Violeta abrió los ojos, enderezó su postura, y la imagen que encontró frente a ella, fue impactante, no podía creerlo, ¿Acaso había muerto? ¿Acaso estaba en el cielo? No lo entendía, su cabeza daba vueltas, era una confusión letal, ahí estaba Sebastián, arrullaba entre sus brazos a Ele dándole de comer con un biberón, mientras el pequeño Ian estaba en su cuna y él la movía con su pie, para que se arrullaba.Los ojos de Violeta se le desdibujaron por calientes lágrimas, que corrieron por su rostro—¡No puede ser! —exclamó—. ¿Acaso estoy soñando? —preguntóSebastián se giró a mirarla y siseó despacio—Baja la voz, despertarás a Ian.Cuando el intentó acercarse, ella se alejó de pronto, como si sintiera miedo, era natural, ella lo
Cuando Sebastián abrió los ojos, se levantó de la cama, ella estaba a su lado, la que decían que era su esposa, aún podía sentir su calor en su piel, era demasiado hermosa, joven y perfecta, ¿De verdad se amaban tanto como decían?Él observó a los pequeños durmiendo en su cuna como dos querubines, eran tan perfectos, no pudo evitar que una sonrisa dulce se formara en sus labios, luego caminó al cuarto de baños, se miró al espero, estaba agotado, ¿Quién era él? No podía ser el mismo hombre que recordaba, porque ese hombre no estaba casado, ni tenía dos hijos bebés, él solo había criado a dos niños, a su imagen y semejanza, pensó en Hugh, le dolía el corazón al recordar que era ese mismo niño que llegó a su vida, quien le había apuntado con un arma, y que según decí
Sebastián llegó al hospital acompañado de Violeta, lucía desesperado hasta que el doctor los atendió —Hugh está bien, pudimos detener la hemorragia, pero estará aquí por lo menos una semana. —¿Puedo verlo? —exclamó Sebastián, el doctor asintió y Violeta tuvo mucho temor, no quería que Sebastián viera a Hugh, y terminara herido con su veneno, pero tampoco podría prohibírselo, así que tuvo que ver como entró a la habitación, y ella lo esperaba con calma. De pronto cuando alzó la mirada vio a Pablo frente a ella, Violeta no pudo evitar sentirse culpable, pudo ver en sus ojos un brillo de dolor, que le rompió el corazón, él se acercó a ella, y la miró bien —Violeta, ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso estás enferma? ¿O los niños? —No, todos estamos bien, pero, Hugh fue herido, Sebastián fue a verlo. Pablo asintió con rapidez, recordar que Sebastián estaba vivo, que su sueño de amor nunca se cumplió era un dolor en su interior —Me alegra saber que ustedes están bien, lamento lo de Hugh, espe
Cuando Rori entró a la habitación de la piscina observó a Seraphyna esnifar esa porquería, casi enloquece solo de verla, corrió hacia ella y la miró severo —¿Qué crees que haces? —exclamó perplejo Los grandes ojos de Seraphyna con pupilas dilatadas le miraron impactada —¡Rori! Yo... —¿Por qué lo has hecho? —¿Y qué quieres? ¿Acaso no me olvidaste? Solo me dejaste de un momento a otro, no te importó como estaba, dime, Rori, ¿En algún momento de este tiempo pensaste en mí? —exclamó con dolor Rori se acercó a ella, acunó su rostro y la miró con ternura y nostalgia —Siempre pensé en ti, siempre quise volver... Soy un cobarde, ese es mi peor error, por favor perdóname. Las lágrimas calientes bañaban el rostro de Seraphyna —¡No lo digas! No te hubiese dejado volver, Hugh te hubiese matado, y si no estuvieras de nuevo frente a mí, yo preferiría la muerte, Rori, porque yo te amo —dijo besando sus labios con dulzura Él correspondió su corazón latía con fuerza y la abrazó. —Por favor,
Hugh se quejaba del dolor, estaba atado de pies y manos, sentado sobre una silla, sentía un miedo descomunal, miró de frente y pudo ver a Alfredo Lanzi frente a él —Entonces, ¿Te atreviste a amenazarme? ¿Querías chantajearme? —el hombre hizo un sonido raro con su boca—. Mira ahora como has terminado, querido Hugh, ¿Es que no sabes el tamaño de tus enemigos? Ahora estás a mi merced, ahora no eres un rival para mí, derribarte ha sido como quitarle un dulce a un niño, y será más fácil con tu padre, en comparación contigo, yo no fallaré —sentenció —¡Pagarás muy caro! —gritó Hugh—. Juro que te vas a arrepentir. —Tus amenazas no tienen fuerza, Hugh, estás perdido. Logan entró y sonrió al verlo, mientras aplaudía —Hola, Hugh. —Logan, bienvenido, ahora Logan trabaja conmigo, juntos somos un gran equipo, así que, quédate aquí, cuida a tu mejor amigo Hugh, y dale la bienvenida calurosa. Logan sonrió, mientras lo miraba con odio —¿A dónde vas, Alfredo? ¡Espera! ¡Negociemos, por favor! —¿
Sebastián miró a Seraphyna, ella dormía sobre a cama, el doctor recién se había marchado y logró calmar el frenesí de la joven. Él acarició su mejilla, le miró con amor y paciencia, no entendía en qué momento su pequeña hija sucumbió ante tal infierno, solo quería ayudarla y curarla, daría su vida porque así fuera, salió de ahí y fue a la habitación de los gemelos, admiró lo hermosos e inocentes que se veían ahí recostados en su cuna, eran como algo sublime, incapaz de ser dañados, sus caritas pequeñas, y sus gestos suaves y tiernos. Violeta se acercó a él —Cada día se parecen más a ti. Él sonrió —Mientes, tienen el cabello rojo de mi madre, pero son idénticos a ti en lo bello, tengo miedo —dijo de pronto y ella sintió una zozobra en su interior —¿De qué? —¿Y si soy yo el culpable de todo? ¿Qué hay de mí? ¿Si mis niños tienen el futuro de Seraphyna y Hugh? No sé si pueda resistirlo. Violeta acunó su rostro entre sus manos y siseó con suavidad —Escucha, los padres somos como un
Alfredo miraba a Hugh a los ojos con rabia, mientras este estaba además de herido, agotado y deshidratado—Todo es tu culpa, solo debías matar a Sebastián, y mira lo que hiciste, el tipo volvió de la muerte como un héroe, y no solo eso, se llevó a Valentina de las manos de mi hijo y robó a sus bebés.—¿Qué dices? —dijo Hugh sonriendo, aunque débil—Cállate, o te juro que te mataré de una buena vez.—De todos modos, tu hijo morirá, sin haber tenido ni una esposa, ni un hijo —dijo Hugh riendo, y Logan le dio un buen golpe por orden de Alfredo—¡Aún pareces con ánimo! Muy bien, Hugh, pero ahora yo estoy al mando, y te aseguro que esta vez, Sebastián no resucitará al tercer día, y tampoco podrá volver, Violeta deberá ser la esposa de mi hijo, si no quiere que sus bastardos mueran—¡Alfredo! —el hombre se paralizó y cuando miró atrás vio a su hijo, que con ojos severos le miraba con decepción, luego Pablo dio la vuelta y se fue de ahíAlfredo corrió tras él, mientras le dio una orden a Log
Alfredo cayó de rodillas, y sollozó sin poder detener a Pablo que tomó su auto y se fue de su lado, no podía creer que lo perdiera, no cuando solo luchó por su felicidad.Pablo manejó a toda prisa, debía irse, debía escapar, no conocía a ese hombre que alguna vez llamó padre, recordó que su máscara cayó, ¿Todo lo había hecho por él? Tal vez por amor se cometen las peores atrocidades o sacrificios, pero Pablo estuvo seguro de que él nunca le pidió hacer algo así.Sebastián y Violeta estaban felices, él no dejaba de mirarla—Deberíamos irnos, alejarnos un poco de todo esto, solo un tiempo —dijo SebastiánElla estuvo de acuerdo, y Vladimir llegó—Han llamado, era el abogado del señor Astrod, dice que dejó a su nombre una caja fuerte en el banco del Villar, que debes ir a abrirla ahora mismo.Sebastián estaba confuso, pero al fin de cuentas, decidió hacerlo.Cuando Pablo despertó en aquel hotel su mente era confusa, debía ir con Violeta, decirle todo, y denunciar a su padre, esa idea de p