Camille negó con la cabeza. —No hay una cura para la psicopatía. Es un trastorno de personalidad que se forma desde la infancia y que se mantiene a lo largo de la vida. Lo único que se puede hacer es intentar controlar sus impulsos y evitar que hagan daño a los demás. Pero eso requiere de mucha voluntad y cooperación por parte del psicópata, algo que rara vez se da.—¿Por qué?La terapeuta se frotó los labios con los dedos, reflexiva. Se preguntaba cómo había sido la infancia de Mark, qué experiencias traumáticas o carencias afectivas habrían moldeado su personalidad narcisista.—No sé qué tipo de abusos o negligencias habrán provocado que se convirtiera en lo que es. Pero eso no cambia la realidad de que Mark es así. Los narcisistas son muy difíciles de tratar. Por su complejo de superioridad, no creen que tengan que cambiar nada. Piensan que son perfectos y que el problema son los demás—Camille sonrió con amargura, como si recordara algo muy desagradable. Tal vez algún caso anterior
Así que cuando Mark se animó a llamar a su casa y solicitó hablar con Harper, y ella consintió, Wendy no tuvo más opción que acatar su voluntad y entregarle el teléfono con resignación, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia. No le gustaba que Mark se entrometiera en su vida, ni que Harper le diera tanta importancia. Pero sabía que no podía hacer nada al respecto, que era la decisión de Harper y que tenía que respetarla.El impacto de las palabras de Mark resonó en el corazón de Harper como una descarga eléctrica. Cada sílaba, cada solicitud, cada deseo que emanaba de su voz, se clavó en lo más profundo de su ser. Era un torrente de emociones encontradas que se entrelazaban en un caos abrumador.El nudo en el estómago de Harper se apretó con cada segundo que pasaba. Su mente se debatía en un torbellino de confusión y dolor. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo responder a esa petición tan inesperada? La imagen de su pequeña hija, con los ojos llenos de miedo y las marcas de los golpes qu
—Black, hermano, me tienes preocupado. Tienes que soltarla de una vez.Su abogado le habló con franqueza, pero Brake apenas le prestó atención.No podía soltarla, no podía olvidarla. Había dos motivos que se lo impedían: en primer lugar, seguían legalmente casados y no había tenido la oportunidad de explicarle adecuadamente a su esposa que él sería el hombre de su vida. Estaba dispuesto a brindarle todo, lujos, caprichos, y se esforzaría al máximo para satisfacerla a ella y a su hija.El CEO solo deseaba protegerla y amarla. Había soñado siempre con tener una familia y ahora que se le había presentado la oportunidad, no podía permitir que se esfumara frente a sus ojos. El destino no podía ser tan cruel con él.Sabía perfectamente que los papeles del matrimonio se habían firmado accidentalmente, pero había sentido una conexión innegable, una atracción mutua en el poco tiempo que habían pasado juntos. El hecho de que su matrimonio no fuera convencional no significaba que tuviera que ser
Wendy dirigió su mirada hacia Harper, mostrando una combinación de compasión y resentimiento. Su voz, aunque firme, revelaba un cansancio evidente.—Harper, he sido paciente y he aceptado tus decisiones…—comenzó Wendy, pero luego su tono se tornó más serio—. Pero ahora hay algo que necesito pedirte y es importante.Harper, intrigada, preguntó: —. ¿Qué es?—Sabes tan bien como yo que Mark no va a firmar el documento de alejamiento y ruptura de relación sin causar problemas, a menos que le demos una razón válida para quedarse tranquilo—explicó Wendy.Harper, sintiendo un ardor de rabia en su pecho al imaginar que Mark podría sacar provecho de haberla maltratado a ella y a su hija, replicó con determinación: —. ¿Quieres decir que tenemos que comprar su silencio? Bueno, dile que me han desheredado. No tengo…Wendy observó a Harper con una mezcla de preocupación y determinación. —Eres una Meyers. Y Mark, como abogado astuto, sabe cómo actuar con el máximo de dramatismo—expresó con cautela
Harper había pasado los últimos años de su vida huyendo de su pasado, de su madre, de Mark, de todo lo que la había lastimado y traicionado. Pero ahora, después de tanto tiempo, sentía que era hora de enfrentar sus demonios y cerrar las heridas que aún sangraban.Wendy y Nellie, sus primas y únicas amigas en el mundo, le habían avisado a su madre que Harper había regresado a Dinamarca, el país donde había nacido y crecido. Pero también le habían dicho que necesitaba un espacio para sanar y recuperarse, y que no quería hablar con nadie por teléfono.Su madre, una mujer egocéntrica y caprichosa que siempre exigía ser el centro de todas las miradas, se sintió muy ofendida al enterarse de que Harper iba a ser tan esquiva. Su madre le pidió a Wendy que le dijera que cuando dejara de hacer tonterías de adolescente, le gustaría que la visitara.— ¿Le dijiste que estaba solicitando una orden de alejamiento? —Harper le preguntó a Wendy con voz temblorosa. Aún recordaba el terror que sentía cad
—Estás loca de remate.Harper le dio el último toque al peinado de su hija y cogió la mochila.—¿Loca de…?—Shhs—la castaña le tapó la boca a Hannah y se reprochó a sí misma. Había soltado un taco delante de su hija—. No repitas esa palabra, solo los mayores pueden usarla y en situaciones muy especiales—le lanzó una mirada de enfado a su prima—. Esta es una situación especial porque tu tía me está sacando de quicio.—Eres una contadora excelente. Ni siquiera tendrían que contratar a otros contadores, eres tan buena que haces el trabajo de dos o tres contadores más.Harper bufó.—Que sea buena con los números, que recuerde lo poco que hice en la universidad y que te ayude con los informes de contaduría que te tocan a ti, no significa que sea contadora. —Eres contadora.—No tengo un título que lo avala. El papel es lo importante…—Venga, Harper, tienes que hacerlo, no busques más excusas.—Wendy, ¿me estás pidiendo que me reúna con un primo tuyo que no es primo mío y con el que apenas
—Si se me da la gana puedo contratar a un caballo como contador.—¿Un caballo como contador? —bufó Harper—. Qué bonito, Chris. Me siento muy halagada.—Venga. Inténtalo. Será divertido —le dijo él con una sonrisa traviesa.— ¿Así que me quieres contratar para que Wendy pueda vigilarme?—En realidad, estaríamos tan liados que apenas nos veríamos las caras y Wendy tampoco tiene mucho tiempo para meter las narices en negocios ajenos.Esa propuesta le resultaba muy tentadora a Harper, que le gustaba mucho cómo sonaba eso de estar ocupada todo el tiempo. Ella quería trabajar, hacer algo de provecho en la vida, después de haber sido la esclava personal de Mark durante dos años.—Aprenderías un montón —la animó Chris, que parecía decidido a persuadirla como fuera—. Te encargarías de todo lo relacionado con el dinero: los seguros, la nómina, las facturas del mantenimiento. También negociarías los contratos de servicio, comprarías los suministros y el equipo, y trabajarías con un agente y una
Lo que no esperaba era encontrarse con el rostro más familiar y sorprendente que podía imaginar. El hombre que estaba sentado frente a ella no era otro que su esposo, el mismo al que ella había dejado atrás junto a su antigua vida de abusada por su exnovio, Mark.—¿Harper? —exclamó él con incredulidad y emoción—. ¿Eres tú?Harper se quedó paralizada, sin poder creer lo que veía. Su corazón se aceleró y su mente se llenó de preguntas. ¿Qué hacía él aquí? ¿Cómo era posible que fuera el CEO de PWC en Dinamarca? ¿Cómo la había encontrado? ¿Cómo había llegado hasta ella? ¿Qué significaba eso para ella?—¿Black? —balbuceó ella con voz temblorosa—. ¿Qué haces aquí?Black se levantó de la silla y rodeó el escritorio con rapidez. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza, como si temiera que fuera una ilusión.—Harper, Dios mío, te he buscado por todas partes. No sabes cuánto me alegro de verte —le dijo con alivio y felicidad—. Te he echado tanto de menos. ¿Cómo es que estás aquí?Harper se qued