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Seraphyna estaba en el jardín, recordaba todas las palabras que Hugh le había dicho, no podía creer que hubiese perdido toda la fortuna de su padre al cabo de ese tiempo, era imposible, pero también sabía que Hugh era un inútil, y que era obvio que lo había hecho.Miró al cielo, estaba tan cansada de todo eso, pensaba en su vida de antes, todo lo que no valoró, recordaba cuando vivía al lado de Violeta, su padre y Rori, pudieron ser muy felices, pero ahora eran como una promesa rota, no importa cuánto quisiera huir, sentía que no lo merecía, que la felicidad era ahora una utopía para ella.Un taxi entró en la mansión y Seraphyna observó con atención, no le dio importancia, estaba a punto de entrar a casa, cuando observó que el taxi se iba, y vio a quien bajó, su mirada fue de perplejidad, sintió que podía estar alucin
Violeta estaba frente al espejo, un maquillista la arreglaba y peinaba, la ceremonia se realizaría en esa casa, Alfredo pagó mucho dinero para que un sacerdote aceptará oficiar la misa, y el juez viniera.Violeta ni siquiera pudo elegir su vestido, y pidió a la empleada que eligiera cualquiera, ella no tenía ganas de nasa, estaba cansada de fingir frente a Pablo. Rori cuidaba a los niños, pensaba que era la mejor decisión que su hermana podía tomar, aunque Alfredo Lanzi le daba pesar, sentía que Pablo sería un buen padre, y siempre cuidaría a Violeta, al menos por el tiempo que Dios le daría vida, tocaron a la puerta y abrió, una mujer le dijo que alguien lo buscaba—¿A mí? ¿Quién es? —exclamó con duda—Es una señorita que dijo llamarse Seraphyna Hesant.Rori se levantó con ojos enormes, no pudo creerlo, luego de una pausa que pareció eterna, salió a toda prisa, necesitaba verla, todo ese tiempo solo la había soñado en su fantasía, pero verla ante él, sería algo increíble.Dejó a la e
Violeta abrió los ojos, enderezó su postura, y la imagen que encontró frente a ella, fue impactante, no podía creerlo, ¿Acaso había muerto? ¿Acaso estaba en el cielo? No lo entendía, su cabeza daba vueltas, era una confusión letal, ahí estaba Sebastián, arrullaba entre sus brazos a Ele dándole de comer con un biberón, mientras el pequeño Ian estaba en su cuna y él la movía con su pie, para que se arrullaba.Los ojos de Violeta se le desdibujaron por calientes lágrimas, que corrieron por su rostro—¡No puede ser! —exclamó—. ¿Acaso estoy soñando? —preguntóSebastián se giró a mirarla y siseó despacio—Baja la voz, despertarás a Ian.Cuando el intentó acercarse, ella se alejó de pronto, como si sintiera miedo, era natural, ella lo
Cuando Sebastián abrió los ojos, se levantó de la cama, ella estaba a su lado, la que decían que era su esposa, aún podía sentir su calor en su piel, era demasiado hermosa, joven y perfecta, ¿De verdad se amaban tanto como decían?Él observó a los pequeños durmiendo en su cuna como dos querubines, eran tan perfectos, no pudo evitar que una sonrisa dulce se formara en sus labios, luego caminó al cuarto de baños, se miró al espero, estaba agotado, ¿Quién era él? No podía ser el mismo hombre que recordaba, porque ese hombre no estaba casado, ni tenía dos hijos bebés, él solo había criado a dos niños, a su imagen y semejanza, pensó en Hugh, le dolía el corazón al recordar que era ese mismo niño que llegó a su vida, quien le había apuntado con un arma, y que según decí
Sebastián llegó al hospital acompañado de Violeta, lucía desesperado hasta que el doctor los atendió —Hugh está bien, pudimos detener la hemorragia, pero estará aquí por lo menos una semana. —¿Puedo verlo? —exclamó Sebastián, el doctor asintió y Violeta tuvo mucho temor, no quería que Sebastián viera a Hugh, y terminara herido con su veneno, pero tampoco podría prohibírselo, así que tuvo que ver como entró a la habitación, y ella lo esperaba con calma. De pronto cuando alzó la mirada vio a Pablo frente a ella, Violeta no pudo evitar sentirse culpable, pudo ver en sus ojos un brillo de dolor, que le rompió el corazón, él se acercó a ella, y la miró bien —Violeta, ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso estás enferma? ¿O los niños? —No, todos estamos bien, pero, Hugh fue herido, Sebastián fue a verlo. Pablo asintió con rapidez, recordar que Sebastián estaba vivo, que su sueño de amor nunca se cumplió era un dolor en su interior —Me alegra saber que ustedes están bien, lamento lo de Hugh, espe
Cuando Rori entró a la habitación de la piscina observó a Seraphyna esnifar esa porquería, casi enloquece solo de verla, corrió hacia ella y la miró severo —¿Qué crees que haces? —exclamó perplejo Los grandes ojos de Seraphyna con pupilas dilatadas le miraron impactada —¡Rori! Yo... —¿Por qué lo has hecho? —¿Y qué quieres? ¿Acaso no me olvidaste? Solo me dejaste de un momento a otro, no te importó como estaba, dime, Rori, ¿En algún momento de este tiempo pensaste en mí? —exclamó con dolor Rori se acercó a ella, acunó su rostro y la miró con ternura y nostalgia —Siempre pensé en ti, siempre quise volver... Soy un cobarde, ese es mi peor error, por favor perdóname. Las lágrimas calientes bañaban el rostro de Seraphyna —¡No lo digas! No te hubiese dejado volver, Hugh te hubiese matado, y si no estuvieras de nuevo frente a mí, yo preferiría la muerte, Rori, porque yo te amo —dijo besando sus labios con dulzura Él correspondió su corazón latía con fuerza y la abrazó. —Por favor,
Hugh se quejaba del dolor, estaba atado de pies y manos, sentado sobre una silla, sentía un miedo descomunal, miró de frente y pudo ver a Alfredo Lanzi frente a él —Entonces, ¿Te atreviste a amenazarme? ¿Querías chantajearme? —el hombre hizo un sonido raro con su boca—. Mira ahora como has terminado, querido Hugh, ¿Es que no sabes el tamaño de tus enemigos? Ahora estás a mi merced, ahora no eres un rival para mí, derribarte ha sido como quitarle un dulce a un niño, y será más fácil con tu padre, en comparación contigo, yo no fallaré —sentenció —¡Pagarás muy caro! —gritó Hugh—. Juro que te vas a arrepentir. —Tus amenazas no tienen fuerza, Hugh, estás perdido. Logan entró y sonrió al verlo, mientras aplaudía —Hola, Hugh. —Logan, bienvenido, ahora Logan trabaja conmigo, juntos somos un gran equipo, así que, quédate aquí, cuida a tu mejor amigo Hugh, y dale la bienvenida calurosa. Logan sonrió, mientras lo miraba con odio —¿A dónde vas, Alfredo? ¡Espera! ¡Negociemos, por favor! —¿
Sebastián miró a Seraphyna, ella dormía sobre a cama, el doctor recién se había marchado y logró calmar el frenesí de la joven. Él acarició su mejilla, le miró con amor y paciencia, no entendía en qué momento su pequeña hija sucumbió ante tal infierno, solo quería ayudarla y curarla, daría su vida porque así fuera, salió de ahí y fue a la habitación de los gemelos, admiró lo hermosos e inocentes que se veían ahí recostados en su cuna, eran como algo sublime, incapaz de ser dañados, sus caritas pequeñas, y sus gestos suaves y tiernos. Violeta se acercó a él —Cada día se parecen más a ti. Él sonrió —Mientes, tienen el cabello rojo de mi madre, pero son idénticos a ti en lo bello, tengo miedo —dijo de pronto y ella sintió una zozobra en su interior —¿De qué? —¿Y si soy yo el culpable de todo? ¿Qué hay de mí? ¿Si mis niños tienen el futuro de Seraphyna y Hugh? No sé si pueda resistirlo. Violeta acunó su rostro entre sus manos y siseó con suavidad —Escucha, los padres somos como un