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Alfredo estaba sentado en la sala de espera, colgó la llamada, pero nada de lo que dijo lo hizo sentir feliz en lo absoluto, ni su fortuna, ni sus propiedades, ni su empresa podían curar la salud de su único hijo, cada día el moría un poco, y Alfredo no podía hacer nada.«Ni la felicidad puedo comprarle, ¡¿Qué clase de padre soy?!» pensóEl doctor se acercó a él—¿Cómo está?—Estará internado aquí, por lo menos un par de días. Hicimos una nueva radiografía de tórax, esta arrojó que, el cáncer ha llegado a los pulmones, sigue avanzando, Alfredo, Pablo está en la fase terminal.Alfredo le miró con ojos grandes—Pero, no, ahora solo toma una píldora, se ve fuerte.—No, Alfredo, le hemos cambiado el tratamiento de quimioter
Pablo miraba con ojos asombrados a Violeta sus palabras no podían ser reales, para él era como si fuera su sueño más salvaje solo volviéndose realidad ante sus ojos —No entiendo, no entiendo nada, Violeta, ¿Qué has dicho? —dijo con desespero —Dije que, he pensado mucho en ti, ahora que supe que estás enfermo me di cuenta de que mis sentimientos cambiaron, de que mi preocupación es amor, un profundo amor por ti —dijo Violeta, pero su propia voz carecía de emoción Pablo bajó la vista, no entendía, algo debía estar mal, Violeta lo rechazó antes, cuando él habló de amor, y ahora, ante él, ella decía que lo amaba, algo no estaba bien y lo sintió en su interior —Violeta, ¿Esto es por qué piensas que moriré? Ella le miró con terror, recordó a Alfredo lanzí y negó de prisa —No, sé que… la muerte de Sebastián… pero… Él se acercó a ella —Yo sé que nunca me amarás como a él, sé que él es el padre de tus hijos, yo nunca querría ocupar su lugar, pero, Violeta si es verdad que sientes algo p
Seraphyna estaba en el jardín, recordaba todas las palabras que Hugh le había dicho, no podía creer que hubiese perdido toda la fortuna de su padre al cabo de ese tiempo, era imposible, pero también sabía que Hugh era un inútil, y que era obvio que lo había hecho.Miró al cielo, estaba tan cansada de todo eso, pensaba en su vida de antes, todo lo que no valoró, recordaba cuando vivía al lado de Violeta, su padre y Rori, pudieron ser muy felices, pero ahora eran como una promesa rota, no importa cuánto quisiera huir, sentía que no lo merecía, que la felicidad era ahora una utopía para ella.Un taxi entró en la mansión y Seraphyna observó con atención, no le dio importancia, estaba a punto de entrar a casa, cuando observó que el taxi se iba, y vio a quien bajó, su mirada fue de perplejidad, sintió que podía estar alucin
Violeta estaba frente al espejo, un maquillista la arreglaba y peinaba, la ceremonia se realizaría en esa casa, Alfredo pagó mucho dinero para que un sacerdote aceptará oficiar la misa, y el juez viniera.Violeta ni siquiera pudo elegir su vestido, y pidió a la empleada que eligiera cualquiera, ella no tenía ganas de nasa, estaba cansada de fingir frente a Pablo. Rori cuidaba a los niños, pensaba que era la mejor decisión que su hermana podía tomar, aunque Alfredo Lanzi le daba pesar, sentía que Pablo sería un buen padre, y siempre cuidaría a Violeta, al menos por el tiempo que Dios le daría vida, tocaron a la puerta y abrió, una mujer le dijo que alguien lo buscaba—¿A mí? ¿Quién es? —exclamó con duda—Es una señorita que dijo llamarse Seraphyna Hesant.Rori se levantó con ojos enormes, no pudo creerlo, luego de una pausa que pareció eterna, salió a toda prisa, necesitaba verla, todo ese tiempo solo la había soñado en su fantasía, pero verla ante él, sería algo increíble.Dejó a la e
Violeta abrió los ojos, enderezó su postura, y la imagen que encontró frente a ella, fue impactante, no podía creerlo, ¿Acaso había muerto? ¿Acaso estaba en el cielo? No lo entendía, su cabeza daba vueltas, era una confusión letal, ahí estaba Sebastián, arrullaba entre sus brazos a Ele dándole de comer con un biberón, mientras el pequeño Ian estaba en su cuna y él la movía con su pie, para que se arrullaba.Los ojos de Violeta se le desdibujaron por calientes lágrimas, que corrieron por su rostro—¡No puede ser! —exclamó—. ¿Acaso estoy soñando? —preguntóSebastián se giró a mirarla y siseó despacio—Baja la voz, despertarás a Ian.Cuando el intentó acercarse, ella se alejó de pronto, como si sintiera miedo, era natural, ella lo
Cuando Sebastián abrió los ojos, se levantó de la cama, ella estaba a su lado, la que decían que era su esposa, aún podía sentir su calor en su piel, era demasiado hermosa, joven y perfecta, ¿De verdad se amaban tanto como decían?Él observó a los pequeños durmiendo en su cuna como dos querubines, eran tan perfectos, no pudo evitar que una sonrisa dulce se formara en sus labios, luego caminó al cuarto de baños, se miró al espero, estaba agotado, ¿Quién era él? No podía ser el mismo hombre que recordaba, porque ese hombre no estaba casado, ni tenía dos hijos bebés, él solo había criado a dos niños, a su imagen y semejanza, pensó en Hugh, le dolía el corazón al recordar que era ese mismo niño que llegó a su vida, quien le había apuntado con un arma, y que según decí
Sebastián llegó al hospital acompañado de Violeta, lucía desesperado hasta que el doctor los atendió —Hugh está bien, pudimos detener la hemorragia, pero estará aquí por lo menos una semana. —¿Puedo verlo? —exclamó Sebastián, el doctor asintió y Violeta tuvo mucho temor, no quería que Sebastián viera a Hugh, y terminara herido con su veneno, pero tampoco podría prohibírselo, así que tuvo que ver como entró a la habitación, y ella lo esperaba con calma. De pronto cuando alzó la mirada vio a Pablo frente a ella, Violeta no pudo evitar sentirse culpable, pudo ver en sus ojos un brillo de dolor, que le rompió el corazón, él se acercó a ella, y la miró bien —Violeta, ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso estás enferma? ¿O los niños? —No, todos estamos bien, pero, Hugh fue herido, Sebastián fue a verlo. Pablo asintió con rapidez, recordar que Sebastián estaba vivo, que su sueño de amor nunca se cumplió era un dolor en su interior —Me alegra saber que ustedes están bien, lamento lo de Hugh, espe
Cuando Rori entró a la habitación de la piscina observó a Seraphyna esnifar esa porquería, casi enloquece solo de verla, corrió hacia ella y la miró severo —¿Qué crees que haces? —exclamó perplejo Los grandes ojos de Seraphyna con pupilas dilatadas le miraron impactada —¡Rori! Yo... —¿Por qué lo has hecho? —¿Y qué quieres? ¿Acaso no me olvidaste? Solo me dejaste de un momento a otro, no te importó como estaba, dime, Rori, ¿En algún momento de este tiempo pensaste en mí? —exclamó con dolor Rori se acercó a ella, acunó su rostro y la miró con ternura y nostalgia —Siempre pensé en ti, siempre quise volver... Soy un cobarde, ese es mi peor error, por favor perdóname. Las lágrimas calientes bañaban el rostro de Seraphyna —¡No lo digas! No te hubiese dejado volver, Hugh te hubiese matado, y si no estuvieras de nuevo frente a mí, yo preferiría la muerte, Rori, porque yo te amo —dijo besando sus labios con dulzura Él correspondió su corazón latía con fuerza y la abrazó. —Por favor,