Días después…El dolor de la pérdida de mi padre seguía siendo insoportable. La ausencia de su risa, sus abrazos y sus consejos me dejaba un vacío imposible de llenar. Mi madre, aún más afectada, se preguntaba constantemente por qué Dios había decidido llevárselo tan pronto, cuando aún le quedaba tanto por vivir. Juntos, habían compartido toda una vida, y ahora me enfrentaba a la incertidumbre de cómo seguir adelante sin él.Pero había algo más que me atormentaba: la verdad. Saber que su muerte podría haberse evitado si no hubiera descubierto lo de mi relación con Luis José. Esa carga pesaba sobre mí, y no me permitía encontrar paz en medio de la tristeza.Y luego estaba Abril. Desde la partida de papá, su comportamiento había cambiado drásticamente. Me trataba de manera diferente, como si ocultara algo. A pesar de no ser hermanas de sangre, siempre habíamos sido inseparables. Pero ahora, había secretos entre nosotras, y no sabía qué hacer al respecto.Mis padres siempre decían que Ab
La tensión en la sala era inminente. La expresión de Abril reflejaba asombro y desesperación. Se sentía perdida, sin saber cómo desahogar su coraje. Humillada y despreciada por mi padre, el resentimiento crecía en su interior.El abogado tomó la palabra: —Señores, hemos concluido con la última voluntad del señor Pedro Rincón. Solo me queda entregar a Ana Paula esta carta, escrita de su puño y letra. El contenido debe ser conocido solo por ella.Abril no pudo aguantar más el coraje que la estaba quemando por dentro y estalló: —¡No! ¡Esto no puede ser todo! Mi padre no puede haberme excluido así de su testamento. Debe haber un error. Déjeme ver ese documento. Aquí hay un complot, no puede ser verdad que no me haya dejado nada de su fortuna. La sorpresa se reflejaba en todos nosotros. Ni Abril ni mi madre estaban incluidas en el testamento. El abogado, intentaba calmarla: —Señora Abril, por favor, trate de controlarse. No hay ningún error. El señor Pedro fue claro y preciso en su
Abril temblaba, pero no por el frío de la noche, sino por el coraje que ardía en su pecho. Todo lo que había vivido, los secretos que había guardado celosamente, ahora se desmoronaban ante la reaparición de Rubén. El hombre que la había arrastrado a un mundo de intrigas y peligros, y que ahora amenazaba con sacarla de su zona de confort.Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie la espiara. No podía permitirse que descubrieran su oscuro pasado. La voz de Rubén sonó al otro lado del teléfono, cargada de malicia:— ¿Qué es eso de lo que no me he enterado? Termina de hablar de una buena vez, Rubén. — Calma, querida —respondió él—. No tienes por qué ponerte así. Recuerda que somos socios y amantes desde hace mucho tiempo, y no te conviene tenerme de enemigo.— Si no me dices para qué llamaste, te juro que te colgaré y cambiaré mi número de celular para que me dejes en paz.— Jajaja, eso no será necesario, querida. Estoy en México ahora. Formo parte del personal médico en la misma cl
El Secreto en la Carta de mi PadreSin lugar a dudas, aquel día había sido un verdadero torbellino de emociones. Me enfrentaba a un hombre que creía conocer, pero que en realidad siempre había sido un lobo disfrazado de oveja. Su encantadora personalidad nos había engañado a todos, especialmente a mi padre.Nelson salió de la habitación, dejándome en claro que estaba dispuesto a que yo fuera su mujer a cualquier precio. Su interés no era tanto en mi fortuna como en que cumpliera con el papel de esposa. Para él, esto se había convertido en una obsesión. No podía aceptar que le hubiera sido infiel, aunque durante todo nuestro compromiso, yo nunca quise entregarme a él.Estaba claro para mí que Nelson nunca me amó. Su orgullo herido y machista lo impulsaba a quererme, pero también a vengarse por completo de Luis José.Después de que Nelson salió de la habitación, me senté en la cama y comencé a llorar. Había contenido mis lágrimas durante mucho tiempo para no mostrar debilidad frente a m
Me sentía nerviosa y con un nudo en el estómago al imaginar mi encuentro con Luis José. Esta vez sería diferente: estaba dispuesta a luchar por su amor y, sobre todo, a asegurar que mi hijo creciera junto a su verdadero padre.Ya en la clínica, me dirigí al consultorio de Luis José. La sorpresa que le tenía preparada no se la imaginaba. Sin anunciar mi presencia, abrí la puerta y me quedé sin aliento al encontrarme la peor escena que pudieron ver mis ojos. Luis José y mi hermana Abril, estaban envueltos en una pasión prohibida sobre el escritorio. El mundo se desmoronó a mi alrededor, destruyendo todas las esperanzas que había puesto de nuevo en salvar esta relación. Luis José, lleno de vergüenza, fue el primero en reaccionar al verme: —¡Santo cielos, Ana Paula! Esto no debió pasar. Abril, me miró con cinismo, y su expresión denotando burla y satisfacción. En ese momento comprendí que yo era la que sobraba en esa ecuación.Con el corazón roto y todas mis esperanzas destrozadas,
Entré a la casa con las llaves que me había dado el licenciado, pero no me esperaba el susto que iba a llevarme, cuando entré a la habitación principal, fue tremendo lo que me encontré, especialmente porque no esperaba tener que ver a simple vista los encantos escondidos del artista plástico. Él, por su parte, estaba tan sorprendido como yo. Sin poder hacer más nada en vista de la situación tan vergonzosa e inesperada, solo alcanzó a taparse con sus manos eso que se veía de un tamaño bastante prominente y que además me había causado mucha impresión.— ¿A usted no le enseñaron a tocar la puerta antes de entrar, señorita como se llame?— Bueno… Yo… eh… en realidad usted tiene la culpa, porque debió cerrar la puerta de la habitación. Además, me consta que el licenciado Barradas le avisó que yo vendría y por esa razón me dio las llaves de la casa. El que debería haber estado preparado para recibirme era usted. Y tápese que le va a dar un catarro.— Creo que la que tiene que salir de la ha
Fue un momento de mucha tensión e incertidumbre para todos, pero especialmente para Nelson. Después de sus chantajes, no esperaba que finalmente me atreviera a pedirle el divorcio. Estaba cansada de sacrificar todo por los demás mientras yo vivía un verdadero infierno.Nelson, seguro de que podía manipularme debido a la debilidad que sentía por mi familia, arrugó el documento y lo lanzó al piso. Miró a Barradas lleno de coraje e impotencia.— ¿Se puede saber qué significa esto? —preguntó, mientras los demás se quedaron intrigados por la situación.Barradas respondió sin rodeos:— El documento está muy claro, señor Nelson. Mi clienta, la señora Ana Paula, está solicitando la anulación del matrimonio.La noticia tomó a todos por sorpresa, especialmente a Luis José, que no podía creer que yo hubiera tomado una decisión tan radical e inesperada. Mientras tanto, mi hermana perdió la sonrisa de su rostro. El divorcio era una puñalada en la espalda que podría arruinar sus planes, y su mayor
— Dime Barradas, Pedro se llegó a enterar de que Ana Paula, es en realidad tu hija? — No, jamás me llegó a mencionar nada, y creo que de sospechar que Ana Paula no era su hija, no le habría dejado toda su fortuna. Pero lo que sí te puedo asegurar es que sospechaba de que tenías un amante. Y yo, la verdad me sentía como un miserable ocultándole que ese hombre era yo. — ¡Dios mío! ¿Pero por qué no me dijo nada? No puede ser que en todo ese tiempo haya permanecido callado, hasta el punto de no decirme lo de su enfermedad. Me siento como un moustro. Mi hija no me lo va a perdonar jamás. El matrimonio de mis padres había sido arreglado por cada una de sus familias, no estaban del todo enamorados, sin embargo, como tenían la presión de sus padres, no les quedó otra alternativa que aceptar casarse. Mis abuelos paternos, querían un nieto que fuera el heredero de toda su fortuna, pero con el pasar del tiempo mi madre no quedaba embarazada, luego llegó a sus vi