estaba detrás de James. Pero antes de que este soltara queja, él dijo:—Estaré ocupando esta habitación—

Era de esperarse, James lo había esperado, después de todo las habitaciones estaban unidas por medio del baño. Era una manera de tener una vigilancia y cercanía constante, pero a la vez no era tan invasora. Já! James había reído de esto último, no podía sentirse más vigilado y sin privacidad. —Lo que sea— Respondió, ingresando a su habitación, azotando la puerta al cerrarla.

...

Dos hora después alguien llamó a la puerta de James, era Martha, su ama de llaves, esta le estaba llamando para la cena. Pero James no estaba con apetito, por lo que solo le dijo que se fuera. Genial, había sido despertado y él había querido dormir hasta el día siguiente. Simplemente genial.

Algo se escuchó, una vibración pausada. James tomó el celular que se encontraba debajo de su almohada; Tenia mensajes de Matt, unos seis, volvió a vibrar, ahora eran siete. Los mensajes siguieron, James estaba siendo invitado a una fiesta en casa de Scott, un chico que conocía gracias a la universidad.

—Realmente no estoy de humor para esto— No, no lo estaba en lo absoluto, aunque bueno, Matt, su tonto amigo le aclaro luego de media hora que la fiesta aun se llevaría a cabo el proximo fin de semana, no esta noche como había pensado. Bien, lo más seguro seria es que si iría, ya que él no solía privarse de momentos así, le hacían sentirse como el resto, como si fuera un chico más del montón.

Dejando su celular a un lado y su cama, caminó hacia el baño, necesitaba liberar liquido de su vejiga. Pero tanto fue su apuro que no se percató del ruido dentro, no hasta que abrió la puerta y se encontró con un hombre completamente desnudo cerrando el grifo del agua fría. M****a. Pero no se vio perturbado, aunque no quietaba su mirada de cierta zona. Solo parpadeó un par de veces, muy rápido.

Ryan tampoco se alarmó, ¿por qué lo haría?, solo actuó como si nadie lo estuviese viendo. Tomando la toalla colgada y envolviéndose por la cintura, luego dejó el cuarto de baño.

—¿Le acabo de ver la polla a mi guardaespaldas, verdad?— Se preguntó a sí mismo, sin expresión en su rostro. Y bien, no había más... —Hey, cierra la puerta del otro lado cuando estés ocupando el baño— Pero James ya se encontraba de pie frente al imbécil, quejándose. —No quiero volver a ver tu polla, ¿entendido?— Vaya. —¡Y ya vístete!— Aunque el tipo ya tenia ropa interior.

Ryan se ahorró el mostrar una sonrisa ladina, se puso unos pantalones deportivos color negro y una polera del mismo color, —Lo siento, pero no es posible. Si algo llegara a sucede no puedo perder ni un segundo en nada, aun si es un a tarea fácil; como el sacarle el seguro a la puerta del baño. Cada segundo cuenta—

—Bla bla bla...— James puso los ojos en blanco, ya se encontraba de brazos cruzados. —No pienso dejar la puerta la puerta sin seguro cuando este utilizando el baño, ¿entendido?— Se giró, comenzando a caminar devuelta al cuarto de baño.

—Entonces tendré que m****r a sacarle el seguro a la puerta, a todas si es necesario— Ryan no iba a dejarse manejar por un niño. Además él tenia cierto poder en la casa, estaba en todo su derecho a hacer y deshacer algunas cosas que no le pareciesen bien.

James volvió a girarse, —Mira, entiendo que mi padre te dio algunos derechos, pero no te metas en mi privacidad, te lo advierto— Fue una amenaza sin sin sentirse así en realidad, al menos a Ryan no le hacia nada. —Si, tómalo como una amenaza—

Claro. —¿Ya almorzaste?, ve a hacerlo si lo has hecho— Solo quería sacárselo de encima. No debería ser así, pero vamos, aun debía de acostumbrarse.

—¿Acaso me estabas escuchando?, ¿tengo que recordarte que yo soy el te va a m****r de ahora en adelante?—

Ryan le copió la postura, dando solo un tres pasos hacia el niño, —Solo te obedeceré cuando piense que es buena idea. También te recuerdo que las ordenes de tu padre pesan más en mi, que las tuyas—

Perfecto, ¿así que este es el juego que quería jugar su idiota guardaespaldas?... James le sonrió, acortando la distancia por completo, —Convertiré tu estancia en esta casa en un infierno, y si es necesario tu vida también— No estaba siendo una amenaza, estaba siendo un hecho que sucedería.

Ryan fijó su mirada en los ojos, pupilas contrarias. Lo que sospechaba, lentes de contacto. Que decepción. —Otra vez, ¿ya terminaste?—, su ceja se alzó. Su semblante era tranquilo, e imperturbable. —Ahora ve a cenar—

James quería golpearlo, en serio quería hacerlo, pues este idiota estaba burlándose de él. —Piensas que solo soy un niño mimado, ¿verdad?—. No recibió respuesta, tomando el silencio como un si mudo. Era tan claro. —Si, bien, es verdad— Entonces simplemente salió corriendo hacia la cama de su guardaespaldas, subiéndose a la acolchonada superficie. Comenzó a saltar. Sus brincos eran algo peligrosos, pues no estaba siendo estable en mantearse en un punto.

—En serio...- Ryan dejó de estar de brazos cruzados, —¿Realmente eres este tipo de persona?, ¿eres un niño tonto y mimado?— Se acercó, manteniéndose en alerta por si el chico tonto daba un movimiento en falso.

—Lo soy— Sonrió y sus saltos comenzaron a ser mucho más frenéticos. Quería sacar de quicio al imbécil, y tal vez romper la que ahora iba a ser su cama. —¿No saltas conmigo?—

Suspirando, Ryan se dispuso a detenerlo. Aunque no sabia como hacerlo sin lastimarlo, ¿debería solo dejarlo caer? Pero ya estaba moviéndose rápidamente hacia donde el tonto niñato estaba por caer. En un rápido movimiento logró que ambos cayesen de espalda en la cama. O bueno, James cayó sobre él. Ninguno se movió de manera rápida.

—Maldición, ¿estas hecho de piedra o qué?— pues su mejilla había rebotado contra el pecho contrario. —Definitivamente tendré un hematoma en mi mejilla— Sus dedos a acariciaron la piel sensible, dándose cuenta que aun se encontraba encima de su guardaespaldas. Pero solo se le quedo mirando, otra vez.

Ryan no lo alejó, tampoco él. Observando se cerca la cara agraciada del chico; Labios abultados, pestañas largas, mejillas bien proporcionadas, le hacían lucir aun más joven de lo que era. Y no había que saltarse de sus ojos, —No deberias usas lentes de contacto—... Inmediatamente quiso morderse la lengua, no era algo que debería de haber dicho. No era algo que debió siquiera pasar por su cabeza.

Como lo escuchado fuera un gran golpe, James se alejó, fue algo brusco pero no le importo. —No lo vuelvas a mencionar—. James no era tonto, lo más seguro era que el imbécil supiera todo de él.

Nuevamente, otro portazo se escuchó.

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