Agusto lo miró analizando su rostro y sus movimientos. Al verlo recordó que efectivamente muchos de ellos aportaron cosas importantes en el largo camino de grandeza, pero sabía que ahora se necesitaban ciertos cambios, personas diferentes que aportaran frescura y la futura reina Eréndira sería la ideal para esto.—Estoy muy agradecido por su servicio, no tengo duda de su lealtad mi lord.—Agusto seguía mirando a su acompañante. Era un hombre con muy poco cabello, lo tenía de color blanco a pesar de su juventud. Se decía que era un caso muy raro pero no imposible de ver. Su conflexion media, su piel morena, con unos ojos azules muy interesantes. Su nariz gruesa y su boca muy grande que para variar la usaba bastante bien para comunicarlo todo.—Estoy seguro que todos saldremos beneficiados de todo esto. Se viene una guerra más que lucharemos con nuestros aliados aquí presentes como puede verlos.—¿Otra guerra? Mi señor ¿Por qué?—Necesito contarlo en una reunión así que por favor debemos
¿Ahora sí deseas atacarme de frente? En el reino del sur lo hiciste desde las sombras.—¡Eres un maldito con suerte! No sé cómo sobreviviste pero te mataré, ¡lo juro!—No lo harás tío. En este momento cumpliré mi promesa con el rey de Olster. Serás enviado allí como prisionero y ellos te juzgarán por intentar matar a su hijo.—No tienes pruebas de eso. Tú hiciste ese atentado por el deseo de vengarte, te quitó a tu prometida.—Estaba recuperando su cordura poco a poco.—Culparme a mí por tus crímenes, eso es caer bajo.—Yo no necesito inculpar a nadie, por suerte eso ya fue aclarado. Ahora tú pagarás tus crímenes.—Agusto se agachó para mirarlo fijamente.—Da las gracias de esa promesa, si no te quedarías a vivir un infierno aquí por tus crímenes contra mi reino y el que fue de mi padre.Su tío se enfureció aún más y escupió intentando darle, aunque su potencia fue insuficiente.—Te traje ante mí para verte a los ojos una vez más antes de llevarte a tu destino.—Agusto puso nuevamente su e
El salón de la reunión era mucho más grande que donde estaba el trono. En esta habitación había una enorme mesa rectangular con al menos 50 sillas. Todas ellas para recibir al consejo, miembros importantes e incluso visitantes con influencia en el reino.Había pasado tiempo desde que estuvo llena por última vez, ahora solo estaban ocupados menos de la mitad de estos asientos.En la cabecera y como debía ser, estaba Agusto sentado en su silla especial. Desde ahí podía ver a todos los reunidos con interés particular por sus miembros más recientes que estaban en el extremo más alejado de ahí.En los demás lugares estaban los ricos y poderosos del reino esperando una explicación del motivo para aquella reunión.—Buenas tardes a todos. Me da mucho gusto volver a verlos y que estén sanos y salvos.—Agusto no demoró en hablar.—Como han visto, mi familia decidió declarar la guerra abiertamente. Anteriormente lo hicieron provocando conflictos con otros reinos e incluso contratando mercenarios
El escenario se estaba volviendo a favor de Agusto. Todos parecían flexibles respecto a las peticiones del rey con respecto a la guerra. Lo veían como un gran negocio ya que con la experiencia que tenían, conquistar nuevas tierras siempre traía riquezas.En esta ocasión era aún más tentador pues se hablaba de tomar reinos enteros y no solo saquearlos si no quedarse con el control total de ellos.—La guerra no es opción.—Dijo Agusto continuando con la reunión.—La guerra ya se libró, sólo estamos luchando batallas y lo que deseo lograr es que luchemos las menos posibles. Entre más largo sea esto, más pérdidas tendremos.—¿Y cómo planea hacerlo corto, mi rey?—Preguntaron los curiosos inversionistas.—Haciendo un único ataque masivo en conquista contra los reinos—Observó las reacciones de todos y vió en ellos un poco de dudas.—Tenemos los números, tenemos los recursos y tenemos el poder. ¿Por qué no hacerlo?Todos se miraron mutuamente entre ellos. Sabían que tenía razón pero algo les inq
La reunión terminó después de muchas discusiones y desacuerdos pero que al final se pudieron solucionar. Agusto se fue contento a su habitación. Había logrado salvar a su reino, podía reposar nuevamente en su cama de la cual había estado ausente varios días por todo lo ocurrido anteriormente.Sintió un gran alivio aunque también un gran cansancio. Deseaba permanecer despierto y disfrutar de lo que ofrecía ese lugar pero le fue imposible hacerlo. El cansancio le venció y sus sirvientes lo acostaron en su cama.La división entre los miembros de su reino estaba clara, aunque le tenían una gran admiración no celebraron ni corearon su nombre después de recuperar su reino, pero él estaba consciente que las guerras seguían y estaba dispuesto a recibir la gloria cuando todo eso terminara.En cuanto al asunto del nuevo general y la anexión de sus tropas, se acordó darle retos como él mismo lo solicitó. Todo eso al siguiente día, fecha que puso el mismo Agusto pues tenía prisa.No solo por el
—¡Prima, prima, levántate por favor!—Sleidy tocaba como loca en la puerta de la habitación de Eréndira.—¡Venga prima, no hay tiempo!Erendira se despertó con esos gritos pero aún tenía sueño pues se desveló leyendo libros. Había aumentado ese hábito pues quería ser una reina ejemplar y poder aportar algo positivo al que sería su nuevo hogar.Se acomodó nuevamente para dormir pues creyó que su prima se vencería y se iría de ahí. No le quiso prestar importancia a su llamado pues pensaba que era alguna cosa sin importancia, como ayudarla a elegir un peinado o hablar de alguna nueva idea de cómo sería su boda.—¡Prima se estás ahí, despierta que es urgente!—Continuaba desesperada tocando cada vez más fuerte.Era imposible que Erendira siguiera durmiendo con ese ruido molestando. Entendió que su prima estaba verdaderamente muy insistente y además era muy temprano para que ella estuviera tan activa así que decidió hacerle caso.—¿Qué pasa Sleidy? Quiero seguir durmiendo, regresa después.—Su
Al poco tiempo ya estaban todos reunidos y listos para el evento.—Abran las puertas y dejen pasar al mensajero.—Habló el rey Ricardo a sus hombres.De inmediato se abrieron las puertas y dejaron pasar al joven que llevaba esperando ahí varios minutos.Al recibir la señal entró y de inmediato se posicionó enfrente del rey y se inclinó en señal de respeto.—Mi señor, traigo aquí un mensaje muy importante escrito por el rey Augusto.—Decía con un tono de orgullo tras cumplir esa importante misión.—Es un honor para mí entregárselo.El rey Ricardo agradeció y pidió con ansia a uno de sus guardias que se lo entregara.Después de eso el mensajero se apartó y todos quedaron a la expectativa del contenido.El rey decidió leerlo en voz baja al inicio. Después de leer un poco bajó la hoja y puso una cara de decepción, algo que preocupó a todos los que ahí estaban.—¿Qué dice la carta mi rey?—El ministro de interiores fue el encargado de romper el silencio para indagar.–¿No piensa seguir leyendo?
La celebración pasó y el tiempo también. Habían pasado un par de semanas desde lo ocurrido en la batalla y desde que las noticias se extendieron por lo largo de todos los reinos.Los enemigos de Agusto que habían logrado escapar, se refugiaron en su reino principal de Krimea como era de esperarse.Ahí lloraron y lamentaron su ambición y movimientos acelerados que hubieran funcionado como el plan perfecto sin la intervención del campesino Job y su atención en el caso.Se refugiaron tras los muros sintiéndose seguros pero sabían que esa seguridad no duraría demasiado. Tardé o temprano recibirían en casa a los enemigos que habían despertado.—¿Qué debemos hacer ahora?—El tío menor de Agusto conversaba con sus consejeros.—Dijeron que en ese plan no había margen de error y todo salió mal.—Así era mi señor. No sabemos cómo se dieron cuenta de nuestra operación.—Sus consejeros vestían con una túnica blanca y un sombrero de este mismo color.—Incluso preguntamos varias veces a los espíritus a