La atmósfera se volvió sombría en un instante cuando todos se enteraron de la fatal tragedia. Mis padres estaban consternados, y los padres de Nelson no podían ocultar su angustia. Abril, a mi lado, intentaba tranquilizarme, mientras Luis José, también presente, evaluaba el estado crítico de Nelson. Con voz firme, dijo: — Aún respira, pero no podemos moverlo. Debemos esperar a que llegue la ambulancia; su situación es grave. Yo me encontraba tirada en el suelo junto a Nelson con mi vestido manchado de sangre, aguardábamos ansiosos la llegada de la ayuda médica. No hacía falta ser médico para comprender la gravedad de su estado. Minutos después, la ambulancia apareció. Mi padre, al verme con el vestido de novia ensangrentado, sugirió: — Ana Paula, Luis José debería ir en la ambulancia. Él es médico y puede asistir a los paramédicos durante el traslado a la clínica. Tú estás demasiado nerviosa; ve a cambiarte para después alcanzarlos. Luis José aceptó sin titubear. A pesar de la riv
La madre de Nelson me miraba esperando por mi respuesta, sin embargo yo me sentía aturdida, no sabía cómo explicarle que antes del accidente estábamos discutiendo porque yo había decidido no ser su mujer en lo que se suponía era nuestra luna de miel. Sin mencionar que ese nieto que ella esperaba con ansias, no era de su adorado y único hijo. — Ana Paula, te has quedado callada y te has puesto pálida. ¿Acaso pasa algo que yo no sé? Solo quiero saber qué sucedió antes del accidente, porque aun no entiendo qué hacían mi hijo y tú fuera de la casa y en medio de la calle cuando estaban en plena celebración de su boda. Y para colmo la persona que lo atropeyó se dio a la fuga. — Señora Catalina, lo que pasa es que Nelson… es que… él me pidió que saliéramos de la fiesta porque estaba muy tomado y quería irse. Y… entonces… No sabía cómo encontrar una excusa que sonara coherente, me sentía completamente perdida. Pero como cosas de Dios, justo en ese preciso momento, apa
Una semana después…Había pasado una semana desde el accidente de Nelson; fueron días sumamente difíciles, pero su condición delicada había mejorado. El médico decidió trasladarlo de la unidad de cuidados intensivos a una habitación privada para que continuara allí con su recuperación. Sin embargo, junto con esta buena noticia, llegó el momento inevitable: debíamos revelarle la verdad sobre su invalidez permanente.Esa mañana, me levanté temprano y me dirigí directamente a la clínica. Necesitaba estar allí cuando el médico le diera la devastadora noticia. El peso de ese momento me oprimía; sabía lo difícil que sería para Nelson, especialmente considerando su vida social activa que ahora se veía truncada. Y cada minuto que pasaba me sentía más responsable por su desgracia.(…)Mientras caminaba por el pasillo hacia las habitaciones de los pacientes, me encontré cara a cara con Luis José, lo cual me sorprendió.—¿Qué haces aquí? le espeté.—Hola, Ana Paula, respondió con calma.—¡Te hic
Tenía las manos heladas, no sabía qué me iba a decir Nelson, en todo este tiempo su trato hacia mi, había cambiado considerablemente, lejos de ser su esposa, parecía más bien su esclava. Sabía que me tenía en sus manos y se estaba aprovechando de eso para manipularme a su antojo. — Y bien… ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? — En todo el tiempo que he estado internado en esta clínica sin poder moverme de esta cama, he tenido el tiempo suficiente para reflexionar con respecto a lo nuestro, es por eso que he decidido que apenas salga de aquí, tú y yo nos iremos a vivir fuera de México. — ¿Qué has dicho? ¿Vivir fuera del país? ¿Pero por qué? Creo que eso sería muy doloroso para tus padres y más ahora que te encuentras así tan vulnerable. — Precisamente no quiero ser una carga para ellos. Y además, quiero una segunda opinión de otro médico, no pienso quedarme de brazos cruzados postrado en esta silla de ruedas sin al menos intenta
Al día siguiente…Ya habían dado el alta a Nelson, estaba listo para abandonar la clínica después de varias semanas de tratamientos médicos y un agotamiento físico y mental que nos había dejado exhaustos a todos. La presencia de sus padres era inevitable; estaban ilusionados con la idea de que su hijo regresara a casa con ellos. Yo también compartía esa creencia, ya que me resultaba incómodo pensar en mudarme a casa de mis padres, donde ya tenía que soportar la presencia de Luis José.La señora Catalina estaba radiante de felicidad, a pesar de las circunstancias. Para ella y mi suegro, lo más importante era saber que su hijo estaba vivo.—Nelson, mi amor, ya preparé la mejor habitación de la casa. Quiero que tú y Ana Paula se sientan cómodos cuando se instalen. Incluso preparé la comida que tanto te gusta. No sabes cuánta alegría me da saber que estarás de nuevo con tu familia”, dijo la señora Catalina.Comencé a preocuparme, pues no había considerado la posibilidad de mudarme a cas
Nelson me miraba con ojos desorbitados mientras yo intentaba reanimar a mi padre, cuyo rostro se había tornado pálido y ya no tenía fuerzas para sostenerse en pie.— ¡Papá! ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás así? ¡Respóndeme, por favor! —grité, desesperada.Mi padre se desplomó en el suelo, y la impotencia me invadió. Nelson, estaba allí, paralizado. Llena de coraje y miedo, lo señalé con el dedo tembloroso mientras le gritaba: — ¡Es tu culpa! Tú eres el culpable de que mi padre esté así. Te juro que si mi padre le pasa algo, no te lo voy a perdonar jamás. Mis sollozos resonaron por toda la casa, y en un instante, todos acudieron al jardín, alertados por mis gritos de desesperación. Mi madre llegó primero, y sus ojos se llenaron de horror al ver a mi padre tendido en el suelo, estaba muy pálido y frío, parecía muerto. — ¡Pedro! ¡Pedrito! —exclamó, llevándose las manos al rostro—. ¿Qué te ha pasado? Por favor, respóndeme.Me miró, buscando una explicación, pero yo estaba demasiado asus
Abril se puso muy nerviosa, ya que no podía decirle a Nelson que en realidad estaba buscando el testamento de mi padre. Eso hubiera sido descabellado, además, ella siempre se había mostrado como una buena hija, desinteresada y con mucho amor hacia mis padres a pesar de no ser su hija biológica; y el hecho de estar allí en el despacho de mi padre hurgando entre sus cosas, la haría quedar muy mal ante toda la familia. Pero justo en ese momento, sonó el timbre de la puerta, lo que tomó como excusa para evadir las preguntas de Nelson. — Están llamando a la puerta, voy a ver quién es. Nelson la tomó fuertemente por el brazo antes de que esta pudiera salir del despacho e inmediatamente le dijo: — ¡Espera! Querida cuñadita, deja que la sirvienta se haga cargo de la puerta, lo que quiero saber es qué estás buscando con tanto afán en el despacho de tu padre. Abril se soltó violentamente mientras lo miraba a los ojos diciéndole: — Eso no es asunto tuyo Nelso
Mi madre me miraba con angustia, y en su mirada presentía lo que estaba a punto de decirle Luis José, entre sollozos le suplicó: — ¿Qué pasa, Luis José? ¡Habla! Me tienes el alma en un vilo.Luis José, con voz grave, pronunció las palabras que cambiarían nuestras vidas por completo: — Lamento decirles que el señor Pedro… acaba de fallecer.El mundo se detuvo. Mi madre se desplomó al suelo, mientras derramaba sus lágrimas amargas mezclándolas con su dolor. No podía asimilar que el hombre con el que había compartido toda una vida ya no estaba entre nosotros.En medio de mi propio shock, clavé mi mirada en Luis José. Estaba llena de rabia y dolor al mismo tiempo, todos esos sentimientos se entrelazaban en mi pecho haciendo que mi respiración se dificultara. Inmediatamente vino un recuerdo a mi mente de aquel encuentro en la solitaria playa de Cancún, cuando mi vida dio un giro inesperado al cruzarme con él. A partir de ese momento, mi vida se convirtió en una horrible pesadilla de la q