Harper sentía pánico ante la idea de entrar en el ascensor. Había jurado que nunca más se sometería a una tortura como la que sufrió hora atrás. Su cuerpo se resistía con todas sus fuerzas a dar un paso más.Brake la observaba en silencio, sin saber qué decir.—Qué horror —susurró Harper al fin—. No puedo pasarme la vida huyendo de los ascensores, ¿o sí?—No en Østerbro—le dijo él con una sonrisa.Eso fue suficiente para animarla a seguir.—Vamos, Harper —se dijo, y pulsó el botón de llamada con mano temblorosa. Cuando la cabina se acercó, sintió que se le encogía el estómago—. No sé si te he dado las gracias por lo que hiciste —le dijo con voz débil—. Así que… gracias. Y quiero que sepas que normalmente no soy tan problemática. Quiero decir que, bueno, no soy de esas mujeres que necesitan ser salvadas todo el tiempo.—Está bien, entonces la próxima vez me tocará a mí ser salvado por ti.A pesar de su nerviosismo, no pudo evitar sonreír ante su ingeniosa respuesta. Las puertas del asc
—¿Y bien? —Harper agitó su bufanda frente a la cara de Black—. ¿Qué significa esto?Black vaciló y luego empezó a explicar.—Verás, la cosa es que...—Espera un momento —Harper se sentó frente a la mesa y se relajó un poco, mientras lo hacía, parte de su enfado se disipó, tan rápido como había llegado—. Vale, dime. Sé que estoy siendo irracional y precipitada, pero ha sido un día muy duro y estoy al límite.El rostro del CEO se dulcificó al mirarla con cariño y, aprovechando que ya estaba sentada en la mesa, le acercó la comida.—He pedido a uno de los restaurantes del edificio que nos trajeran algo de comer. Come mientras te lo cuento, por favor —le rogó, después de examinarla con una mirada preocupada.—Gracias. Tengo mucha hambre. Creo que nunca había tenido tanto apetito.—Anoche te pedí que actuáramos como un matrimonio feliz, porque los representantes del gobierno de Paraguay nos estaban observando en el teatro.Harper asintió con la cabeza y se llevó un trozo de mandioca a la b
—No voy a consentir que te quedes con Black después de lo que has sufrido...—¿Qué pasó con eso de respetar mis límites, Chris?—Los límites se van al carajo cuando te veo salir de ese edificio inundado y te llaman "mujer no identificada". ¿Por qué demonios lo llamaste a él en vez de a tu jefe o a tu prima, que trabajan cerca? Wendy o yo podríamos haberte sacado de ahí.—No lo sé, yo...Él estaba en ese edificio, sabía que llegaría antes que nadie, fue lo primero que se me ocurrió—Harper se sintió tan cohibida que buscó la mirada de Brake, pero él le devolvió una expresión impenetrable y se marchó a la cocina, dejándola sola con Chris—. Chris, mañana nos vemos en la oficina. No se te ocurra volver por aquí.—Le he advertido a Black que si te hace algo, tendrá que vérselas conmigo.—Chris—susurró, agotada—, ya basta.—Espera —rogó, usando su voz más dulce y persuasiva—. Déjame ir a buscarte, Harper. Eres como mi hermanita y...—No. Hasta mañana.Harper colgó antes de que empezara a insu
—Me hizo prometer que nunca más me atrevería a contradecir a mi padre. Dijo que era una pérdida de tiempo y que solo conseguiría enfadarlo más de lo que ya estaba. Ella pensaba que si nadie le discutía, se aburriría de maltratarnos y se marcharía para siempre.—¿Por qué nadie se atrevió a enfrentarse a él? ¿Por qué tu madre no tomó la decisión de divorciarse de él, o recurrió a la justicia para obtener una medida cautelar o cualquier cosa que se pueda hacer en estos casos?—Una orden de alejamiento no servía de nada si no tenías un policía al lado. Y mi madre creía que era mejor buscar consuelo en la iglesia. Ellos la persuadieron de que no se separara. Le dijeron que Dios le había dado la tarea especial de redimir el alma de mi padre. Según nuestro pastor, lo que debíamos hacer era orar mucho y así el corazón de papá se ablandaría, se transformaría y se salvaría para el Señor—el CEO suspiró con amargura—. Si alguna vez tuve fe, ahí se esfumó. Poco después, mi madre falleció de tantos
Él dejó escapar un gemido que sonó como una caricia y sus dedos se adentraron en ella, encontrando calidez así ardiente y humedad, centrándose en el botón rosa, en el pico que la hacía enloquecer. Sus dedos recorrieron los labios hinchados de su sexo, moviéndose suavemente a lo largo de ellos. Luego, retiró la mano de entre sus piernas y la tomó en sus brazos como si estuviera a punto de levantarla del sofá, pero en lugar de eso, la sostuvo firmemente y a la vez con suavidad.Luego, movió la cabeza y besó su hombro, la delicada curva de sus montículos turgentes y el nudo duro de su cuello.Ella le rogó con voz ronca que la llevara a la cama. Mordió suavemente su oreja y la lamió, provocándolo—. Llévame…Brake se sacudió y la apartó de él, levantándose del sofá y dándole la espalda. Se sentó en el suelo, apoyando los brazos en las rodillas y la cabeza entre ellas, jadeando.—No puedo —murmuró—. No esta noche, Harper.Ella estaba tan embriagada por el deseo que pensó que había escuchado
Harper entró al trabajo con el alivio de haber sobrevivido a la inundación. Sus compañeros la rodearon con expresiones de preocupación y curiosidad. Le bombardearon con preguntas sobre su encierro en el depósito, su escape milagroso y su estado de ánimo.—Por suerte, pude contactar con un amigo antes de que mi móvil muriera—dijo Harper—. Él vino a rescatarme y… Bueno, el resto es historia.—Fue el señor Black, ¿no?—inquirió uno de ellos con un brillo en los ojos—. El conserje me contó que él fue tu héroe.Zara le lanzó una sonrisa irónica a Harper, que asintió con resignación.—¿El señor Black, nuestro ilustre residente? —inquirió Zara.Sheyla se plantó junto al cubículo de Harper, frunciendo el ceño.—Harper, ¿estás bien? Samantha Reynolds me ha llamado y me ha contado lo que pasó ayer.—Estoy perfectamente —replicó Harper con firmeza—. Lista para trabajar, como siempre.Su jefa soltó una carcajada. Harper creyó notar un deje de desdén en su risa.—Eres una mujer de armas tomar, Harp
Su madre nunca le tuvo preferencia. A diferencia de otras mujeres que mimaban a sus hijas, ella se había enfocado en sus propias metas y había dejado la crianza de Harper en manos de su padre. Él hizo lo que pudo por moldearla y adaptarla, pero nunca logró que una pieza cuadrada encajara en un hueco redondo. Quizás si hubieran compartido más momentos juntas durante su infancia, habrían encontrado algún punto en común, pero eso nunca ocurrió.Harper se rebelaba cada vez más contra los intentos de su padre por convertirla en la hija perfecta. Sus juguetes favoritos —su honda, su pistola de chispas, su set de vaqueros e indios, el casco de obra que le regaló el tío Rocky— desaparecieron o fueron a parar a otras manos. «No necesitas esas cosas —le decía su padre cuando Harper protestaba—. Esas cosas no son para señoritas.»Sus tres tíos paternos la miraban con simpatía, sabiendo que era un caso perdido.Harper sentía que sus tíos disfrutaban en secreto de su situación.Ellos o sus esposas
Harper sonrió con gesto apenado mientras pensaba que su madre nunca desaprovechaba una oportunidad de recordarle el ya-te-lo-dije.—Mira, ya he reconocido que tenías toda la razón con lo de Mark, pero no te metas con mi hija. Tú puedes no quererla, pero es mía. Te guste o no, la vas a tener que respetar porque por ley es tu nieta. Y puedes seguir echándomelo en cara, y yo puedo seguir admitiendo que me equivoqué con lo de Mark, pero no creo que eso nos ayude mucho. Además, lo que sí está claro es que te equivocaste al manejar el asunto.Su madre la miró con un destello de ira.—Actué según mis valores. Lo haría otra vez.Harper no entendía de dónde sacaba su madre esas ideas sobre cómo ser una buena madre. Tal vez creía que imponer su autoridad era lo que su hija necesitaba, algo que ella nunca había tenido. Su orgullo le impedía reconocer sus errores, por pequeños que fueran, y quizás pensaba que eso la hacía una madre ejemplar. Algo así como "viva el matriarcado".A Harper le parecí