Satarah miró horrorizada cómo se desarrollaban los hechos. Vio como Dimitry disparaba con tanta seguridad y se cubría.Su corazón cada vez latía más deprisa.Podía haber crecido en la mafia pero como Dimitry había mencionado. Su cara nunca fue vista. Nadie la conocía como la hija ‘’de Alekseev”, porque ella solía escabullirse lejos del caos. Sin embargo, tener un arma en la mano y disparar no era difícil para ella ni le daba miedo.A lo que temía era a la desventaja clara entre Dimitry y los hombres que le disparaban.De repente vio como una de sus balas se incrustó entre los ojos de uno de los hombres dejándolo tirado. El siguiente en caer fue el de su izquierda disparándole justo en el corazón.—Bastardo, psicópata. Siempre ha sido bueno disparando —murmuró Satarah.Un sentimiento de orgullo quemó su pecho y pronto frunció el ceño. Debía estar bien con que él saliera ileso, pero no “orgullosa”.El chillido de unos neumáticos resonaron y enseguida Satarah miró detrás de ella notando
Satarah estaba aún sobre el regazo de Dimitry, él la tenía atrapada entre su cuerpo ya que sus manos estaban sobre el volante acorralándola.—Después me explicarás por qué te quedaste paralizada cuando te pedí que aceleraras —gruñó él en su oído.Dimitry aceleró mucho más y giró el auto a la izquierda, enseguida giró una vez más a la derecha entrando por callejones desconocidos a un barrio oscuro.—¡Dimitry!Satarah clavó sus uñas en el antebrazo de su esposo sintiendo que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho.—Relájate, Malyshka. Te tengo, no voy a dejar que nada te pase. Aquella afirmación suya usando un tono de voz suave hizo que Satarah sintiera un cosquilleo en su bajo vientre. Satarah recordó que cuando Dimitry tenía 18 años competía en carreras ilegales y siempre era el ganador según Natalya. Ahora entendía el por qué. Su destreza al volante era impresionante pero aún así no podía evitar sentir miedo a la velocidad. Los recuerdos del pasado eran algo que ella no p
—¿Qué vamos a hacer ahora? —murmuró mirando a su alrededor para no sentirse intimidada con la presencia de Dimitry.Aunque eso no era sencillo porque él la ponía nerviosa incluso estando en la distancia. Inevitablemente volvió la vista hasta él al escuchar su voz ronca.—Yo esperaré a que amanezca. Tú puedes dormir —dijo él con indiferencia dejando su abrigo sobre una silla.Satarah se mordisqueó el labio inferior nerviosa.Incluso el caminar de Dimitry era peligroso.—¿Cómo piensas que dormiré? Dame un arma, haré guardia contigo.Él soltó una carcajada ronca echando la cabeza hacia atrás como si lo que acababa de decirle fuera un chiste.Dimitry se había sentado sobre la silla con las piernas abiertas en una pose meramente masculina y excitante. Él era tentador y por eso ella necesitó apartar la mirada de él con urgencia.No le gustaba nada lo que estaba haciéndole sentir.—No seas absurda. Duérmete. Aún estoy furioso por lo que hiciste, no me des un motivo para castigarte Satarah.—¿
Satarah pudo sentir el cálido aliento de Dimitry haciéndola estremecer.—¿Preparada, Malyshka?Ella abrió la boca sin pensar en qué iba a decir a continuación, entonces Dimitry arrastró su lengua por su humedad ocasionando un gemido involuntario de su boca.—Maldita sea, eres dulce. Este sabor podría hacerme adicto, Satarah. Y en contraste con el sonido de tu gemido es perfecto.Ella no supo si se estaba burlando de ella o simplemente intentaba volverla loca. Dimitry comenzó a torturar su clítoris con su lengua y de repente esta se apoderó de su sexo como poseído por el placer. Se la comía con gusto, el deseo depravado de hacerla suya lo estaba consumiendo.Satarah no lo sabía pero él no había mentido.El sabor de ella sobre su lengua no se igualaba a ningún otro, estaba jodidamente duro desde que había hecho que Satarah se levantara de su asiento para conducir él auto. Su trasero lo había rozado inocentemente, sin embargo, al tener a una mujer encima de él había reaccionado de inmedia
Dimitry vio el momento exacto en el que Satarah caía dormida. Su cabello castaño estaba esparcido por toda la almohada mientras que ella balbuceaba algo dormida. Inevitablemente se acercó para escuchar sus palabras, sin embargo, por un momento quedó paralizado ante lo bonita que se veía. Se dio a la tarea de deslizar sus ojos por cada detalle de su rostro.Su pequeña nariz que estaba salpicada de pecas bonitas, las pestañas largas y rizadas que se encontraban con el surco lagrimal. Sus mejillas ya no estaban rojas como las había visto después de que se girara para enfrentarlo, le gustaba verlas de aquella manera porque eso significaba que Satarah estaba excitada por él. Dimitry apartó un mechón de cabello que caía por su rostro ocultando sus finos rasgos. Pero antes de soltarlo contempló su bonito color, castaño cobrizo. Absorbió el aroma a fresas que destilaba y apretó la mandíbula por lo mucho que le gustaba, y lo excitaba. Colocó el mechón detrás de su oreja dejando una caricia su
Sus labios fueron enseguida presos de los de Dimitry.Por un momento olvidó porqué lo había besado entregándose a la intensidad del beso. Cuando sintió que él la acercó mucho más ocasionando que chocara contra su pecho su corazón saltó recordando lo que estaba haciendo y dónde estaba.Se apartó de Dimitry sin embargo, sus ojos se clavaron en los de ella como si quisiera decirle algo antes de que Satarah se diera la vuelta para enfrentar a la mujer quien estaba mirándolos boquiabierta.—¿Entendiste o necesitas otra demostración?Antes de que esta respondiera, Satarah tomó la muñeca de Dimitry y lo haló hacia dentro de la habitación cerrándole la puerta en la cara a esa estúpida.Al girarse se encontró con la mirada inquisitiva de Dimitry. Él alzó una ceja evidentemente burlándose de su arrebato y aunque sintió sus mejillas ponerse rojas por lo avergonzada que estaba fingió indiferencia.—¿Quieres repetir, Malyshka?—Imbécil —gruñó ella pasando por su lado golpeando su hombro contra su
Claramente no había despertado del todo porque después de lavarse la cara salió del baño. Dimitry no miró en su dirección hasta que salió del baño después de asearse. Entonces sus ojos se centraron en su rostro y una oscura y peligrosa rabia se mostró en la expresión del ruso.“Ay, no. Mierda, mierda, no me digas que yo no…”Dimitry llegó en dos zancadas hasta donde estaba ella tomando su rostro entre sus manos y Satarah sintió como su corazón saltaba cuando su mirada oscurecida la recorrió.La mandíbula del hombre estaba firmemente apretada pareciendo tan intimidante como nunca lo había visto.Ella quería dar un paso atrás, apartarse de su toque o echarse a correr porque aquella mirada suya solo irradiaba problemas.El hombre frente a ella no era su enemigo de juventud, era el Pakhan de la Bratva. Un asesino.—Dimitry…—¿Quién? —su voz letalmente suave fue el recordatorio que mientras más tranquilo pareciera más malvado se volvía.—Me golpeé sin querer en casa, yo no.—Dame el nombre
Dimitry dio un vistazo por la habitación sin perderse ni un detalle.Cuando era más joven él solía visitar la casa de los Alekseev porque sus padres eran socios y él era el mejor amigo de Natalya. La habitación de Satarah era un lugar prohibido, solo una vez había entrado en aquella habitación cuando era un adolescente y lo recordaba muy bien.SEIS AÑOS ATRÁSSatarah trataba de ignorar el sonido molesto del exterior.La música resonaba en cada parte de su habitación mientras que ella intentaba relajarse para poder pintar en paz. Apretó los dientes molesta.Sus padres se habían ido de la ciudad por un viaje de negocios y cuando eso ocurría Natalya hacía sus fiestas escandalosas junto al idiota de Dimitry. Ella por su parte se dedicaba a pintar intentando reprimir los sonidos del exterior.—¿Cuándo se irán? —gruñó Satarah.Era más de las tres de la mañana y sinceramente era un milagro que no hubieran enviado a la policía.“Quizás se deba a que todos saben que el cerebro detrás de esta f