Harper se sentía como si viviera en un sueño. O más bien, en una pesadilla. Después de todo lo que había pasado con Mark, ya no sabía qué era real y qué no. ¿Podía confiar en sus propios sentimientos? ¿Podía distinguir la verdad de la mentira? ¿Podría volver a ser feliz algún día?Había dormido casi un día entero, con Nellie entrando de vez en cuando a ver cómo estaba. Al fin se levantó y fue al baño. Se miró al espejo y se asustó de su aspecto. Tenía un ojo morado, la mandíbula hinchada y el cuerpo lleno de magulladuras. Parecía una víctima de un accidente de tráfico. Lo único bueno era que tenía hambre, lo que suponía que aún tenía ganas de vivir.Se dirigió al salón, arrastrando los pies y sintiendo cada dolor en sus huesos. Allí estaba Wendy, sentada en una mesa de cristal. Wendy, su prima y mejor amiga desde la infancia y siempre iba impecablemente vestida y maquillada. Pero ahora llevaba una camiseta vieja y unos pantalones de chándal, y tenía unas ojeras que delataban su cansa
La castaña bajó la mirada y jugueteó con el borde de la taza. Recordar lo ocurrido le provocaba un nudo en el estómago.—Bueno, él... él me echó...no, nos echó a Hannah y a mí de casa. Creo que esperaba que nos quedáramos sentadas en la entrada del edificio hasta que decidiera dejarnos entrar o hasta que fuera la hora de que Hannah vaya a la escuela —explicó con voz temblorosa.Harper notó que Nellie se detenía por un instante antes de venir a la mesa para servir un poco más de café. Le sorprendió lo horrorizada que parecía estar la esposa de su prima. Nellie era una mujer rubia y delgada, con una sonrisa amable y unos modales dulces. Harper siempre había pensado que era muy afortunada por tener una pareja como Wendy.Nellie le dio una palmadita en el hombro a Harper y le dijo:—No te preocupes, cariño. Aquí estás a salvo. Nadie te va a hacer daño nunca más.Wendy cogió un vaso de agua con un movimiento tan brusco que por poco no lo volcó. Luego bebió unos tragos.—Mark te pegó y te p
Wendy ajustó el cinturón de seguridad a su hijo en la silla para bebés, y luego se giró hacia su mujer con una mirada pícara. Le robó un beso en los labios y le deslizó la mano por el cuello, haciéndole cosquillas. No fue un simple beso de despedida, sino el inicio de una promesa, porque se profundizó y se volvió cada vez más fogoso, hasta que ella le correspondió y le rodeó la cintura con el brazo. Wendy se alejó un poco y la miró a los ojos con complicidad, como si le estuviera diciendo algo sin palabras.Nellie esperó a que su esposa cerrara la puerta del baño para ducharse y le dijo a Harper: —Estaba muy angustiada por ti después de que te trajera a casa... Wendy te quiere con locura. Se le parte el alma de pensar que alguien pueda hacerte daño. Estuvo a punto de perder los papeles e ir a donde estabas viviendo antes y... hacer algo que no te conviene nada.Los colores saludables desaparecieron del rostro de Harper.—Si ella va a ver a Mark...—No, tranquila; no hará ninguna tonte
—Sí, aunque yo creo que B.B no es de esos hombres. Él nunca lastimaría a una mujer. De hecho, B.B tenía el problema opuesto..., siempre estaba queriendo salvar a alguien... —¿Síndrome o complejo de caballero andante?—Eso. Pero una vez realizado el rescate, él pensaba que tenía que irse con rapidez y ayudar a la siguiente persona. Iba por la vida así, saltando de una situación problemática a otra para ayudar a cuantas mujeres pudiera.Había escuchado de él unas cuantas veces, no conocía el nombre del hombre; Nellie siempre lo llamaba solamente B.B, quien sabe porque. No lo conocía, pero lo que sí conoce es que él tuvo un encontronazo con Wendy hace unos cuantos años. Todo porque este hombre estaba creando una empresa "innovadora", entonces arruinó el proyecto más grande que su prima tenía por aquella época para eliminar la competencia en el sector empresarial. Desde ese momento, Harper decidió odiarlo, independientemente de sus razones, tampoco le importó no conocerlo. Vió a su prima
Después de denunciar el abuso doméstico en Østerbro, Harper se enfrentaba a una larga espera de doce a trece semanas para que se resolviera su caso. Esa era la norma absurda que habían establecido los legisladores, creyendo que ese tiempo serviría para que las parejas en conflicto reconsideraran su situación y quizás se reconciliaran. No les importaba si había "abuso" entre ellas, algo que consideraban "normal" en cualquier relación, siempre y cuando no fuera demasiado grave. Harper se sentía indignada y frustrada por esa idea. Ella quería terminar con todo lo antes posible, una vez que había tomado la valiente decisión de dejar a su pareja abusiva. No necesitaba ningún período de reflexión que solo le causaría más dolor y miedo. Se sentía atrapada en un sistema injusto que no la protegía ni la escuchaba. Solo quería recuperar su libertad, su dignidad y obviamente proteger a su abejita.Durante esos tres meses y pico, Harper se dedicó a sanar sus heridas físicas y emocionales. Los mor
Camille negó con la cabeza. —No hay una cura para la psicopatía. Es un trastorno de personalidad que se forma desde la infancia y que se mantiene a lo largo de la vida. Lo único que se puede hacer es intentar controlar sus impulsos y evitar que hagan daño a los demás. Pero eso requiere de mucha voluntad y cooperación por parte del psicópata, algo que rara vez se da.—¿Por qué?La terapeuta se frotó los labios con los dedos, reflexiva. Se preguntaba cómo había sido la infancia de Mark, qué experiencias traumáticas o carencias afectivas habrían moldeado su personalidad narcisista.—No sé qué tipo de abusos o negligencias habrán provocado que se convirtiera en lo que es. Pero eso no cambia la realidad de que Mark es así. Los narcisistas son muy difíciles de tratar. Por su complejo de superioridad, no creen que tengan que cambiar nada. Piensan que son perfectos y que el problema son los demás—Camille sonrió con amargura, como si recordara algo muy desagradable. Tal vez algún caso anterior
Así que cuando Mark se animó a llamar a su casa y solicitó hablar con Harper, y ella consintió, Wendy no tuvo más opción que acatar su voluntad y entregarle el teléfono con resignación, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia. No le gustaba que Mark se entrometiera en su vida, ni que Harper le diera tanta importancia. Pero sabía que no podía hacer nada al respecto, que era la decisión de Harper y que tenía que respetarla.El impacto de las palabras de Mark resonó en el corazón de Harper como una descarga eléctrica. Cada sílaba, cada solicitud, cada deseo que emanaba de su voz, se clavó en lo más profundo de su ser. Era un torrente de emociones encontradas que se entrelazaban en un caos abrumador.El nudo en el estómago de Harper se apretó con cada segundo que pasaba. Su mente se debatía en un torbellino de confusión y dolor. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo responder a esa petición tan inesperada? La imagen de su pequeña hija, con los ojos llenos de miedo y las marcas de los golpes qu
—Black, hermano, me tienes preocupado. Tienes que soltarla de una vez.Su abogado le habló con franqueza, pero Brake apenas le prestó atención.No podía soltarla, no podía olvidarla. Había dos motivos que se lo impedían: en primer lugar, seguían legalmente casados y no había tenido la oportunidad de explicarle adecuadamente a su esposa que él sería el hombre de su vida. Estaba dispuesto a brindarle todo, lujos, caprichos, y se esforzaría al máximo para satisfacerla a ella y a su hija.El CEO solo deseaba protegerla y amarla. Había soñado siempre con tener una familia y ahora que se le había presentado la oportunidad, no podía permitir que se esfumara frente a sus ojos. El destino no podía ser tan cruel con él.Sabía perfectamente que los papeles del matrimonio se habían firmado accidentalmente, pero había sentido una conexión innegable, una atracción mutua en el poco tiempo que habían pasado juntos. El hecho de que su matrimonio no fuera convencional no significaba que tuviera que ser