Estado Civil: Madre Soltera
Estado Civil: Madre Soltera
Por: LashistoriasdeEva
Capítulo 1: La huida

     Llueve a cántaros, sin importarme lo que hago camino como una autómata, mis lágrimas se confunden con el agua de lluvia que baña mi rostro.

     —¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué tuve que enamorarme de ti? Por estúpida te perdoné muchas cosas, pero esto no, ¿por qué lloró? él no merece ni una de mis lágrimas.

     Siento frío, la lluvia golpea mi rostro, pero sigo caminando sin rumbo fijo, ya es  de noche, las calles están vacías, de pronto tengo miedo, ¿para dónde voy?

no sé, sólo camino, veo que dos hombres se me acercan, trato de no mirarlos y camino más aprisa, uno de ellos al pasar a mi lado me sujeta por el brazo, el otro se me puso al frente y entre los dos me llevan a rastra y me pegan de una pared.

     Trato de soltarme de esos brazos, pero mis fuerzas no me dan, me lanzan al piso, el más pesado se abalanza sobre mí, trata de quitarme la ropa, en eso escucho un disparo, veo la figura de un hombre que viene hacia nosotros con un arma en sus manos, los hombres al verlo huyen dejándome tirada en el suelo.

     —Señorita, señorita me escucha.

     Escucho muy a lo lejos la voz de mi salvador, en eso todo se oscureció.

    Cuando desperté estaba en una cama con sábanas de seda, puedo escuchar los pasos de alguien que entra a la habitación.

     —¿Ya despertaste? ¿Cómo te sientes?

     —Me duele todo el cuerpo.

     —Eso es por la fiebre.

     —¿Fiebre?

     —Sí, tuviste dos días con fiebre, te resfriaste por la lluvia, pero ya estás fuera de peligro.

     —¿ Por qué no me llevaste a un hospital?

     —Para evitar las preguntas, preferí llamar a un amigo médico, ahora descansa, te están preparando un caldo, cuando te sientas  mejor te puedes ir a tu casa.

     Cuando la belleza andante salió de la habitación murmuré en voz baja.

     —¿Cuál casa? ¿Para dónde voy? Esa cara me parece familiar, ¿dónde he visto a este hombre? recuerda Fernanda, esa cara tan hermosa no se puede olvidar tan fácil.

     Recorrí toda la habitación con la mirada, allí pegado a la pared estaba una pintura a cuerpo entero de mi salvador, es todo un ejemplar del sexo masculino, sus facciones son iguales de hermosas que el resto de su cuerpo, lo miro detenidamente y comienzo a recordar.

     —Ahora sí sé quién eres, quién lo iba a decir estoy en la casa de uno de los modelos más famosos de la actualidad, tu rostro y tu figura siempre están en la portada  de las revistas de modas, por eso me eras familiar, me encanta ver estás revistas, siempre soñé con ser diseñadora, esa es  mi gran pasión, la moda.

     Al rato entró a la habitación una señora trayendo consigo una bandeja.

     —Buenos días señorita, le preparé un rico caldo, para que se recupere.

     —Gracias.

      El caldo estaba muy rico, tenía que recuperarme rápido para marcharme, pero irme ¿adónde? 

     —Dios que voy hacer, no puedo regresar a mi casa, tampoco a la casa de mi novio, el que era mi novio, después de ese escándalo que formé dudo que pueda recibirme, igual no pienso regresar con él, lo ví en la cama completamente desnudo teniendo sexo con su antigua novia, después de esa traición no lo quiero ni ver.

     ¿Dónde estará mi bolso? Cuando salí de casa tomé un bolso con unas pocas pertenencias, ¿caería al suelo cuando los hombres me atacaron? No, puede ser, es lo único que pude sacar de mi casa, no lo puedo perder.

     —Señorita, vine a retirar las bandejas.

     —Gracias, todo estaba muy rico. 

     —¿señora, yo vine con un bolso?

     —Sí, su ropa estaba muy mojada, el joven me pidió que se la arreglara.

     —Dentro del bolso yo tenía un monedero.

     —Sí señorita, está dentro de su bolso.

     —¿ Y mi teléfono?

     —No, de eso no sé.

     —Me puede traer el bolso por favor.

     —Ya se lo traigo.

     — Quiero levantarme para cambiarme de ropa, pero me siento muy débil.

     Hago un gesto para  retirar la sábana y noto que tengo puesto un pijama de hombre, ¿quién me quitó la ropa? era evidente que ese pijama era de él.

     Tartamudeando le pregunto a la señora.

    —¿Quién me desvistió?

     —Yo, cuando llegó, el joven me llamó para que lo ayudara, tenía mucha fiebre.

     —¿Estuve dos días inconsciente?

     —No, despertaba, pero era tanta la fiebre que volvía a dormirse.

     —¿Quién me cuidó?

     —El joven, tiene dos días sin salir del apartamento.

     —¿Esta es su habitación?

     —Sí, ahora sí me disculpa voy a preparar el almuerzo.

     La señora se retiró dejándome sorprendida por la actitud del modelo, según las revistas es un hombre muy arrogante, serio, muy poco sonríe, esa seriedad lo hace aún más atractivo.

     Ahora recuerdo, hace algunos meses leí un artículo que tiene novia, una hija de un empresario, los dos han sido fotografiados en varias oportunidades y se ven muy bien juntos.

     Que vergüenza, tengo que levantarme de esta cama, me tengo que ir de aquí, no puedo seguir dándole problemas.

     Con mucha dificultad trato de levantarme cuando Marlon entra y corre hacia mí.

     —Estás loca, todavía no te puedes levantar, te dije que cuando te sientas mejor te puedes ir, pero es obvio que todavía estás muy débil.

     —Pero tengo que irme, ya he ocasionado muchas molestias.

     —Vamos hacer algo, dame el número de teléfono de tus padres, andarán como locos buscándote.

     No supe qué decir, en estos momentos no tenía casa, no tenía donde ir, sólo atiné a decir.

     —¿Dónde está mi teléfono? Lo tenía dentro del bolso.

     —Dentro del bolso no había teléfono, seguramente se te cayó cuando estabas forcejeando con los delincuentes, pero dame el número yo llamo y les explico.

     En ese momento siento que mi mundo se desvanece, las lágrimas comienzan a salir sin poder detenerlas.

     —¿Qué pasa, porqué lloras?

     Con mucha delicadeza limpia mis lágrimas con sus dedos.

     —Puedes confiar en mí, dime en qué puedo ayudarte.

     Que puedo  decir para que no piense mal de mí, de seguro cree que soy una  loca, una mujer de la calle, que todo lo que  pasó es por mi culpa.

     —Vamos a hacer una cosa, en cuanto te sientas bien, hablamos.

     En eso la puerta se abre entrando en  forma intespectiva una hermosa pelirroja.

     —¿Marlon qué significa esto? ¿Qué hace esta mujer en tu habitación?

     —Buenas tardes Cristal, ¿podemos salir afuera para explicarte?

     Era evidente que la mujer es la novia de Marlon, me siento apenada, la mujer está furiosa, Marlon la conduce fuera de la habitación, desde afuera yo escucho los gritos de su novia.

     —Marlon te desconozco, cómo tú vas a meter una extraña en tu casa y para colmo está durmiendo en tu habitación.

     —Cristal es cuestión de humanidad, si no lo puedes entender, entonces lo siento por ti.

     —Okey voy a tratar de entender, ¿me prometes que cuando mejore se va de tu apartamento?

     —Eso lo hablamos después, por ahora no la voy a echar a la calle.

     —Esta bien samaritano, Dios quiera y nunca te arrepientas de esto.

     —No lo creo.

     —Bueno, vine para invitarte a salir, 

     —Cristal, en otra ocasión ahorita estoy muy cansado.

     —Siempre estás cansado, me estoy hastiando de esto.

     —Si estás hastiada ya sabes lo que tienes que hacer.

     —¿Quieres terminar nuestra relación?

     —Yo no estoy diciendo eso, al parecer eres tú quien quiere terminarla.

     —Si claro y tú feliz si la termino.

     —Cristal es mejor que te vayas, podemos decir cosas de la cuál podemos arrepentirnos.

     —Siempre tan arrogante, no sé porque te aguanto.

     De la habitación escucho el portazo que dio la novia de Marlon. Al rato siento sus pasos que llegan a la habitación, me hago la dormida, me da vergüenza verle la cara, me siento culpable por la pelea que sostuvo con su novia.

     Al día siguiente muy sigilosamente me levanto, me cambio de ropa y me dispongo a salir de la habitación cuando escucho su voz.

     —¿Te vas sin despedirte?, tan mal te tratamos aquí, que te vas a escondidas.

     —No, ustedes me han tratado muy bien, pero no quiero seguir causando molestias.

     — Me alegro que estés mejor, pero espera yo te llevo, te puedes desmayar en la calle y eso no me lo voy a perdonar.

     —No se preocupe estoy bien.

     —Señorita ni siquiera me ha dicho su nombre, -extendiendo su mano- mucho gusto yo soy Marlon ¿Y usted?

     El contacto de su mano, me hizo sentir una sensación extraña, le dije en voz baja.

     —Mucho gusto señor Marlon mi nombre es Fernanda.

     Al sentir el rose de esa mano mi corazón dio un vuelco, por unos segundos los latidos se detuvieron, quedando sumergida en una nube dónde sólo existían esos ojos que me miraban como queriendo traspasar mi alma y esa sonrisa que me transmitía una sensación de bienestar, de paz, no quiero quitar mi mirada de esos labios delineados por el mejor escultor, quiero perderme en ellos.

     —Insisto en llevarte, dame tu dirección.

     En ese momento entendí que tenía que ser sincera, no puedo mentirle al hombre que me ha ayudado tanto.

     —Yo no tengo donde ir.

     —¿Cómo que no tienes dónde ir? 

     —Me fui de la casa de mi padre, mi padrastro, mi mamá murió hace dos años.

     —¿La noche que te encontré estabas huyendo?

     —Sí.

     —¿Puedo saber el motivo?

     —Él me quiere casar con un hombre que casi me triplica la edad y para colmo me fui para la casa de mi novio y de allí también salí corriendo.

     —¿Por qué?

     —Por favor no me preguntes, no quiero seguir hablando.

    —Está bien, si no quieres hablar respeto tu decisión, mira te propongo algo, quédate aquí.

     Abro mis ojos tan grande por la proposición, que él sonríe.

     —No te asustes, sólo quiero ayudarte, ¿ qué sabes hacer? me refiero a los quehaceres de la casa, voy hablar con la señora Laura para que te diga lo que tienes que hacer.

     —¿Pero voy a vivir aquí?

     —Claro, hasta que consigas un lugar donde quedarte.

     —Gracias, le prometo que no voy a estar mucho tiempo.

     —No te preocupes por eso, puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

     Sale de la habitación dejándome el corazón acelerado, jamás me hubiese imaginado que el personaje principal de tantas revistas de moda fuera el que me diera la mano cuando más lo necesitaba.

     A los pocos minutos entró la señora Laura.

     —El joven me dijo que te quedabas con nosotros, ven conmigo y trae tus cosas te voy a enseñar dónde vas a dormir y que es lo que tienes que hacer.

     Así comienza mi estadía en ese lugar, 

     Una tarde le estoy arreglando su ropa en el clóset cuando lo veo saliendo del baño.

     Me quedo paralizada viendo ese cuerpo tan hermoso aún a medio secar, con gotas de agua resbalando por su pecho, no sé qué decir sólo lo miro.

     Él  agarró la toalla que cubría una parte de su cuerpo y la sujetó con fuerza ya que estaba  a punto de caerse.

     —Disculpe, yo pensé que no había nadie en la habitación.

     Él sólo me sonreía, con esa sonrisa que me hacía olvidar el mundo en que vivía, salgo corriendo de la habitación, sin mirar atrás, no puedo voltear a mirarlo, la vergüenza y las ganas de quedarme a contemplar ese cuerpo confunden mis pensamientos de tal manera que ya no puedo definir mis sentimientos.

     

     

     

     

     

     

     

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