Desde que Chasse comenzó a pasar más tiempo con Emma, algo había cambiado en la dinámica entre nosotros. Su presencia ya no se sentía como una intrusión, sino como una extensión natural de nuestra rutina. Aunque me costaba admitirlo, verlo interactuar con nuestra hija estaba derritiendo las barreras que había construido cuidadosamente a lo largo de los años. Emma, sin darse cuenta, se estaba convirtiendo en un puente entre nosotros.Era un sábado soleado, uno de esos días en los que el cielo parecía demasiado azul para ser real. Emma no dejaba de insistir en que quería ir al parque, y aunque inicialmente planeaba llevarla sola, no pude ignorar la oferta de Chasse de acompañarnos.—¿Estás segura de que no te molesto? —preguntó mientras caminábamos hacia el parque, Emma saltando emocionada a nuestro lado.—Si eso fuera cierto, no estarías aquí —respondí con una leve sonrisa.Él rió suavemente, pero no dijo nada más. Su silencio era cómodo, algo que había aprendido a apreciar en él recie
El día había sido largo, pero uno de esos días en los que todo parecía fluir con una facilidad inesperada. Desde que Chasse comenzó a involucrarse más en la vida de Emma, las cosas entre nosotros habían cambiado de una manera que no podía ignorar. Ya no sentía que su presencia era una carga o una amenaza. Por el contrario, había momentos en los que su compañía me parecía tan natural como respirar.Aún así, me resistía. Había aprendido a ser cautelosa con mis sentimientos, a mantenerlos bajo control para evitar volver a salir herida. Pero esa noche, todo eso cambió.La tarde había terminado con otra de esas visitas espontáneas de Chasse. Emma había insistido en que se quedara a cenar, y aunque inicialmente dudé, no quise negarle a mi hija algo que parecía hacerla tan feliz.Estábamos en la cocina, preparando algo sencillo: pasta con salsa y una ensalada. Emma revoloteaba entre nosotros, ayudando de forma más simbólica que práctica, pero su risa llenaba el espacio de una manera que hací
Desperté con una sensación de calma completamente inesperada, a pesar de pasar la noche anterior prácticamente en vela, después de que Chasse se fue, apenas había dormido. Mi mente estaba inundada de pensamientos sobre aquel beso, sobre todo lo que significaba y lo que implicaba para nosotros. Había sido un momento real, un reflejo de lo que todavía existía entre nosotros, pero también un recordatorio de todo lo que habíamos perdido.Mientras preparaba el desayuno, escuché a Emma corretear por la sala con su juguete favorito en la mano. Su risa llenaba el espacio, pero mi mente estaba en otra parte. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que tenía que tomar una decisión, no solo por mí, sino también por ella.Más tarde, envié un mensaje a Chasse: "Podemos vernos esta tarde. Hay algo de lo que quiero hablar contigo."Su respuesta llegó casi de inmediato: "Dime dónde y estaré allí."Decidí que el parque sería un lugar neutral, un lugar donde pudiera pensar con claridad y sentirme menos
Las primeras semanas después de aceptar darle una segunda oportunidad a Chasse fueron tranquilas, casi demasiado tranquilas. Nos movíamos con cautela, aprendiendo a convivir sin tocar las heridas más profundas. Ambos sabíamos que no podíamos seguir así para siempre. Había demasiados recuerdos, demasiados errores que aún no habíamos abordado, y si realmente queríamos construir algo nuevo, tendríamos que enfrentarlos. Fue Chasse quien sugirió que habláramos abiertamente sobre lo que había pasado.—Harmony, no podemos seguir avanzando si seguimos ignorando lo que nos separó en primer lugar —dijo una noche mientras tomábamos café después de acostar a Emma. —Lo miré, sorprendida por su franqueza. Siempre había sido el tipo de persona que evitaba las conversaciones incómodas, pero este nuevo Chasse parecía decidido a no dejar cabos sueltos.—Sé que tienes razón —admití finalmente—. Pero no será fácil.—Nada de esto lo es —respondió, su mirada fija en la mía—. Pero creo que vale la pena. —Su
CHASSEDespués de nuestra conversación, algo cambió en mí. Enfrentar el pasado había sido doloroso, pero también liberador. Ahora, sabía con certeza lo que quería y lo que debía hacer para no perderlo. Harmony y Emma eran mi prioridad, y estaba dispuesto a reorganizar mi vida para asegurarme de que lo supieran, no solo con palabras, sino con acciones.Me desperté temprano esa mañana, decidido a empezar a hacer los cambios necesarios. Mi trabajo había sido el eje de mi vida durante tanto tiempo que casi no sabía cómo desconectarme de él, pero estaba claro que no podía seguir permitiendo que consumiera cada parte de mí. Si quería recuperar a Harmony y ser un padre presente para Emma, tenía que demostrarles que estaba dispuesto a hacer sacrificios.La primera persona con la que hablé fue Danna, mi asistente. Sabía que ella sería fundamental para ayudarme a reorganizar mi agenda y delegar parte de las responsabilidades que normalmente asumía personalmente.—Danna, necesito que hagas algun
El pensamiento de hacerle una propuesta de matrimonio a Harmony había estado rondando mi mente durante días. No era una idea impulsiva ni algo que surgiera de la emoción del momento. Era algo que venía sintiendo desde que aceptó darme una segunda oportunidad. Sabía que esta vez tenía que ser diferente, que no podía haber nada que pareciera forzado o condicionado. Esta vez, quería que fuera real.Habíamos avanzado mucho desde que empezamos a reconstruir nuestra relación, y aunque aún quedaban cosas por resolver, sentía que estábamos listos para dar el siguiente paso. Harmony merecía algo especial, algo que mostrara lo mucho que la valoraba. Y esta vez, quería que todo fuera perfecto.Comencé a planear la propuesta con cuidado, asegurándome de que cada detalle reflejara lo que sentía por ella. Quería que el momento fuera íntimo, algo que nos representara a los tres como familia. Pensé en hacerla en público, pero rápidamente descarté la idea. Harmony no era alguien que disfrutara de gran
Los días posteriores a la propuesta de Chasse fueron una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada. El anillo en mi dedo era un recordatorio constante de que estábamos avanzando hacia algo real, algo que ambos queríamos construir juntos. Pero por otro lado, el miedo comenzaba a instalarse. No podía evitar pensar en los errores del pasado, en las promesas rotas y en las heridas que aún intentábamos sanar.Emma, por supuesto, estaba emocionada. Desde el momento en que le contamos la noticia, no había borrado la sonrisa de su rostro. Como si supiera que lo que estaba por suceder cambiaría por completo nuestras vidas, como si lograra entender que finalmente seríamos una familia. Sus actos eran pura dulzura, pero también pesaban en mi corazón. Quería que esta vez fuera diferente, no solo por mí, sino también por ella. No podía fallarle.Una semana después de la propuesta, Chasse sugirió que comenzáramos a planear la boda.—No quiero que sientas que hay prisa —dijo una noche mien
Los días se deslizaban con rapidez mientras continuábamos con los preparativos para la boda. A pesar de que los miedos seguían acechando en la parte más vulnerable de mi mente, algo en la manera de actuar de Chasse me daba pequeñas dosis de tranquilidad. Cada gesto suyo, cada palabra, me demostraban que estaba comprometido con esta nueva etapa. Pero lo que realmente terminó por convencerme no fueron sus promesas ni las flores que dejaba ocasionalmente en mi puerta, sino algo mucho más profundo: su amor incondicional, demostrado de maneras que nunca había imaginado.Era una mañana tranquila. Emma estaba sentada en su silla alta, moviendo con entusiasmo la cuchara de su papilla, mientras yo intentaba limpiar el desastre que había hecho en la mesa. La rutina era agotadora pero familiar, y me reconfortaba tener estos pequeños momentos con ella.Estaba concentrada limpiando el suelo cuando escuché el sonido de la llave girando en la cerradura. Chasse había llegado temprano, algo que se es