70.

El aire frío de la noche todavía me rodeaba incluso después de entrar al edificio. Había despedido a Chasse en la entrada, pero la sensación de su presencia seguía adherida a mi piel, como si se hubiera convertido en algo tangible. Subí las escaleras con Emma en brazos, su pequeño cuerpo acurrucado contra el mío mientras su respiración suave me traía de vuelta a la realidad.

Sabía que estaba haciendo lo correcto al no darle una respuesta inmediata, pero eso no hacía que la decisión fuera menos difícil. ¿Cómo podía considerar abrir esa puerta otra vez? ¿Y cómo podía cerrarla, sabiendo que Emma tendría preguntas algún día, preguntas que solo Chasse podría responder?

Dejé a Emma en su cuna, acomodándola con cuidado bajo la manta que tanto adoraba. Su cabello castaño claro caía en suaves mechones sobre su frente, y no pude evitar acariciarla mientras dormía. Ella era todo para mí. Había sido mi razón para seguir adelante cuando parecía que el mundo se desmoronaba, y ahora su existencia er
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