-Capítulo 5-

James se había mantenido muy callado los próximos días, tratando de no volver a cometer el error que ocurrio en la terraza. Él no debía mostrarse débil ante nadie, y mucho menos hacia su guardaespaldas, un don nadie. Además, hablar de temas delicados había estado muy fuera de lugar, vamos, el tipo era un completo extraño, ni siquiera con Matt había hablado tanto, nada. Era inaceptable. No volvería a cometer este gran error.

Un guardaespaldas no era un amigo, estaba lejos de serlo.

—Ve a traerme el almuerzo— James ordenó, aun con su mirada en su libro. Él estaba dándole la espalda a su guardaespaldas, —Rápido—. Escribió unos cuantos apuntes más en su cuaderno, no fue mucho, solo lo necesario, entonces él ya tenía el almuerzo en su mesa. —Vete— Dejando de lado el estudio, por solo unos minutos, comenzó a comer. Pero el disgusto se expreso en su rostro, él definitivamente debería contratar a otro chef. La comida era aburrida y repetitiva.

Ryan desapareció de la habitación, era la hora de almorzar despues de todo, y él almorzaba con el resto de los empleados, aunque no con todos.

—El joven James a estado de muy mal humor ultimamente— Martha, la ama de llaves comentó.

—Él siempre es así— Eleanor no se guardaba sus palabras a la hora de las comidas, era graciosa.

Y Ryan no había podido negar nada de lo escuchado, pues opinaba igual. Aunque él no decía nada, no era lo suyo hablar de esa manera... no siempre, además el usaría otras palabras, seria mucho más mal hablado y grosero, y muy rudo. Se puso de pie, —Gracias por la comida— Sin más dejó el comer de los empleados y regreso al segundo piso. Esta vez no fue a la habitación del chico, fue a la suya, pues necesitaba ponerse al día con algunas cosas.

Había recibido algunos mensajes de su verdadero jefe; Zev Dawson, este simplemente le preguntaba el como lo estaba haciendo y si no había causado problemas o algo por el estilo. El maldito lo conocía tan bien. Pero tenía otros mensajes, sus compañeros le ponían al día de lo que estaba sucediendo allá. Y al parecer estuvieron ocupados asustando a una familia, secuestrando a su hija y golpeando a al padre de esta; Solo eran diversión. Ryan se había divertido también con ello, pero ya lo ven, estaba ocupado vigilando a un chico millonario que no hacia más que estudiar y ser un gilipollas. Y aquello le llevó a pensar en algo, en que ser un estudiante universitario seria menos aburrido... si, a eso había llegado. Que m****a.

Siquiera había pasado una semana. Ryan suspiró cansado y muy aburrido, —Terminare matando algo si esto sigue así— No estaba bromeando, él era un asesino experto y demasiado cruel. Escuchó algo.

—Saldremos—, James lo miró de pies a cabeza, agregó: —Y usa ropa normal—. James desapreció, él ya estaba vestido y listo para salir. Él no vestía como un chico millonario, era un tarto normal. Aunque su ropa normal valía miles de dólares.

Perfecto. Ryan se miró a si mismo, ¿qué tenía de malo su ropa?...

En fin, ellos, James mejor dicho, terminó comprando una buena cantidad de ropa. Toneladas. Parte de la ropa tuvo que ir en otro auto. No era nada que no hubiera ocurrido antes, aunque para Ryan esta era simplemente innecesario y ridículo. Pero terminó recodando que los niños ricos eran así.

Ellos llegaron muy tarde a la casa, pues James decidió que quería comer algo diferente, algo caro y con clase. —Tú espera afuera— Le dijo a su guardaespaldas. James fue muy bien recibido en el restaurante, era unos muy famosos de Londres, el tipo restaurante que daba la sensación de que no todo el mundo estaba invitado.

Ryan esperó afuera, al lado del mercedes que se estacionó del otro lado de la calle. Él observó el edificio, lo había visto antes y de hecho había comido ahí varias veces, pues su jefe Dawson también solía ostentar que era asquerosamente multimillonario. Sin embargo, a Ryan no le gustaba este tipo de lugares, no iban con él. Además podía comer mucho mejor en algun otro lugar. Nació siendo muy pobre, aunque eso no había durado mucho, pero aun así nunca se había terminado a acostumbrar. No lo sentía correcto, él era un asesino, uno que no mecería tener una buena vida. Es decir, un asesino no debería ser bien tratado. No era algo de lo que estar orgulloso.

Pero había otro hecho que tenía un tanto confuso a Ryan, y era con respecto a la actitud del chico. Parecía tener doble personalidad, aunque la actual parecía estar siendo forzada. Tan diferente al chico que vio en la terraza.

—¿Ryan, cierto?—

Girando, dio con el chofer del chico. Asintió y aceptó el apretón de manos.

—Mi nombre es Marco, el chofer del joven James—, Rió —Lo siento, ya debes saberlo, además es obvio— Volvió a reír.

¿Ryan debería de reír también?... No lo hizo, el tipo parecía ser un estúpido.

—Uh, lo siento, solo quería presentarme— Este rascó su nuca nervioso y un tanto avergonzado, —Tú... ¿Cómo te va con el joven James?—

Ryan estudió al chofer, se trataba de un tipo bastante normal, nada resaltaba en él, solo su personalidad bobalicona. Le recordaba a alguien, un viejo amigo, si bien le agradaba a veces solo quería lanzarlo al vacío y luego rematarlo.

—Supongo que bien—

Marco, Ryan entendió, era un tipo que tenía la boca floja, simplemente no paraba de hablar de lo que sea. Y Ryan agradeció tanto que el chico al cual cuidaba hiciese aparición, diablos, estuvo a nada de agradecerle. Por suerte no era un idiota.

No hubo conversación alguno de regreso a la mansión, nuevamente, por suerte para Ryan. Fue un viaje tranquilo en medio de la oscura ciudad. Nada fuera de lo normal, hasta que ingresaron a la mansión; Pues ahí estaba Harrison Lawrence, se encontraba en uno de los sillones mientras bebía su copa de vino tinto. Estaba tranquilo, y al parecer de buen humor.

—Padre— James fue neutro, así solía comportarse cuando su padre estaba presente o por los alrededores.

—Solo vine a buscar algo de ropa, saldré de viaje, iré a Grecia. Es algo de negocios—, Se puso de pie —Estaré por allá un mes, algo se complicó y tengo que arreglarlo—

Para James le era indiferente, —Entiendo, que tengas un buen vuelo padre— Entonces ya estaba poniéndose en marcha hacia su habitación, se detuvo a mitad de camino. Escuchando.

—Ryan, quiero un informe de lo que sucede aquí cada semana—. Por supuesto, Harrison Lawrence no dejaba nada sin vigilancia.

—Entiendo señor Lawrence, como usted ordene— Ryan quería vomitar por el solo hecho de hablarle así a otra persona que no fuera Zev, pero no había que confundiese, él se había acostumbrado a ser así con Zev, además realmente no había tenido opción.

Harrison terminó de beber de su copa, y lo próximo que dijo ocasiono nuevamente que su hijo se detuviese. Pues... —¿Estas preparado para la universidad?—

James había pensado que le estaba hablando a él, estuvo por responderle, pero su guardaespaldas se adelantó.

—Por supuesto señor, estoy capacitado por completo. No será ningún problema para mi, y no va a tener que preocuparse por su hijo, lo estaré vigilando en todo momento— Lamentablemente así seria.

James ya se encontraba con un fuerte ceño, su cuerpo no le respondía, su boca tampoco. —Debes estar bromeando, dime que lo estas— A él no le habían informado de nada, como siempre.

Harrison no se alteró, no era esa clase de hombre, al menos no lo sería por algo tan estúpido. —Debiste adivinarlo cuando te dije que te estará cuidando todo el tiempo—

Diablos, el bastardo de su padre nunca le había dicho tal cosa, pero lo ignoró, no era lo importante ahora. —¿Entonces se supone que este idiota deba estar conmigo todo el maldito tiempo?— Su voz fue alta y enojada, su mano derecha apretó con fuerza la baranda de las escaleras. —¡Ese no había sido nuestro acuerdo!... Se supone que tendría libertad esta vez, no es justo—

Ryan solo mantuvo callado, no era una discusión suya después de todo. Escuchó atento.

—Hijo, tu nunca tendrás entera libertad, eres un Lawrence—. Le respondió Harrison, como si con ello lo explicará todo. Como si con ello todo tenía sentido, lastimosamente por un lado así lo era.

—No lo acepto— James fue impulsivo, él solía serlo; Le lanzó su celular a su padre, quería hacerle daño. —¡No lo acepto!— Y fue rápido en encerrarse en su habitación, poniéndole seguro a todas las puertas. Quería estar solo. Quería tanto no ser un Lawrence.

Por suerte Ryan había sido rápido, el agarró el celular antes de que diera en la cara de Harrison, una acción muy fácil para él.

—Sigue siendo tan impulsivo como siempre, debí de ser más severo con él—, Lawrence ya se encontraba siendo vestido, bueno, una de las mucamas le estaba ayudando a ponerse el saco. —Igual a su madre, lamentablemente. Pero será domesticado, él sabe de sus futuras obligaciones— Le dirigió la mirada a Ryan, —Quiero que su vigilancia sea completa, que se concentre solo en sus estudios, nada de romances que lo puedan distraer. Es lo menos que necesito ahora—. Era y es un hombre egoísta, —Lo dejo en tus manos, Ryan—

—Si señor Lawrence— Se inclinó levemente, un saludo.

Harrison Lawrence dejó la casa, detrás de él las mucamas llevaban sus maletas, solo eran dos y no parecían muy pesadas. Luego todo se convirtió en silencio.

Ryan ahora podía entender un poco mejor al chico, y del porque este tenía dos personalidades diferentes. Fue obligado a crearlas. Podía casi reflejarse en él, pero aun así la diferencia era abismal... Tal vez. De todas formas, no era algo que deba importarle, él estaba aquí por un único motivo, él tenía que tener acceso a las cuentas de Lawrence y eso no era todo, tenía que hacer un trabajo de espionaje, investigar algunas cosas para que luego Zev Dawson pudiera derrotarlo por completo. Acabando con las Industrias Lawrence, o peor aun, apoderarse de ellas.

Esa era la única obligación de Ryan, no podía fallar, nunca lo había hecho.

—El joven James ya ceno, no se molesten en cocinarle— Ryan informó mientras se dirigía al segundo piso. Una vez estuvo ahí, se puso de pie frente a la puerta del chico, no estaba seguro si entrar o no, pero sabia que lo mejor de hacer ahora era dejarle tranquilo y solo. Además supuso que las puertas estaban con seguro, aunque no era de gran impedimento para que ingresará. Podía romper la puerta si era necesario, pero no lo estaba haciendo.

...

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