El sonido de mi tacón resonaba en los pasillos del edificio mientras caminaba hacia la oficina de Chasse. Era una mañana tranquila, casi demasiado para mi gusto, como si algo estuviera a punto de romperse en esa calma. La noche anterior habíamos hablado hasta tarde, soñando con el futuro, pero desperté con una inquietud inexplicable en el pecho.Entré a la oficina de Chasse y lo encontré frente a su escritorio, concentrado en su laptop. Su ceño estaba fruncido, una señal clara de que algo no iba bien.—Buenos días —Saludé, dejando mi bolso en la silla cercana. Él levantó la mirada, y una sonrisa fugaz cruzó su rostro antes de desaparecer.—Buenos días. —Su tono era neutro, casi distante.—¿Qué ocurre? —pregunté, acercándome.Él suspiró y giró la laptop hacia mí. En la pantalla había un correo electrónico con un remitente que reconocí al instante. Mi corazón se detuvo por un segundo.—¿No creíste necesario mencionarme que tu antiguo novio estaba de vuelta en la ciudad? —preguntó Chasse
Me desperté antes de que el sol asomara por el horizonte, mi cuerpo aún acurrucado en el lado derecho de la cama, como si instintivamente tratara de mantener distancia. Chasse estaba del otro lado, su figura inmóvil en la penumbra. Era extraño cómo la distancia entre nosotros parecía haberse ampliado, incluso en la cercanía física.Me levanté con cuidado, intentando no despertarlo, y me dirigí al salón. Necesitaba claridad, y eso significaba distancia. El silencio del apartamento era casi opresivo, pero también me dio espacio para enfrentar la maraña de emociones que llevaba dentro.La noche anterior había sido una de las más tensas desde que empezamos esta relación. Todo comenzó con una discusión aparentemente trivial: un comentario mío sobre cómo manejar la próxima reunión con la junta directiva. Chasse lo interpretó como una crítica a su liderazgo, y antes de que pudiera explicarme, la conversación había escalado a gritos.El eco de nuestra última discusión resonaba en mi mente. Ha
Después de dejar el apartamento de Chasse, me sentí como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, intentando mantener el equilibrio en un mundo que se desmoronaba bajo mis pies. Mi corazón latía con fuerza y mis pensamientos eran un caos. Había pasado la noche en el apartamento de Lucy, mi amiga más cercana, pero ni siquiera la calidez de su hogar lograba calmar el torbellino de emociones que me consumía.Alexander había reaparecido justo cuando mi relación con Chasse comenzaba a tambalearse, y ahora me encontraba atrapada entre dos hombres: el del pasado, que alguna vez me rompió el corazón, y el del presente, con quien tenía una relación compleja y llena de contradicciones.Esa mañana, mientras intentaba ordenar mis ideas, Lucy me miró con esa mezcla de preocupación y paciencia que solo ella sabía expresar.—Harmony, ¿vas a seguir huyendo? —preguntó, entregándome una taza de café—. No parece que este lío vaya a resolverse solo.—No estoy huyendo, Lucy —murmuré, aunque ambas sa
El sol apenas comenzaba a colarse por las rendijas de las cortinas cuando me desperté esa mañana, con el corazón pesado y una sensación de vacío que parecía crecer con cada respiración. Habían pasado dos días desde el enfrentamiento en el bar entre Chasse y Alexander, y aunque había evitado el contacto con ambos, el eco de sus palabras seguía resonando en mi cabeza.Me encontraba en un limbo emocional, incapaz de ignorar el peso de mis propios pensamientos. Había sido un error dejar que Alexander volviera a entrar en mi vida, aunque solo fuera momentáneamente, pero también sentía que algo entre Chasse y yo había cambiado irremediablemente.Mientras me preparaba una taza de café, mi teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de Chasse."¿Podemos hablar hoy? Es importante."Lo miré fijamente, debatiendo si debía responder. Finalmente, con un suspiro, escribí:"Está bien. ¿Dónde?"Su respuesta llegó casi al instante:"Mi apartamento, a las seis."Coloqué el teléfono boca abajo, tratando d
Habían pasado cinco días desde mi último encuentro con Chasse en el parque. Sus palabras todavía se repetían en mi mente como un eco constante, recordándome que quizás había ido demasiado lejos al pedir espacio. Pero, ¿qué otra opción tenía? Estaba atrapada en un torbellino emocional, tratando de reconciliar lo que sentía por él con lo que pensaba que debía hacer para protegerme.Lucy me animaba a hablar con él, a ser honesta y abierta, pero no era tan fácil como parecía. Hablar con Chasse significaba enfrentar mis propios miedos, y no estaba lista para eso. En el fondo, sabía que lo estaba evitando, pero el orgullo disfrazaba mi distancia como una necesidad de claridad.Esa mañana, mientras intentaba concentrarme en el trabajo en casa de Lucy, mi teléfono vibró en la mesa. El nombre de Chasse apareció en la pantalla, pero lo ignoré. No podía lidiar con él en ese momento. Sin embargo, no dejé de mirarlo, preguntándome cuánto tiempo más seguiría intentando.Minutos después, el teléfono
El contrato.Era una palabra que había intentado ignorar, un acuerdo firmado en un momento de desesperación que ahora parecía atarnos como cadenas invisibles. Durante semanas, Chasse y yo habíamos esquivado mencionarlo, pero su presencia era ineludible. A pesar de nuestros esfuerzos por acercarnos o distanciarnos, siempre estaba ahí, como un recordatorio de que nuestra relación había comenzado con términos y condiciones, no con amor.Esa mañana, mientras revisaba algunos documentos en la mesa del comedor en casa de Lucy, no podía evitar pensar en él. Los últimos días habían sido un caos de emociones. Chasse seguía intentando demostrarme que podía confiar en él, pero cada pequeño gesto suyo traía consigo la sombra de ese contrato. ¿Cuánto de lo que hacía era genuino, y cuánto era parte de su deber como mi esposo “contratado”?Un mensaje llegó a mi teléfono. Era de Chasse.“Necesitamos hablar. Por favor, no sigas evitándome. Ven a mi oficina.”Suspiré, dejando el teléfono sobre la mesa.
Había algo en el aire esa mañana. Una sensación inquietante que no podía ignorar. Me desperté temprano, incapaz de conciliar el sueño, y pasé las primeras horas del día revisando papeles sin realmente prestarles atención. Algo dentro de mí me decía que ese día no sería como los demás.Lucy me observaba desde la cocina, con una taza de café en la mano y una ceja arqueada.—¿Vas a decirme qué pasa o prefieres que adivine? —preguntó. Sacudí la cabeza, tratando de sonreír.—Solo estoy distraída, supongo.—Claro —respondió, con ese tono de incredulidad que conocía tan bien—. No es como si hubieras pasado las últimas semanas actuando como si el mundo fuera a derrumbarse. —Suspiré, dejando los papeles a un lado.—Es complicado, Lucy. Chasse y yo estamos intentando arreglar las cosas, pero… no sé. A veces siento que hay algo más que no estoy viendo.—¿Algo más? —repitió, sentándose frente a mí—. ¿Qué tipo de algo?—No lo sé —admití—. Es solo una sensación, como si hubiera algo que me ha estad
El aire era fresco aquella mañana, pero no lograba aliviar el nudo en mi pecho. Habían pasado tres días desde la conversación con Chasse, y aunque intentaba poner orden a mis pensamientos, cada palabra que había salido de sus labios seguía atormentándome. Su madre y Alexander... Era demasiada información de golpe, una maraña de relaciones y secretos que complicaban aún más mi ya frágil conexión con él.Había salido a caminar temprano, buscando respuestas en el silencio de las calles. Pero en vez de encontrar claridad, cada paso solo me acercaba más al apartamento de Chasse. Me detuve frente al edificio, observando las ventanas iluminadas por el amanecer. Quizá era hora de dejar de huir.Respiré hondo y, antes de que pudiera cambiar de opinión, marqué el código para entrar. El ascensor parecía tardar una eternidad en llegar al penthouse. Cuando la puerta se abrió, me quedé inmóvil por un segundo, el corazón latiéndome con fuerza.—Harmony... —Su voz me sobresaltó. Chasse estaba allí, d